Por Miguel Ángel Avilés Si un día el pueblo se aferra y se expresa a mi favor, por sobre todas las cosas, para que me postule como aspirante y luego candidato a la presidencia de la República, solo le pondría como única condición que mi publicista, estrategas de comunicación o márketing, productores, propagandistas, mercadólogos o como se llamen, seré yo mismo o no acepto. Sobre aviso no hay escaño. Es que si de por sí ya es bastante andar del tingo al tango en una campaña, con la garganta cerrada por tanto mitin, sufrir los embates de tus adversarios, enrojecerte por eso que te sacó la prensa conservadora que ni tus biógrafos sabían, para tener que ponerte en manos de un experto en transmitir mensajes pero que lo único que se le ocurre es mostrarte ante el electorado como un marginado, venido del subsuelo de la pobreza, que solo tenía unos centavos para andar en camiones, ni siquiera en taxi o, como para que el mundo entero, identificado con ese abnegado sufrimiento, se compadezca de uno y sea esa la razón por lo que te den el voto, antes que por tus ideas o proyecto de trabajo. Eso déjenselo a La Academia o Juguemos a Cantar, con Juanito Farías y su caballito de palo o no, en donde se escogen, de preferencia y antes que pensar en su talento, a esos aspirantes cuya abuelita vendía elotes tatemados en un anafre, afuera de su casa, hasta antes que la atropellara esa patrulla cuando hacían una redada o sus padres se divorciaron al año que el futuro artista nació o tienen un hermano que radica en estados unidos y no lo ven desde que la explosión de un cilindro de gas acabó con su casa y los tres perros que tenía. ¿Me entienden? No estoy dispuesto a que se me oferte como quien forjó su vida a punta de calamidades, por más que así haya sido o no, pues el electorado tiene el derecho a saber que, aparte de venir desde abajo , que viviste en una casa que tenía más goteras en el techo que estrellas en el cielo y que pedíamos fiado en la tienda de la esquina, también has logrado muchas cosas y que como estudiantes y que como profesional y ciudadano, rico o pobre, tienes algo que ofrecer a un país que requiere de gente capaz, obsesionado por la congruencia entre el decir y el hacer, liberado de taras ideológicas, antes que pasarse toda una campaña y seis años después, actuando como un miembro o una miembra de una clase que si bien pudiste salir de ella, ya es tiempo de que la dejes en paz y te valgas por ti misma y por tu verdadera capacidad, sin más imposturas y simulaciones. Yo no quiero eso. Pero si tú sí “has cometido el pecado goloso del postureo. Te has dejado seducir por el aplauso fácil y la sonrisa cómplice de tus seguidores”. Para no recibir esos calificativos al caer en tan artificial correteo, mejor pinto mi rayita, antes que, ya nombrado candidato, se me acerque un tipo y me empiece a dar instrucciones, con videograbadora en mano, respecto a cuántas veces al día tengo reír y como reír, que nuevo peinado debo de usar, que tan carita buena debo mostrar, a qué colonia de la periferia tengo que ir y ponerme campechano con la raza de la cuadra o los adultos mayores de sombrero que están en la banqueta afuerita del changarro o a que niño con manchas en la cara debo de agarrar en los brazos, haciéndole inoportunos cariños aunque se ponga a llorar. Pero es, únicamente, por sí un día el pueblo se aferra, dije, lo cual puede que no ocurra nunca y por lo pronto ya no será para este 2024, algo que lo puedo firmar ante notario para no retractarme y ustedes, a su vez, pueden ir a decírselos a los ya destapados aspirantes o aspirantes, con tal de que les vuelva el alma al cuerpo y tengan la seguridad, para bien de una eventual caída de sistema y todo eso , que no me verán en las boletas, como si se les hubiera aparecido Juan Diego. Esto lo dicen mejor Los Tucanes, sumados ya, por cierto, a mi equipo de campaña: Es mi amor platónico* Es la fruta prohibida Pero sé bien que es imposible Tu reelección y la mía Pero te adoro en silencio Desde lejos, urna mía. Porque así no. Que se oiga fuerte y claro: no Ahora bien, si no queda de otra y el delirio popular se impone , divinizándome con óleo , para enseguida imponerme, irremediablemente, a ese o esa que me hará un spot igual de ridículo como el de tan honorable señor, Don Dante Salgado o mi compa Bertha X, yo me salgo del juego y declino a favor de cualquier otro. Es más, de ser así, que desde ahorita me den por muerto. "Cómo voy a ser candidato si tengo un juicio pendiente" diría un tío mío A mí, repito, que me den por muerto. Si es que se aferran a imponerme a esos señores, insisto. Dios guarde. No, no y no. Ya me veo yo cantando mi propio jingle, según ellos muy original: Es mi orgullo haber nacido En el barrio más humilde Alejado del bullicio Y de la falsa sociedad Yo no tengo la desgracia De no ser hijo del pueblo Yo me cuento entre la gente Que no tiene falsedad . Si, como no, para que luego me digan, al final del sexenio, que es lo que más tengo. ¡Lucita era de la costa de Charco Azul Maria Inés Estela era de Reynosa las más brava de las tres decía yo pierdo la vida antes que a Micky Avilés. En lugar de corrupto, me acusarían de plagio Ya me ve yo, en pleno corazón de la Colonia Los Olivos de un lugar cuyo nombre siempre quiero acordarme, con la ropa menos aspiracional que tenga, humildito, esperando un camión, llueva o no, pero eso sí: muy risueño . Fingido pero muy risueño hasta que el equipo del publicista, estrategas de comunicación o márketing, productores, propagandistas, mercadólogos o como se llamen, diga coóorte y pase a cobrar, satisfecho, orgulloso de su tanta creatividad pero sin ninguna posibilidad de llegar nunca, a portar la banda de la presidencia de la República. No, definitivamente no quiero. Al menos que buscáramos un punto medio y aceptando, otras más fueran mis condiciones: Acepto pero no quiero subirme a una batanga como aquel candidato que ya lo andaba atropellando un camión urbano y que a los días, le revocaron la candidatura. Acepto, pero ni por salvar la patria entera me pongan a bailar ningún día ni en mi cierre de campaña y sobre todo que no me pidan que baile como lo hizo Pancho Burquez cuando aspiró a gobernar esta capital. Acepto pero no comeré chiles güeritos ni dormiré en catre en una casa ajena de una colonia pobre así como lo hizo una vez otro aspirante y aparte de que no ganó, le pegó dengue. El ridículo es de quien lo trabaja y no pienso andar litigando derechos de autor con nadie, menos con mi publicista. Concedido todo, ahora llega el momento de ensayar: Él me dirá que, si me dejo querer, y me pongo flojito y cooperando, en un abrir y cerrar de ojos puedo llegar a los cuernos de la luna y de palacio nacional, salto a presidir la ONU, UNICEF, o mínimo la FEMEXFUT o la FIFA. Yo, por mi parte, sin haber perdido todavía la lucidez, le solicitaré que me garantice, por su santa madre, una última cosita y ya: Que no termine preso en Almoloya. Con eso nomás. Asegurado esto, ni para donde hacerme. Venga pues : ¡SÍ, PROTESTO! “Amor platónico” - Los Tucanes del Norte
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Por Miguel Ángel Avilés
Para El Anibal, que también se acuerda (del Memo, de mí, y de los cacahuatitos) Así nos preguntaba El Memo, al pedirle nosotros una tostada con chile a la hora del recreo cuando estábamos en la primaria. El Memo, de amplios cachetes, voz ladina y piel oscura, lucidor de un sombrero a diario limpiecito, era uno de los señores que ofrecían sus productos ya sea durante esa media hora que nos dejaban salir a jugar o pasaditas de las doce, junto a la puerta principal, ya al irnos. Nos amontonábamos alrededor de su carrito ambulante, construido de madera por él mismo y El Memo iba atendiendo uno por uno, para satisfacer nuestro urgido paladar con todo aquello que ya se nos había hecho vicio. Chocolates americanos de todas las marcas, dulces de anís y dulces Tomy , chicles motitas, gomitas, cocadas greñudas, banderitas de coco, garapiñados de los rojos, pepitorias, jamoncillos, galletas, muelitas, saladitos, chicharrones, paletitas y paletotas, bombones, mazapanes, pulpas y jarritos de tamarindo, tripitas de chilito en polvo, semillas de girasol y calabaza, más una lista infinita como son los recuerdos y los antojos inofensivos y dañinos, ahora que tantas primaveras ha pasado. Aparte de todo esto, El Memo ofrecía un atractivo abanico de fruta de temporada: jícama, piña, sandía, mango, pepinos, coco y desde luego sus endémicas tostadas sobre las cuales ya les hablé. Eran así, tal cuales, en gruesas rebanadas o trozos grandes, sin o con chile elaborado en su casa y que pasaba sobre cada una de estas con una brocha, previamente sumergida en un bote chorreado y enseguida entregaba lo solicitado que ya portaba en su mano, sobre un simétrica tirita de papel. Aquí es donde venía la disyuntiva, al pedirle una tostada, bañada con ese chile -del colorado en polvo, agua, limón y sal - y El Memo, respetando los gustos del consumidor, aventaba la desgastada pregunta: _ ¿Con Cacahuatitos o sin cacahuatitos? Y si la respuesta era que con estos , tomaba la cuchara y echaba en la tostada ya con chile, una lluvia de esos que le llaman japoneses o de los más simples con chile que brindan en las cantinas, y esos momentos, de diez y media a once, eran de lo más sublime, por encima de las donas que también vendía o del ceviche que mercaba don nomeacuerdo por entre el cerco desde afuera, ahí frente al campito de futbol que teníamos cuyas porterías nos había donado esa agrupación llamada club rotario. Satisfecho el estómago con esta opción, ya que en el menú también estaban las tortas de carne deshebrada que vendía la mamá del Martín García o la que me había preparado miama con un birote de la panadería de Doña Romelia y dos huevos revueltos, pasábamos a ejercitar el resto del cuerpo, repitiendo la cascarita de un día anterior para desempatar o dejar las cosas a medias para el día siguiente, con tal de no estarnos quietos y tirar esas calorías a las que nos había inducido el carrito del Memo. La respuesta la puede tener cualquiera de ese grupo o generación que desde entonces pudiera traer el azúcar hasta el tope o el colesterol se le note incluso en los ojos o reconozca que él y su estilo de vida más su sedentarismo o una cuestión genética, tantita responsabilidad puede que tengan en sus actuales males, a fin de ya no culpar sin matices a todo eso que nos atrincábamos de niños. Eso sí, yo no sé cuándo pasamos de este consumo mínimo en la escuela, compensado con una hiperactividad voluntaria que como impúberes traíamos , que nos ayudaba contra las enfermedades, a considerar que todo ese tesoro como el que traía el Memo y miles de Memos en los centros educativos , era ,primero, alimento chatarra y ,segundo , resultaban ser los culpables de tanta engordadera y una lista de padecimientos, al grado tal que esas tradicionales ventas en el recreo tenían que normarse o peor aún, tendrían que desaparecer. Mira nomas por donde le dio ahora al Estado. Es decir, no satisfecho con no haber educado a un pueblo con respecto a una sana alimentación ni tampoco garantizarle que tuvieran las oportunidades y los recursos para hacerlo, esta vez quiere culpar a la comida llamada chatarra de las enfermedades que se padecen. Mira nomas. Si se les ocurre esto hace digamos cuarenta años, van tras el Memo y le dan cadena perpetua. Puede que sí. Puede que no. Ya que de pronto, lo que antes era propio de la chusma, los de abajo, hoy resulta que, tan solo cambiándole el nombre, es democráticamente de todos y si tienen un valor nutricional o no, que les valga un pepino. Sí. Porque que de lo que se trata, al probarlos y darnos cuenta que saben de ufagallocallatelaboca, es introducirnos al mercado total y democrático del resto de la población y llevarlos a todos los sectores y a todos los lugares, que al fin y al cabo eso de alimentos chatarra era un tanto cierto y otro no, siempre y cuando sean capaces de volverse un simple rédito, una renta, una utilidad o beneficio renovable que rinde un capital. Sí, todo esto pero en grandote y propagado a todas las clases sociales ,a como dé lugar, sin planeación y sin matices, porque nadie ni nada se espera y el adquiriente de esto, menos. Sé que un día a los del sector salud se les atravesó una carrito como los que tenía el Memo, cayeron en el antojo .los probaron y nombre, de aquí somos dijeron y dando una vuelta de timón a su discurso, como buenos incongruentes, abrieron las compuertas y ahora cualquier lugar, sobre todo en las bodas, hay de estas tentaciones hasta para tirar p’arriba. _ Oiga, pero dijimos que nada de nada y hasta leyes hicimos. _ ¿De qué hablas?... _ De la comida chatarra. _ No sé de qué hablas _ Señor, bien sabe de... _ Snacks _ ¿Qué? _ Snacks, así los llamaremos _ ¿Aperitivos? _ Lo que sea, pero en inglés porque a la masa común y corriente, hablen o no hablen inglés, le encanta eso tan cool. Y sácalos de las escuelas, globalízalos, abroga esa ley y aviéntate otra, no sé. _ Pero señor… _ ¡Señor nada!, te dije snacks, y punto. Acuérdate que eso del inglés los apantalla y así queda ...en bodas, cumpleaños, graduaciones, quinceañeras, juntas sindicales, presentaciones de libros, lo que sea . _ ¿Lo que sea? ¿De verdad, señor?? _ Lo-que- sea ¿que no entiendes de lo-que sea? ...snacks… es más, se me ocurre que construyamos una tiendatotota o un carrototote en donde haya snacks para todos y todas y a nadie les falte. _ Enterado, señor, ya dijo …ah, señor ...señor… _ Dime… _ nomás una duda sobre los mentados snacks _ ¿Cuál? _ ¿Con Cacahuatitos o sin cacahuatitos? Por Miguel Ángel Avilés "Usted no lo va a creer. Pero hay escuelas de perros. Y les dan educación" (Alí Primera, en Casas de Cartón)_* Recuerdo cuando se nos ponía la piel chinita y rabiábamos de indignación, al escuchar esa línea en la canción de este autor venezolano. Por qué frente al entorno social que se vivía, se nos hacía inconcebible que, hablando en sentido literal o figurado, un Salchicha, un Bulldog, un Chau chau, un labrador o un San Bernardo estuvieran gozando de un privilegio del cual muchos niños y niñas del mundo y en particular de Venezuela, carecían. No vayan a creer que Alí Primera delataba la existencia de algún plantel en el cual se inscribía a estos animales e iniciado el ciclo escolar en septiembre, le daban para adelante con su educación básica, preparatoria y universidad hasta titularse. No. Enseguida la letra aclaraba el “para” es decir, el fin o término a que se encamina esa acción y decía que era “…pa' que no muerdan los diarios” pero sin dejar de advertir que “el patrón, hace años, muchos años, que está mordiendo al obrero”. Esta interpretación de "Casas de cartón" se popularizó ampliamente en muchos países de habla hispana, misma que nombrada como una poesía franca, describe la vida en los cinturones de miseria de las urbes latinoamericanas. Habían nacido en un contexto en donde se abandonó la agricultura en su país, y se daba paso a la explotación petrolera y el éxodo de la población rural en busca de trabajo, llenó los cerros de los llamados ranchos o casas que en su mayoría tenían techos de cartón, viviéndose en situación precaria, llegándose a decir que los perros vivían mejor que ellos. De acuerdo a sus biógrafos, en las canciones de este autor muerto en 1985 en sospechoso accidente automovilístico “se expresaban los que nunca tuvieron voz, las luchas del pueblo por su emancipación, la protesta contra los modelos dominantes y de explotación, la crítica a los sistemas hambreadores de Venezuela y el mundo, y la palabra hecha música con pasión por la esperanza de la vida”. La canción de marras fue interpretada desde luego por él, pero la popularizó el legendario grupo de Los Guaraguao. En México la lanzaron Los Bukis en 1983, pensando más de uno que era creación de Marco Antonio Solís y, en tiempos recientes, también la grabaron en dueto, Servando y Florentino Primera, hijos del compositor, pero, sinceramente, me pareció una mala versión. Pero siguiendo con el tema de los perros, en mi caso nunca he visto que uno de estos muerda algún periódico, ni local ni nacional y menos ahora que la mayoría son digitales. Ninguno: ni un ejemplar de La Jornada, o del Universal o del Reforma. Ninguno. Creo entonces que en la actualidad ya no se requiere que se les de esa educación a la población canina. Bueno, al menos para eso. Sí para otras cosas, pero “pa' que no muerdan los diarios” ya es innecesario. Sin embargo hay otros rubros a donde han accedido y en mi caso no sé si se nos esté pasando la mano en dicho trato o se ha caído en una sobredotación o en una entrega desmedida hacia los Chuchos. Preciso: Dije “no sé”, no afirmé que se no esté pasando la mano o que esté en total desacuerdo con dicha prácticas. Sería cuestión de invocar al espíritu de Alí Primera y solicitarle una opinión, pero eso sí, antes de hacerlo tendríamos que ponerlo en contexto en razón de tantos cambios que hemos vivido pero sobre todo advertirle, para agarren parejo sus críticas, que un trato hacia los perros como los que refería, ya no es exclusivo del patrón, no ya no lo es. Digo, porque, en un descuido, ya hay muchas zonas, sin distinción de clases sociales, en donde reciben un trato mejor que el propio obrero, a manos, incluso, de aquellos que siendo obreros o no, en los 70 y 80 cantaban a punto del llanto y a pecho abierto, esa canción en defensa del obrero y de tantos marginados. Lo siento pero así es. Tanto lo es que algunos estudiosos de la psicología, en donde habrá más de uno de los que en su época universitaria cantaban Casas de Cartón, que ya pararon oreja frente a este fenómeno y considera que nos estamos excediendo o que algunos de estos hábitos no son muy sanos, ni para el dueño ni para el animal. Ellos estiman que, hasta hace no tanto tiempo, las mascotas ocupaban un lugar bastante secundario en la mayoría de los hogares. No obstante, en los últimos tiempos, junto con el aumento del conocimiento y el respeto de los derechos de los animales, los perros han ganado un protagonismo tan grande que ahora corren el riesgo de la “humanización”. En otras palabras, dicen, que "humanizar a las mascotas consiste en percibir a los animales como si fueran individuos humanos. Específicamente, los tenedores de mascotas, asemejan en sus señas, condiciones, particularidades, a los humanos, desnaturalizando ampliamente por completo sus diferencias y su esencia animal". Oh Dios, justo lo que Alí no quería, mordieran o no mordieran los diarios. Ni hablar, esta globalización parece que también está globalizando hasta las conciencias o si no es así, mínimo está globalizando la pérdida de la memoria pues algunos parecieran no recordar esas combatientes épocas y se han sumado a los gustos del patrón, ese que desde hace años, muchos años, sigue mordiendo al obrero, aunque algunos de los otroras obreros, ahora sean patrones y salgan todas las tardes a pasear a sus hermosos perros. Y que conste que yo no me estoy oponiendo al buen trato que deben de recibir los animales, ni pugno por su maltrato ni estoy en contra de los delitos que en la actualidad hay al respecto, ni soy apologista de estos, ni le aplaudo a los que suelen envenenarlos o darle un trozo de carne revuelto con vidrios molidos. Pero la sugerencia de los especialistas es que los traten como lo que son: animales. Es que por un lado ya está identificado el llamado Síndrome de Noé, o sea el desorden psiquiátrico que consiste en la acumulación de animales de forma patológica. Las personas que padecen esta patología compran, adoptan o recogen de la calle animales de forma obsesiva, siendo los casos más comunes los relacionados con perros. Aparte está la petofilia, definido como un trastorno psicológico consistente en un amor desmedido a los animales. Por otro, no menos preocupante, es el hábito, cada vez más frecuente, de atribuir a los perros emociones, actitudes o necesidades que no son caninas sino humanas. Esa humanización creanme que no pienso detallárselas porque ya no tengo mucho espacio en esta columna y porque saben muy bien a qué me refiero. Quería detallarlo, pero no. Aludo estas nomás: guarderías, peluquerías y funerarias. Oh Dios. Prefiero recordar cierto episodio que una chica muy indignada compartió una vez en Facebook en el cual denunciaba con video de por medio sobre lo que sus ojos desorbitados habían presenciado afuera de una reconocida tienda de autoservicio en donde una joven arremetía contra un perro que se le acercó quizá solo para lamerla y besarle los pies. Fue la propia denunciante quien adujo que la agresora del canino se encontraba notoriamente mal de sus facultades mentales. Sin embargo, no impidió la contención de su ira- como la de Ali Primera frente a los perros que recibían educación - y la aventó al cadalso de la redes sociales en donde fue condecorada con rabiosos insultos, coléricas maldiciones, amenazas infinitas, deseándole, de pasadita, la muerte. Todos los comentarios, sin excepción, fueron políticamente correctos. Todos fueron en nombre de la paz , la condena de la violencia y el no maltrato. Se los juro por El Pushi, nuestro gato. Hagan de cuenta seis o siete, enloquecidos, vueltos locos, perdidos en su fe que antes era creencia, lucha o transformación. Murió virtualmente de lo que puedan imaginarse: se la acabaron, la hicieron trizas, una loza de blasfemias fue el material para su eterna sepultura. Su tumba figurada, yo no sé en dónde quedó. Puede que un perro me lleve a donde está. Le preguntaré al que pase. Ahí viene ese hombre, puede que él sepa. Trae a su perro, lo sacó a pasear o a que hiciera caca. ¡Fuchi, caca! Quien sabe. Ah, ya sé: quizá lo lleve a la escuela. Para que le den. EDUCACIÓN. Y luego irse por ahí, a morder a un obrero. *Feliz año nuevo, para tod@s* Por Miguel Ángel Avilés
La Navidad es una de las festividades más importantes del cristianismo, y conmemora el nacimiento de Jesucristo, aunque la fecha exacta al respecto no se encuentre registrada ni en el Antiguo Testamento ni el Nuevo Testamento. A pesar de eso, la navidad sigue siendo una de las fiestas con mayor historia y tradición. Conocer el origen es útil para saber cómo surgió, conocer los factores históricos que la envuelven y por qué resulta tan especial para la mayoría de la población seguramente también ha de servir de algo pero a estas alturas poner el tema sobre la mesa, digamos poco antes de servir la cena, o al momento de que se quiere abrir los regalos es más inoportuno que programar un disco con todos los éxitos Silvio Rodríguez en una quinceañera o llegar con un galón de bacanora a una reunión de alcohólicos anónimos. No tiene caso, dirían algunos, para qué moverle a la alineación o hacer cambios si así estamos jugando muy bien. Se imaginan: pedir la palabra para abrir un debate sobre qué es la Navidad y por qué se celebra, además de profundizar en qué se hace durante este día, o si es correcto festejarla ese día o simplemente preguntar si es apropiado celebrar, antes que llamar a la reflexión o a la meditación aprovechando el bíblico acontecimiento , no solo se corre el riesgo de que esa noche no comas guajolote, tamales , menudo, pierna, romeritos ni bacalao, nomás por inoportuno o aguafiestas o ya no vuelva a llegar a tus manos ninguna copa de vino, botella de aguardiente, caballito de tequila o bote muy helado de cerveza. Quien le manda, por impropio. Y es que en la actualidad, su importancia ha derivado más en reunirse con familiares y amigos, intercambiar regalos, decorar árboles de Navidad, participar en festivales, cantar villancicos y disfrutar de comidas especiales, antes que ponerse a checar si la efemérides que se acogió como la verdadera, la real o la decretada en que nació Jesús es la cierta o no. Es decir, nadie se pone a deshojar culposamente la margarita, sobre si estamos haciendo mal o somos unos apóstatas, unos herejes o debemos realizar cuanto antes una consulta para saber si el pueblo bueno y sabio del mundo entero quiere continuar dándole rienda suelta a lo pagano, profano o mengano el 24 de diciembre, el día siguiente más una semana después o cambiamos de ocasión. No, para nada. Y si lo duda, nomás haga memoria y verá que no o vaya a entrevistar a los vecinos para saber que opinan, pero hágalo ahorita porque si se tarda, puede que no le encuentre en sus cinco sentidos. Aquí lo esperamos. Mientras tanto, se aceptan propuestas, nomás que cualquier resultado a ejecutar, sería para el 2024 pues la navidad es mañana y ya todo está comprado. “¿Y quién era el sol invicto? Pues Jesús. Por eso se cristianiza esa fecha y se determina que el nacimiento de Jesús fue el 25 de diciembre", explica Antonio Piñero, filólogo, historiador, académico y escritor español, especializado en la vida de Jesús de Nazaret. Aparte, el natalicio de Jesús quedó establecido en el 25 de diciembre del 753 ab urbe condita, y el 1 de enero del año siguiente sería el inicio de una nueva forma de contar: el año 1. Listo, para que meternos en camisa de once varas. No solo se corre el riesgo de que se hagan uno y mil sondeos, gastemos millones de pesos, nos agarremos al chongo los que sí contra los que no y al final, los organizadores hagan lo que les dé la gana con la decisión final, sino también que nunca se pongan de acuerdo y por largo tiempo estemos con la incertidumbre de cuando festejaremos la noche buena. Qué terrible: no sé qué haría si no como pavo o si no saboreo una pierna al horno o no abro un regalo y no doy un montón de abrazos. Algo le haría falta al año y los consumidores compulsivos estarían con la ansiedad hasta el tope por no poderse gastar su aguinaldo o sus ahorritos. Cómo privarse de los que atinadamente el Heriberto Duarte en su libro Un Menú Para El Futuro llama la santísima Trinidad : barbacoa, frijoles y sopa fría. Sería un caos, la anarquía total en todo el orbe si no se celebra igual y se quedarían cientos de arbolitos embodegados, miles de lucecitas sin prender, fábricas enteras de juguetes repletas de estos al poderlos acomodar. Salvo la mejor opinión de ustedes, creo que al respecto el calendario debe quedar inamovible este año y los siguientes y si en algunos quedara duda sobre si se cambiará el día, hay que ir a los medios de comunicación y a donde sea, para informar a la comunidad toda que la navidad es y seguirá siendo el 24 de diciembre para amanecer y seguirla el 25, con el recalentado de rigor y la cerveza que quedó. Porque además no hay que olvidar que la Navidad es uno de los acontecimientos favoritos de los niños y las niñas, lo que son ahorita, los que han sido y los que seguimos siendo, amén del registro que se tenga en el calendario y es que es una época que vimos en su momento todos y que ellos y ellas viven con gran ilusión, felicidad, diversión y alegría. Punto… …y seguido. Es que no solo se alborotan por los regalos, que les quede muy claro, sino porque tienen más cerca a sus familiares, les gusta ver la decoración de la casa con adornos navideños, hay vacaciones, ven películas de don Noel, se suspenden temporalmente los regaños y en algunos casos los golpes, no los miran feo si le entran con enjundia a los dulces y demás comida y de paso los dejan dormirse tarde. Qué maravilla y que felicidad. La navidad, repito, sigue siendo una de las fiestas con mayor historia y tradición. Lo es, incluso, para cualquiera, sin distinción alguna : cristianos, aleluyas, católicos, gnósticos y los más alborotadores: los ateos. Esto si que es democracia o inclusión. Por tanto, que se oiga bien y lejos: de este festejo no nos moverán. No nos moverán. Unidos en la sala , no, no, no nos moverán Unidos en la cena , no, no, no nos moverán Como un árbol firme junto al río No nos moverán, no nos moverán. Unidos en la estufa, no , no, no nos moverán. En la hornilla y en el patio, no nos moverán Juntito a la hielera, no nos moverán. Programando musiquita, no nos moverán. En la propia casa o en la ajena, no nos moverán No, no. No nos moverán. Por Miguel Ángel Avilés
Uno cree que lo imposible nunca habrá de suceder. Se piensa por ejemplo, que a la hora de enfrentarse a los malos , los que encarnan a los buenos o al bien, siempre habrían de estar juntitos , por los siglos de los siglos, amén. Uno cree. Al menos hasta el día de ayer así lo consideraba este que escribe y ustedes seguramente , también, no se hagan . Pero ellos , los dos grandes ídolos de la pantalla chica o de la grande , de los que les hablaré ahorita destruyeron mi creencia; Frente a unos asalta bancos o en contra de una pandilla encabezada por Jorge Reynoso y Eleazar Garcia Jr, en contra de unos contrabandistas o buscando a quienes le dieron muerte a su familia pero siempre juntos o si quieren por separado pero nunca como rivales, uno contra el otro, odiándose a muerte, riñendo como jamás lo hubiera imaginado. Sí: me refiero a Mario y a Fernando Almada quienes anoche, poco antes de dormirme cayeron del pedestal que al respecto los tenía y rompieron mi marco teórico, recurso mediante el cual yo daba por sentado que eran unos muéganos, así como viruta y Capulina por tantos años, Dimas y Gestas, Carlos y José, Reynoso y Borja, Los Villanos III y V, hagan de cuenta. Pero de pronto vi correr a uno tras el otro, y al rato el otro en contra del primero, mientras que los que por décadas juraba que eran los malos , estaban locos de contento y de felicidad porque los famosísimos hermanos Almada , uno con el personaje de Gatillo y el otro identificado como Halcón, en la película Gatilleros del Rio Frio, aparecían como feroces antagonistas sin quedarme claro , hasta ese momento, cuál de los dos quedaría vivo y esa incógnita se despejaría hasta el final. Así ocurre. Hasta el final o a mitad de la película, ya ni sé, cuando nos empezamos a dar cuenta que la idea predispuesta no siempre coincide con el desenlace. Para bien o para mal, no siempre. Hablo de la película en sentido literal por la que ayer estaba viendo y en sentido figurado por lo que a veces ocurre en la realidad , en donde todo se mira tan predecible como si dijéramos en los años setenta que ganaría el PRI , o que Fidel Velazquez se reelegiría o que Pipino Cuevas terminaría con su rival en el segundo round o que el Atlas y el Zacatepec se enfrentarían para evitar el descenso. El riesgo es ese, cuando la idea predispuesta no siempre coincide con el desenlace. Dije riesgo pero quizá pueda ser desilusión. Porque uno cree que lo imposible nunca habrá de suceder. No fue mi caso porque al rato que se anduvieron persiguiendo entre la gente, o en imágenes , carros e imágenes de antaño, de pronto Mario y Fernando se encuentran y el primero le hace entender o le confiesa que lo andaba buscando durante largos años porque son hermano y habían sido separados cuando eran niños . A mi y a ellos nos volvió el alma al cuerpo. Y es que de la misma forma que ahorita lo estoy haciendo, anoche daba por hecho lo impensable, lo nunca visto, lo imposible. No me culpen. Había razones suficientes para suponérmelo : Mario le disparaba a Fernando. Mario lo seguía. Mario le apunta con un riflote. El otro solo se defendía o lograba salvarse de los intentos de agresión. Fernando acaso nomás se defendía. Es cierto, traía un parche en el ojo , lo que haría suponer que era igual de malo pero no era así. Es más: ninguno lo era o lo eran ambos o , en su caso en cuestiones de generosidad y buen corazón había un empate pero además se dedicaban a lo mismo: luchaban contra narcotraficantes y estaban del lado del bien para la sociedad. Para mi fue aleccionador ya que , de lo contrario , siempre y durante el resto de mi vida , consideraría que lo catalogado como imposible nunca de los nunca habría de suceder. Es como si nos aferráramos a la idea de que alguien, tal o cual aspirante o candidato. Pero resulta que llevaban años sin verse y cada uno agarró por su lado , nada mas que ambos se dedicaban a lo mismo: a perseguir narcotraficantes , grupo de donde salieron esos desgraciados que mataron a sus madres. Que alivio. Ahí me volvió el alma al cuerpo Ni a cual irle en bondades y todo eso.. Ni hablar pero mi sufrimiento nació a partir de creer que lo imposible nunca habrá de suceder. Maldita costumbre. Es como pensar que el grinch odiará estas épocas siempre o que el santa claus nunca dejará de ser todo bondad o bonachón , haciendo felices a los niños . No se casen con esa idea porque luego estarán sufriendo como yo. Eso de que alguien ganará y otros perderán en esta vida , en un juego de fut , en la baraja o la siguiente elección nacional, es muy dogmático . Tengan cuidado. No vaya a ser que un día cercano ustedes vean atónitos, cómo el grinch entra por la chimenea cargando muchos regalos y el santa no deja de maldecir la ya cercana navidad. Por Miguel Ángel Avilés
La Organización Mundial de la Salud, OMS, define a la caída como la consecuencia de cualquier acontecimiento que precipita al individuo al suelo en contra de su voluntad. Yo, en cambio, no tengo ninguna definición, pero si he vivido en carne propia esa consecuencia de cualquier acontecimiento que me ha precipitado al suelo en contra de mi voluntad. Otra vez: en contra de mi voluntad. Como de la voluntad de todo o toda que se cae. Por eso hasta la fecha continúo sin entender porque sueltan la carcajada los testigos o se ríen a la sorda cuando miran que alguien se cayó. He vivido esas caídas y les juro que ni cuándo vamos en el aire ni cuando azotamos en el piso o en la tierra, nos causa gracia. Por razones motrices, por alguna discapacidad, porque tropezamos con una piedra, porque se nos atravesó un perro, porque te resbalaste, porque te metieron el pie, porque los peatones carecen de garantías para caminar con seguridad por la banqueta, porque sufriste un desmayo, por infinitos motivos, pero alguien se cayó o nos hemos caídos. Hace apenas unos días pude ver como una señora de las que antes identificábamos nada más como viejitas y ahora entiendo que debemos referirla como una adulta mayor, trastabilló por unos segundos frente a un hospital a donde iba, enseguida trató de controlarse, pero no pudo y cayó en medio de la callé ante el asombro de los que vimos y los lamentos entendibles de la hija que la acompañaba. No sé si alguien de los presentes se rio estúpidamente ante lo ocurrido pero el resto auxiliaron a la señora y después de checar que no tuviera alguna herida o estuviera lastimada, la ayudamos a levantarse y ella sintió que revivía. Lo que en mi causó un tanto de sorpresa o quizá no tanto, es que al estarse levantando nos pedía disculpas. ¿Pero de qué? o más bien ¿por qué? Ah, por eso que hemos construido , supongo , en donde el desvalido , aparte de la caída misma , se duele por la posible vergüenza que le provoca lo ocurrido como si hubiera infringido algún código moral el cual prohíbe caerse, so pena de exponerse al escarnio de los presentes o de ser sancionado por la burla de los que creen que lo visto es algo que se estuvo ensayando por meses para que en una sola e irrepetible puesta en escena le mostremos lo que para ellos es una comedia , siendo tragedia . Andamos mal, muy mal. Digo, salvo tu mejor opinión. En mi caso yo le busco y le busco y a no ser la caída de un gobierno unipersonal, despótico o déspota a secas, demagogo, mentiroso, frívolo, manipulador, incongruente, corrupto y borracho de tanta soberbia como esos que hay en otros países, no veo cual pueda ser merecedor de un aplauso. Nadie ensaya para caerse del modo que les digo, nadie agenda una caída, ni nadie, por afición, calcula el momento exacto para caerse a fin de que un grupo de idiotas observen la desgracia de uno y disfruten del espectáculo como si frente así tuvieran la pista del circo y a los payasos. _ Cómo tengo ganas de caerme _ Mañana, como a las doce, me caeré para que todos se rían de mí. _ Espero un día caerme, dicen que se siente bien bonito. _ Llevo tres días sin caerme, algo me está pasando Bueno, así lo considero y de esta forma lo he vivido. Hay quienes no opinan igual y quieren explicar lo que para mí es reprobable. Es el caso de Geneviève Beaulieu-Pelletier, psicóloga, conferenciante y profesora asociada de la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM), Canadá. quien asegura que nos reímos del sufrimiento o la angustia del otro, sino que reaccionamos a su sorpresa, a la incongruencia de la situación y a su expresión de desconcierto, tras haber descifrado que en realidad no está afligido ni se ha hecho daño. Ah, mira nomas, que suave. Ella se pregunta: “¿no deberíamos sentir empatía por esas personas, que, después de todo, se encuentran en una situación vulnerable y potencialmente humillante? Puede ser, pero tengan la seguridad de que nuestra risa no está provocada por falta de empatía o por el sadismo.” Considerándose experta en el campo de la regulación de las emociones (pero no en caídas, supongo), dice que le gustaría esclarecer algunos aspectos sobre estas situaciones que tienen el potencial de desencadenar nuestra risa, normalmente bienintencionada. Señala que hay dos factores claves que inducen a la risa: Imprevisibilidad e incongruencia. El primero de estos ingredientes es la sorpresa. Más concretamente, es ver a una persona sorprendida por una situación de la vida cotidiana, cuando parecía que lo tenía todo bajo control sólo unos segundos antes. La situación inesperada nos sorprende y crea una desviación de lo previsible, de lo que esperábamos ver. O sea que, si le quitamos lo inesperado o lo sorpresivo, nadie se reirá. ¿Pero cómo lo hacemos? ¿pegamos carteles? ¿avisamos un día antes? ¿anunciamos por la radio? “Se le avisa a todo el que ande por aquí, el próximo lunes, como a las siete de la noche, que me caeré “. Sigue diciendo la experta: “Esta situación incongruente pone de manifiesto nuestros errores de predicción: predijimos que la secuencia de X sería Y, pero luego los acontecimientos se desarrollaron de forma inesperada a través de B. Nos equivocamos en nuestra predicción de lo que ocurriría. Ya no es coherente”. “Reírse de esa situación es una forma de resolver la incongruencia formulando una nueva interpretación cómica, más coherente, de lo que presenciamos”. Luego sigue con la expresión facial: “ante esta situación sorprendente e incongruente, nuestro cerebro busca información que nos permita interpretar lo que está ocurriendo y reaccionar en consecuencia. ¿Qué nos comunica el rostro de la persona que tropieza? Lo que descodifiquemos determinará nuestra reacción”. Mostrando unas imágenes de caídos o a punto de caerse, concluye que nuestra reacción también estará condicionada por la cara de la persona que se cae. Así, cuando percibimos perplejidad en la expresión facial de la persona que había sido víctima de su torpeza (una mirada de desconcierto, sorpresa o asombro), esta información crea un contexto que desencadena nuestra risa. Ya entiendo: o sea que cuando vamos en el aire, hay que poner, de inmediato la cara más angelical, más desenfadada, antes de caer y así evitamos risas burlonas. Para eso hay que ensayar y ensayar a fin no ser el blaco de tanta insensatez. Por lo pronto habría que reglamentarse y multar a quien se le ocurre morirse de risa en cuanto otro este el suelo, ya revolcado. Reglamento que regula la risa de terceras personas cuando otra se cae. Iniciativa de ley para erradicar las carcajadas en presencia. Luego aportan ustedes otras. Por cierto: la psicóloga se pregunta al final que sí qué pasaría si ella se cae. Enseguida autoriza, "En este sentido, espero que se rían cuando yo misma tropiece en la calle". Significa que habló desde la barrera, casi refrescante de su consultorio sobre algo que no ha vivido. De acuerdo. Se vale. Pero el día que tropiece, ya veremos. Ya veremos. Por Miguel Ángel Avilés
Yo no sé si la delincuencia se acabará algún día o propio de la condición humana, durará para siempre. Yo no sé. Lo cierto es que, desde que tengo memoria, y considerando que es el Estado el del poder y el dueño de la facultad para ir tras ella y castigarla, pensábamos que todo sería algo así como un combate entre el Canelo Álvarez contra de Alfredo Adame con todo y sus patadas, o Javier Solís en mano a mano con Natanael Cano o Manchester City contra el Cruz Azul. Así de fácil. Así de asimétrico. Atacan dos, defienden cuatro. Esa era mi lógica y no teníamos porqué sufrir los siniestros del crimen. Los buenos eran dueños de lo más efectivo a fin darle en todo un 10 de mayo a los que trasgredían la ley y atentaban en contra de la vida, la integridad, la salud y el patrimonio de esa gente que había decidido vivir de lo cosechado por ellos mismos y no del botín que lograban a costillas de lo ajeno. Así pensaba yo, pero entiendo que eso era parte de mi inocencia que hasta ahora conservo. Preciso: de mi inocencia y de lo que tenía frente a mí en un periódico, en la tele, en las pláticas entre adultos y de los macanazos que le propinaban al delincuente habitual de la colonia que se había robado un estéreo, un tanque de gas, la manguera que vio junto a la puerta, el medidor de la luz o un pantalón levis 501 que estaba colgado en el tendedero expuesto al sol para secarse. Eran muchas las películas que había mirado seguramente y como en estas, los buenos vencerían a los malos, volvería la calma, se iría el peligro y todos viviríamos felices para siempre. El tiempo pasó y de esa delincuencia que viví de niño en donde lo más peligroso lo fue esa banda llamada de Los Pantaloneros de los que hablé tres renglones atrás, pasando por una vecina mal encarada que se metía por las ventanas a las casas para robarse los cuentos de la Pequeña Lulú, Archie, Hermelinda Linda y demás nos trasladamos al crimen de alto impacto, suculenta materia prima de revistas como La Alarma, en donde podías ver a descabezados, apuñalados, quemados y así, hasta llegar en años digamos recientes a los sucesos en los cuales destacaba el bautizado como crimen organizado, ese que no puede explicarse su existencia sin la complacencia del estado. Con sus excepciones, policías y delincuentes vivían aparte y no era común identificarlos como la arena y el mar entrelazándose por la marea, no sabiendo a ratos quien es una y quien es el otro o en qué momento consiguen separarse para dejar claro que no existen el uno para el otro. La ciudad de ustedes y la mía eran más chicas lo cual permitía la interacción gustosa y hasta admirable con los guardianes del orden a quienes se le llegó a ver con cierta idolatría pues frente a una pandilla, dos rufianes o unos cuantos bandoleros eran demasiada pieza. Pudo rayar en el estigma al considerar que alguien de rostro agrio y greña poblada de orzuela indiscutiblemente era un delincuente pero tal vez era una forma de pintar raya y confiar que en el otro frente estaban los honorables y bien portados, incapaces de estrechar lazos de amistad con el equipo contrario o andar intercambiando camisetas entre sí porque luego ocurría el desprestigio de la corporación y esta empezaba a desmoronarse porque algunos elementos habían cruzado la rayita para sumarse al grupo de los forajidos. Creeré que la fuerza pública vencía siempre porque su aliado era el pueblo bueno y sabio, y juntos eran dinamita. Sí, es una cursilería o un lugar común resumirlo así, pero quiero decir que había una especie de pacto ya que, por encima de todo, nos importaba la tranquilidad y queríamos conservarla. Pero de pronto algo pasó y si las causas son muchas, no es ahora ni el espacio suficiente para enumerarlas, más bien, tenemos que aceptar que la corrupción y la impunidad rompieron el dique que separaba a los perseguidores - el Estado - de los perseguidos - los criminales y más pronto que tarde la promiscuidad delincuencial ya no distinguió colores, al punto de que ese antagonismo dejó de ser tan marcado y entre sí ya parecen sinónimos. La violencia agarró parejo y al interior de las fuerzas del orden la trasgresión de la ley, el dinero mal habido, los abusos de poder tomaron un rumbo exponencial que no tiene para cuándo detenerse. Los causantes de secuestros, de asaltos, de robos, de saqueos, y otras conductas parecidas estaban aquí y allá, pero tomados de la mano y a la postre, como gobernados o como ciudadanía, nos quedamos solos, desamparados, sin que nadie garantice nuestra protección y en clara desventaja ante una ofensiva incansable, dispuesta a seguir aumentando las cifras de muertes y de terror. No. Desde años atrás pero sobre todo en la historia reciente, el Estado, en ningún nivel ya no es el gran protector, sino al contrario, jugó a traición y en nombre de la democracia nos grita ¡arriba las manos! "Si no puedes con el enemigo, únete a él" pudo concluir y así lo hizo, sin pensarla dos veces. El mal nos tiene a su merced y a tiro de piedra. Cuánto riesgo y sin mucho por hacer porque es su ofensiva, estamos en clara, muy clara desventaja. Mírenlos: ahí vienen, son insaciables. Así no se puede. Defienden dos, atacan cuatro. Y aún hay más. Por Miguel ángel Avilés
Según la primera definición que encontré, el mentado etcétera es una expresión que se usa para sustituir la parte final de una enumeración y evitar seguir detallándola por ser muy larga o por sobrentenderse lo que sigue con facilidad. No obstante, a mí me sigue pareciendo una palabra que solo aviva, le aplaude, auspicia a la flojera, a la apatía, a la huevonada, a la holgazanería y estoy convencido de que, el culpable de su existencia, era un gandul, un perezoso, un haragán de marca o un tipo incapaz de encontrar las palabras adecuadas para continuar la marcha de su redacción y llegar hasta donde topara. Si era reportero, pudo consultar un diccionario Si era abogado pudo agarrar un libro de los que tantos hay y aceitarse para seguir escribiendo Si era un médico pudo marcarle a un colega que era amigo de un egresado de letras hispánicas de la universidad que quieran y sopearlo en torno a otras palabras que le ayudaran a continuar ese escrito que terminó con una palabra que , tal vez , nadie entendió. "Me confesó que me quería, pero luego me dijo etcétera. Ha de ser un piropo en griego" "¿Etcétera? ¡Eso lo serás tú! Por eso la palabra etcétera me cae gorda y siento que su utilización afea cualquier texto. Si me apuran, la veo como una tachadura, como un literal escupitajo o una mancha de café, derramada sobre un escrito impecable. Así la veo. Arriba dice que sirve para sustituir la parte final de una enumeración y evitar seguir detallándola por ser muy larga o por sobrentenderse lo que sigue con facilidad. Eso creen. Pero lo que yo percibe es que logra un efecto contrario. Deja en ascuas a un lector, que esperaba leer la mejor descripción en eso que leía , pero , de repente, aparece el mentado etcétera, como si lo que estaba haciendo le quitaria horas y horas de su vida, o tres noches con sus días o toda una pandemia y avienta el bote hacia nosotros para que interpretemos. Ah qué comodidad la suya. En primer lugar, no es cierto que nació el etcétera para evitar seguir detallando. Eso me parece a mí. Fue más bien, porque a su autor, se le acabó el parque de su imaginación, no tuvo más palabras con qué dispararnos y entonces se sacó de la manga ese extraño vocablo llamado etcétera. El jefe de redacción lo estaba apurando ya que el cierre estaba al punto de las doce y aquel vuelto loco se sacó de la manga esa palabreja y así cerró la nota: etcétera. Quizá así le decían a una tía suya - la tía Etcétera-, o ese era el nombre de la comunidad donde nació- San Etcétera de los tomates - o era el nombre que habían escogido para una yegua y, viniéndosele a la mente, recurrió a ella, para salir del atolladero. Quizá. Porque creo que ni para eso sirve ya que no es una palabra homófona, o sea que junto con otra palabra se pronuncian igual, pero tienen significados diferentes y tampoco es homógrafa, es decir que dos palabras se escriben igual, pero tienen significados diferentes. Tampoco es una palabra polisémica . Imaginemos: Etcétera y Etcétera. La primera es una expresión que se usa para sustituir la parte final de una enumeración y evitar seguir detallándola por ser muy larga o por sobrentenderse lo que sigue con facilidad. La segunda es un adjetivo para describir a un hombre o a una mujer que piensa o está convencido que está diciendo cosas muy interesantes frente a un público pero en realidad está diciendo puras tonterías, redundancias o lugares comunes. “Ese tipo es un etcétera“ “Aquella señora es un etcétera” “Me choca la gente etcétera“ Significa entonces que esta palabra vino a este mundo única y exclusivamente a cumplir la función que ya todos conocemos. Punto. Si no me creen, hagan el intento: utilícenlo como nombre propio y a su siguiente hijo o hija pónganle así: “ María Etcétera “ “Karina Etcétera “. Y en masculino está peor: “Raúl Etcetero ““Miguel Etcetero” “Étcetero de Jesús” _ Adivina quien vino” _ ¿Quién? _ Doña Etcétera. Me ponen así y no salgo a la calle. Tampoco es útil como sustantivo propio: “Abarrotes El Etcétera ““Carnicería “ Mi Etcétera “ Rancho “Los Tres Etcéteras”. Ya no digamos en diminutivo: etcétera. Ven, es imposible. Eso creo, supongo, me imagino, considero, estimo, a lo mejor, etcétera. Tampoco me parece que haya surgido porque se sobreentendía con facilidad lo que continuaba. Eso creyó él o lo inventó para justificarse después cuando le dijeran que lo que había escrito, era un galimatías. Eso hay que dejárselo a los lectores y que sean ellos los que lo llenen al autor de tal palabra, de insultos, piropos, reclamos, cuestionamientos, injurias observaciones, embrujos, escupitajos, análisis, escrutinios, condenas, etcétera. Sí, porque si esas vamos, al rato haré algo peor que lo que están leyendo y para evitar las críticas, dejaré una palabrita por ahí medio sangrona, por si las dudas y, el día de mañana, justificaré todas mis tonterías, arguyendo que todo se sobreentendía o que estaba por demás, seguir detallando y así. Por eso insisto que el culpable de su existencia, era un huevón o un tipo incapaz de encontrar las palabras adecuadas para continuar la marcha de su redacción y llegar hasta donde topara. Tan lo era, que no conforme con arruinar lo que estaba haciendo e inventar ese término, el muy vil (o la muy vil) lo abrevió. ¡Lo abrevió! Son marranadas: estábamos a punto de leer la gran obra, pero bostezó o le dio hambre o tenía que irse al baño y antes de irse, puso un punto final con el famoso etcétera, que ahora, para no provocar tanta fatiga, basta resumirlo en etc. y ya. Habráse visto. Esto, para la lingüística o para cualquier disciplina o ciencia, me parece algo así como una profanación, una violación, una irreverencia, un perjurio, un desacato, una rebeldía, una insubordinación, un daño, un detrimento, una lesión, un menoscabo, un quebranto, un agravante, un deterioro, una inconveniencia e, incluso, un largo etcétera. ¡Habráse visto! Por Miguel Ángel Avilés
Durante el sexenio de Guillermo Padres, ex gobernador de Sonora, algunos choferes de taxis y concesionarios se quejaban mucho del trato abusivo que les daba la dirección del transporte, inventando cursos o verificaciones que solían cobrarselos muy caros o así les parecía. Lo mismo ocurría en otros estados de la República y los trabajadores del volante reaccionaban igual. Era mucho lo que se hacía contra ellos y en su lucha estaban casi prácticamente solos. ¡Qué abusivos! Los pasajeros que escuchamos esas historias y empatizando con ellos, nos sumábamos a su indignación pues según las cifras que referían, sí que las autoridades se estaban pasando de tueste. Cómo sentían nuestro viaje, corto o largo, se convertía en terapia de grupo o casi en un mitin en donde todos los de abordo arremetimos contra el gobierno , le tupimos al infumable gobernador y despotricamos augusto contra los excesos del poder. Por poco y nos bajamos del carro para iniciar una huelga de hambre ahí merito. Me parece, sin embargo, que el servicio que ofrecían la mayoría de los taxistas, les impedían tener la voz completa para exigir el mejor de los tratos y si se les pedían que se pusieran las pilas dándole una manita - o manota - de gato a sus unidades y ellos le echaran ganitas para afinar sus modales y darle un trato más digno al usuario, pretextaban una y mil cosas para no hacerlo y así siguieron en las mismas o siguen las mismas, nomás que ahora en otro contexto y en otras circunstancias. No pasó mucho tiempo para que llegara uber y eso más enojo. Argumentaban que era una competencia desleal, que no eran controlados por la dirección del transporte y no pagaban impuestos. Dijeron también otras cosas pero no las puedo citar aquí y además los destinatarios se enojarían mucho. No conforme con eso, se plantaron en algunos lugares como palacio de gobierno para expresar su descontento y exigir trato parejo a favor de todos quienes prestaban un servicio de este tipo pero nada tolerantes se ponían hacia alguien que apoyara a uber o les recordaba el lema "renovarse o morir" porque de lo contrario, si mantenía sus carros en malas condiciones, si continuaban dedicándose a ciertas prácticas relacionada con la droga, el alcohol y el lenocidio,la modernidad les pasaría por encima y terminarían volviéndose polvo de otros ayeres. Fueron muy pocos los que lo hicieron y ni modo, todo se tuvo que dejar a la ley de la oferta y la demanda y a las preferencias de cada usuario. Ahora tenemos esas dos opciones en donde, por un lado- sin ser todos- sobresalen unidades envejecidas con choferes mayoritariamente desaliñados quienes a la hora de cobrar parece que quieren recuperar lo que no han ganado en dos días. Algunos optan por recorrer la ciudad y otros deciden quedarse en el sitio o en la central respectiva de su preferencia o la que pertenecen. No sé si actualmente la dirección de transporte les de un buen trato o los mantenga a raya, pero todo indica que ya no y por eso ocurren abusos como desde algunos años para acá , cometen los taxistas que están en la central de autobuses o sus alrededores. Estos choferes que suelen abordar a todo aquel que salga a la banqueta después de viajar por horas, no se tientan el corazón al momento de fijar la tarifa las cuales están muy por encima del precio promedio cuando se requiere sus servicios. Mas de uno habrá vivido una experiencia así con estos señores que, sintiéndose arropados por la cobija de la impunidad hacen y deshacen sin que ninguna dependencia o autoridad les ponga un alto. Peor aún: si eso hacían con pasajeros locales o nacionales, el abuso ha aumentado considerablemente, con la llegada de migrantes extranjeros a quienes al cobrarles si que se les pasa la raya. Esta semana precisamente el testimonio de una trabajadora de las que venden los boletos para viajar, nos cuenta que ella y su esposo tuvieron que salir en defensa de uno grupo de personas a las que un taxista pretendía cobrarles, sin pudor alguno, ochocientos pesos de la central de autobuses al centro. ¡Qué abusivos! Como esta historia de exceso hay otras más que se quedan nomas como evidencia de lo que pasa con los que ofrecen este servicio, pero continúan haciéndolo porque no hay consecuencias de sus actos ni reciben sanción alguna. Solemos quejarnos mucho por el trato que se les da a nuestros compatriotas, allá del otro lado de la frontera y señalando con furia cualquier hecho de esa naturaleza. No obstante, al ver lo que aquí pasa, tenemos que aceptar que no nos distinguimos ni tantito. Las ganas de pasar por encima de nuestros semejantes pues, no parece tener una sola nacionalidad. Somos defensores de mejores tratos solo de dientes para afuera, en tanto no se nos presente la oportunidad de cometerlos cualquiera de nosotros. Ni hablar, así somos y de ese tamaño es la incongruencia a la hora de analizar que tanto empatan nuestro decir y el hacer. ¡Qué abusivos! Por Miguel Ángel Avilés
Todos los niños y todas las niñas desean cumplir sus sueños. Algunos no abandonamos ese privilegio de la niñez, en tanto que, aun de grandes, continuamos soñando hasta conseguir lo deseado. Estamos de pie y seguimos adelante, mientras prevalezca una ilusión. A diario y a ratitos, percatándonos o no, picamos piedra y damos un paso adelante, hasta que, por fin, aquella fantasía se vuelve realidad. Esas conquistas son inmediatas, otras se prolongan, las más, sin embargo, llegan en el momento justo. Ni antes ni después. Ilusiones por culpa de una promesa, ilusiones por contagio, ilusiones por vocación, ilusiones por entereza, ilusiones inducidas por la publicidad, ilusiones genuinas, ilusiones imposibles de cumplir, ilusiones comunes nacidas de la tradición, ilusiones. Según mi ya recurrente diccionario de cabecera Yasmin- español, la palabra ilusión significa "Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva. También es un "sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de conseguir algo que se desea intensamente". Esto último le atina, al dejar claro que una ilusión no comulga con algo indeseable. Una ilusión no se concibe sino está de por medio la alegría, lo bonito, el disfrute. Es decir, nadie tiene la ilusión de que lo atropelle un carro. Tampoco se tiene la ilusión de caerse en una alcantarilla o que toquen la puerta de su casa a las cinco de la mañana, un domingo, ni se tiene la ilusión de que tu reloj te despierte con una canción de Natanael Cano o te regalen una colección de todos los estandoperos de Comedy Center. ¡Dios Guarde! En cambio, como los niños que fuimos, que seguimos siendo, nos podemos ilusionar en espera de nuestro cumpleaños o porque ya viene navidad o porque Santa Clos vendrá a tu casa o porque tu papá regresara del cielo a verte o porque esa joven te aceptó la invitación para ir cine. Nace una ilusión porque te dijeron que el fin de semana te llevarán a comer mariscos, o pizzas Jessy o pollo asado al carbón o porque irás a la ciudad de México o, asistirás por primera vez a la lucha libre o irás a pescar o porque ya está a punto de publicarse tu más reciente libro o porque en los próximos días te entregan el carro deseado. Estar ilusionado o mantener una ilusión es oxigenar tu momento de vida, es un combustible que te ayuda a seguir viajando con alegría en espera de que se concrete lo que esperas. El viaje puede tardar años, o por diferentes motivos, no lograrse nunca, pero es muy importante que la llama se mantenga encendida con la suma de cosas que harás para que estas sirvan de carburante y no quede por ti o por quienes también ponen de su parte a fin de conseguirlo. En este abanico de deseos te puede ilusionar lo más simple o lo más convencional, de tal suerte que basta asomarte por la ventana para contemplar lo anhelado o salir a caminar y encontrarte con lo ambicionado. Pero a la vez se puede volverse una ilusión el conocer una ciudad lejana o comer un fruto que solo lo encuentras en el último pueblo del continente africano o apetecerías cohabitar con Shakira o estar con ella en una playa desierta. Para lograrlo ya dependerá de la titánica labor que uno realice ( o la que realice Shakira si me quiere encontrar a mí) o de plano, te rendirás convencido de que nunca de los nuncas esto se hará realidad. Hay otros casos que por más singulares que parezcan y que en muchas otras ocasiones bastaría un NO para que el ilusionado se calme y olvide , pero se hace trabajo en equipo y se cumple . Lo hemos visto en programas de televisión en donde alguien tienen la ilusión de volver a encontrarse con su abuelita después de treinta años sin verla y con todo el dinero del mundo y sabedores del rating que eso provoca, salen a buscarla por cielo, mar y tierra hasta que dan con su paradero o consiguen a una casi idéntica, la hacen pasar como tal y ahogados en llanto se abrazan, prometiéndose en juramento, no volverse a separar jamás. Sin embargo, hay casos en donde la ilusión es provocada por lo que menos se esperaría o de cada millón de encuestados, uno, cada veinte años, desearía conocerlos ,estar frente a frente y sumarse con pasión y felicidad a ese grupo, como si se conocieran desde siempre . Es la historia de Luis quien a sus tres años tenía el sueño o la ilusión de conocer a los voladores de Papantla y perseveró hasta lograrlo. ¡A los voladores de Papantla! No a un cantante de música infantil, no a Chabelo, tampoco a un equipo de fútbol o de béisbol o a Octagón o a Pepa, sino a los voladores de Papantla Ignoro donde pudo darse cuenta que existían, quizá en la expo ganadera, pero convertido , de pronto, en un gran admirador de la danza y ritual de los voladores de Papantla , mi ahora admirado Luis viajó con su familia desde Hermosillo, Sonora, hasta el pueblo veracruzano para cumplir su anhelo de ser un volador. Por obvias razones, esta odisea de Luis y su familia ha sido difundida en redes sociales y ha generado mucha popularidad en esta zona del norte de Veracruz, tanta que e incluso el alcalde de Papantla, buscó platicar con el carismático niño y su familia. Ni tanta distancia fue impedimento para conocer en persona a los voladores, luego de que en mayo cuando en un evento en la ciudad de Hermosillo, presenció por primera vez la danza que le provocó inquietud y demasiado interés o más bien dicho,una ilusión. Verlo tan feliz y extrovertidamente dispuesto a realizar cualquier ejercicio que le pudieran , resultó una maravilla y un ejemplo de que es posible conquistar victorias aun a temprana edad, cuando está de por medio el amor, la pasión y unas ganas infinitas de pisar ese territorio , tan libre y seguro como esos pájaros que un dia cualquiera dejan el nido, abriendo sus alas y, bellamente, se echan a volar. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
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