Por Violant Muñoz i Genovés
Boston, 1871. Alice Gulick, misionera protestante, se embarca rumbo a España para luchar por la educación femenina. Su viaje marca el comienzo de una emocionante aventura que culmina con la creación del Instituto Internacional, un colegio muy avanzado para la época. En Madrid, las americanas de esta institución tejen vínculos duraderos con las profesoras y estudiantes de la Residencia de Señoritas, como María Goyri y María de Maeztu. Durante décadas compartirán edificios, intercambiarán cartas y unirán fuerzas para lograr el acceso de las mujeres a la universidad. Madrid, 2021.Cristina Oñoro, escritora que cautivó a los lectores con Las que faltaban, descubre esta historia real de amistad transatlántica en los archivos de la Residencia de Señoritas. Para contarla viaja por España, Estados Unidos e Inglaterra con su cuaderno y una cámara al hombro, siguiendo las huellas de varias generaciones de feministas. Emily Dickinson, Virginia Woolf y la pintora Mary Cassatt serán algunas de sus compañeras en este apasionante recorrido que acabará conduciéndola al encuentro de su propia memoria. En el jardín de las americanas reconstruye la historia de dos instituciones fundamentales para la educación femenina en España, el International Institute for Girls in Spain, fundado en España por la misionera norteamericana Alice Gulick a finales del siglo XIX, y la Residencia de Señoritas, dirigida por María de Maeztu entre 1915 y 1936 y vinculada a la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas y a la Institución Libre de Enseñanza. A través de recursos propios del ensayo narrativo, como el manejo del suspense, la caracterización de los personajes y la inclusión de una voz muy personal, Oñoro recrea literariamente los vínculos de amistad e intercambio cultural que se tejieron durante décadas entre las profesoras y estudiantes de estos dos centros educativos de ambos países, pioneros en el acceso de las mujeres a la universidad. En el jardín de las americanas es a la vez un viaje en el tiempo y es la historia de la propia autora, Cristina Oñoro. Comienza con la llegada de los primeros misioneros estadounidenses al puerto de Santander, y recorre toda la historia transoceánica de la educación femenina en España a finales del siglo XIX y principios del XX. Travesías en barco en busca de financiación e intercambios de conocimientos se mezclan con los vuelos de Oñoro a Harvard, Smith College o San Sebastián en busca de los testimonios y vestigios archivísticos de las protagonistas de una aventura sin precedentes: la de la igualdad educativa. El archivo ocupa un lugar central en esta obra, quizá la más personal y ambiciosa de la autora hasta la fecha. Aparece no solo como fuente de información, sino como metáfora para hablar de la memoria. Oñoro se sumerge con emoción en los fondos del Instituto Internacional y la Residencia de Señoritas, descubriéndonos el valor de atesorar historias y el riesgo de perderlas por el olvido o la desidia. En el jardín de las americanas es, en definitiva, un homenaje a los restos que deja el pasado como testimonio vivo no solo de lo que fuimos sino también de lo que aspiramos llegar a ser. Se pregunta sobre lo que conservamos y lo que desechamos, como sociedad y como individuos. Un libro que nos invita a recordar, porque en los archivos no solo se conservan papeles, sino también los sueños, las luchas y las huellas de quienes nos precedieron. En palabras de la propia autora «...La historia que he querido contar trata de un grupo de profesoras americanas que llegaron a España en el último tercio del siglo XIX para luchar por la educación femenina. Pero también habla de ti y de mí. Porque siempre he sentido que recuperar las memorias de Alice Gulick, Susan Huntington o Katherine Whitmore, así como las de sus amigas españolas de la Residencia de Señoritas, significaba recobrar partes importantes de nuestro pasado. Nos esperaban pacientemente en archivos y en armarios familiares, abiertos a la investigación o guardados secretamente gracias a un gesto heroico...». En el jardín de las americanas tiene tres planos narrativos. Por un lado, ofrece una reconstrucción histórica del Instituto Internacional y de la Residencia de Señoritas, en gran parte basada en documentación inédita de archivo. Por otro, la autora incluye su propia memoria de investigación, utilizando la crónica, el relato de viajes e incluso la narrativa detectivesca para contar sus aventuras por los archivos de Estados Unidos, Inglaterra y España, tras las huellas de nuestra genealogía feminista. Finalmente, el ensayo está salpicado de algunos recuerdos familiares y de infancia, lo que dota al texto de una dimensión más humana y literaria. En el jardín de las americanas es una obra que entrelaza la historia de la educación femenina en España y Estados Unidos con historias personales y reflexiones sobre la memoria y el archivo. El libro comienza y termina con un viaje en el mar. De principio a fin es una narración optimista y emocionante sobre el poder de la educación y los vínculos de amor y amistad tejidos a través del estudio, los libros y las humanidades durante la juventud y los años de formación universitaria. Es un homenaje a la primera generación de universitarias españolas y a las estudiantes de intercambio en Estados Unidos. También a los hombres que les abrieron las puertas de la universidad, como Fernando de Castro, Gumersindo de Azcárate y Francisco Giner de los Ríos. Cuenta un episodio injustamente olvidado de la historia española y estadounidense, al tiempo que revela la dimensión transatlántica y feminista de la Residencia de Señoritas. Ofrece una rigurosa investigación histórica a través de un trepidante relato que se lee como si fuera una novela de aventuras. (c) Violant Muñoz i Genovés (c) Mediâtica, agencia cultural
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Por Violant Muñoz i Genovés
Es verano en Arcachon, una ciudad costera del suroeste de Francia. El siglo xx está recién estrenado y los hermanos Lumière ya han inventado el cine. Simone, hija única, vive en una casa que ha conocido días más gloriosos. Su madre, Valentina, murió en invierno y su padre, Marcel, «el mejor y más respetable comerciante de la zona», que nunca se repuso de ese dolor, acaba de quitarse la vida. Ella está sola, acompañada de un servicio que la cuida por querencia. Tiene una idea clara: resucitar el taller de costura de su abuela, pero todo es difícil para una mujer de esa época; ni siquiera le dan un préstamo en el banco. Utiliza sus últimos ahorros para hacerlo. Con ayuda de la antigua ama de llaves de la familia, Teresa, una mujer de origen cubano sensata y misteriosa, como lo son todas en el libro, restaura el taller. En un par de semanas y con cuatro costureras, el taller comienza a recibir encargos. El número 9 de la calle Place Lucien de Gracia se ilumina con su escaparate. Simone tiene ideas nuevas, no le debe rendir cuentas a nadie y no tiene mucho que perder: es libre para hacer lo que quiera. Un día una mujer bajita llama a la puerta y se presenta como Gabrielle Chanel. Quiere comprar el prototipo de traje de baño que ha visto en el atelier. Su autora no sabe aún que esa mujer «blanca, delgada y nerviosa como una garza» cambiaría su vida para siempre y que tendría con ella más en común de lo que pensaba, aunque ella fuera provinciana y la otra parisina. Chanel tenía un plan: quería llevar París a Arcachon y lo haría a través de la ropa, su círculo y sus ideas; para ella, las fronteras entre hombres y mujeres no existían. Simone ve algo en esa mujer y se asocia con ella. Además, recibe una herencia de su tío; su patrimonio ahora es inmenso y si quisiera podría dejar de trabajar, pero eso no está en sus planes. Ella quiere ampliar su atelier, seguir vistiendo a sus vecinos de Arcachon y a los veraneantes. Sin embargo, ella y su socia tienen visiones diferentes: a Simone le importa el pasado y a Gabrielle solo el futuro. Ambas se necesitan y se han encontrado. Simone no puede manejar sus negocios sola y recurre a la persona que mejor la conoce, Teresa, a quien convierte en socia de algunos de ellos. También decide cortar su corsé con unas tijeras; así, de ahora en adelante, podrá sentir el roce de las telas en su piel y caminará sin nada que la oprima. Lo siguiente es un traje de baño ceñido y un vestido corto. Ya no hay vuelta atrás: Simone se ha convertido en una bohemia, una empresaria y una mujer libre que se viste como tal. En sus fiestas se tocan valses de Chopin y las Danzas eslavas, de Dvorák, y se recuerda Cuba, lugar de origen de Teresa, a través de su postre de mangos filipinos y azúcar morena. Los siguientes años los pasa en París, donde aún no intuye el drama de la Primera Guerra Mundial. Es una ciudad efervescente y en la que ocurre todo. Simone conoce el amor y el desamor de la mano de un conde polaco, Alexandre Luboski. Su vida de casada comienza de manera sobresaltada: en Sarajevo, el primo de su marido, el archiduque Francisco Fernando sufre un atentado que inicia una guerra. Simone, que lleva años viviendo en el Lutetia, añora Arcachon, lugar que empieza a cederle el protagonismo a otros como Deauville, donde Chanel busca abrir una nueva tienda. Mientras tanto, Simone se reinventa de nuevo y comienza a fraguar nuevas aventuras: ¿y si crea su propio aroma? La Primera Guerra Mundial acerca a las dos mujeres de una manera diferente. Ellas buscan la ilusión en sí mismas para sobrevivir al drama que invade Europa. En invierno de 1918, tras el armisticio, Simone regresa a Arcachon, al igual que Teresa, que vuelve tras una estancia en Cuba. La situación ha cambiado: la maison Chanel ya no pertenece a Gabrielle ni a Simone, que se plantea si lanzar su propia marca en su ciudad. No le quedan muchas más opciones: ahora el mundo es otro. Y de una guerra se sale con ganas de vivir y el mejor lugar para hacerlo en ese momento es La Habana, donde vive Teresa. La isla vive un momento dulce, cosmopolita. Es un buen lugar para que Simone reactive su empresa, a la que llamaría «S. Leblanc. Trópico». Sin embargo, Cuba es solo una etapa más de la vida de Simone: su destino está en París, pero en la ciudad comienza la ocupación alemana. Simone tendrá que decidir si vivir siendo cómplice del horror o ser fiel a sus ideales. La costurera de Chanel es una novela que huele a lavanda e incienso y sabe a mousse de chocolate, té de rosas con canela y soufflé de langosta. Tiene acento francés con un ligero deje cubano; si se acercan a las páginas lo comprobarán. En ella se escuchan la brisa del mar de Normandía, el sonido del París de comienzos del siglo xx y el de las burbujas de una copa de champagne. Inténtenlo: afinen su oído. En sus páginas viven personajes que están en los libros de Historia, como Gabrielle Chanel y Stravinski (y hay cameos de Diáguilev y un tal Christian Dior) y otros que queremos conocer más, como la señora Boucicaut, propietaria del hotel Lutetia; háganse un favor, cuando vayan a París visítenlo: ha sido testigo de la Historia. Y, sobre todo, en este libro viven tres mujeres memorables: Simone, Gabrielle y Teresa. Hay que conocerlas. Wendy Guerra (La Habana, 1970) es una de las escritoras más reconocidas de habla hispana. Multipremiada en Latinoamérica y Europa, vive fuera de Cuba desde 2021. Pese a haber publicado en su país tres de sus libros y conducido un programa de radio, ha declarado que allí «es una desconocida». Al menos, su reconocimiento es incomparable al que disfruta en Europa: fue nombrada en 2010 Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres en Francia, y en 2016, Oficial de la misma orden. Su obra cubre poesía, narrativa y periodismo. Ha publicado las novelas Todos se van (2006, Premio Bruguera, Premio Carbet des Lycéens, una de las mejores novelas del año según El País, seleccionada por la revista Latina como uno de los nueve mejores libros del año escritos por un autor latinoamericano y llevada al cine por Sergio Cabrera), Nunca fui primera dama (2008; Alfaguara, 2017), Posar desnuda en La Habana (Alfaguara, 2011), Negra (2013), Domingo de Revolución (2016, libro del mes por The New York Times) y El mercenario que coleccionaba obras de arte (Alfaguara, 2018). Su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas. La costurera de Chanel (Lumen, 2025) es su última obra. La autora escribió estas páginas entre trenes y aeropuertos, y quizás por eso hay en ellas movimiento y una cierta danza. Además, el libro está salpicado de música y podría tener su propia playlist. En él, ni los protagonistas ni los secundarios se están quietos. No pueden dejar de pensar, planear y, en definitiva, vivir con intensidad. Si Simone, Gabrielle y Teresa, el trío estelar de la novela, vivieran hoy, las llamaríamos emprendedoras. Entonces, con el siglo xx recién estrenado, eran mujeres que tuvieron que buscar su propio camino y lo encontraron. La moda fue el lenguaje que usaron para conseguir su independencia. Muchos de sus hallazgos los seguimos vistiendo hoy día, así que démosles las gracias a quienes los idearon. La nueva mujer necesitaba ropa cómoda, que no le apretara. La portada del libro nos recuerda de qué mujeres habla: de aquellas que se atrevían a tomar el sol en un traje ceñido cuando nadie lo hacía. La costurera de Chanel no es un libro histórico: es una ficción que se sustenta en personajes que forman parte de la cultura occidental del siglo xx. Reconoceremos a muchos de ellos. Sin embargo, la auténtica robaescenas es Simone, una criatura que sale de la imaginación de Wendy Guerra: una joven de Arcachon que, tras quedar huérfana, decide resucitar el taller de costura familiar. Ella es la metáfora de todas esas mujeres anónimas que fundan empresas, que, estando llenas de luz, trabajan a la sombra de otros nombres, de esas heroínas que, sin darse importancia, deciden luchar por lo que creen justo. Wendy Guerra no ha escrito un libro: lo ha cosido. Ella afirma que «puede ser una novela tan sencilla como un metro de lino crudo, tan compleja como un encaje hilado y urdido por una tejedora experta, una bordadora exquisita». En su costura hay puntadas caribeñas: el uso de palabras como zafar o tina nos recuerdan el origen de la autora. Hay mucha moda en él, que es una forma de decir que hay mucha profundidad, porque la moda concentra historia, economía, artesanía y arte. También hay salseo parisino, romance, erotismo y toques de comedia. Sus páginas tienen la modernidad del algodón y el ánimo protector y reconfortante del tweed. Si fuera una prenda de vestir, sería unos pantalones amplios, como aquellos con los que se paseaban Simone, Gabrielle y Teresa por París. Todo empezó con un anillo y unos trajes negros. Wendy Guerra los encontró en Cuba, en la casa de su familia política que tenía origen francés y polaco. Ese anillo, que había pertenecido a un conde, está en las páginas de este libro. También está esa ropa de aire Chanel creada por una modista francesa desconocida. Ahí estaban los mimbres de una novela que cruza la historia de Europa de la mitad del siglo xx. Pero ¿qué hay de ficción y de realidad en La costurera de Chanel? La autora ha investigado la historia y, en sus palabras, luego se ha «dejado ir, sustituyendo los vacíos históricos por la ficción». Es la misma técnica usada por Peter Morgan en The Crown y por Sergio del Molino en Un tal González. La imaginación rellena esos espacios y los convierte en literatura. Por ejemplo, ¿quién creó Chanel Nº5? El libro se atreve a fantasear con su autoría. El tándem protagonista lo forma un personaje inventado, Simone Leblanc, y otro real, Gabrielle Chanel, pero ya hay suficientemente escrito para saber que la vida de la diseñadora más importante del siglo xx tuvo mucho de fabulación. Por otro lado, Simone Leblanc podría haber existido. Diseñadoras como ella, que siempre han permanecido en un segundo plano, ha habido bastantes. En España está el caso de Flora Villarreal (1893-1977), de quien Vogue escribió que era un «verso suelto». Coetánea y amiga de Balenciaga, que llegó a tener un taller con cien personas a su cargo, creaba sus propios diseños y, a la vez, cosía bajo licencia piezas de la propia Chanel, Givenchy, Balmain y Dior. Se dice que sus vestidos de Dior estaban mejor hechos que los del propio couturier. Leblanc no solo era costurera, también era empresaria, como lo fueron Villarreal o figuras como Vionnet, Schiaparelli o Madame Grés. Este libro es un homenaje a esas pioneras. La moda sobrevuela toda la novela porque,como escribe Guerra en boca de su protagonista: «no es algo que solo exista en los vestidos. La moda está en las calles, en tu intimidad. La moda tiene que ver con las ideas, con la forma en que vivimos, con lo que está sucediendo dentro y fuera de ti». En ella aparecen direcciones parisinas míticas como Le Bon Marché o la rue Cambon, se habla de tejidos, técnicas, tipos de prendas, etc., y se despliega un buen conocimiento del tema. Una anécdota curiosa: en el capítulo en el que Simone se instala en La Habana se mencionan los almacenes El Encanto, el embrión de El Corte Inglés. Las ficciones sobre la moda viven un momento dulce: se recurre a la figura de diseñadores o diseñadoras para hablar de su tiempo. Algunos ejemplos son las series Cristóbal Balenciaga (Disney +), The New Look (Apple TV) o Halston (Netflix). Estructurado en cuatro partes, el libro se lee con la facilidad de la novela de aventuras. No es poca aventura que una mujer de esa época quiera vivir sin necesitar a un hombre, levantar su empresa y llevar vestidos cortos. Este es un libro, por si alguien lo dudaba, de mujeres: los hombres son acompañantes y están, como afirma la autora, en «profundidad de campo, creando conflicto». Tras leerlo es inevitable preguntarse cuántas Simones ha habido y cuántas historias nos hemos perdido. (c) Violant Muñoz Genovés (c) Mediâtica, agencia cultural Por Violant Muñoz y Genovés Ibon Martín, rey del thriller atmosférico, nos traslada a su escenario más extremo: la zona minera de Vizcaya. Un territorio donde las ruinas del pasado industrial han sido reconquistadas por la naturaleza, dando lugar a un paisaje de belleza inquietante y sobrecogedora. BAJO LA NIEBLA BLANCA SE OCULTA UN ALMA NEGRA Aunque hace décadas que las minas enmudecieron en los Montes de Hierro, en la quietud de la noche aún pueden oírse los lamentos desesperados de las almas que quedaron sepultadas en su vientre de roca. La aparición del cadáver de Teresa Echegaray, la poderosa mujer que pretende reabrir la explotación, despierta entre los habitantes de la cuenca minera el miedo a las leyendas dormidas y reaviva el rencor acumulado durante largos años. La investigación del asesinato se ve lastrada por un acontecimiento que sacude la vida de Julia. Cuando parece que al fin ha llegado la hora de cicatrizar una dolorosa herida de su pasado, no encuentra la respuesta que busca, sino nuevas preguntas y una misión para Ane Cestero quien, despojada de su uniforme y su placa, tendrá que resolver el rompecabezas armada únicamente con su instinto. Juntas se enfrentarán al caso más complicado de su carrera. Alma Negra es un thriller de atmósfera muy especial que constituye un homenaje literario a la cuenca minera de Vizcaya. Los Montes de Hierro, un área histórica marcada por siglos de explotación minera, se convierten en un personaje más, fundamental en la construcción de la trama de la novela. Ibon Martín, conocido por dotar a los escenarios de sus novelas de una presencia casi tangible, utiliza la terrible historia de la Margen Izquierda como un reflejo de las tensiones, secretos y oscuros rincones que se sienten como una extensión del conflicto humano. Los paisajes extremos, torturados durante miles de años para extraer de sus entrañas el preciado mineral de hierro hoy lucen limpios, aunque ríos como el Barbadún o los lagos de La Arboleda todavía cargan con los vestigios de la contaminación de su pasado y se presentan como un reflejo del desgaste y las cicatrices pasadas. Las ruinas de hornos de calcinación y lavaderos de mineral, que se encuentran esparcidas por la región, son parte integral de la novela, cargados de simbolismo, recordando al lector que la región es tanto una huella histórica como un espacio vivo de misterio. Los lugares abandonados hace décadas y hoy recuperados por la naturaleza, mezclan la belleza salvaje con el recuerdo de un pasado industrial que sirve de metáfora de la dualidad del ser humano y la tensión entre el progreso y la destrucción. Los personajes, atrapados en una serie de sucesos que los superan, no pueden escapar de la influencia de su entorno: un lugar que, aunque ha cambiado, sigue estando marcado por el dolor, las injusticias y la lucha por la supervivencia. La novela también aborda en tiempo presente la resistencia a la reapertura de las minas. En Alma Negra, los habitantes de los pueblos mineros se oponen ferozmente a cualquier intento de revivir un pasado que aún duele. Las protestas y pancartas en las que se exige el respeto por la memoria de las víctimas de la minería son ecos de una realidad que, aunque no es el foco principal de la historia, aporta una capa adicional de profundidad al reflejar los conflictos sociales que protagonizaron la época de la reconversión. A través de esta ambientación, Ibon Martín no solo construye un thriller absorbente, sino que nos invita a reflexionar sobre el peso de un legado trágico, porque el material con el que se forjaron los sueños de la industria vasca es el mismo que pobló las pesadillas de aquellos que se encargaron de extraerlo. Entre las aldeas durmientes de belleza singular aún laten supersticiones y oscuras leyendas como la misteriosa figura de «Alma Negra» que el autor revive en estas páginas. Un símbolo de la codicia, crucial en el desarrollo de la trama, que mantiene viva la memoria colectiva de la cuenca minera. La serie Ane Cestero, cuenta hasta la fecha con tres títulos más: La danza de los tulipanes. La periodista más popular de Gernika es arrollada por el tren que cubre la línea de Urdaibai. La víctima ha sido fijada a la vía con un delicado tulipán entre sus manos. La flor, de un intenso y brillante rojo, es tan hermosa como difícil de encontrar en pleno otoño. La escena, cuidadosamente preparada, ha sido retransmitida en directo a través de Facebook. La danza de los tulipanes nos sumerge en la ría de Urdaibai, un lugar mágico donde el mar y la tierra se abrazan al compás de las mareas que mecen las tranquilas vidas de sus habitantes, que se ven repentinamente sacudidas por la brutal irrupción de un asesino complejo e inteligente, capaz de rivalizar con los ritmos de la naturaleza que desde siempre han gobernado la comarca. La hora de las gaviotas. Las gaviotas sobrevuelan inquietas la ciudad marinera de Hondarribia, que se ha vestido con sus mejores galas para celebrar un día especial. Sus graznidos compiten con los alegres sonidos que inundan las calles, donde los vecinos se preparan para disfrutar de la fiesta ajenos a la terrible amenaza que se cierne sobre ellos. En mitad del desfile se desata el horror. Una puñalada salvaje y certera riega con sangre el frío suelo de piedra. Una mujer ha muerto asesinada. Y no será la última. La suboficial Ane Cestero y su unidad especial tendrán que dar caza a un asesino feroz e implacable, capaz de ocultarse a la vista de todo un pueblo. La hora de las gaviotas es un thriller sinuoso, magnético e impecable que nos enfrenta al peor de los enemigos: el odio visceral que late escondido en todos nosotros. El ladrón de rostros. En Sandaili, una humilde ermita excavada en la roca, ha aparecido el cuerpo mutilado de una mujer asesinada mientras practicaba un antiguo rito de fertilidad. Su torso ha sido abierto y vaciado y las manos han sido colocadas a ambos lados de su abdomen en actitud de entrega. La escena reproduce, con macabra exactitud, las figuras de los apóstoles que Oteiza esculpió en la fachada de la basílica de Arantzazu. Las pruebas señalan que alguien realizó una copia de su rostro en el momento de su muerte. Un peligroso asesino ritual ha nacido al abrigo de las verdes montañas que guardan desde tiempos inmemoriales los mitos y las leyendas de los vascos. Un enclave aislado, moldeado por el agua que ha dejado sus cicatrices en forma de desfiladeros majestuosos y profundas cuevas. Ane Cestero y la Unidad de Homicidios de Impacto emprenderán un viaje a las entrañas de la tierra donde se oculta lo más oscuro del alma humana. IBON MARTÍN ha conquistado un lugar propio en el thriller nacional e internacional gracias a sus pasiones: viajar, escribir, describir. Su carrera literaria empezó en la narrativa de viajes. Enamorado de los paisajes vascos, recorrió durante años todos los caminos de Euskadi y editó numerosas guías que siguen siendo referencia imprescindible para los amantes del senderismo. Su primera novela, El valle sin nombre, nació con el deseo de devolver a la vida los vestigios históricos y mitológicos que sus pasos descubrían. Tras ella llegaron Los crímenes del faro, una serie de cuatro libros inspirados por el thriller nórdico que se convirtieron en un éxito rotundo. La danza de los tulipanes alcanzó los primeros puestos en las listas de más vendidos, consagrándolo como uno de los autores más destacados de thriller tanto en España como en el extranjero, donde algunas de las editoriales internacionales más prestigiosas se rindieron al hechizo de su narrativa. La hora de las gaviotas fue galardonada con el Premio Paco Camarasa a la mejor novela negra del año y El ladrón de rostros lo confirmó como el maestro vasco del suspense. Novela a novela ha construido un universo muy especial en el que se mezclan con elegancia todos los tonos del noir: investigación a cargo de un equipo policial, perfil criminal del asesino, denuncia de asuntos de actualidad, suaves pinceladas de suspense y ambientaciones poderosas que evocan paisajes rurales y leyendas antiguas.
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Violant Muñoz i Genovés
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April 2025
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