Por Daniel Vargas Minerbi Jueves 18 a miércoles 25 de julio Este jueves de mi cuarta semana de estancia en Italia, qué rápido pasaron los días, empieza lentamente, con un desvelo y publicación de los artículos de Teresa José Creus, Violant Muñoz y Genovés, así como la parte III de mi bitácora de esta semana de Peregrinos y sus Letras. Me doy una vuelta por el centro de la ciudad, por la ya muy conocida Via XX de Settembre, sus portales y atajos los camino todos los días, mi destino es encontrar un lugar para comer pasta al mediodía. Ya sin GPS, encuentro la Osteria San Matteo, parte de la enoteca Migone, veo unos linguini con mariscos que me cierran el ojo. Los acompaña un pan perfectamente tostado y cortado en cubos y unas rebanadas de hogaza horneada recientemente. Su función es ayudarme a limpiar del plato los residuos de aceite de oliva y especias que quedan después de comer la pasta con pequeños camarones, pulpos y calamares. De postre me espera un gelato de vainilla con fragole recién cortadas. El café lo reservo para tomarlo en casa. En mi camino de regreso a casa descubro más restaurantes y hosterías muy elegantes y oscuras. En particular me llama la atención una que ofrece un menú de degustación con 3 entradas. Será para otro día. En mi andar, también encuentro pequeñas galerías y tomo algunas imágenes. Hay un aumento de turistas que se ven rodando sus pequeñas y grandes maletas por las aceras de los portales de la XX de settembre. Después de cubrir 3 millas, regreso a casa a tomarme otro gelato tricolor que me aguarda en el refrigerador con sabores a limón, mango y fresa. Reviso por última vez las publicaciones en Peregrinos y sus Letras y las publico hasta el otro extremo del mundo pasando por las dos reseñadoras en Andalucia Teresa y Violant. Mando algunos textos y publico en Facebook los anuncios para las dos reseñas y mi crónica. Esta última me toma tiempo para elegir las imágenes que la acompañan, disfruto haciéndolo. Me tomo otra caminata por la misma calle, esta vez el destino es dar varios rodeos para hacer ejercicio y de regreso pasar por el supermercado Carrefour antes de las 10:00 p.m. hora límite para comprar vino y cerveza, elijo un tinto Dolcetto D’Alba del 2023 y una Messina Cristalli di Sale. Serán mis compañeros esta madrugada de viernes durante mi podcast sobre el rinoceronte Ganda de Durero. Duermo unas horas hasta la 1:30 a.m. El viernes es mágico en Génova. Por la mañana me voy a Tagliafico por un café y un cuernito al cacao, una delicia del sabor a chocolate amargo y el aroma de café recién hecho. Sigo caminando hacia las colinas de Castelletto y llegó a por un rollo de focaccia en que contiene dos tipos de jamón prosciutto crudo y cocido, tomate, mozzarella, hierbas como orégano que derriten en tu boca acompañado de agua mineral con gas en Le Delizie del Castello. Después disfruto y respiro profundamente para apreciar la vista que se domina desde el Mirador del Ascensore di Castelletto Levante. Por la noche, visito el Ristorante Veracruz, un agradable lugar en el cual se come muy bien. Está muy bien ambientado, con carteles, imágenes, murales evocando a México. Conozco a Fabiana, la propietaria del lugar y charlamos sobre su lugar y empresa. Como un plato de cochinita pibil y otro con quesadillas. El achiote y el queso hacen que haya una diferencia imperceptible del recuerdo de mi paladar. Con tortillas hechas a mano, salsa casera y un guacamole con totopos para acompañarlos. Para beber, una sangría y dos margaritas, una de mango y otra de fresa refrescan y alegran el ambiente. Me quedo con el agradable encuentro de una paisana, aunque Fabiana Cicogna Montaño haya nacido de este lado, siento su amor por México. Es un aire familiar, ella creciendo en este país, patria de su padre con su madre mexicana y yo creciendo en México con mi padre mexicano y mi madre italiana. De regreso a casa, paso por la catedral de San Lorenzo y encuentro música en vivo, libros y mucha gente, escucho canciones conocidas y veo libros usados y nuevos junto con arte gráfico. Me voy a descansar muy tranquilo y me despierto como relojito dos horas antes de que parta mi tren a Turín. El sábado madrugo y camino 5 minutos para tomar mi tren a Turín para visitar a mi tíos y primos, así como también pasear. El viaje es placentero, con bastantes paisajes verdes, árboles, arbustos y casas rurales de Alessandria y Asti. Llego a la estación de Porta Nuova y veo la cara sonriente de mi prima Cecila al final del andén. La primera vez la vi en Buenos Aires cuando tenía 4 años. Ha pasado mucho tiempo pero siempre la podría reconocer. Tiene el aire familiar de los Minerbi. La acompañan su esposo Raúl y su hija Tea. Llegamos al departamento de mis tíos, la hermana de mi madre Lucía y su esposo Federico, me siento en familia y en casa aquí en Italia. Vamos a comprar algunos ingredientes para la comida. Con un sabroso almuerzo seguimos la charla llena de anécdotas y recuerdos familiares, así como detalles de nuestras vidas y mundo actual. La elección de platillos es formidable, una carne de ternero finamente cortada y solo con aceite, vinagre, tomate y lechuga, acompañada de melón y prosciutto, calabacitas, berenjenas, para beber vino tinto y agua mineral con gas. Para finalizar un café y un pequeño gelato de pistache. Por la tarde, salimos al museo Galeria d’ Italia en Torino para ver una fotógrafa mexicana, me dice mi prima Cecilia. Yo pensé en mis adentros, qué bien, sigo descubriendo mexicanos globales. Al llegar veo el nombre Cristina Mittermeier y el logotipo del National Geographic. Siendo un lector de esta revista desde los 7 años, era para mi un buen presagio. Qué maravilla, arte y activismo combinados para un buen fin, aparte es bióloga marina. Las imágenes y videos hablan por sí mismos. Aparte de un súper montaje museográfico extraordinario. Encontrar revelaciones de redes geométricas dentro de las imágenes en blanco y negro fue impresionante, observar al gran grabador neerlandés M. C. Escher en las imágenes de Mitty, como firma la fotógrafa mexicana aparezcan. Las imágenes de color, resaltan los tonos vivos de la naturaleza. Hay una fotografía de una mujer con un ganso en la cabeza que parece una imagen del renacimiento. En la sala de videos, hay una gran cantidad de proyectores sincronizados que proyectan a las 4 paredes del recinto, es para sentarse, respirar y disfrutar de la experiencia. Después, me acompañan a mi apartamento que he alquilado por la noche en el centro de la ciudad. Una buena elección. tranquila, dejo mis cosas y regresamos al apartamento de mis tíos para seguir charlando. Mi tío me enseña una copia de una fotografía de su generación médica bonaerense. En el grupo aparece él y a unos estudiantes más, está la imagen del Che, sí Ernesto Guevara, fue su compañero de carrera de la misma generación. Ya habrá tiempo después para tratar este tema personalmente. En la noche, ya en mi apartamento me pongo más a indagar sobre Cristina Mittermeier, encuentro varias entrevistas, páginas, pero me quedo con tres. La entrevista de Oso Trava, la página de la organización que ella fundó con su esposo, SeaLegacy, su página de fotografías, la de Instagram, la de National Geographic y la de la Galería d’Italia di Torino. Su lucha por conservar y proteger los océanos y sus especies, va de la mano también con la relación que tiene con el cambio climático. Así como también su visión al pensamiento japonés Ikigai: Lo que amas Lo que se te da bien Lo que el mundo necesita Que te pagan por ello Han sido los pilares de su pasión, investigación, arte y activismo. Al día siguiente, el domingo, camino desde mi apartamento en Via San Domenico hasta el apartamento de mis tíos, paso por varias plazas, el edificio de la RAI, de la Universitá di Torino. A diferencia de Génova, esta ciudad no tiene colinas en esta área. Me encanta caminar por las ciudades. Para hacer tiempo, tomo un café en la Piazza Vittorio Veneto cerca de Via Eusebio Bava en donde viven mis tíos. Hay un mercado público que vende carne, salchichonería, verduras y frutas. Ahora viene el desayuno entre familia siguiendo con momentos, anécdotas, planes presentes y a futuro de nuestra familia, siguiendo la charla en el apartamento de mis tíos. Por la tarde, después del almuerzo me despido de todos y me voy caminando a la estación de tren Porta Nuova a unos 30 minutos. Es un placer caminar por las calles de Turín también. Después de un placentero viaje de regreso en tren, llego de noche el domingo a mi apartamento en Génova. El lunes por la mañana desayuno en Tagliafico un café y un cuernito relleno de pistache. Luego voy al mercado MOG a hacer mis compras de dos días y almuerzo en una cocina familiar Il Trofiato: Cruda e Cotta. Como unos ravioles con salsa de carne molida y queso parmesano. Por la tarde tomo un café shakerato con un agua mineral y me preparo para mi entrevista a la propietaria del Ristorante Veracruz por la noche. A las 6:30 me encamino hacia el restaurante para la entrevista y después de esperar un poco Fabiana me la concede. Muy interesante cómo expresa su fervor por México, su cultura y su gastronomía aparte de anécdotas familiares. Aquí aparece la entrevista a Fabiana dentro del podcast de Misceláneo Espiritval, en este enlace, muchas gracias Fexam Media. La última pregunta se la hago para que me recomiende un platillo de su restaurante. Ella me señala la carne de cerdo adobada. Una delicia de carne suave adobada a la perfección con achiote y acompañada de un arroz. La carne se separa del hueso muy fácilmente. Me despido de Fabiana y regreso a mi apartamento. Su restaurante está muy bien puesto, tiene muchos comensales y se disfruta de su compañía en un ambiente familiar y cordial. Al día siguiente, martes, después de un desayuno en mi apartamento con café y pan, paseo por el centro de Génova. Al mediodía visito el MOG para el almuerzo y decido subir al restaurante que está en el segundo nivel. Me atrae un platillo con flores de calabaza con queso ricotta capeados y una lasaña con pesto y piñones. Disfruto de los dos platillos y de la vista al mercado. Por la tarde paseo por la costera y encuentro un supermercado ultramoderno pegado a la costa, el Esselunga, con mucha variedad de comidas y accesorios para el hogar en un sitio con una vista espectacular. De regreso me pierdo a propósito por las calles sinuosas y colinas de la parte sureste de Génova disfrutando de lo que veo. Ya son las 8:00 p.m. y aún hay luz solar. El miércoles por la mañana, me levanto y camino hacia el mar descubro algunos bellos lugares en la costera. Llevo en mi mente la idea de ir a tomar un café al nuevo hallazgo en la cafetería del Esselunga, Bar Atlántico ordeno café, pan y agua mineral y me siento a observar el mar por unos minutos y respiraciones tranquilas. Después regreso a mi apartamento y al mediodía me enfilo nuevamente a Il Trofiato: Cruda e Cotta y ordeno pasta (tortellini) para almorzar. Luego voy a centro de Génova, paso por el pasaje Galeria Mazzini y me encuentro con un bazar de antigüedades en la calle, con objetos de arte italiano como grabados, pero también de juguetes como autos de metal, arte japonés y joyería. El jueves por la mañana, repito mi paseo al malecón Corso Italia hasta el Bar Atlantic en el Esselunga. Esta vez desayuno un café con un cuernito de jamón y disfruto de una gran vista al Mediterráneo mientras tanto. Esta vez almuerzo en casa, pero me doy la vuelta por Castelletto, hasta el funicular de Santa Anna caminando y regreso en el vagón rojo al centro de Génova. Qué agradable y tranquilo es el parque de Villetta Di Negro. Ya en la tarde, me preparo para mi podcast de Misceláneo Espiritval y para madrugar a las 2:00 a.m. del viernes y a las 5:00 p.m. el jueves en La Finiquera.
En la próxima parte V de la bitácora iré a Nervi para recorrer los 2 kilómetros de la Passaggiata Anita Garibaldi entre otros lugares. Prepararé otro Podcast para Misceláneo Espiritval. No dejen de ver este y otros podcast a través de FEXAM Media.
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Por Daniel Vargas Minerbi Jueves 11 a miércoles 17 de julio El jueves, me preparo para publicar dos artículos Peregrinos y sus Letras, de nuestras colegas catalanas Teresa José Creus y Violant Nuñez i Genovés, aparte de mi parte II de esta bitácora. Al mediodía publico los tres posts, enviando un correo a los seguidores de Peregrinos. Qué gran legado nos ha dejado David Muñoz. Ahora me toca con gran honor seguir sus palabras, “A escribir se ha dicho”. Por la mañana me voy de paseo matinal para descubrir el parque de la Villetta Di Negro, me tomo un café y agua minteral en el café que visité anteriormente de la Antica Vaccheria de 1905 y de salida me compro un gelato artiganale di nocciole. Por la tarde me acerco al Meditarráneo por el lado del Balneario de San Nazaro por Vía Niza. Las vistas van subiendo de altura y después de varios edificios llego al mirador que está en la Chiesa dei Santi Pietro e Bernardo alla Foce, bajo por la Scalinata Giacomo Massa para regresar a casa por Corso Italia y Vie le Brigate Partigiane. En la madrugada del viernes, pero el jueves a las 5 p.m. hora de Arizona, entro a mi programa de Misceláneo Espiritual con mis colegas de FEXAM Media, Yoly, Felipe y Memo. Todos estamos ansiosos de contar y escuchar cómo nos ha ido y qué hemos hecho en estos días. Mi tema es ¿Qué es la nostalgia? relacionado a la exposición que vi el martes pasado en el Palazzo Ducale. Dialogo con Yoly y Memo sobre el tema, encontrarse con algo o alguien familiar y qué sentimientos provoca en la mente, los recuerdos de un sabor, olor, visión, lectura, sonido o voz que representa un puente hacia el pasado para unirlo con el presente. Todos estamos de acuerdo e intercambiamos algunos recuerdos nostálgicos. Después de una siesta, estoy listo para emprender mi jornada matinal del viernes hacia el Palazzo di Andrea Doria frente al puerto de Génova. En el camino, me tomo un café y un cuernito de chocolate en la confitería Tagliafico en Vía Galata. Después de casi 6 kilómetros de caminata llego al palacio. Andrea Doria es un famoso personaje militar en la sociedad genovesa del siglo XVI que derrotó a armadas españolas, francesas, otomanas y hasta uno que otro pirata. Descubro que nació el mismo día que yo, pero 508 años antes. Por subo en teleférico hasta Righi por la tarde y observo un grandioso panorama genovés, por un lado el puerto y el Mediterráneo y por otro los antiguos fuertes y las colinas. De regreso al centro de Génova, camino hasta encontrar el Antico Forno della Casana de Ivan Sacchi, en el centro de Génova, en donde me como una rebanada de focaccia con cipolla y otra de formaggio e pomodori, una buena elección. El sábado por la mañana, camino por el centro de Génova y descubro que hay un bazar artesanal dentro del Palazzo Ducale, con muchas antigüedades al estilo Lagunilla de la CDMX o San Telmo en Buenos Aires. Me vienen a la mente algunos objetos que han pasado por mis manos como un reloj de bolsillo de mi abuelo Vittorio, una reproducción de un grabado antiguo de la Nueva España que tenía mi madre en casa y una tetera de mi bisabuela de peltre. más nostalgias para agregar a mis recuerdos entre el pasado y el presente. Por la tarde, sigo de paseo por el centro y paso por dos retratos de un restaurante mexicano llamado Veracruz, que desafortunadamente está cerrado. Me hubiera gustado charlar con los dueños y preguntarles por las dos imágenes de las cortinas metálicas de Frida y El Santo. Otra vez será. El domingo por la mañana, asciendo de nuevo al barrio de Castelletto, realmente aquí me gustaría vivir. Requiere del sacrificio de las subidas y bajadas, pero ofrece unas espectaculares vistas entre las colinas y el Mediterráneo, además de las tranquilas áreas arboladas y sinuosas veredas. Los colores verde, amarillo y rosa mamey prevalecen en armonía bajo un contraste con una gran cantidad de claroscuros. Vuelvo a visitar la Antica Vaccheria de 1905 y como otro gelato artigianale di nocciole. Me gusta tener marchantes como en mis juventudes defeñas. Regreso en funicular a casa. Por la tarde, paso a comprar más gelato y una pizza di prosciutto, esta vez uno tricolor de mango, fragola y pistacchio, para una cena en casa después de cerrar mi jornada de caminatas y me preparo para ver la final de la Euro 2024 entre España e Inglaterra. Un partidazo con otro dramático final, esta vez un gol al minuto 86 de Oyarzabal rompe el empate entre las dos naciones. Me acuesto después de ver la ceremonia del trofeo. Una jornada muy emotiva ha terminado. El lunes nuevamente camino hasta las alturas de Castelleto para disfrutar de una tranquilidad y colorido singular. Pienso que Génova es más parecida a la CDMX que a Phoenix, con senderos, parques, bosques y gente caminando por todos lados. Que gratos recuerdos de mis andares por los barrios de Coyoacán, San Ángel y la Colonia del Valle de mi ciudad natal. Por la tarde compro un encargo para mi hija, unas trufas negras, en un frasco. Ya mejor no menciono el precio. Pero creo que vale la pena la ilusión que ha causado al enviarle el mensaje de texto con la imagen del tarrito. El martes, madrugó para ir a la playa de Viareggio, como siempre y sin despertador pero con la luz de la ventana despierto a las 5:15, me alisto, empaco mi mochila con una muda por si acaso y una toalla de playa que ocupa mucho espacio en el espacio de mi pequeño equipaje, que lleva también cables y enchufes para mi tableta y teléfono. Me tomo un par de cafés antes de salir de casa. Camino a la estación de tren Génova-Brignole, a solo dos cuadras, faltan 45 minutos para que salga mi tren a Viareggio, que belleza es viajar así, sin largas colas, esperas ni revisión de equipaje. El tren sale del andén puntualmente, como siempre observo y escucho a mi alrededor, hay una pareja de hija y madre hablando un español sudamericano que no identifico muy bien, quizá sean ecuatorianas. Abordo el tren y me siento en mi lugar de ventanilla, saco mi tableta y empiezo a escribir en mi bitácora, la temperatura en el tren con aire acondicionado es ideal, no hace ni frío ni calor. Veo por la ventana la ruta del tren que llega a Viareggio en menos de 2 horas. La mayoría de los pasajeros a mi alrededor viajan solos y son de mi edad, excepto una joven que se sube en la parada de La Spezia. Pasando por túneles, montañas y el Mediterráneo del otro lado de mi asiento, disfruto del paseo matinal. En mi podcast del jueves hablaré sobre los viajes que uno hace sin compañía de un familiar o amigo, solo otros pasajeros. La libertad de observar y escuchar es algo que me gusta mucho, aunque también extraño a mis seres queridos. Solo me comunico con ellos por WhatsApp y mensajes de texto. Por las vidas que llevan, es difícil que puedan tomarse más de 20 días de vacaciones. En el transcurso del trayecto, me pongo a leer con gran agrado la historia de Ganda, el famoso rinoceronte del libro El rey rinoceronte de Jesús Marchamalo García con ilustraciones de Alberto Durero y Antonio Santos. Como viajero solitario me asombro el recorrido de este rinoceronte en su gran trayecto desde la India en barco hasta Lisboa. Me hace reflexionar cómo se viajaba hace 500 años y la curiosidad que despertaba en cada puerto que paraba. Qué impresiones habrán quedado en su mente de ver tantos contrastes culturales desde las selvas indias hasta la gran capital del imperio portugués en el siglo XVI. Lo voy a incorporar a mi podcast como una experiencia de viajar solo. Escucho la presentación que le hicieron a esta obra. La mezcla de personajes es fascinante, Ganda como el rinoceronte, y los famosos: Alberto Durero, el artista, El rey de Portugal Manuel I, El Papa León X y otros animales que formaban parte de uno de tantos gabinetes de curiosidades itinerantes en la época de expansión colonial europea con un gran intercambio de personas, animales, vegetales, frutas, minerales, especias y su impacto comercial y cultural como el chocolate, el café, y en este caso un rinoceronte. Al pasar por Massa, desde el tren observo una gran cantidad de depósitos de mármol, con varios tamaños, desde un polvo muy fino, como arena, hasta piedras y grandes rocas sacadas de las canteras locales. Pienso en la exhibición de La pietra di Luna. il marmo di Luni e l’Impero di Roma, y cómo esta industria sigue en pie en esta región y se ha globalizado el famoso mármol de Carrara. Al llegar a Viareggio, camino desde la estación central hasta encontrarme de nuevo con el Mediterráneo. En las cuadras que toma esta ruta aprecio árboles cargados de dis tintas flores entre tonos de colores morados, rosas, amarillos a las orillas de sus aceras. Una experiencia con olores y tonalidades muy ricas. Al llegar a la passeggiata marina, me encuentro con balnearios, cafés y tiendas hasta llegar al paraíso, el nombre del balneario que elegí por su vista y recuerdo al cine de la cinta italiana Cinema Paradiso. Después de alquilar una cabina en la cual dejo mis pertenencias y un lettino para disfrutar del sol, el mar y la arena. Charlo en italiano y portugués con el salvavidas que custodia la playa, un brasileño que ahora vive acá. Sumerjo mis pies al mar y siento la temperatura del agua, ideal, no fría ni caliente, me relajo y gozo por algunos minutos esa sensación única. Luego me regreso a cambiarme para caminar por la passeggiata y desayunarme. Veo muchos turistas, la mayoría italianos, caminando y comiendo.Pido en la barra mi desayuno, un pan con huevo, jamón y queso acompañados de un café y una agua mineral gaseosa. Tengo un visitante que quiere compartir mi desayuno. Después camino unas cuerdas hacia el norte sobre el paseo costero, hasta bajar un poco el desayuno. Regreso al balneario, me meto al mar y luego me tumbo en mi lettino con los pies empanizados de arena por una media hora, sigo este ritual de asolearme y mojarme por un par de horas hasta que de nuevo me da hambre. Al mediodía dejo el balneario y me interno en el centro histórico de la ciudad hasta encontrar el restaurante que había guguleado, la Antica Locanda de Luca.Una magnífica selección, con un atento camarero, Eduardo, que habla muy bien español. Pido dos platillos, una botana repartida en 5 pequeños platos ovalados, con un budin de pescado, unas gambas con tomate, gambas, pulpos y calamares en aceite de oliva y hierbas, sardinas con hierbas y aceite de oliva y un calamar relleno de queso de cabra. El otro una parrillada con atún, gambas, berenjena y un centro de lechuga con aceite. Como, observo y escucho a mi alrededor. Hay una pareja de jubilados florentinos que inician una conversación conmigo, charlamos de viajes a España, México e Italia. Veo que el señor se está comiendo un postre muy atractivo, una zuppa inglese. Pido a Eduardo una para mí y mis vecinos de mesa me invitan un limoncello bien frío. Me preguntan cuantos idiomas hablo, cuando les digo que 5 ponen una cara de admiración. Creo que nunca habían encontrado a un mexicano políglota. Regreso al balneario Paradiso y continúo mi ritual de asolearme y mojarme el cuerpo por un par de horas más hasta quedar del color de un camarón sin darme cuenta. En ese tiempo observo sobre todo a las bañistas, casi todas sin importar su edad llevan bikinis. La dieta mediterránea realmente forma cuerpos delgados y atractivos sin importar la edad. Doy otro paseo por la ciudad rumbo a la estación del tren alrededor de las 5:00 de la tarde. Me doy cuenta que la globalización migrante ha llegado también a Italia y pienso que es muy difícil que otros países en el mundo puedan detener las olas migratorias y multiculturales con solo sus políticas nacionalistas. Este mundo pertenece a todas las culturas, como siempre lo ha sido, sin importar quién llegó primero o al final. Después de hacer paradas en dos cafés, llego a la estación de tren, para continuar observando el oleaje humano que regresa a casa después de pasar un día en la playa. La mayoría llevan pequeñas mochilas como yo. El tren llega con un poco de retraso, pero viajo muy cómodamente en él, pasando por túneles, montañas y mar. Los pasajeros venimos asoleados, cansados pero con muchos recuerdos del mar. El miércoles por la mañana trabajo en la bitácora por un rato y doy un paseo de casi mediodía por Castelletto. realmente disfruto de este barrio y se ha convertido en mi favorito. Definitivamente voy a vivir aquí. Paseo nuevamente por el parque Villetta di Negro, esta vez llego hasta la cima para descubrir otra gran vista a varios puntos de la ciudad, mar y colinas. Despiertan nuevamente mis emociones de caminar por senderos arbolados y tranquilos. De regreso a casa, ya por la tarde me detengo en el mercado MOG para saborear otra pizza y una cerveza de barril Dolomiti Ottogradi. Por la madrugada del jueves, a las 3:00 a.m. me reúno vía zoom con mis compañeros y amigos fexameros Yoly, Memo y Patty por dos horas, se van volando. Realmente los extraño y a la vez me alegro de seguir como voluntario y poder trabajar con ellos para ofrecer a muchos artistas y a la comunidad espacios y eventos culturales que enriquezcan sus experiencias y vidas. Habrá muchas sorpresas y disfruto planeando los eventos próximos de este 2024. Me despido de ellos a las 5:00 a.m. Me han dejado una grata sensación de agradecimiento.
La próxima jornada semanal incluirá un viaje a Torino en tren el fin de semana para ver a mi familia materna, tíos y primos que no veo desde 2016. Esta y otras sorpresas nos esperan para la siguiente semana. Saldré el sábado de madrugada y regresaré el domingo por la noche en tren. No dejen de ver este y otros podcast a través de FEXAM Media. Por Daniel Vargas Minerbi Jueves 4 a miércoles 10 de julio Semana del jueves de las 8:09 a.m. a miércoles hasta las 11:00 p.m. (hora de la caminata que hice desde el Arco del Triunfo hasta el barrio de Casteletto en Génova hasta la noche del miércoles trabajando en esta segunda parte de la bitácora viajera para Peregrinos y sus Letras con sus respectivas fotografías, que ayudan bastante a ordenar las ideas dentro de mi cabeza. También hay que incluir los dos partidos que vi de España vs. Francia del martes por la noche y el Inglaterra vs. Países Bajos la noche del miércoles en las semifinales de la Euro 2024 por la TV local italiana, con mucha emoción y sorpresas que el balompié ofrece a este nivel. En honor a mi abuelo, mi padre y a Juan Villoro, mi afición por el fútbol es infinita desde mi infancia. Los locutores latinoamericanos le ponen una mayor emoción a la narración del partido que sus colegas italianos. Desde los himnos de cada país hasta el último silbatazo, ha valido la pena la desvelada. Nuevamente, contando con mis 5 sentidos descubro voces, sonidos, vistas, acciones, colores, texturas, sabores, olores, y emociones asociadas con personas, animales y lugares. Caminando por plazas, calles, senderos, escaleras, subiendo y bajando colinas de Génova y La Spezia, viajando por tren y funiculares, recorro un promedio de 5 a 6 kilómetros por día con paradas en cafés, panaderías, mercados, restaurantes, escucho varios idiomas todos los días, italiano, español, inglés, francés, alemán, danés, entro otros, duermo siestas durante el día para contrarrestar la gran actividad de caminar por la ciudad. Qué más se puede pedir. Creo que extraño a la familia y amistades que dejé en Arizona, espero que para el próximo viaje, algunos de ellos me acompañen o me visiten en mis jornadas. Se disfruta mucho más de esa manera. Es jueves por la mañana y camino para perderme por la ciudad y llegar desde mi apartamento a Casteletto, un barrio en las colinas centrales del norte en Génova. El clima no se siente, es un factor muy importante que no sienta ni calor ni frío salvo alrededor de las horas soleadas entre las 3 y las 5 de la tarde, pero no sucede así en la sombra, siempre se está muy bien. Los prados y las plantas de este paseo matinal/vespertino le dan aún más frescura con una brisa marina constante. La humedad es imperceptible en estas latitudes y longitudes. Después de subir las escalinatas al sur de la Plaza de la Victoria, puedo ver la Estación de tren de Génova-Brignole al fondo con gigantes árboles que cubren el jardín, también veo los modernos edificios de mi apartamento y hotel adjunto contrastando con los demás. Una empleada municipal maniobra un camioncito de basura eléctrico en uno de los descansos de la gran escalera. Sigo subiendo, atravieso un pasaje que conduce a un mirador y gozo de la vista hacia el noreste de la ciudad. También soy testigo del desfile de distintas razas y mezclas de perros. Creo que muchos italianos han optado por acompañarse de estos fieles servidores que de la alianza de otro humano. ¿Llegará el día en que haya más caninos que humanos? Yo prefiero todavía a los camaradas que andan en dos piernas aunque reconozco la fidelidad incondicional de los que caminan en cuatro extremidades. Las calles en las alturas de Génova tienen más edificios, plantas, bardas y escalones que ahora dan un sentido más laberíntico a las antiguas siete murallas de siglos pasados, desde el siglo VII AC. Pienso en la similitud entre Génova y Phoenix, las dos fueron influenciadas por construcciones muy antiguas, una por murallas y otra por canales de agua, sin éstos, es posible que no existieran hoy en día o fueran completamente diferentes. Este lunes visito el mar de La Spezia, un balneario a una hora en tren desde Génova. El trayecto incluye paisajes marinos en la costa, desde mi ventanilla puedo ver el Meditarráneo, como siempre tranquilo. Solo interrumpido por los varios túneles que el tren atraviesa para llegar. Me desayuno un café y un brioche (cuernito) en un café después de atravesar el mercado del lugar, para seguir tranquilamente hasta el lungomare (costanera) y el puente Thaon de Revel que me recuerda el puente de Puerto Madero en Buenos Aires del famoso arquitecto español Santiago Calatrava, pero este es solo para peatones, en la passagiata Morin. Se aprecia la parte de embarcaciones de pesca, turísticas y cruceros hacia Cinque Terre y el Golfo de los Poetas. Camino por toda la passagiata escoltado por palmeras de ida y vuelta. Hay miles de turistas, se escuchan voces en alemán, francés, español, portugués y otras lenguas que no logro identificar. Al lado se ven jardines de césped con flores y arbustos, lo cual refresca la mirada. Como he desayunado muy ligero, me da hambre y elijo un restaurante que ha operado desde 1905, L’Inferno. Pido un plato de pasta con camarones y un carpaccio affumicato di tonno (ensalada de atún ahumado de corte extra fino) acompañado de una Moretti. Antes de pagar la cuenta, identifico la ruta hacia el Castello di St. Giorgio. Empiezo a subir hacia las colinas por unos 20 minutos. Al llegar, encuentro el elevador, aunque creo que ha valido la pena subir las sinuosas escaleras que también me recuerdan el paseo en Lombard Street, en San Francisco, California, pero nuevamente solo para peatones. Hay vistas a edificios pequeños muy antiguos casi todos pintados de amarillos con ventanas verdes y techos de teja roja. Aparte de la arquitectura medieval del castillo del siglo XIV, éste aloja una colección arqueológica que va desde la época prehistórica hasta el medievo. El lugar hace que la ruta de las muestras sea fresca y muy bien iluminada, destacando los mármoles blancos con fondos de madera oscura, contrstando con los muros de piedra y los rojos letreros. Las vistas de las terrazas son espectaculares y se puede apreciar todo el puerto de La Spezia desde las alturas. Como todavía dispongo de unas 4 horas, me voy a tomar un café y un helado al centro de la ciudad y me siento a escribir esta crónica de viaje. El tiempo pasa, el clima sigue siendo ideal, con brisa marina y sin frío ni calor, ¡qué maravilla! Cuando falta hora y media para que mi tren de regreso salga, camino lentamente hacia la estación central de La Spezia. Llego una hora antes más el retraso de 15 minutos del tren, me siento fuera de la cafetería y osbervo a los pasajeros de los trenes anteriores al mio, con destinos como Roma, Milán, Florencia, Pisa. Casi todos somos turistas a pesar de ser lunes. Observo y escucho, algo que he apreciado mucho en este viaje. Subo al tren y observo a mi alrededor a los pasajeros, una joven muy guapa está frente a mí, pero tiene audífonos conectados a su teléfono. Cruzamos miradas solamente. Al lado mío, viene un señor que recibe llamadas de la familia varias veces. Escuchar y entender casi todo en italiano es una buena práctica para mí. Reviso la ruta y la hora de llegada a Génova-Brignole y envío algunas fotos del viaje a mis hijos y a mis amigos. Después de llegar al apartamento en Corso Buenos Aires y para desentumecer mis piernas, camino hasta la nevería a tres cuadras y pido medio litro de gelato di pistacchio e nocciole. La pizzería que está al lado tiene un corto circuito y no puedo ordenar una pizza así que al llegar a casa me preparo una cena regia con plato de ensalada, prosciutto y queso bel paese y un plato con frutas y palitos de pan y vino tinto para después disfrutar de una copa de gelato. El martes y miércoles me la pasé visitando museos y la Universitá di Genova. La muestra en el de Sebastião Salgado, Aqua Mater es maravillosa, la sencillez del blanco y negro con una fuerza fenomenal de transmitir emociones y sentimientos. Además de la imponente puesta en escena museográfica en el Palazzo Ducale en el centro de Génova. Ahí mismo, en la parte superior del palacio está otra obra, sobre la Nostalgia, una curaduría que muestra obras internacionales desde el renacimiento a nuestra época contemporánea. Con varias piezas seleccionadas y puestas con fondos verdes. Esta muestra me hizo pensar en la nostalgia expresada a través del arte y cómo nos puede conectar a sentimientos y emociones pasadas de personas, familia, amigos, lugares, con sonidos, sabores, olores, visiones, textos. Es una ida y vuelta entre el pasado y presente que nos ayuda a cruzar un puente entre los dos extremos. En mi nota escribo, "Nostalgia, sentimento, famiglia, amici, posti en italiano y con mayúsculas. Otra serie de museos que visito este martes son los Musei di Strada Nuova, el Palazzo Bianco, Palazzo Rosso y Palazzo Trusi, que alojan obras de famosos pintores como los italianos (Veronese, Filippino Lippi, Caravaggio, Guido Reni, Guercino, Cambiaso, Strozzi) y europeos como (Gerard David, Memling, Rubens, Van Dyck, Zurbarán y Murillo) entre otros. La primera parte en el Palazzo Bianco, es el más antiguo de los tres, construido entre 1530 y 1540 ordenado por Luca Grimaldi, aloja arte genovés, veneciano, lombardo, flamenco y español de los siglos XIV al XVII. El Palazzo Tursi, ordenado por Niccolò Grimaldi, aloja entre otras obras, los violines e instrumentos de cuerdas de Niccolò Paganini, el más célebre de los compositores y violinistas genoveses, llamado por algunos críticos el violinista del diablo En el Museo Rosso de los Musei di Strada Nuova, Il corpo femminile e gli abiti: libertà o costrizione también fue interesante para ver un viaje del oriente al occidente de cómo se vestían las mujeres durante el periodo napoleónico del 1765 al 1815. Algunos críticos lo llamaron el violinista de diablo por su velocidad y precisión. El miércoles planeo una visita a L’Universitá di Genova o sus siglas UniGE (como Arizona State University y sus siglas ASU), quiero conocer los edificios y sentir la extrañeza de estar lejos de mi universidad. Lo primero que encuentro son las graduaciones, pero no las ceremonias, sino algo más íntimo, las familias que celebran a sus familiares estudiantes que se han graduado. Los graduados portan en la cabeza una corona de laureles al estilo de los emperadores romanos, Recorro el edificio principal y veo la calidez de familia y amistades que celebran los logros de sus seres queridos, algunos acompañados por sus profesores, así como estudiantes con maletas que buscan sus aulas de verano. Hay un par de mantas informativas que reemplazan a las páginas web que tenemos nosotros en nuestra universidad con información de las carreras, facultades y servicios disponibles. Al salir me encuentro con el edificio de la biblioteca de artes y humanidades de la universidad con paneles cargados de volantes de eventos culturales, talleres y otros como la imagen de un joven J. L. Borges. Al lado, se encuentra el Palazzo Reale que aloja dos Musei Nazionali di Genova, en la parte superior está la colección de iniciada por la familia real de los Balbi, en el siglo XVI con cuadros pintados entre otros por los pintores Veronese (Paolo Caliari o Cagliari) y Van Dyck (Anton van Dyck). Se pueden ver grandes salones, muebles y cuadros que alojaban ese recinto. Abajo, hay una muestra de mármoles de Carrara, La pietra di Luna. il marmo di Luni e l’Impero di Roma, que incluye mármoles e información de cómo se sacaban estas piedras desde sus minas en Carrara y se llevaban en barco hasta Roma. Bautizadas como el mármol de la ciudad romana de Luna, fundada en el año 177 d.C. Esta muestra incluye piezas del impero romano y muestras de ese mármol tan especial. Me impresionó el busto de Dante Alighieri de perfil. Después de esa excursión, termino mi jornada del miércoles con un paseo a la Vía Jacopo Ruffini, para observar el Mediterráneo de nuevo, escalando desde la Plaza de la Victoria, llego a ver la panorámica al atardecer. De regreso a mi apartamento, paso por una pizza bien merecida después de recorrer casi 8 millas durante el día. Ahora si funciona el horno de Luigi. La próxima jornada semanal incluirá un viaje a Genova, Nervi y a su famosa Passeggiata Anita Garibaldi, para remojar mis pies en el Meditarráneo, ir a la Villa del Principe, el Palazzo di Andrea Doria y visitar Carrara para ver con mis propios ojos las canteras de marmol y otras sorpresas.
Primera parte I Por Daniel Vargas Minerbi Sábado 29 de junio a miércoles 3 de julio Sábado 11:39 p.m. a domingo 11:00 a.m. (hora de salida de La Finiquera y mañana dominguera en Chicago) Salgo desde La Finiquera en avión para Chicago. Qué personajes tan interesantes hay en la sala de espera de la United. Hombres, mujeres, familias, se oye español e inglés. La asistente de United se porta muy bien, aunque hay una situación confusa, me da el pase de abordar de mi siguiente vuelo de Chicago a Milán que no pude obtener con la tecnología más moderna de escanear mi propio pasaporte. Me decía esta señorita que era necesaria una visa de turista como estadounidense o mexicano para ir a Italia. Al final se enteró que puede cualquier gringo o mexicano visitar Italia sin visa por un período de hasta 90 días. En ese transcurso, la sala de espera está invadida por varios vuelos que salen antes de la medianoche, Ontario, Canadá, Washington D.C. y el mío a Chicago. Después de cinco grupos, llega mi turno de abordar. Ya en el pasillo recibo un texto de mi amiga y casera Ileana deseándome un buen viaje, que me divierta mucho, le contesto mientras espero entrar al avión. Dentro, recibo una llamada de mi querida amiga Yoly, que iba a acompañarme pero por razones de fuerza mayor tuvo que aplazar su viaje. Me saluda como siempre, puedo escuchar e imaginar su sonrisa de ángel. Me despido de ella diciéndole que la voy a esperar en mi destino, Génova, Italia en cuanto pueda viajar. Algunas caras que había visto en la sala de espera se sientan cerca de mí. Hay una pasajera que me recuerda a Annie Lennox, cantante de Eurythmics, luego solista y activista escocesa que canta “Sweet Dreams” y “travel the world and the seven seas, everybody's looking for something”, qué estrofas tan oportunas, en una de mis canciones favoritas de la década de 1980. Trato de dormir durante el vuelo y logro desconectarme por unos 30 minutos en total. Ya me había dormido una hora antes de salir para esta gran experiencia por la tarde. El vuelo llega a tiempo en la madrugada, parece que llueve, pero solo en el cielo, hay una capa inmensa y densa de nubes que cubre el cielo chicaguense. Logro ver luces y siluetas de varios rascacielos antes de aterrizar. Por la hora, las cinco de la madrugada, todo está cerrado, incluso el puesto de información en el que iba a preguntar dónde podría dejar mi mochila con rueditas. Decido arrastrarla hasta que regrese al aeropuerto por la noche para tomar mi vuelo a Milán. Tomo el tren urbano hacia el centro de Chicago y pongo la dirección del Chicago Art Institute y me señala que puedo tomar solo la línea azul hasta la estación Monroe. Mientras tanto escucho voces en varios idiomas incluyendo español y otro que identifico como del este de Europa. Una madre y su hija cargan una gran maleta. Un pasajero que viaja de polizón y está muy desorientado trata de acercárseles, de plano, la hija se levanta y se va a otro asiento, el personaje confundido ocupa cuarto lugares del vagón con su cuerpo y sus pocas pertenencias. Se baja más adelante y las dos pasajeras sonríen aliviadas. Yo me pongo a comprar en línea un boleto para el museo de arte y logro mi objetivo. Veré una exposición temporal de Georgia O'Keeffe, la pintora de Wisconsin que pintaba hermosas flores y edificios de Nueva York y luego Nuevo México. Al llegar a la estación, reconozco el rumbo al cuál he ido unas 5 veces anteriormente, en visitas a 2 conferencias literarias y 3 seminarios de una editorial de libros de lengua y literatura en español. Camino por unos 30 minutos recordando las visitas con mi familia, mis compañeros académicos y escritores chicanos. Empiezo mi jornada fotográfica callejera. Paso por el restaurante donde hemos comido en viajes anteriores una de las pizzas estilo Deep Dish de Chicago y sopas de cebolla gratinada más deliciosas, el Exchquer Restaurant & Pub. Pienso, aquí volveré a las tres de la tarde para mi comida de salida antes de regresar al aeropuerto. Me encuentro al Flamingo, la distinguida escultura enorme de Alexander Calder en Chicago que contrasta con su color rojo anaranjado con las estructuras de vidrio y metal grisáceas de la Plaza Federal. Me da hambre y busco un sitio para desayunar. A las 6:30 encuentro el Venteux, un café en la Avenida Michigan. Pido un omelet de clara de huevos con verduras, un capuchino y un jugo de naranja. Buena decisión. Sigo escuchando el español, esta vez con acento argentino por la calle. Llego al Café La Colombe del Virgin Hotel y pido un expreso mientras escribo estas primeras palabras de mi bitácora de viaje. Se escucha la voz de Rubén Bládes mientras trabajo escribiendo cantando “Tierra dura Etiopía”, ¡qué más se puede pedir! Hago tiempo hasta las 10 de la mañana para dirigirme lentamente al Chicago Art Institute que abre a las 11 de la mañana, rodando mi mochila y cargando otra más pequeña a mi espalda donde llevo mi computadora, iPad, y otros aditamentos que usaré durante el viaje para hacer los podcast de Misceláneo Espirival, esta bitácora y trabajar “on/off” en los cursos de otoño de 2024 en Arizona State University. Vale la pena llevar todo a cuestas para cumplir con mis objetivos hacia la jubilación, para dedicarme a viajar vagabundeando, tomar fotografías, hacer capítulos de podcast, escribir y conocer a gente nueva y recibir a mi familia y amigos cuando me aleje de La Finiquera hacia Génova en forma definitiva a fines de diciembre de 2025. ¡A escribir se ha dicho! palabras de mi amigo David Muñoz. Mi visita al Chicago Art Institute, me parece que es la cuarta vez, empezó muy bien, me aceptaron guardar todo mi equipaje en la conserjería del museo. Me deshice como de 15 kilos a cuestas por 4 horas. Me dirigí raudo y ligero a la exposición temporal de Georgia O’Keeffe, “Mis nuevayores” (como la canción del nuyocolombiano Reneco). Esta exhibición relata la estancia de esta artista de flores y rascacielos durante 5 años a partir de 1925. En la exhibición observo sus pinturas y esculturas, así como las fotografías de su esposo, el también famoso Alfred Stiglitz, con quien vivió en el Sheraton Hotel de East River (1924), en ese entonces el rascacielos más alto en la silueta neoyorquina. Las siluetas, cuadros y líneas de O’Keeffe crean sus flores y rascacielos, de trazos sencillos aparecen formas creadas por la naturaleza y por la humanidad. Con tonos contrastantes entre claros y oscuros se aprecian líneas, rectángulos y cuadrados formando sus obras. Me han dejado con ganas de verlas con mis propios ojos en la última parada de mi viaje, Nueva York, en agosto. Ya les contaré a mi regreso a América. Anduve deambulando por varias salas después, creo que me gustó más ver la obra moderna que alberga el museo desde principios del siglo XX hasta la década de 1950. Como de costumbre, terminé con la escultura de Henry Moore, su obra, Working Model for UNESCO Reclining Figure (1957). Me despedí del museo no sin antes recoger mi equipaje en la conserjería, donde la encargada me dijo tras sopesarlo, “these are really heavy”. Antes de marcharme de regreso al aeropuerto O’Hare, caminé dos cuadras y me comí una famosa “deep dish pizza” de Chicago en el restaurante Exchquer Restaurant & Pub de la avenida Wabash, viendo por la televisión como los ingleses derrotaron a los eslovacos 2 a 1 en un partido de la Eurocopa de 2024. Tomé el tren de la línea azul para llegar al aeropuerto y esta vez casi no escuché voces en español, sin embargo había algunas personas sin techo viajando, creo que considerar al tren como su casa es mejor que andar en la calle, ser viajero permanente y dormir en los vagones. Me pregunto, ¿cuantas millas habrán recorrido los más experimentados? Ya en la terminal 1 del aeropuerto, mi vuelo cambió de sala de espera tres veces, creo que fue lo más emocionante, además de ver algunos italianos que regresaban a casa y una muchacha muy guapa que se sentó a mi lado. Tuve la oportunidad de cruzar unas palabras con ella, incluyendo el darme las gracias, cuando recogí su pase de abordar que había tirado, sin darse cuenta, en el suelo. Pensé que me podía vestir de héroe, pero nada, ella me dijo que le podían haber impreso otro si no lo hubiera yo encontrado. Abordé el avión junto con el quinto grupo de pasajeros. Me tocó sentarme junto a una pareja de jóvenes enamorados que se la pasaron jugando videojuegos, por suerte llevaban audífonos y no se escuchó nada. Me dormí varias siestas en las 7 horas que duró el vuelo. Nos dieron una cena con pollo y vino, y un desayuno, un cuernito con huevo, queso y jamón. Esta última comida me ayudó a no tener hambre en mi accidentado trajín, para llegar desde los andenes subterráneos del Aeropuerto de Malpensa en Milán a mi destino en tren hasta la estación de Génova-Brignole. Al aterrizar en Milán recibí un texto de mi hijo que incluía una escena de Cantinflas cuando cruzó la frontera entre México y Estados Unidos y su encuentro con la migra, en Por mis pistolas (1968). A la llegada sucedió todo lo contrario, la agente aduanal me dijo “Benvenutto” y me selló el pasaporte, ni una pregunta más. Como no tenía equipaje documentado salí rápidamente y me fui a buscar dónde comprar el boleto del tren a Génova, eso fue lo más fácil. Sin embargo lo más difícil fue averiguar dónde tomarlo y hacer la conexión. Fue algo emocionante pasar por esa aventura de ir y venir para preguntar hasta que por fin volví con el vendedor de boletos y ya me explicó que debía ir a la plataforma 2 en el sótano. Abordé el tren y ahí inició otra debacle. Le pregunté a la agente que revisaba los boletos a bordo del tren dónde debería bajarme y me dijo en la estación Milano Central, me di cuenta que mi boleto decía Milano Plaza Garibaldi, una estación antes de Milano Central. Después de una breve crisis de frustración, pregunté a otra agente en la estación y me llevó al tablero principal de la estación y me dijo que podía tomar otro tren que salía más tarde. Después de casi una media hora, me di cuenta que había otro tren que salía antes y me llevaba más cerca de mi airbnb. Dicen que preguntando se llega a Roma, pero yo llegué a Génova Al subir al tren, no vi a ningún empleado para explicarle mi situación y con el boleto que tenía me senté en un asiento numerado que no me correspondía. Por suerte o coincidencia, nadie me reclamó que estaba en el asiento equivocado hasta que por fin, a medio viaje, llegó la inspectora. Pero antes, una pasajera a mi lado, había tenido un retraso y le explicó a la inspectora su situación, solo tuvo que pagar la diferencia. Suspiré con alivio. Mi caso fue similar y solo pagué la diferencia de tarifa para llegar tranquilamente a mi destino. Le envié mensajes a mi casero del airbnb anunciando mi próxima llegada, nos escribíamos en italiano e inglés. Me puse de acuerdo con él de vernos en una farmacia al pie del edificio, yo llegué puntual, pero mi casero, Lorenzo, llegó tarde. En esos momentos de espera pensaba que tal si había sido todo un fraude y no tenía reservación y me había quedado con poco dinero. Sin embargo, me envió un par de textos aliviantes que llegaba tarde y otro que no conseguía estacionamiento. Al final, Lorenzo llegó y empezamos a hablar inglés e italiano para luego cambiar a español. En una conversación trilingüe me guío hasta mi apartamento en el 7o piso del edificio, me dio las llaves, una breve explicación de las reglas e información sobre la clave del wifi, la estufa, la regadera y se fue. Desempaqué mi ropa y computadora, iPad y demás, luego me di una necesaria ducha, ya tenía desde el sábado por la tarde hasta el lunes sin bañarme, solo con el aroma del desodorante y varias rociadas de esencia de eucalipto que traía en mi equipaje. Luego me fui a buscar un lugar para cenar, caminando por la Vía XX de Settembre encontré un café con varias mesas en una veranda y pedí una pizzeta con un vaso de cerveza alemana Paulaner. Estaba rodeado por varios grupos de personas, casi todas mujeres comiendo, tomando y fumando. Un par de ellas, que me las encontré después al casi llegar a mi apartamento, nos sonreímos por nuestro reencuentro, yo desde la acera y ellas subidas en su motoneta. Pero antes, pasando por una calle peatonal, encontré un supermercado Carrefour, mis ojos se alegraron de ver vinos, frutas, quesos, fiambres, panes, turrones y agua mineral frizzante. Hice mi compra y me dirigí a mi apartamento muy satisfecho, no sin antes encontrarme la mencionada escena sonriente de las muchachas que me recordaron de vista. Después de poner todo en el refrigerador, envíe unos mensajes a mis hijos y a mis amigos de que todo había estado bien. Pensé en todas las emociones de este gran viaje en los dos primeros días y me dormí hasta la mañana del martes. Mi despertador, una gaviota que seguramente ya vivía en el exterior de la ventana del apartamento, con un graznido me hizo abrir los ojos. La llamé igual que a Cristoforo Colombo, navegante nacido en la misma ciudad en que esta gaviota (quizá), que me encontró. Cristoforo continuó asistiendo durante el día a la ventana. Este día martes, mi primer día completo en Génova fue especial. Mi primer instinto después de vestirme fue ir a ver el mar, caminé un kilómetro y medio para ver el Mediterráneo nuevamente, por séptima vez en mi vida, en España, Italia, Francia y Mónaco. Tranquilo como siempre, ahí estaba como lo había dejado la vez anterior. Caminé hasta el extremo de Vía Fogliensi para tomar una fotografía panorámica. Respiré profundamente en aquél lugar disfrutando de la vista de casi toda la bahía genovesa. Caminé de regreso a casa no sin antes parar por el olor que provenía de una panadería a pan recién horneado. Pedí un cuernito y pedí permiso a la panadera para sacar un par de fotos. Al salir empecé a comerme la deliciosa pieza de pan, como me gusta comer el pan recién horneado. Regresé a casa y me alisté para otra caminata más. Quería ir al MOG, el mercado oriental de Génova, lo encontré caminando por la Vía XX de Settembre caminé dentro fascinado por la vista de fruta y legumbre, quesos y jamones, carne, nueces y otros alimentos como hongos, especias. dejaré que las fotografías cuenten este encuentro. Compré una cestilla con fresas y una pequeña pieza de formaggio scamorza, no duraron muchos pasos, solo recuerdo que seguí caminando por el mercado y comiéndolos. Al salir me topé con otro lugar gastronómico mágico, la Pasticceria Tagliafico (1890) para enamorarme de una genovesina, que tampoco duró mucho tiempo en mi plato. De regreso a casa pasé por una sucursal de la Librería Mondadori y me interné a ver los libros que había, me encontré con uno de Frida Kalho y pequeñas secciones de obras en italiano de “Márquez” y un tal “Calvino” dos de mis escritores favoritos, diseñadas, impresas y acomodadas en una forma muy colorida en los libreros. Recorrí todos los pasillos de la librería motivado por la armonía de colores y formas de la colocación estratégica de todos los libros ahí contenidos. En mi segunda caminata, más tarde, mi destino final fue La Piazza di Raffaele de Ferrari, en el corazón genovés. Cada paso que daba era realmente disfrutable, edificios, portales, gente yendo y viniendo, obras de arte público como la escultura del artista marroquí Bruno Catalano, una serie de esculturas llamadas La metáfora del viaggio y su fragmentado Benoit que puede interpretarse como las partes de un viajante que trae consigo y las que irá incorporando sobre los lugares que visita o vive, al moverse alrededor de la escultura se ven diferentes versiones. Según la explicación que aparece al lado de la escultura, las partes ausentes forman la identidad del inmigrante o viajero. De regreso a mi apartamento, caminé por la acera contraria para ver más ángulos de la Vía XX de Settembre. En cada cuadra encontré un mar de gente como en mis años de juventud, caminando por las avenidas Insurgentes y Reforma en la Ciudad de México. Me atrae mucho el vaivén de la gente y más cuando son todos de orígenes distintos encontrados en una calle. Uso mis cinco sentidos, el oído, la vista, el olfato, el tacto y el gusto (aunque sea imaginario y visual) de ver las vitrinas de tiendas, panaderías, cafés, edificios y gente de muchas nacionalidades y edades, hablando distintas lenguas. Escucho italiano, francés, inglés (británico y americano), español (colombiano, venezolano, centroamericano, mexicano, argentino, chileno, etc), es increíble explicarlo. En mi tercera caminata, mi destino era la zona de Castelletto vía teleférico o elevador, después de fijar mi GPS, seguí los pasos hasta llegar al elevador, caminando por la misma Vía XX de Settembre y caminando hacia el norte el Piazza di Raffaele de Ferrari, llegué en unos 20 minutos, de nuevo disfrutando de los atractivos de gente que encontraba y lugares por los que pasaba. En menos de 2 minutos el elevador, construido en 1909, subió 57 metros para llegar a disfrutar de otra vista panorámica del puerto genovés. Otro día intentaré subir por el funicular. Recorrí la cuadra de edificios antiguos con cafés, tiendas y residencias. Había familias, parejas, perros y personas solitarias como yo, sacando fotos o hablando por teléfono con los celulares. Creo que la gente solitaria tiende a llamar a otros seres para acompañarse en sus caminatas, algunos se pegan el teléfono al oído y otros llevan un audífono. La tecnología nos ha cambiado y podemos comunicarnos aun estando solos. El regreso a casa fue igualmente espectacular que la ida, observando gente, calles, túneles, callejones y edificios. Pasé por el MOG y me comí unos Ravioles al Tucco, mi primer plato de pasta en Italia en este viaje. Una aventura al paladar de ver cómo la cocinaba el chef en la sartén y luego a disfrutar comiéndolos. Más tarde, pasé por el súper de Carrefour para comprar más agua frizzata antes de llegar a casa. Así terminó mi día. El miércoles, muy puntualito, Cristoforo me graznó al despertarme. Le agradecí haberme despertado para disfrutar de más tiempo despierto. Decidí ir al Porto Antico de Génova esta mañana, no sin antes detenerme a desayunar una focaccia con formaggio y un café, aquí no se necesita decir “un espresso”, “un café per piacere” son las palabras mágicas. A casi dos kilómetros encontré de nuevo el Mediterráneo, esta vez lleno de veleros, botes pesqueros, barcos, cruceros y hasta un submarino. Caminé por el malecón peatonal y descubrí más edificios antiguos del puerto y un museo. Me di cuenta que hay un espacio que se utiliza para conciertos musicales al aire libre, como lo anuncian las guitarras con cubos de madera de base con las imágenes Janis Joplin, Jim Morrison y Mick Jagger, aunque los guitarrista de los Doors y Rolling Stones Sean Robert Alan Krieger y Keith Richards entre otros. Hay espacios demasiado turísticos como una zona de tiendas y restaurantes. Aunque está el famoso Acquario de Genova, de gran importancia en Europa, solo después del de Valencia, España. Otra pieza interesante fue un mural, Orizzonti di Speranze elaborado con mosaicos que representan la inmigración entre Italia y Argentina. Al menos para mí, ya que mi familia materna salió de este puerto hacia Argentina en 1939. Mi abuelo y abuela, mi madre (12 años de edad) y mis dos tías salieron de este puerto hacia el sur durante su escapada de la Segunda Guerra Mundial. Es algo que tengo grabado en mi memoria para siempre, recuerdo las varias veces que ella nos contó a mí y a mi hermano como se fue de Italia, emocionada de ir a otro nuevo país. De regreso, varié la ruta internándome por pequeñas calles y callejones de la zona portuaria hasta llegar de nuevo a la Vía XX de Settembre. Después de bañarme, me dormí una siesta. Ya al mediodía me dio hambre y saqué pan, jamón, queso y frutas para almorzar. Me quedé trabajando un poco hasta la tarde. Interrumpí mi labor de escritura y enviado de correos electrónicos para mi último paseo del día. En mi segunda caminata me dirigí a la casa de Cristóbal Colón aquí en Génova. Después de unos 15 minutos llegué a mi destino, una pequeña casa convertida en museo, aunque solo la vi desde fuera, me imaginé a Colón viviendo allí. Era muy pequeña y se veía muy oscura desde afuera. La puerta principal era muy reducida. No me dieron ganas de entrar, preferí imaginarla siglos atrás en el siglo XVI y vuelta a construir en el XVII. Se encuentra en la muralla de Porta Soprana. Había también una serie de pequeñas tiendas y restaurantes en las cuales destacaba una empanadería argentina, la cual volveré después. Después de tomar varias fotografías me dirigí a comer al MOG. Esta vez repetí un plato de pasta, pero ahora fue Pansotti in salsa di noci, acompañada de un licuado de ingredientes como melón, jengibre y menta. Rematé con un café para finalizar mi visita al espacio culinario del MOG. De ahí bajé a los puestos de fruta y legumbre aún abiertos y volví a la salchichonería por dos pedazos de formaggio scamorza. El marchante me reconoció de nuevo y me dijo, “formaggio scamorza? Le dije que en esta ocasión deseaba dos piezas. Así terminó mi jornada del miércoles. Esta crónica continuará desde hoy jueves 4 de julio hasta el miércoles 10 de julio siguiendo Génova y otras sorpresas. Por una huelga de trenes no podré ir a Turín este fin de semana. Ya será en otro finde.
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August 2024
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