Por Pacas
Saúl Holguín Cuevas NOTA: Por mucho tiempo cultivé una escritura complicada. Quizá al principio intenté un guiso combinación de Rulfo y Borges en salsa achicanada. Rumiento y por cumplir los 67 años de vida, 43 de escribir, me alejo, en parte, de la escritura. Consciente que se acercan las sombras, presiento que no me alcanzaría la vida, ni la lucidez para planear, escribir, sufrir y concluir lo que sería mi cuarta novela, después de Barrioztlán, Verde y Lala. Me resta un poco de cuerda para intentar una escritura más sosegada. Aunque sencilla y breve espero poder comunicar un cachito de vida. Aquí comparto la primer entrada. Regreso a la Pacoima del recuerdo, a la casa de mi tío Pedro. Ya de tardeadita salimos a disfrutar los últimos rallos del tibio sol, Es güeno pa’las riumas. Hora de merendar. Me encamino cuadra y media el restaurante indio-paquistaní, Nihari House ya cerró, queda pendiente un biryani, ya de sea de chivo o de borrego. Cruzo la calle a la panadería Carrusel. Me cargo con pupusas, una bola de plátano rellena de frijoles, empanadas dulces, atole de avena y una sublime horchata. De regreso a casa comparto. FOTO: parte de la oferta de la Panadería Carrusel. © Saúl Holguín Cuevas
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La novela policial II
Saúl Holguín Cuevas De acuerdo con el diario El País, estas son las mejores cuatro novelas del tema. Doy por orden cronológico. 1930: Segundo lugar: HALCÓN MALTÉS del que se considera el padre de la novela negra, Dashiell Hemmet. Hablaba de primera mano pues el mismo se desempeño con la agencia de detectives Pinkerton, la obra refleja su labor. Aquí el protagonista es un cínico al estilo de Hollywood, faldero de primera, encama a su cliente, a la esposa de su socio y ni siquiera se imputa cuando matan a su socio. 1934: Tercer sitio: ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS de Agatha Christie. Se trata de un crimen casi perfecto resuelto por las pequeñas células grises del detective Poirot. Aparte de la tele, hay dos versiones cinematográficas. La de 1974 es mejor que la aparatosa de 2017 que abusa de los efectos especiales, cuando bien se habrían usado auténticos paisajes nevado. 1946: La mejor de todas: EL SUEÑO ETERNO de Raymond Chandler. Corre la sangre y todos son culpables, o por lo menos pecadores en mayor escala, como dice el tango, el mundo es una porquería: enzoquetados en alcohol, tabaco, traiciones, desviaciones, crímenes. La novela de cuidada elaboración tiene sus encantos, a pesar de tanto muerto. Abundan en frases entre ingeniosas y sarcásticas, bien cargadas de argot gansteril. Así es amigos. Si gustan de un detective privado un mucho sarcástico, bebedor empedernido, un tanto homofóbico, pero incisivo y hasta un tanto idealista, posible disfrutarlo en el inglés original gracias a Gutenberg Canadá. 1960: Cuarto puesto: THIS SWEET SICKNESS de Patricia Highsmith. Pausado relato de un sociópata y su amor por una mujer casada ya dos veces y con hijos. La escritora ingresa en el Partenón de la fama con la cinta The Talented Mr. Ripley. Da vida a personajes atormentados, al estilo y bajo la influencia de Dostoievski. Aclaro, no voy a comparar ni a Collins, ni a Chandler, ni a Christie, ni a Highsmith con Homero, Dante o Dostoievski, pero como dice el Ciego Sagrado, tienen cierto encanto y su lectura me alejó, por instantes, de las enmarañadas mañas de políticos rateros, asesinos, embaucadores. ¡A leer! Poe: “Los crímenes de la calle Morgue” (1841). “El misterio de Marie Rogêt “(42). “La carta robada” (44). Conan Doyle. Estudio en escarlata (1887). El sabueso de los Baskerville (1900 – 02) © Saúl Holguín Cuevas |
Saúl Holguín CuevasBrevis kurrikulum vitæ Archives
February 2023
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