Saúl Holguín Cuevas recuerda al Profe.
Cuando deje mi tierra / y mis ojos se esfumen / entre nubes lejanas… * Con mi amigo de siempre, el fotógrafo Reies García, visitamos el hogar del Profe Alarcón. Aproveché la amabilidad de la recepción para pedir un carajillo. Con gusto destapó una botella de brandy español con que perfumé el café. Alabamos su guayabera, como buen maestro pronto nos instruyó sobre la diferencia entre está y una chazarilla.** Propuso una colaboración, José tomaría fotos de las 21 misiones californianas y el Profe escribiría el texto con la intención de publicar un libro. Quiero pensar, o a lo menos es lo que me dicta esta mente estropeada durante La Peste del Ratón Viejo, que fue la última vez que coincidimos. Lo conocí una vez que por este desierto anduve. Le leí parte de mi trabajo, alabó mi uso del code–switching, eso es escribir de forma atrevida y revolver el inglés con el español. No hay que olvidar que entonces cuando florecieron los estudios chicanos, la facultad de español (madrileño, real académico) censuraba nuestra manera de hablar, un tanto pachuca, campesina, espanglichada, algunos entonces nos atrevíamos a llamarlo chicano o barrio language. El Profe, como le gustaba que le dijéramos, respaldó con nuestra expresión cultural. Fue mi profesor. De entre las decenas de catedráticos que me quitaron lo tarugo y enriquecieron mi jornada por el enredado universo de libros de letras elegantes, destacaba su apasionada charla, le inyectaba voces folclóricas y callejeras, cosa rara en un mundillo académico un tanto frío, de presuntuoso y hermético hablar. Aprendí más afuera del aula, pues a menudo nos reuníamos a tomar un café o una cerveza mientras el rememoraba su amistad con escritores chicanos como Miguel Méndez, autor de Peregrinos de Aztlán (1974) o Aristeo Brito creador de El Diablo en Texas (1976); dos escritores claves de la literatura chicana escrita en español en esa década efervescente. Gustaba de las ocurrencias de Méndez, un pícaro, creador del memorable personaje El Buen Chuco, protagonista de Peregrinos; con cuánto gusto nos leyó y celebró un trocito donde el Chuco le reclama al juez. Aparte de la literatura le gustaba hablar del arte en general, su computadora atesoraba un casi infinito archivo que con inmenso gusto compartía y, con el asombro de un pequeño cuando le da el viento o le caen gotas de lluvia, me mostró un programa que analizaba obras de arte por trocitos, digamos la nariz de la Mona lisa, para dar solo un ejemplo. Gustaba comentar que una vez había cruzado la frontera del Canadá a Estados Unidos, lo acompañaban una amiga española y su esposa, una nativa de Arizona. Por aberración del destino, el migra solo le pidió mostrar los documentos a la esposa del Profe, la única con ciudadanía norteamericana, pues tanto él como la amiga eran españoles. Festejaba este incidente racista como reflejo de lo irracional que a diario se da en las fronteras. Profe: por allá nos guachamos (veremos) Profe, salúdeme a Muñoz, ya habrá tiempo de seguir periqueando (charlando) de la literatura chicana mientras nos echamos unas amargosas. *Anónimo andalusí s XIV. **La guayabera tradicional no tiene bolsillos o, tiene cuatro, dos en el pecho y dos entre cintura y pectoral, la chazarilla solo tiene dos en el pecho. Foto: José Reyes García Lectura: el Profe recomendaba el Diccionario de símbolos de Mircea Eliade.
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November 2024
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