Saúl Holguín Cuevas recuerda los momentos fuera del aula con el Profe Alarcón (Lectura en voz alta).
Dani, estimado Ed: ahora questamos honrando al Profe, sale un reciclado, con su chainiadita, de un rollo en la revista Puentes, y buti tenkius al chif Rosales, por darnos chanza de compartir con la family de Peregrinos. Primerita. Batos y Rucas: vivo en La Finiquera, otros le dicen Phoenix, una caldera canicular de chubascos armados que revolotean por frigüeys, y de mols atascados de pericos gandallas que con el rollo de “Ponte feliz infeliz” padrotean monstruos de estuco y ranflas chafas. Uno de tarugo se lo cree y le ensartan chantes y carruchas que hay que chingarse muchos años pa medio pagarlas y, si se atrasa con un bil, pronto le agandallan chante y ranflas y lo echan a la calle encuerao y a pata. Dicen los que saben que cuando cae la Pelona, la Muerte le llaman los románticos, La Zinfurria le decía mi tío Chencho, recordamos seres queridos i a nuestros Maistros y, pa no desentonar, Maistras. En castilla se necesitan dos palabras, en pikinglich con chicher basta. Con gusto recuerdo a uno de los pocos firmes, su placa: El Profe Alarcón. El que no asegunda labrador no es. Recuerdo cuando Tony Cárdenas me sugirió hacerle una visita y que cargara al Profe. Apañé un tres cuartos de un amargoso néctar ambarino, por algunos blasfemos llamado cerveza. Nos parqueamos bajo el freskito de la noche. Pa variar, el Profe se puso a turikear de tochiro: filosmuysofos y muy locos, religión, litera literatura, pintura de brocha cara… Agarraba un tema y lo zangoloteaba, y cuando más bartolo me tenía, me acerca su vaso, ya vacío: “Échale”, quería más pisto. Hoy, tiempos todos hechos la mocha, de bueno–bye, aún saboreo esas pláticas afuera del escuelín, lejos del bulcheteo del catedrático tapado, de sus libros envenenados, del papelito, de la wacha y corretear la lana pal parqueadero. Los invito a salir a la calle con sus masters, a echarse un chanate o un pistito, a preguntar y aprender. Y no hay tercera sin segunda. Ya me voy a borrar, pero antes quiero preguntar: ¿A qué congalito le caemos después desta platicada. Estoy listo a gritar: ¡Que sirvan las otras, El Nelson las paga! Chainiadita: sacra brillo; Un rollo: una plática, un escrito; Buti tenkius: muchas gracias; Chif: de chief, jefe, en este caso editor; Frigüeys: autopistas; Mols: de mall, centro comercial; Pericos gandallas, vendedores habladores y ladrones; Padrotear: prostituir; Monstruos de estuco: caserones debiluchos levantados de la noche a la mañana, color crema agria con pinta de palacetes; Ranflas chafas: autos de mala calidad; bil: pago, mensualidad; Chante: hogar; Pikinglich: idioma inglés; Chicher: de teacher, así pronuncia los niños la palabra que equivale a maestra; Placa: nombre; Apañar: puede ser comprar, robar, agarrar, traer; Amargoso néctar ambarino: cheve (cerveza) de la abadía Trapense; Parkeamos: estacionamos, nos detuvimos, no necesariamente que iban en auto, pudiesen ir caminando, también llegar a un sitio y quedarse; Turikear, turica, quizá teorica (de teoría): habla(r); Tóchiro: de todo; Zangolotear; sacudir con violencia; Bartolo: atontado, confundido; Pisto: trago; Bueno–bye: hola y adiós; Escuelín: en este caso universidad; Bulcheteo: de bullshit; mentir, bromear; tapado: tradicional, severo; Papelito: diploma; Corretear la lana: buscar monedas; Wacha: de watch, reloj; Chanate: café; Pistear: tomar un trago espirituoso; Borrar(se); irse; Congalito: cantina, casa de mala reputación; Caemos, de caer: ir, asistir. C/S.
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Por Saúl Holguín Cuevas Saúl Holguín Cuevas honra a uno de sus profesores En el pasado la educación universitaria fue para los ricos y poderosos. Después de la Segunda Guerra Mundial y gracias al GI Bill, un puñado de chicanos, sobrevivientes de la matanza pudieron estudiar en la universidad. Habría que esperar hasta las marchas y protestas iniciadas en 1968, cuando, por vez primera, la universidad abrió sus puertas a hijas e hijos de obreros, de campesinos inclusive, hasta pintos (prisioneros liberados) con deseos de rehabilitación. Chicano Studies arrancó con algunos cien estudiantes en 1969. Afortunado yo, caminé entre las huertas de naranjos del San Fernando Valley State College (hoy CSUN) allá en ese lejano septiembre 1970. Fue antes que edificaran la Biblioteca Oviatt, antes que pintaran los murales en Chicano Studies; entonces, lo admito, no sabía ni madre y no estaba preparado para cumplir con los estrictos requisitos académicos del estudio universitario. Gracias a un generoso apoyo económico, a consejeros y, sobre todo, a profesores dedicados y muy pacientes, con el tiempo arranqué un título universitario que con orgullo cuelga en una pared de mi casa, no para presumir, pero como estímulo para las nuevas generaciones. Medio siglo después aquí estoy, los zopilotes se acercan, pero antes de que lleguen deseo patentar mi agradecimiento a uno de mis profesores/mentores/amigos que entonces me apoyaron y guiaron mi camino: Veto Ruiz. Gracias a un temachtiani * como Veto, hoy conozco un poco de nuestra cultura y estoy
orgulloso de ella, escucho nuestra música, admiro nuestro arte, nuestra culinaria, leo nuestra literatura. No solo la estudio y la disfruto, la comparto. Destaco la labor de maestros como Veto pues, por lo general, la gran mayoría de profesores universitarios se refugian entre libros y en sus ansias de trepar y publicar enredados tratados semi plagiados, y aunque deben, no hacen trabajo comunitario, es más, ni siquiera saben en dónde está el barrio. Veto no solo habla de los campesinos o de la educación de los pobres, él es hijo de campesinos y sabe lo que es trabajar la tierra y andar tras las cosechas. Aparte de dedicarle medio siglo a la enseñanza, aún invierte gran parte de su vida al activismo, siempre con la meta de mejorar las condiciones de nuestra gente a través de la educación y el arte, la música en particular. Gracias profesor, MUCHAS GRACIAS. * NOTA: dice el sabio Miguel León Portilla que un temachtiani no es solo un maestro, sino también un guía y un pilar fundamental en la comunidad. Foto 1: ©José Reyes García. Agradezco a mi amigo de siempre la amabilidad de permitirme publicar esta bella foto, con carácter de exclusividad. Él también, medio siglo atrás, fue alumno de Veto. Foto 2: Cortesía del profesor Everto Ruiz. |
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November 2024
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