Por Violant Muñoz i Genovés
Con En el valle, Paolo Cognetti nos sumerge en un rincón olvidado de los Alpes italianos, donde la naturaleza y el ser humano se debaten entre la supervivencia y la destrucción. Tras el éxito de Las ocho montañas, el autor nos ofrece un relato más breve, pero no por ello menos intenso, donde el paisaje no es solo un telón de fondo, sino un personaje en sí mismo, testigo de pasiones, rencores y esperanzas truncadas. Ambientada en la Valsesia, una región alpina del norte de Italia, la novela explora la fragilidad de los lazos familiares y el choque entre tradición y modernidad. La historia sigue a los hermanos Luigi y Alfredo Balma, quienes se reencuentran tras siete años de distanciamiento. Luigi, guarda forestal, ha permanecido en la Valsesia, mientras que Alfredo, con un pasado turbulento, emigró a Canadá. Ahora, Alfredo regresa con la intención de vender su parte de la casa familiar, un gesto que despierta antiguas heridas y desata una confrontación contenida. A través de esta trama, Cognetti construye un relato de silencios, culpas y resentimientos, donde los sentimientos se ocultan tras la rudeza de los protagonistas. Paralelamente a la historia de los hermanos, la novela sigue la travesía de dos perros que recorren el valle, sembrando el terror entre la población. El macho gris, violento y solitario, y la hembra blanca, nostálgica de la vida doméstica, simbolizan la lucha entre lo salvaje y lo civilizado, una dicotomía que atraviesa toda la obra. La relación de estos animales con el entorno y con los humanos añade una capa de tensión y misterio, reforzando la sensación de amenaza constante. El trasfondo de la novela también es profundamente social. La Valsesia que retrata Cognetti es un lugar en decadencia, donde el abandono de la vida rural ha dado paso a fábricas en ruinas y pueblos vacíos. El esquí, visto como la última esperanza económica, representa la intervención humana en un entorno que resiste el progreso a la vez que lo necesita. La ambigüedad moral del desarrollo económico y su impacto en la naturaleza se reflejan en los dilemas de los personajes, quienes oscilan entre la nostalgia y la necesidad de adaptarse. Elisabetta, esposa de Luigi y forastera en el valle, aporta una perspectiva distinta. Criada en Milán, llegó al valle en busca de una vida más auténtica, solo para descubrir que la realidad rural es tan dura y desencantada como la urbana. Su personaje refleja la desilusión de quienes idealizan la vida en la montaña, sin comprender su crudeza. A través de ella, Cognetti desmitifica la visión romántica de la naturaleza y nos muestra su indiferencia ante los conflictos humanos. Uno de los grandes aciertos de En el valle es su prosa contenida y evocadora. Con un estilo sobrio y directo, Cognetti consigue transmitir la atmósfera melancólica del valle, donde los colores son opacos y el frío se siente en cada página. Sus influencias literarias, desde Hemingway hasta Carver, se perciben en la precisión de sus descripciones y en su capacidad para decir mucho con pocas palabras. Además, la novela bebe de referencias cinematográficas y musicales, especialmente de Nebraska de Bruce Springsteen y Malas tierras de Terrence Malick, dotando al relato de una tonalidad de western moderno. La obra plantea preguntas sobre la identidad, la pertenencia y la inevitabilidad del cambio. Los personajes, al igual que el valle, se debaten entre resistir o ceder, entre aferrarse a lo que fueron o aceptar lo que vendrá. En ese sentido, En el valle es una novela sobre el fin de una era, sobre un mundo que desaparece sin que nadie pueda detenerlo. Es un retrato conmovedor y brutal de la montaña, que nos recuerda que, a pesar de nuestra presencia, la naturaleza sigue su curso, indiferente a nuestras luchas y aspiraciones. Con esta novela, Paolo Cognetti consolida su lugar como una de las voces más auténticas y poderosas de la literatura contemporánea. En el valle es un libro breve pero intenso, que captura la esencia de la montaña y sus habitantes con una precisión implacable. Un relato que, como el invierno en los Alpes, deja una huella fría, profunda y difícil de olvidar. ¿Por qué leer En el valle? Esta novela es una lectura imprescindible para quienes disfrutan de relatos donde el paisaje es un personaje vivo y la naturaleza se convierte en espejo de las emociones humanas. Con una prosa depurada y poderosa, Paolo Cognetti nos ofrece una historia sobre la complejidad de las relaciones familiares, la lucha entre el progreso y la tradición, y la inevitable soledad del ser humano. En el valle es una obra que invita a la reflexión, pero también a la contemplación de la belleza áspera de la montaña y de las vidas que la habitan. Ideal para lectores que buscan una narrativa evocadora, con personajes profundamente humanos y un trasfondo de ineludible realismo. © Violant Muñoz © Mediâtica: agencia cultural
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Por Violant Muñoz i Genovés
Con El jardín del diablo, Iván Repila regresa al terreno de la fábula literaria con una historia que, aunque luminosa y evocadora, está profundamente enraizada en los dilemas contemporáneos. La novela nos presenta a Volva, un joven que abandona su hogar idílico en El Jardín para embarcarse en una misión crucial: llevar al mundo exterior los valores de su comunidad, basada en la armonía con la naturaleza y el respeto mutuo. Sin embargo, su llegada a la ciudad supone un choque brutal con una sociedad donde el consumo y la rutina han erosionado el tiempo y la conexión humana. Narrada como una fábula contada por un padre a su hija, la novela despliega una prosa envolvente y rica en metáforas que recuerda a los grandes relatos iniciáticos. Con claras influencias de La historia interminable y Las crónicas de Narnia, El jardín del diablo reinterpreta el eterno conflicto entre la inocencia y la corrupción, la utopía y el pragmatismo. A través del viaje de Volva, Repila reflexiona sobre el precio del progreso, la desconexión del ser humano con su entorno y la posibilidad de preservar valores esenciales en un mundo cada vez más acelerado. Uno de los grandes aciertos de la novela es su capacidad para balancear la crítica social con un tono poético y esperanzador. Frente a la avalancha de distopías contemporáneas que retratan el futuro con pesimismo, El jardín del diablo ofrece una mirada distinta: una llamada a la posibilidad de transformación, al poder del conocimiento y a la necesidad de recuperar lo esencial. A pesar de la crudeza de algunos momentos, la narración nunca pierde su cualidad de cuento, manteniendo un ritmo que atrapa y envuelve al lector. El estilo de Repila ha sido descrito por medios como The Guardian y Le Monde como provocador, sorprendente y de una potencia metafórica impresionante. En esta obra, vuelve a demostrar su capacidad para dotar a la prosa de una gran belleza sin renunciar a un mensaje contundente. Cada párrafo está cuidadosamente construido, logrando un equilibrio entre lirismo y reflexión que lo convierte en un texto inolvidable. Más allá de su aspecto filosófico, El jardín del diablo es también una novela de crecimiento y aprendizaje. Volva es un protagonista con el que resulta fácil identificarse: lleno de ideales, pero vulnerable ante un mundo que no siempre responde a sus expectativas. Su evolución a lo largo de la historia es uno de los puntos más fascinantes del libro, pues plantea preguntas sobre la resiliencia, el cambio y el precio de la sabiduría. El contraste entre El Jardín y la ciudad está planteado con una riqueza simbólica que refuerza el mensaje de la novela. Mientras el primero representa un refugio utópico, la ciudad se muestra como un lugar de contradicciones, donde el progreso ha traído avances, pero también aislamiento y desconexión. A medida que Volva avanza en su camino, el lector es invitado a cuestionar qué es realmente el éxito y qué significa vivir en plenitud. Con esta obra, Repila se confirma como una de las voces más singulares de la literatura española contemporánea. El jardín del diablo es una historia que invita a la introspección, un relato que nos recuerda la importancia de detenernos y mirar más allá de la inercia del día a día. Su mensaje, lejos de ser moralizante, es una invitación a la reflexión sobre el mundo que construimos y el que podríamos crear. En definitiva, El jardín del diablo es una fábula que todo adulto debería leer y todo niño debería poder imaginar. Es un libro que, como los grandes clásicos, permanecerá en la mente del lector mucho después de haberlo terminado, recordándonos que, incluso en los entornos más hostiles, siempre existe la posibilidad de encontrar la belleza y la esperanza. © Violant Muñoz © Mediâtica: agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés Un pequeño pueblo en las montañas. Unos vecinos con actitudes extrañas. Unos ruidos desconcertantes. ¿Quién es, en realidad, la mujer del piso de arriba? Una novela de intriga repleta de giros y suspense, con juegos de desdoblamientos y un magistral doppelgänger en el que nada es lo que parece. El germen de esta novela fue la imagen mental de un lago junto a un pequeño pueblo en el que se comete un crimen. Sin embargo, a medida que avanzaba en la historia a la autora le surgieron algunos interrogantes que no había previsto: ¿Qué podemos esperar de una persona perturbada? ¿Existe una realidad objetiva más allá de nuestra propia percepción? «Pronto, todo el mundo sabría que una extraña había llegado al pueblo. En luga- res tan pequeños, la gente es desconfiada, ahora quizá aún más, porque ellos ya lo habían sufrido todo, perdido todo y no iban a ponérselo fácil a ningún oportunista que llegara a aprovecharse del trabajo ajeno. Sin embargo, me aferré a la esperan- za de que en poco tiempo se aburrirían de imaginar la vida privada de una persona tan insulsa como yo. Me equivocaba. Y de qué manera». La muerte de Dorotea y el deseo de desaparecer propician el regreso de su nieta a la pequeña localidad de Lanuza, en Huesca. El ambiente que la recibe dista mucho de la paz que venía buscando: los vecinos la tratan con recelo y la inquilina de su abuela, una escritora de renombre con fama de rehuir la sociedad, ha dejado atrás todas sus pertenencias y ha desaparecido. Poco a poco, la curiosidad y el deseo de ahuyentar sus fantasmas despiertan en ella el impulso de apropiarse de la vida de la inquilina en una fusión de identidades que parece haber comenzado antes de su llegada al pueblo. «Un golpe seco en el piso de arriba me devolvió al presente. Me incorporé en el sofá y agucé el oído. El dolor de cabeza se había convertido en una incómoda pesadez. Subí una vez más las escaleras y golpeé la puerta con los nudillos, nerviosa ante la expectativa de conocer por fin a mi infame inquilina. Pero, de nuevo, nadie respondió. Acerqué el oído a la puerta y un estrépito al otro lado me hizo apartar- me, sobresaltada. Volví a llamar con el corazón latiendo de forma frenética, pero por más que golpeé la puerta y vociferé advirtiendo de mi presencia, nadie salió a abrir. Inquieta y malhumorada, volví abajo. Traté de justificarla aduciendo que era libre de abrir su casa a quien le diera la gana y yo no era más que una desconocida, pero mis argumentos no me parecieron convincentes. Aquella noche me acosté con la turbadora certeza de que la relación con mi inquilina iba a ser algo más que difícil, y no me equivocaba». ¿Quién es realmente la mujer que ocupa el piso de arriba? ¿Se trata de la nieta de Dorotea o de la famosa escritora? ¿Será cierto que alguien observa todos sus movimientos? «Después de tanto repetirlas en mi cabeza, las cuatro sílabas perdieron el sentido. Me repetí que debía de tratarse de la broma pesada de un adolescente aburrido. Quizá el repartidor del supermercado. Yo misma había hecho ese tipo de llamadas de niña sin otra finalidad que pasar un rato divertido junto a mis amigas. Sin embargo, aunque intenté convencerme, era consciente de que ese último mensaje no era una simple chiquillada. Un mensaje así dirigido a una mujer que vivía sola en un pueblo casi deshabitado era para echarse a temblar». En palabras de la propia autora: “...Escribir La mujer del pantano ha sido un viaje impresionante y confío en que su lectura también lo sea. Las preguntas y sus respuestas están ahora en vuestras manos...”
© Violant Muñoz © Mediâtica: agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
En este libro Marisol Donis hace un repaso detallado de casi medio centenar de crímenes reales cometidos por envenenadoras en la historia reciente prestando atención no sólo a lo ocurrido, a los hechos y a los métodos empleados, al seguimiento de la prensa, a las investigaciones de la Policía y a la atención popular que despertaron, sino también a las circunstancias de todas estas mujeres. Las mujeres y el veneno han tenido una extraña y perversa relación a lo largo de la historia. Se puede envenenar por odio, por celos, rencor, venganza, ambición y hasta por compasión. La historia está llena de mujeres envenenadoras. En Francia madame de Brinvilliers, La Voisin, Hélène Jégado, Violette Nozière, Marie Lafarge, Marie Besnard, Simone Weber y un largo etcétera. En España se conoce a un buen número de envenenadoras también que, en su día, conmovieron a la opinión pública por la repercusión que tuvieron esos sucesos. Maridos inoportunos, viejos molestos, celos, envidias, sentirse injustamente tratadas, todo parecía solucionarse con una tisana aparentemente inofensiva. Teresa Gómez Rubio que envenenó a su compañera también sirvienta, Juliana Sada que trató de matar a sus compañeros de piso y acabó matando solo al perro, María Domínguez Martínez que llegó a la ciudad para trabajar en el servicio doméstico y fue envenenando a los miembros de la familia con leche azucarada con insecticida … y así hasta llegar a medio centenar de crímenes reales. En esta obra la farmacéutica y criminóloga Marisol Donis, encontramos una recopilación de casos reales de mujeres asesinas. La historia del crimen perpetrado por las mujeres a lo largo de la historia se resume en una palabra: veneno. La debilidad física de la mujer la sustituye con astucia, disimulo y decisión. Sabe esperar el momento oportuno, cuando emplea el veneno ha premeditado y buscado el momento justo para administrarlo. Es un delito frío, no se puede hablar de arrebato y es un arma de tipo cobarde pues la autora piensa que va a salir bien librada, que su delito pasará inadvertido. Y es esa confianza lo que hace que en ocasiones sean imparables y se convierten en multienvenenadoras, en asesinas en serie. La primera parte del libro está dedicada al veneno, los más utilizados a lo largo de la historia, la evolución de su empleo, de los alcaloides a los psicótropos y sustancias medicamentosas de todo tipo, pasando por productos domésticos. Sin olvidar otras sustancias capaces de provocar la muerte, como polvos de vidrio o puntas de alfiler, consideradas por nuestra jurisprudencia como veneno. También se hace mención en la forma de detectar venenos y, más aún, a las técnicas empleadas en la realización de las autopsias. En la segunda parte, el libro aborda los envenenamientos. Las víctimas y verdugos, siendo estos últimos mujeres, mujeres que han sido y son, las reinas del veneno. A través de ellas veremos la evolución de las leyes penales. Desde condenadas a morir en la rueda, lapidadas o despeñadas, como las envenenadoras de la Antigua Roma o Grecia, quemadas y guillotinadas en la Francia del s. XVII, hasta las ejecutadas en nuestro país a garrote o condenadas por un simple delito de lesiones. © Violant Muñoz © Mediâtica, agencia cultural |
Violant Muñoz i Genovés
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April 2025
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