Por Saúl Hogluín Cuevas
Cine italiano 2 ¿POR qué me atrevo a escribir sobre la Guerra si sólo la conozco en la tele? Aclaro. A mi generación la condenaron a masacrar y morir en Vietnam. Años después atestigüé las secuelas. Un familiar, veterano del conflicto, con el espíritu herido y el cerebro desorientado por la pesadilla de matar inocentes y sepultar compañeros, destrozó su hogar. Su anónimo sufrimiento aconteció a medio mundo de distancia del campo de batalla, todo sin uniforme bien prensado, ni desfiles, ni retumbar de tambores, ni estruendo de trompetas. Retratar la guerra es fácil, destrucción y muerte por todos lados. Pero, dónde quedan los espíritus sensibles. Mientras revoloteaba el tema desfilan por mi mente algunas cintas que aún me acompañan: La antibélica Sin novedad en el frente (1930); La demencia total de Apocalipsis ahora (79; Redux 2001), de Slaughter House Five (72), de Gallipoli (81); La violencia poética de Thin Red Line (98); Las locura de Rey de corazones (66); La cara humana en Best Years of Our Lives (46), de The Cranes Are Flying (57); la enorme trilogía, La condición humana (59-61) de Ichikawa, cumbre del género. Inclusive, como olvidar al guerrero alcanzado por una lluvia de flechas, imagen que nos legó Kurosawa en El Rey Lear (Ran, 85). La trilogía de la II Guerra Mundial de Roberto Rossellini comprende: ROMA CIUDAD ABIERTA (45), CAMARADA (46) y, ALEMANIA (48). Roma anticipa la cumbre del neorrealismo, Ladrón de bicicletas de Da Sica. Aunque, no estrictamente neorrealista pues, en Roma actúa la Musa de Fuego, Anna Magnani y el gran Aldo Fabrizi, dos grandes. Se trata de la vida, como dice un personaje, sucia y brutal. En efecto, no hay concesiones. Con los estudios en llamas y, para horror de los rotarios que sólo admiten imágenes angelicales de sus ciudades, Rossellini aprovecha las ruinas, sale a la calle y filma las escaseces. Pero aún entre los escombros bulle la humanidad: Las mujeres valientes, los héroes que no claudican ante la tortura y mueren con dignidad, la traidora que por droga y un abrigo entrega a un valiente, hasta los niños colaboran a la causa. Demoledora denuncia de los fascistas, tanto alemanes como italianos. Rossellini los conocía bien, ya había filmado varias películas propagandísticas para ellos. Paisano teje seis capítulos unificados por el tema de la solidaridad. Se derrumbaba el fascismo, apretaban los aliados y los partisanos. Fellini y Klass Mann, el hijo del escritor, colaboraron en el guión. Desfilan extranjeros armados, agentes de la muerte, el pueblo padece bombardeos, crueldades, hambrunas… También desfila la mujer que imaginó el amor y se quedó esperándolo: Ustedes los armados, alemanes, fascistas o americanos son lo mismo. En Alemania, el director internaliza su miseria, había muerto su hijo pequeño. Recrea la tragedia en la pantalla. Un pequeño sobrevive por un tiempo y al final de la cinta muere en el Berlín destruido por la barbarie nazi. El pueblo hambreado se la rebusca para mal subsistir, las mujeres ofertan el cuerpo, hay adultos depredadores y sus víctimas, los niños, auténticas hormiguitas en el torbellino. Con estas tres cintas ya se reservó el ateur un espacio privilegiado en el Edén de los directores. Atrasito vendría una trilogía existencial con la Musa, Ingrid Berman. De eso hablamos la próxima.
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Saúl Holguín CuevasBrevis kurrikulum vitæ Archives
February 2023
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