Por Saúl Holguín Cuevas Saúl Holguín Cuevas honra a uno de sus profesores En el pasado la educación universitaria fue para los ricos y poderosos. Después de la Segunda Guerra Mundial y gracias al GI Bill, un puñado de chicanos, sobrevivientes de la matanza pudieron estudiar en la universidad. Habría que esperar hasta las marchas y protestas iniciadas en 1968, cuando, por vez primera, la universidad abrió sus puertas a hijas e hijos de obreros, de campesinos inclusive, hasta pintos (prisioneros liberados) con deseos de rehabilitación. Chicano Studies arrancó con algunos cien estudiantes en 1969. Afortunado yo, caminé entre las huertas de naranjos del San Fernando Valley State College (hoy CSUN) allá en ese lejano septiembre 1970. Fue antes que edificaran la Biblioteca Oviatt, antes que pintaran los murales en Chicano Studies; entonces, lo admito, no sabía ni madre y no estaba preparado para cumplir con los estrictos requisitos académicos del estudio universitario. Gracias a un generoso apoyo económico, a consejeros y, sobre todo, a profesores dedicados y muy pacientes, con el tiempo arranqué un título universitario que con orgullo cuelga en una pared de mi casa, no para presumir, pero como estímulo para las nuevas generaciones. Medio siglo después aquí estoy, los zopilotes se acercan, pero antes de que lleguen deseo patentar mi agradecimiento a uno de mis profesores/mentores/amigos que entonces me apoyaron y guiaron mi camino: Veto Ruiz. Gracias a un temachtiani * como Veto, hoy conozco un poco de nuestra cultura y estoy
orgulloso de ella, escucho nuestra música, admiro nuestro arte, nuestra culinaria, leo nuestra literatura. No solo la estudio y la disfruto, la comparto. Destaco la labor de maestros como Veto pues, por lo general, la gran mayoría de profesores universitarios se refugian entre libros y en sus ansias de trepar y publicar enredados tratados semi plagiados, y aunque deben, no hacen trabajo comunitario, es más, ni siquiera saben en dónde está el barrio. Veto no solo habla de los campesinos o de la educación de los pobres, él es hijo de campesinos y sabe lo que es trabajar la tierra y andar tras las cosechas. Aparte de dedicarle medio siglo a la enseñanza, aún invierte gran parte de su vida al activismo, siempre con la meta de mejorar las condiciones de nuestra gente a través de la educación y el arte, la música en particular. Gracias profesor, MUCHAS GRACIAS. * NOTA: dice el sabio Miguel León Portilla que un temachtiani no es solo un maestro, sino también un guía y un pilar fundamental en la comunidad. Foto 1: ©José Reyes García. Agradezco a mi amigo de siempre la amabilidad de permitirme publicar esta bella foto, con carácter de exclusividad. Él también, medio siglo atrás, fue alumno de Veto. Foto 2: Cortesía del profesor Everto Ruiz.
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November 2024
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