Saúl Holguín Cuevas recuerda a don Héctor Borboa
La situación es insoportable, las guerras contra la ignorancia y la peste me arrebatan el sueño, la depre arrecia, tengo una pata en la barca de Caronte y, por si fuera poco, me llega mala nueva: cayó el Jefe. Recordé su sonrisa y su amor por la vida pausada en las alturas de la Sierra Madre donde los aguiluchos se atreven y los narcos se ocultan. Tras un largo trago de rasposo rememoré el platillo local, camarones en aguachile, que un buen día me preparó en su chante en Mochistlán. Volví a recorrer calles a bordo de su antiquísima troca que desafiando el tiempo y la lógica aún rueda por las calles de la ciudad, escala obligada, los tacos de don Chuy… De nuevo disfruté otra taza de café en compañía del Chilín, un vecino que temprano tocaba la puerta para acompañarnos a tomar el sacro líquido y platicar. Le di cran a la pianola, al ritmo de la Banda de Porfirio Amarillas sonaron Los aguacates: me aventé a chapulinear, me sirve de desahogo, Estoy juntando tostones y llenado las talegas para el día que yo me muera, que se junten siete bandas y me toquen mis canciones. (Versión instrumental al estilo de las bandas de ayer, busco las palabras en el Éter, no canto, grito). El Jefe no andaba con chingaderas, se aventaba. Con constancia y dedicación soportaba incómodo viaje en autobús por 14 horas, sorteaba varios retenes tanto de federicos inútiles como de narcos asesinos, soportaba la humillaciones y sospechas de aduanales gringos, todo, para traer manjares y golosinas y crustáceos a hijos, nietos y gorrones: a su edad, una pequeña hazaña. Gracias a ese detallito del Jefe me llegaron regañones silvestres chiltepines que me trajo desde la Sierra Madre, ¿cómo los pasó por la aduana? Así también disfruté coricos, y tamales y tortillas de harina y piernas de venado. Tampoco olvido un platillo de mi predilección, hígado encebollado que él mismo cocinó y sonriente me brindó. Y si acaso les preguntan por él, digan que el Jefe no anda de cacería, ni en Guanatos ni en Lion comprando zapatos, ni siquiera en la Finiquera, ahora se pasea por La Noche Estrellada zapateando al son de Los Papaquis: ¡Fieeerrro! Voces: Pochtecas: comerciantes de antes de la llegada de los gachupinches (españoles durante la Colonia), que caminando atravesaban lo ancho y largo del Imperio Mexica. Caronte: mitología griega, el lanchero que pasa a los muertos de la vida a la Región de las Sombras, equivale a tener un pie en la tumba; Aguachile: en otras partes le llaman cebiche de camarones; Chante en Moxistlán: hogar en Los Mochis, Sin.; Chapulinear: bailar a brincos; Federicos: Policía Federal; Guanatos: Guanajuato; Lion: León Gto.; coricos: galletitas hechas con harina de maíz; Finiquera: Phoenix, AZ.; Los Papaquis: son tradicional que interpretan las Bandas durante el carnaval; ¡Fieeerrro!: Expresión equivalente a adelante, vámonos, con doble sentido intencional. Foto: Antonio Borboa
0 Comments
Leave a Reply. |
Saúl Holguín CuevasBrevis kurrikulum vitæ Archives
February 2023
|