Por Miriam Antonieta Carpenter-Cosand El 11 de julio de este año tomé un avión con el propósito de regresar con una visita corta a la tierra donde crecí. Esta ciudad a la que regresaba, de alguna manera, la desdibujo cada vez más, por no saber aún cómo, ni qué hacer con lo que implica haber crecido ahí. de vez en cuando, con el tiempo, confronto una imagen, una palabra, un golpe, de lo que implica haber crecido en Ciudad Juárez, Chihuahua, México. En este vaivén, decidí acercarme tímidamente, con la ayuda de una gran colega y amiga, Paloma, a artistas locales que sienten a Juárez con los días. Por lo que esto me llevó contactar a la artista Alejandra Aragón. Este artículo se enfocará en compartir la serie titulada Vine a La Pinta porque me dijeron que acá vivía mi padre… en donde la artista hace una reconstrucción de la historia familiar a partir de diferentes viajes entre México y Estados Unidos en donde reflexiona sobre los padres ausentes, la migración y el crimen organizado, todo esto vinculandolo con el constructo de la masculinidad hegemónica. “La Pinta es un pequeño poblado al noroeste de Chihuahua De los poblados de esa zona proviene mi familia materna. La única familia que conozco. No pude llegar al pueblo específico porque está controlado por el cártel de Sinaloa, es un poblado constantemente en disputa muy violento, y no quise arriesgarme, aún. Espero llegar a él en próximos viajes.” Hay tres capítulos que describen tres imágenes clave en este proyecto. El primer capítulo se titula: Sobre los abuelos, o como esto pasa en todas las familias. La fotografía que la acompaña es de un campo destajado, con una casa quemada y un árbol. La artista nos dice que esa escena a la que “me remitieron a ese sentimiento de hogar que no pudo ser” Así mismo, nos platica cómo estos abuelos nunca se preguntaron nada y solo siguieron con lo que se les fue enseñando en donde tener mujeres e hijos y hacer trabajos físicos es como estos aprendieron a afirmar su masculinidad. Después, reflexiona de cómo los jóvenes ahora tienen otras opciones: “El narco no es más que un medio más por el cual obtener agencia y afirmar sus potencias masculinas.” El tercer capítulo se titula Viaje al sur y lo acompaña una imagen de un edificio que nos enfrenta con su pasado. En su superficie se pueden ver, la sombra de letras que fueron carcomidas con el tiempo, informándonos sobre lo que era: Conasuper. Después de ver esta imagen detalladamente, percibo que hay una descripción: “Al futuro lo controlan máquinas asiduas de semillas, maderas y minerales. Solo queda el espejismo de trocas cromadas rondando al ritmo de corridos que cuentan historias de jóvenes ávidos de gloria y vidas breves...” Al preguntarle a Alejandra sobre las semillas, madera y minerales inmediatamente su respuesta fue como estas cuentan la disputa del territorio para la explotación y como el narcotráfico en realidad no es un problema aislado al territorio, sino todo lo contrario, es uno que desestabiliza todo espacio. Este tema, aunque no tan evidente en la obra, la artista busca profundizar y explorarlo en el futuro. Después, Aragón profundiza sobre cómo el estado también se puede repensar como un proyecto paternalista. Con la industrialización se abandona el trabajo en campo y se asume “una postura paternalista que no permitió la independencia de la producción agrícola del sistema ejidal. El estado controlaba la semilla, incluso la compra y venta de las cosechas. Dándole paso a la agroindustria y otras industrias de capital extranjero. Como el Dios benevolente (figura también paternal) que, así como da, quita la vida.” Finalmente, regresando hacia el viaje a La Pinta, Alejandra Aragón nos comparte la experiencia de conocer su padre: “Mi padre es un hombre arrogante que nunca se ha hecho responsable de cómo sus acciones han afectado a otras personas. Pero comprendí mucho de mí. Supe porque a veces yo soy antipática o arrogante también. Es un ávido coleccionista de objetos y le gusta la historia. Eso me dio gusto de conocerlo porque entendí de dónde venían muchas de mis inquietudes. El encuentro en general fue menos dramático de lo que imaginé, aunque realmente no esperaba nada. Creo que eso también me hizo preguntarme qué tan determinante fue su ausencia, y a un nivel muy muy personal que no se si se logra transmitir en el proyecto, reflexione más bien sobre mi madre, su presencia y sus luchas. Para mí, el abandono es un acto que tuvo repercusiones en la vida de mi abuela, luego mi madre y luego la mía. Y poco a poco tenemos que romper con la importancia de la figura paterna. No para que no estén presentes, si no para que no hagan tanto daño cuando no están.” Lo que nos queda por decir es que todos somos hijos de Pedro Páramo y Comala es México. Alejandra nos dice “Como a Comala la habita fantasmas de toda la devastación y muerte que han dejado la negligencia de los padres, de los estados, de los gobiernos paternalistas” Sin embargo, queda decir que justo como la primera imagen del proyecto donde se puede ver el campo destajado, son las mujeres quienes han sido capaces, como forma de resistencia, quemar el rastrojo en la vida para construir algo nuevo. Para terminar, solo me queda agregar que si están interesados en aprender más sobre la artista y apoyar su trabajo visiten su pagina: https://cargocollective.com/alejandraaragon/Vine-a-La-Pinta y si tienen preguntas pueden contactar a Alejandra en @aleprendelaluz. Más importante este viernes 2 de octubre del 2020 a las 2:00 de la tarde (hora de Tempe) estaremos teniendo una presentación con la artista de manera virtual en: https://asu.zoom.us/j/99893009658 .
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February 2021
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