Nínfula
Saúl Cuevas Estaba de visita cuando vi en la portada de un libro unos labios sugestivos. Lolita: Confesión de un viudo de raza blanca del escritor ruso Vladimir Navokov. La obsesión de un hombre maduro por una adolescente fue controversial: cinco editoriales en EE.UU., rehusaron prensarla, por fin vio la luz en 1955 en Paris, pronto prohibida en Francia e Inglaterra, inclusive, la última versión cinematográfica no encontró distribuidor. Me facilitaron una copia y me entregué a disfrutarla, la lectura no a la nymphet (nínfula). Así mesmo, recuerdo atestiguar dos versiones en la pantalla, la segunda me atrajo más que la primera[1]. No entiendo por qué tanto alboroto, se trata de un libro de ficción no de las memorias de un sátiro depravado. Pero, por lo visto, abundantes los puritanos que insisten en el cuento de la cigüeña. Y como afirmó el autor, la gente pensó tratábase de otra jugosa Fanny Hill, empezaron a leer, tras el primer párrafo, abandonaron el libro. Lo mismito me pasó a mí. Tiempos ya idos lo acaricié, leí un párrafo aquí y otro allá, pero, fue hasta días recientes que me zambullí en la versión de aniversario (50 calendarios) y vaya que me costó la lectura, busqué pistas y significados alternos, me zarandeó el elegante, colorido, creativo, esquivo, idioma, todo un reto. Aconsejable hacerse de una edición con abundantes notas de pies para medio desenredar la madeja. Claro que es una novela del idioma. El autor, un burgués ruso renegado. Huyó del comunismo soviético, huyó del fascismo franco-tudesco, educado en el rancio Cambridge. Acostumbrado a un inglés gentil, elegante; con certeza, se vio atraído por el parlar de los jóvenes estadounidenses, por el vivir provincial de la prole y, por la oportunidad de recorrer la vastedad territorial en busca de satisfacer sus sensuales inquietudes de encontrar, corretear y catalogar mariposas[2]. La más valiosa, la más rentable, la que lo hizo rico y famoso fue sin duda esa singular especie llamada Lolita. Cuando la cosa se pone cachonda, el autor apela a la expresión elegante y el lector a la imaginación. Aquí tres breves citas: “Her legs, her lovely legs were not too close together, and when my hand located what it sought, a dreamy and eerie expression, half-pleasure, half-pain (Con sus adorables piernas separadas mi mano ubicó lo que buscaba, una expresión etérea y extraña, mitad placer, mitad dolor)”. “I gave her to hold in her awkward fist the scepter of my passion (cedí el cetro de mi pasión a su torpe puño)”. “The professional frétillement of her small, agile rump (La agitación profesional de su pequeña y ágil anca)”. La Modern Library, una entidad seria dedicada a prensar obras de valor la ubica en cuarto lugar entre la mejor ficción, en inglés, del s XX, tras Ulises, Gatsby y el Retrato del artista adolescente. La segunda de Fitzgerald, las otras dos de Joyce, buenos, muy buenos compañeros, sin duda. Así mismo los expertos la ubican entre las novelas que componen ese canon llamado Great American Novel, el cual ya hemos tratado en esta página etérea. © Saúl Cuevas [1] La primer con Sue Lyon, James Mason y Shelley Winters es de Kubrick (1962); la segunda es de Lynne (1977) se extravió en el camino, para evitar la controversia, evitó las salas y se exhibió en la tele en un canal de paga. [2] Robert Roper un admirador de Nabokov se atreve a sugerir que en los 20 años que radicó el autor en US, viajó 200 000 millas por el país en busca de mariposas, todas con la esposa al volante pues él nunca aprendió a manejar auto. Parecen demasiadas tomando en cuenta que distan 3 000 millas de Los Ángeles a Boston.
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Saúl Holguín CuevasBrevis kurrikulum vitæ Archives
February 2023
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