MIM
Saúl Holguín Cuevas se pasea por el Museo de los Instrumentos Musicales en la Finiquera, reducto retrógrada donde los Republicans sacan la pistola cuando alguien se atreve a hablar de cultura. Con un descomunal retraso de 9 años, por fin, gracias a mi amigo Mateo y al sacro Xochipilli se me hizo visitar el MIM, quedé impresionado. ¿Por qué esperé tanto tiempo? Con excepción del Heard, no me atraen los museos de nuestra Finiquera. Las monstruosidades del museo de arte y el de ciencias dan horror al desierto, de por si paupérrimo en joyas arquitectónicas, por mucho que el reputado Lloyd Wright haya invertido temporadas entre estos espinos. Nuestros líderes tapados, retrógradas, prestos regalan millones a los millonarios equipos deportivos profesionales y se desentienden del arte. Su último pecado, el tan cacareado Latino Cultural Center, desde el 2009 está en veremos. Me consuela mi próximo viaje a New York en donde pienso darme usa sobredosis de arte e historia. Viaje que de ninguna manera maquilla nuestras carencias: en cuestiones de arte no estamos en pañales, estamos encueraos, punto. Mientras tanto me consuelo con el Heard y el MIM. El MIM no es un edificio particulamente imaginativo, el diseño en general es estático: (NYTimes). Es un espacio estilo tienda de departamentos, huye de la estética. Lamentable pues bien pudiese ser un sublime templo de la música; alma, bálsamo e inspiración del humano en un mundo violento donde rigen los vulgares. No se puede esperar más de un arquitecto que diseña espacios para vender no para admirar. Ya adentro, El MIM apabulla, ostenta instrumentos de 200 países y regiones, aparte de vestidos típicos y otras curiosidades. La sección dedicada a África destaca numerosos tambores hechos con pieles de diferentes animales. Música elemental, bailable, mágica, belicosa para azorar al enemigo, sacra y vulgar. Lamento la parquedad dedicada al genero Blues que junto con el Jazz son los movimientos musicales más destacados del país. Convendría tener una sala en donde se puedan disfrutar videos más extensos de la construcción de instrumentos, expresiones musicales y bailes de los cuales apenas se da una probadita. La cafetería es pasadera, pudiese ser mejor. Salí impresionado de las casi infinitas maneras de construir instrumentos con cualquier cosilla. Ganas de volver aunque conviene esperar algunos meses para digerir. Gracias por la iniciativa, potentado Ulrich, devuelves un poco de lo que te embolsaste cuando dirigías target, desde luego que los trabajadores, los que se fregaron para enriquecerte no se forraron los bolsillos; corrijo, a ustedes trabajadores de target: GRACIAS. *Foto: Al insaciable irredento, el persa Golriz Khatami le tomó 2 000 horas (50 semanitas de 40 horas) para adornar este tambor que se alza algunos 60 centímetros, incrustó pequeñas piezas de huesos de camello y latón en madera de palisandro y morera. © Saúl Holguín Cuevas
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Saúl Holguín CuevasBrevis kurrikulum vitæ Archives
February 2023
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