Por Miguel Ángel Avilés
A la fecha y desde toda mi vida, he tenido un trato irreconciliable con todo lo que signifique manejar un carro. Sí, y lo he contado mil veces, que yo no manejo ni mis emociones . Admito pues, que eso de la conducción no se me dio y, por el bien de pasajeros y peatones, no agarro un carro desde que mi compadre Carlos Sanchez hizo el intento por enseñarme pero fracasó. Fracasó, estrepitosamente, por más paciencia que me tuvo, hasta que la llanta de ese Dart K color tamarindo empezó a desinflarse luego de que vire a lo bruto en una curva y valió madre todo . Ese ruidito de aire fue como el silbatazo final en mis aspiraciones como chófer ,con tal de que mi masculinidad no desentonara con la costumbre y como todo hombre, hecho y derecho, aprendiera a manejar . "Ahí déjalo" dijo, compungido, mi compadre, cómo resígnadose a lo que le acababa de quedar más que claro. "Tú no debes de manejar , es un peligro que tú manejes" sentenció y me llevó de copiloto hasta mi casa. Después de eso , como les digo, no he vuelto a conducir un carro, si así se le puede llamar a lo que yo intenté. En lo personal, la experiencia fue agobiante cada segundo. Díganme lo que quieran pero admito, con todo lo inútil que esto puede ser, que tal habilidad no fue lo mío y, según dicen los que saben, ya es tarde por qué se pierden reflejos, nos volvemos más torpes y esas cosas. En fin. Creo que está más que claro que estoy admitiendo mis limitaciones. En otras cosas nadie me gana pero en esto nomás no me bendijo Dios. Lo aclaro porque tampoco se trata de flagelarme y proyectarme ante todos ustedes cómo un perfecto inútil . Aunque lo sea. Pero lo que estoy haciendo es un ejercicio, vamos a decir didáctico, pero a modo de exhorto para que otras personas reconozcan que, en eso de la manejada, hasta yo les gano y que no quieran conseguirse el sustento diario al frente de un volante, primero, si no tienen la destreza de mi compadre Carlos Sánchez, mínimo y, segundo, si no conocen la ciudad donde ejercerán su chamba. No , tampoco quiero que me digan al subirme que fueron alumnos de #ChecoPérez, o que un día ganaron la carrera de las mil millas y que conocen la ciudad cual si fueran Testigos de Jehová, No. Pero no la amuelen. Lo preferible es ser transparente, admitir que no pudimos con ese reto y que aparte, cuando intentamos lograrlo, nos fue de la patada. De lo contrario, se corre el riesgo que, en revancha y con cierta odio, frustración o coraje busquemos acabar con todo lo que signifique industria automotriz pero sin reconocerlo, digamos al mundo entero que nuestro generoso propósito, es erradicar sus vicios y reformarlo. Aunque no sepa nada de nada al respecto, pero me pongo al frente de la cruzada y arengo a las masas para desprestigiarlo. Peor aun: abordo el tema como todo un experto, mas sin embargo, mi analfabetismo sobre los carros, su origen o invento, su historia y crecimiento, su situación actual o su pasado, es notorio, pero aun, los que me escuchan y me admiran me creen y me siguen en muchedumbre para cambiar a la industria automotriz. No sé que el primer vehículo se remonta a 1885 cuando Benz construyó un motor de cuatro tiempos con un cilindro horizontal de 954 cm3 de desplazamiento, que podía girar a 400 rpm y alcanzar una potencia de 0,75 CV. y que el triciclo motorizado de Benz fue una novedad absoluta en todo el mundo ya que fue el primer vehículo impulsado por un motor de combustión interna. No sé nada. Tampoco sé que la industria automotriz es un conjunto de compañías y organizaciones relacionadas en las áreas de diseño, desarrollo, manufactura, marketing y ventas de automóviles ni que es uno de los sectores económicos más importantes en el mundo por ingresos. Pero leo la contraportada de un libro, me echo un clavado en google, pido una tarjetita, las digo en un acto público y los dejo apantallados a todos, como si realmente supieran. Obvio, ninguno de ellos sabe que no sé ni donde se coloca el motor, como se quita y se pone, ni la transmisión, ni el chasis, ni la suspensión, ni el sistema de frenos, ni siquiera las llantas, ni el sistema de dirección, ni el sistema eléctrico. De igual manera confundo la cámara de combustión con el bloque del motor y creo que el árbol de levas es una planta de alguna región y nada sé sobre válvulas, bujías o el cigüeñal o la biela. Así como lo leen. Pero no obstante, soy el comandante en jefe en la transformación o la reforma de un sector que tiene sus cuestionamientos y mucho por cambiar pero yo no estoy dispuesto a matizar porque pesa más el recuerdo de cómo me ha ido con los carros, la manejada y engangrenada mi mente por esos episodios, esas experiencias, ardo por dentro, muestro una risa hacia afuera y les vendo la idea de que hay que hacer una necesaria reforma para poner a cada quien en su lugar. Porque a la fecha y desde toda mi vida, he tenido un trato irreconciliable con todo lo que signifique manejar un carro y ya de paso con la industria automotriz. Y ya no busco a quién me la hizo Sino quién me la pague Y alimente mi rencor.
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Por Miguel Ángel Avilés
Es verdad que la burocracia, en ocasiones, es un dolor de cabeza, cuando queremos hacer un trámite y puede que no se le resuelva su asunto por requisitos absurdos, exigidos en un clima de un humor involuntario que ya lo quisiera cualquier standupero. También lo es que en algunas de esas instancias, en especial si es público, existan episodios de corrupción o que los datos personales o confidenciales que ahí se tengan, sean utilizados por terceras personas o desde adentro, a modo de filtración, con propósitos nada bien intencionados. Así como sucede en alguna delegación de fovissste, de algún estado del norte de la República, por ejemplo. Cierto. Pero de eso, a que todo aquel que trabaja en estas oficinas o en la iniciativa privada, en una jornada de trabajo, a cambio de un salario que le garantice recibirlo semana a semana, cada quincena o al mes, se le denoste y se le considere un ser inferior, que puede ser material de inspiración para programas de televisión , series, novelas o películas, de humor fácil y predecible, no se vale . Conozco en estas fuentes de trabajo, a seres humanos voluntariosos, creativos, proactivos, honestos, productivos, con ambición de crecer. Por lo el contrario, hay quienes cuestionan esa manera de ganarse la vida pero tampoco ellos ofrecen mucho a la sociedad ni doblan jornadas para dejar constancia de que es una mejor opción trabajar por la libre. Dicho lo anterior, espero que les quede muy claro que el término Godínez y la forma que el concepto ha sido manoseado, a mí, en lo personal, me parece reprobable y todo lo que le siga en eso de no estar de acuerdo. En México, este injusto término es usado para referirse a los oficinistas que suelen trabajar, por decir así de 8 o 9:00 a 18:00 a cambio de un salario, en específico de una empresa privada y excepcionalmente pública. Incluso algunos de esos trabajadores caen en la trampa del discurso y se asumen autonombrándose como tal, con cierta penita. El término lo asimilan al Salaryman y es aquí en donde la cochi tuerce el rabo pues, según averiguo, las connotaciones del término, han evolucionado con el tiempo ya que luego de la Segunda Guerra Mundial, el trabajo de asalariado se consideró un puesto estable, que garantizaba, para quien así quisiera y quiera ,un estatus social acomodado y ante todo, respetable. Sin embargo en su significación moderna, el término ha adquirido cierto tono peyorativo, ya que se asocia con largas jornadas de trabajo, prestigio medio (“superior a los trabajadores manuales, pero inferior a los altos jerarcas”, dice un autor), ausencia de otras fuentes de ingresos que no sean el sueldo, total dependencia del empresario, falta de iniciativa e individualidad, esclavitud salarial y karōshi, es decir, muerte por exceso de trabajo. En nuestro país el término es muchas veces utilizado de forma despectiva para referirse a un trabajador cuyo salario es bajo, implicando que ese trabajador realiza una tarea poco creativa y repetitiva, llamándolos Damita Godínez» o Lady Godínez a secas. Según los estudiosos, desde el punto de vista de la sociología, la utilización del término es interesante pues por un lado refleja los anhelos aspiraciones del mexicano (ganar lo suficiente, no vivir de quincena en quincena, comer en restaurantes, presumir las vacaciones en el extranjero, no usar el transporte público) y por otro lado revela la búsqueda de establecer una jerarquización social que muchas veces intenta humillar y desvalorizar a las personas a las que se aplica el término, pues los «Godínez» son los otros, los inferiores y en este sentido el término «Godínez» busca estigmatizar a un grupo social. Para que vean , con otro ejemplo más, como es que , mientras nos tiramos al piso con arengas y reclamos ante algún acto de discriminación allá en el país vecino en donde una estatua dicen que está feliz, feliz, feliz, aquí no tenemos freno a la hora que se presenta la oportunidad de comportarnos igualitos. Algunos dicen que Los Godínez son conocidos por tener una representación a partir de la serie "El chavo del 8", en el que Horacio Gómez Bolaños actuó el papel de Godínez Oyoyo durante esta serie para la televisión humorística. Esto no aclara mucho y me parece que la única asociación que puede tener es el nombre si consideramos que dicho actor representaba a un niño y no hay rastros que laborara en una oficina o algo parecido. Si queremos contextualizar el tema , hay autores que lo enmarcan a partir de los años 60 del siglo xx cuando la economía mexicana inició una lenta transición de ser industrial y agropecuaria a una economía basada en servicios. Esto trajo consigo la creación de muchos trabajos en las oficinas y de una cultura urbana derivada de ese estilo de ser. Recordemos la telenovela Gutierritos de 1958 con Rafael Banquells al frente y el programa de televisión "Mi Secretaria" de 1975, con Lupita Lara y Pompin Iglesias de protagonistas, los cuales fueron uno de los primeros referentes de este cambio en la forma de vida de los mexicanos. No podemos olvidar tampoco al personaje de "Peritos", representado por Luis de Alba, un oficinista torpe y perezoso que siempre buscaba engañar a su jefe para no trabajar, y a él a quien también es citado como origen del término. Echandonos un clavado en los ciberdiccionarios actuales, leemos que en 1984 se estrenó el largometraje titulado "Hermelinda Linda", una película cómica del cine mexicano que presentaba los problemas de la corrupción, ese fenómenos que ya por fortuna desapareció pero que en la cinta aludía al gobierno del Departamento del Distrito Federal a mediados de los años ochenta, cuyo personaje principal fue interpretado por la actriz mexicana Evita Muñoz "Chachita". Es aquí, en esta producción, en donde aparece un personaje denominado "Godínez" quien era ayudante del titular de una Delegación del entonces Departamento del Distrito Federal, el cual se caracterizaba por llevar a cabo las inconfundibles conductas de un burócrata servil. Aseguran que a lo mejor el término tiene su verdadero origen en esta producción, por todas las peculiaridades que cumple el actor, pero eso también es cuestionable pues si bien existen empleados así, no se puede generalizar, ya que hay trabajadores que anteponen su dignidad sobre cualquier cosa, en tanto que eso de andar haciendo la barba a la gente es muy común también afuera de una oficina, en muchos espacios públicos o privados, culturales o deportivos, políticos o no políticos pero se vive en la sumisión y gracias a la sumisión. Hasta en los Simpson aparece, para mal, este concepto y es representado por un dependiente inepto de un restaurante de comida rápida quien al no poder resolver los problemas del trabajo satisfactoriamente le llama a su supervisor el "Señor Godínez". Imagínense si por eso de no poder resolver los problemas del trabajo le dicen así, no me imagino como se le diría a,quien sea incapaz de resolver los problemas de un país. En el México reciente el término se repopularizó entre los años 1999 y 2007 gracias al comediante Adal Ramones y su programa "Otro Rollo" el cual iniciaba con un monólogo de alrededor de 30 minutos en donde el comediante relataba diversos aspectos y circunstancias de la vida cotidiana con su toque humorístico( a veces) Cuando había temas relacionados con los trabajadores de oficina ,los representaba hablándose por sus apellidos; y "Godínez" fue el apellido que más utilizó para representar estos casos – eventualmente repitiéndolo a propósito para referirse a un empleado de oficina- y luego recibía la carcajada del público como el eco de la burla. La expresión se ha ido quedando , como si el llamado godin fuera todo lo que dicen y ya para muchos esto es normal como normal se vuelven tantos usos del habla que denigran y ofenden a un sector que decidió ocuparse de este modo , saber hacer a la perfección lo encomendado a diario, invierte un sueldo en lo que más ocupa y más le gusta, pero sobre todo da un trato a los usuarios, a los visitantes o al público que honra su existencia y los que lo tienen ahí. La expresión no nos representa a todos, ni proyecta las malas prácticas de todo un pueblo sabio y menos uniformados. No. Pero eso no es consuelo para nadie, creo. Para nadie. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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