Catedral de San Patricio
Saúl Holguín Cuevas A unos pasos del vulgar desplumadero empantallado del Times Square, entre los elevadísimos templos a la ostentación y la usura, como el Rockefeller Center y el Empire State, al lado del cerrado Consulado de Venezuela, medio se alza la Catedral. Escalo en Bouchon Bakery: decepción. Aunque se dice inventada por el encumbrado ratatouille* Thomas Keller, en un tiempo considerado el mejor chef del mundo, apenas pasadero el café que sirven unas muchachillas en vasos desechables, mediocres los panecillos, reducidísimo e incómodo el espacio: En Manhattan, todos los espacios públicos, excepto los apartados de los potentados, son incómodos y reducidos a propósito: evitar que el cliente se sienta cómodo y se le ocurra quedarse más tiempo del que necesita para ordenar y largarse y abrir paso a los que siguen, que son legiones. Como las juventudes que se amontonan en el Koreatown. Hui de la impostura y me refugié a admirar el templo antes que un loco o el descuido lo reduzca a polvo y cenizas. Ignoré la estatuilla de la diezmera Madre Teresa. Me posé frente a la imagen de La Morenita* y, bebí profundo las notas de Mendelssohn, Schuman y Hindesmith que retumbaron desde los más de 7 mil tubos del magnifico órgano. Voló mi espíritu; altura que nunca conseguirán las guitarritas desafinadas, ni los coro de grillos que ahora agrietan las misas en casi todas las iglesias judeocristianas. En las alturas: concierto gratuito, antes unos cuantos. *Ratotouille: en referencia al guiso de verduras y a la cinta (2007) en la cual colaboró Keller; La Morenita es la Virgen de Guadalupe, me enorgullece ser ateo guadalupano. FOTO: David Shankbone. © Saúl Holguín Cuevas
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February 2023
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