Por Saúl Holguín Cuevas
Este feriado, en pleno bacanal televisivo de football, mientras se emborracha y se embota de PAVOTE biónico que fue empanzonado con hormonas, antibióticos y demás magias químicas, congelado, descongelado, estofado; válido recordar una cena solidaria que se tornó en especie de Última Cena. Nada importa que para los peregrinos [1] el día de dar gracias ayunaban y rezaban. Fue durante la Guerra Civil que Lincoln lo declaró feriado nacional. En efecto, el thanksgiving lo inventó una revista, para vender ejemplares publicaban recetas de cómo darle un poco de sabor al insípido turkey. Lo he comido de mil maneras y todavía, aparte de un sublime pavo en mole rojo, sigo esperando uno por lo menos mediocre. Antes, en vísperas del feriado se acostumbraba obsequiar un guojolotillo y unos dolarillos a los trabajadores. Así lo atestigüe en mis mocedades. Hoy, dar gracias ha degenerado en afiebrado consumismo, comprar lo que no necesitamos, pero que la media, incluyendo la Telaraña Youtubera decretan que para ser felices hay que consumir. Así, tras el comelitón, el lunes estemos puestos a apurar semáforos, evitar desenfrenados que violentos zigzaguean por el freeway de precaria navegación a paso tortuguero, meta: nuestro cruel destino de reanudar serviles labores forzadas en la Esclavitud Moderna del neoliberalismo. Casi cinco siglos atrás (1564) de la Francia llegaron a nuestro continente a lo que hoy es Jacksonville, Florida, unos refugiados Entre ellos hugonotes, seguidores de John Calvin, calvinistas pues. Huían de la violencia desatada por la Contrarreforma. Se establecieron en el fuerte Caroline. En su refugio pasaron poquito más de un año cuando fueron masacrados a sangre y fuego por católicos españoles al mando de Pedro Menéndez de Avilés, que usurpó y renombró el fuerte, San Mateo; el santo y apóstol, [2] esté donde esté, estará colorado de vergüenza. En 1717 emigrantes, aunque válido llamarlos mojados pero, bien mojadotes, habían cruzado apenas cinco mil kilómetros de salada mar. Los después llamados peregrinos se establecieron en Patuxet (Plymouth) tierras septentrionales de Nueva Inglaterra entonces de indígenas. Unos buscaban aventuras y fortuna, otros huían de la intransigencia religiosa, de leyes opresivas, de deudas o de alguna fechoría cometida. Ahí, el cruento invierno apenas permite sembrar una vez al año. Para sobrevivir conviene imitar a las hormigas, almacenar alimentos, así fuesen secos o salados. Cosecha abundante, invierno generoso, pero... Los peregrinos venían prevenidos, pero el terreno cenagoso arrojó magra cosecha, escasa caza y pesca. El cruel invierno azotó, pronto el hambre y su hermana la muerte atacaron. De los 104 habitantes sobrevivieron, gracias a la generosidad de los nativos, 26 chiquillos, 22 hombres y 4 mujeres. El primer thanksgiving fue en 1621. Los wanpanoang, naturales de la región, su líder Massaoit y un tal Squanto, un traductor que manejaba el inglés, fueron invitados a compartir la flaca mesa de los sobrevivientes. Otra versión sostiene que los indígenas por ahí pasaban y se quedaron al festín. Convendría hablar de Squanto, su historia es una verdadera zaga. Al parecer fue llevado de esclavo a Inglaterra, donde aprendió inglés. Liberado, de regresó a su terruño fue hecho prisionero, terminó de esclavo en Cuba. Un sacerdote lo socorrió, compró su libertad, lo embarcó a España, escaló en Inglaterra camino de regreso a su tierra. Es probable que Squanto enseñó a los peregrinos los secretos de sembrar el maíz, el uso de yerbas medicinales y a construir con materiales por ahí abundantes. La mesa anfitriona engordó con la generosidad de los invitados que contribuyeron varios venados. Servidos los alimentos las mujeres indígenas se sentaron al lado de los hombres. Las mujeres europeas obedientes de la traición patriarcal machista sirvieron y esperaron su turno. Tres días duró el festín. Aunque entonces abundaban los pavos silvestres, no hay pruebas que se consumieron en ese comelitón, tampoco hubo papas ni pays, pues no había mantequilla ni harina. Probable se tatemaron venado, patos, gansos, se complementó con langostas, uvas, ciruelas, maíz, mejillones y cerveza. Años después: la intransigencia religiosa de los peregrinos protestantes, la lucha por la tierra y el racismo desataron el genocidio de los nativos. Así es amistades lectoras, este feriado, anticipando el primer bocado y el primer sorbo, derrame una lágrima por los desdichados descendientes de Squanto. Véalos arrastrar siglos de miseria por calles y reservaciones, diabéticos, ahogados en alcohol, diezmados por el Covid, olvidados, se arrastran por nuestra ciudad mendingando unas monedas que nadie quiere dar. Versiones anterior en Peregrinos II: 22 octubre 2019; Peregrinos III: 22 octubre 2023 ). ILUSTRACIÓN: Conferencia de prensa del Guajolotazo; diseño de Daniel Vargas Minerbi. 1 Peregrinos no es el término correcto, pues no fueron en peregrinación a un lugar santo. Al principio fueron refugiados al huir de Inglaterra y asentarse en Flandes (parte de los Países Bajos Austriacos, hoy Holanda). De ahí salieron rumbo a Nueva Inglaterra como emigrantes, no tanto para buscar el pan, pero para aislarse y evitar que sus hijos se integraran a otra cultura, eran fervientes patriotas ingleses. También más correcto colonos, pues se embarcaron para establecer una colonia. 2 Hoy san Mateo es el santo patrón de los contadores, actores, tenedores de libros, recaudadores de impuestos y taxistas.
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Por Saúl Holguín Cuevas
La cosa se anticipa mal, muy mal, de la patada. Las elecciones, las mentirotas y la ignorancia impusieron al VIOLADOR, MEGALÓMANO, EGÓLATRA, DÉSPOTA, BRAVUCÓN, LADRÓN, DICTATORIAL que en vez de retacarse los bolsillos y los de sus cuatachines, ya debería estar encomendándose al buen morir. Las cosas no podían estar peor: precios por las nubes, guerra del Putinezco que mató a su cocinero, imaginen que hará con nosotros, genocidio de mujeres y niños palestinos, amenaza nuclear de un Panzón que mató a su hermano, imaginen que hará con nosotros, cambio climático, escasez de agua potable y, para colmo, otro verano y sus cien días de temperaturas infernales. Ganó el VIOLADOR, tiempo de encomendarse a los Inmortales. ¡Cuidado! el quebrantahuesos merodea dispuesto a darse un banquete con nosotros, los otros. FOTO: Diseño anónimo. |
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