Por Violant Muñoz i Genovés
Una joven muerta en los acantilados de Sancti Petri… Un matrimonio herido por la desconfianza… Y el hallazgo de una pieza arqueológica de extraordinario valor que despierta la avaricia de todos. A pesar de comenzar de cero en una nueva casa en Chiclana, Luz no logra dejar atrás sus sospechas. Rodrigo lleva un tiempo comportándose de un modo extraño. Ella conoce esa mirada esquiva, por eso teme que le esté siendo infiel otra vez. Desesperada, decide contratar a una joven detective privada que se convertirá en su sombra. Todo se complica cuando el cuerpo de la chica aparece sin vida en los acantilados de Sancti Petri. Y solo Alfredo, el camarero que la vio por última vez, parece interesado en encontrar respuestas. En esa búsqueda de la verdad, el hallazgo de una estatuilla fenicia detonará las vidas de aquellos que jueguen con su poder y se crean con el derecho de atesorarla. Después de la publicación de Perro que no ladra, la escritora Blanca Cabañas regresa con un thriller envolvente que atrapa al lector en una espiral voraz que nos lleva a adentrarnos en un mundo de intereses y a disfrutar de los episodios desconocidos de la historia fenicia de Cádiz. Deseos oscuros, avaricia, mitología, investigación y secretos en una novela que hará las delicias de los lectores del género. Personalmente me ha parecido un libro de fácil lectura, ágil y rápida en la acción que va de menos a más consiguiendo atrapar al lector desde el inicio de la lectura. Una trama muy bien construida e imaginativa, en la que se pasean personajes de bulto redondo cargados, de claroscuros, muy bien construidos. La trama refleja una basta documentación de la zona al introducir en la magnífica ambientación el Patrimonio Histórico existente y el hallazgo de una pequeña estatua que nos remonta al origen fenicio del lugar. Será esta pieza el detonante de la narrativa y abrirá la puerta a las subtramas: amor, recelo, avaricia, ambiciones, poder, … La autora consigue llevar al lector a un mundo donde lo real y lo misterioso se dan la mano. Las descripciones son muy visuales, lo que nos permite ver la película en la que podría llegar a convertirse esta obra. Sobre todo por ese giro de guión que nos lleva a un final del todo inesperado. Blanca Cabañas ha ganado seguridad y fuerza narrativa convirtiéndose en una de las mejores representantes del thriller en el panorama nacional. © Violant Muñoz © Mediâtica: agencia cultural
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Por Violant Muñoz i Genovés
Aunque el gran Hitchcock dijo alguna vez que la receta del suspense consistía en que el espectador supiera más que el personaje -y ponía como ejemplo: un hombre está sentado en un sofá, debajo del cual hay una bomba; él no lo sabe pero el espectador sí, no siempre fue fiel a ese postulado. En películas. ¿Tan importantes? ¿Como psicosis o vértigo? El espectador asiste clavado a la butaca a unos hechos misteriosos o terroríficos. ¿Que suelen tener al final? La oscuridad que habita en mí, con la que Joaquín Camps eleva el thriller a un nivel nunca alcanzado en la narrativa española, pertenece a ese género. El lector va de sorpresa en sorpresa, literalmente absorbido por una trama bien provista de suspense y giros de guión. Hay crímenes, personajes con algo de Aníbal Lecter y algo de Norman Bates, un juego endiablado entre la realidad y las apariencias (psicópatas que no aparentan serlo y viceversa), varios hilos argumentales entrelazados e intriga a raudales. Sobre todo, casi nada es lo que parece ser y no falta una mente tan privilegiada como maligna orquestándolo todo entre bambalinas como el “Dios detrás del Dios” del famoso poema de Borges. La novela se abre con un impactante diálogo que da una pequeña pista. Pequeña lo que viene a continuación supera todas las expectativas sobre el terreno en el que se va a desenvolver el relato. En las obras de reforma de una casa Aparece una Mancha de sangre seca. Un viejo dicho sobre las buenas novelas sostenía que, si en la primera página aparece un un clavo en la pared en la última, un personaje debería usarlo para ahorcarse. Esa Mancha de sangre tendrá un destino parecido en “La oscuridad que habita en mí”. Inmediatamente el relato pasa a un ambiente muy distinto, casi idílico dentro de la relación de la pareja, como si antes de que se desencadenase la tempestad convenga un poco de calma. Los capítulos empiezan a estar fechados, el diálogo anterior no lo estaba. Es 2012, “...10 años antes de la desaparición de María...” nos anuncia el texto, deslizando ya un Elemento de suspense. La mujer de la pareja Cameron es una estadounidense de veintiún años, licenciada en Literatura Española por la Universidad de New York y reside en Barcelona que quiere escribir una novela en español y que, aunque convive con un guapísimo compatriota, siga esperando el que vaya a ser el hombre de su vida, algo que no podrá ser ningún hombre al que no haya visto llorar. Dueña de un particular sentido del humor escindida entre un yo-sensato y un yo-diva, según sus propias palabras, es pionera en el uso de las redes sociales y tiene una cuenta en Instagram a la que sube fotos de Barcelona. Cameron hace algunas reflexiones aparentemente cotidianas y sin trascendencia que apuntan (absolutamente nada es casual en esta excelente novela) a cuestiones que están en el fondo de la historia. Así, la idea de que “...la única libertad que tenemos es la de elegir a qué nos encadenamos...”, o “...que algunas mujeres priorizan algo muy autodestructivo como es el sentirse deseadas...” mostrarán su importancia en el desarrollo del relato. Muy pronto, Cameron encuentra a David, un barcelonés con todas las trazas de poder ser, el sí, el hombre de su vida. David es un genuino vástago del cogollo Barcelonés. Rico, guapo, orgulloso, mujeriego, egoísta, seductor, narcisista y un tiburón en lo profesional y en lo personal. Aquí la novela da un salto y pasa a 2020, “...dos años antes de la desaparición de María...”, como nos advierte el texto. Cameron se ha casado con David y vive en la lujosa zona de Pedralbes. Ella, que ya es influencer, conoce a una vecina, Eva, una guapa madrileña que vive con una hija adolescente, María. La relación entre ellas es la de dos buenas amigas que se admiran mutuamente. La única rareza de Eva es que se resiste a salir en las fotos. Ni siquiera en sus fotos de Instagram se le ve nunca claramente la cara. El plácido y maravilloso panorama: el matrimonio con David, bienestar económico, los planes de tener hijos, amistad con Eva, la compañía de su gato Míster Cohen (porque está convencida de que es la reencarnación de Leonard Cohen) salta por los aires el día en que Cameron recibe una foto en un sobre de su compañía de seguros en la que se ve a su marido besándose con una guapa morena en el reservado de un restaurante. E inmediatamente encuentra en la cocina de su casa en medio de charcos de sangre, el cadáver de una mujer desnuda, degollada y con una bolsa de plástico cubriéndole la cabeza. Alguien por detrás le aplica un paño húmedo en la cara y pierde el conocimiento cuando lo recobra dos horas después, su marido está con ella y el cadáver y la sangre han desaparecido. En cuanto a la foto, lo que ve ahora es una pareja de ancianos besándose en un restaurante, es la promoción de un seguro de vida enviado por su compañía. Lo cierto es que Cameron lleva un tiempo con miedo, teniendo ataques de pánico y creyendo ver intrusos, oyendo voces y perdiéndose por caminos conocidos de Barcelona. ¿Está sufriendo alucinaciones? ¿Nada de lo que cree ver es real?¿ Le está haciendo luz de gas David, su marido? Si es así, ella está durmiendo con quien puede ser su asesino. Cuando empieza a convencerse de que todo es producto de su imaginación, ve restos de sangre en los bigotes del gato. Cameron empieza a entrar en el túnel de la locura. Su psiquiatra Paul, tan sabio como encantador, norteamericano como ella y al que ya estaba acudiendo, se convierte en su único asidero y su mejor apoyo. Sobre todo cuando David la abandona y se iba a vivir con Eva, cuya filosofía de vida es que si las chicas buenas van al cielo, las malas van donde quieren. Abandonada por su marido, absolutamente desmejorada físicamente y con un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, (la realidad es peor de cómo suena eso) se dice en la novela. La vida de Cameron se desmorona. Espía a su ex marido, a su ex amiga, busca por Barcelona a la mujer que aparecía besándose con su marido en la foto que recibió, cierra su cuenta en Instagram porque no se puede ser influencer de moda cuando la ropa no te sienta bien y tus seguidores lo quieren parecerse a ti, pero abre otra en la que cuelga postales que recibe de modo anónimo, en las que le cuentan algún secreto personal. Cameron se convierte en una especie de tarro vacío en el que cualquier cosa resuena. Paul, su psiquiatra, sigue siendo su gran asidero vital. La relación entre ellos da lugar a una serie de jugosas reflexiones que enriquecen la novela. Por ejemplo, que lo atroz de la invisibilidad es que te vuelva vulnerable o que a veces, como decía Kafka, creemos que caminamos cuando en realidad caemos. Que el dolor nos sirve para comprender y que las personas nos definimos por lo que hacemos, no por lo que decimos. Reflexiones sobre la utilidad de estar al borde de la muerte y sobrevivir. Un proceso que es como la fermentación de un queso, en el que algo se degrada pero queda una materia mucho más perfecta. O sobre la importancia del humor y la risa, que es como un trauma al revés. No hay higiene mental ni verdadera felicidad sin risas, son el canario en la mina cuando no cantan, algo va mal. Estas reflexiones marcan un contrapunto a la intriga y el terror que van envolviendo el relato. Porque pronto aparece otro cadáver, también degollado en la casa de Cameron, y los hechos se precipitan. María, la hija adolescente de Eva, efectivamente desaparece como nos venía anunciando el texto. La policía investiga a Eva por un pasado turbio que incluye el asesinato del padre de su hija, y una sospechosa ganancia millonaria en la lotería. Cameron recibe alguna postal con un mensaje que alude a su situación y a cosas que nadie debería saber. La duda que flota constantemente sobre la historia es si Cameron es un trasunto de Norman Bates de Psicosis, que comete sus crímenes con otra personalidad y sin conciencia de cometerlos. Ella misma llega a preguntárselo porque muchos indicios la inculpan, pero ella nunca recuerda nada. Y como ella, el lector tampoco asiste a los crímenes, solo a su descubrimiento. Cameron sufre ausencias, periodos en los que no es consciente de lo que hace y de los que nada recuerda; y sabe que durante esas ausencias puede hacer barbaridades. No puede confiar en sus propios sentidos ni en su mente. Y reconoce “...yo el peligro lo llevo dentro, me intriga ese otro ser que habita en mí...” La combinación de la medicación que toma con el alcohol, la que se siente incapaz de renunciar, resulta explosiva en una estructura neuronal esquizoide como la suya, le explica Paul, su psiquiatra, que también le advierte, “...tu capacidad de razonamiento está nublada y tú no te das cuenta, precisamente porque tu capacidad de razonamiento está nublada..” “...Quizá lo más difícil de esta vida es renunciar al renunciamiento...”, le dice también su psiquiatra. “...Salir de la desesperanza, del abandono total, la inercia, como cualquier otro refugio en el que los humanos nos instalamos, puede llegar a ser muy acogedor...” La oscuridad que habita en mí es un thriller construido con los mejores ingredientes del género sabiamente mezclados y desarrollados. Un thriller moderno que no desdeña, sin embargo, los elementos clásicos al estilo de la gran Agatha Christie, como la abundancia de sospechosos y al final, que explica todo sin dejar ningún cabo suelto. Aunque aquí no hay un Poirot que reúna a todos los personajes en una habitación para alardear de sus dotes deductivas. La policía, de hecho, no acierta a desvelar el misterio. El autor recurre a un procedimiento semejante, desandando todos los pasos desde el principio en una recopilación que contesta todas las preguntas y ata todos los cabos. Y demuestra que “...el infierno es la verdad vista demasiado tarde...” La nueva novela de Joaquín Camps levanta muchas expectativas en su planteamiento y no las defrauda. El final está totalmente a la altura de lo que ha sido su trepidante y absorbente desarrollo. Como corresponde al género en que se inscribe esta novela, predomina la intriga, la tensión, el horror, la duda constante sobre los hechos de la trama, pero contiene también otros asuntos no menores alrededor de esta columna vertebral. Es, por ejemplo, un descenso a los infiernos de la locura y una inmersión en la complejidad del cerebro humano. Trata de las redes sociales, cuyo éxito, como se dice en la novela, se basa en algo frívolo y todo los frívolo es endeble; de la infidelidad y los efectos devastadores que puede tener en la persona traicionada; de cómo la lástima no funciona a largo plazo; y de los traumas de la infancia, ese secuestrador que, a cambio de liberarnos, se queda para siempre con algo de nosotros. De esa peculiar forma de corrupción o prostitución de las adolescentes que buscan hombres maduros, adinerados, que les satisfagan sus caprichos, esa figura conocida como el Sugar Daddy. Del egoísmo de los miembros de las clases más acomodadas y de la dureza que pueden emplear los de las clases bajas para ascender en la escala social. Es también una novela en la que el paisaje urbano de Barcelona, pero también de Nueva York, tiene una importancia destacada. Una Barcelona cosmopolita y pueblerina, sofisticada y paleta, gris y desolada. La oscuridad que habita en mí es también un juegos meta literario salpicado muy ocasionalmente de un sutil sentido del humor que aligera la tensión de la trama. Una trama construida con la precisión de cirujano que tiene algunos guiones de David Mamet, esos en el que alguien levanta una tramoya perfecta que atrapa la víctima y embelesa al espectador. Por Violant Muñoz i Genovés Los crímenes de nuestros antepasados también se heredan, y alguien pagará por ellos… ¡Urgente! Menor desaparecido.
Con esta noticia se despiertan los habitantes de Aldeanegra, un pueblo salmantino cerca de La Alberca, la mañana del 12 de agosto del 2018. En las inmediaciones dos cadáveres: el vecino Regio García, de sesenta y ocho años, con claros signos de violencia, y el perro que acompañaba al pequeño de ocho años. Les asignan este extraño caso a la sargento de la Guardia Civil Cristina Albino y al agente Anselmo Picarzo, dos compañeros mal avenidos. En la escena del crimen no hay rastro alguno del niño, excepto un pequeño cocodrilo de madera que llevaba el menor en el momento de su desaparición. El cadáver de Regino tiene la boca llena de tierra y restos vegetales, y los agentes encuentran varias fibras de ropa manchada de sangre entre los dientes del perro. Muy cerca de los cuerpos una linterna frontal y una pequeña trampa casera fabricada con alambres. Laura, la madre de Marcos, apodado Lobo por su abuelo, era muy joven cuando decidió tener a su hijo sola; el padre del niño un delincuente violento había decidido desentenderse de él. Desde entonces ha vivido tranquila en Aldeanegra junto a su suegra, la única persona que la ha ayudado. En esa pequeña comunidad conoció a su amiga Renata y a su madre Hanna, una judía refugiada en Inglaterra que llegó a España en la década de los cincuenta, y también a Gonzalo, hijo ilegítimo de Aurelio Galarza, un enfermo terminal que desea solucionar las cosas con su hijo no reconocido antes de morir. Sobre todos ellos se extienden las sombras del pasado, sin que ninguno sospeche el alcance que tienen ni su oscuridad. Y cuando el pequeño Marcos desaparece, Aldeanegra dejará de ser ese lugar donde todos encontraron refugio en su día. María Suré, ya mostró en su anterior obra Lágrimas de polvo rojo su interés por el peso de la culpa y las sombras del pasado, dos cuestiones que encuentran cabida en esta nueva novela. En palabras de la propia autora: “...me interesaba mostrar que una infancia cruel o dolorosa no tiene por qué convertir a alguien en un mala persona, al contrario de lo que se suele pensar. Pero siempre dejará cicatrices con las que tendrá que lidiar diariamente y que el hecho más trivial pueda volver a abrir. Con el dolor regresarán esos temidos fantasmas que se creía olvidados, y la reacción de cada persona ante esa situación es imprevisible…” Culpa y vergüenza aparecen juntas en no pocas ocasiones como parte de un mismo binomio. Si bien el sentido de la culpa aparece cuando se rompe algún código moral y la vergüenza es una valoración negativa que proyectamos sobre nosotros mismos, no es infrecuente que aparezcan como parte de una misma ecuación. ”… la culpa es un sentimiento destructivo que acaba por marcar un carácter o incluso proyectándose de forma dañina sobre los demás. Mina poco a poco la autoestima de la persona hasta transformarla…” afirma la autora estableciendo un juego dentro de la historia. Pasado y presente se entretejen a lo largo de Huérfanos de sombra para hacernos comprender los motivos que empujan a los personajes a reaccionar de cierta manera “...el lector tiene que empatizar con sus sentimientos, y para ello hay que remontarse al pasado y vivir con ellos los hechos que les van a marcar de por vida. Una vez más, mostrar en lugar de contar y entender que todos podemos transformarnos en algo terrible cuando se accionan los resortes adecuados…” El pequeño pueblo salmantino de Aldeanegra que la autora ubica próximo a La Alberca, es un lugar ficticio, ideado por la autora para desarrollar en él parte de la trama de Huérfanos de sombra Por su descripción podría confundirse con cualquiera de las diminutas aldeas que aún sobreviven en la Sierra de Francia. “...quería mostrar la parte menos visible en la vida de un pueblo pequeño, con sus ventajas e inconvenientes. Detalles que solo conocen los que han vivido en ellos…” La propia María nos desvela que ha vivido muchas de las escenas cotidianas que se describen en sus obras “...en esta novela existe un pasaje en el que aparecemos mi padre y yo cuando era pequeña. Gonzalo le cuenta a Lobo que, cuando era un niño, solía acompañar a su abuelo cada vez que iba a visitar a su amigo Javier que tenía un bar en Santiago de la Puebla. Javier era mi padre y yo la niña con la que jugaba en el bar que teníamos en el pueblo, el bar Navarro. Por aquel entonces yo iba acompañada a todas partes por mi perro, que por supuesto, se llamaba Rudy como el perro de Lobo…” Cristina Albino, sargento de la Guardia Civil, es una perfeccionista que raya en lo maniático, no solo en el ámbito laboral, también en la actitud que toma ante cualquier problema. Es decidida, activa, está en forma y se cuida mucho. Anselmo Picaro, agente de la Guardia Civil, no se parece a su compañera en absoluto. Calmado y descuidado incluso con su imagen, no le importan las apariencias ni se altera por casi nada. Es probable que la depresión que lo había alejado de su trabajo años atrás tenga algo que ver con su forma de actuar. Dos investigadores que son como el agua y el aceite, pero que formarán un gran equipo. Un thriller costumbrista que atrapará al lector desde la primera página, viajando en el tiempo y en el espacio hasta hacer encajar todas las piezas. (c) Violant Muñoz (c) Mediâtica: agencia cultural Por Violant Muñoz y Genovés Un sádico asesino está sembrando el terror en la comarca del Empordà y, al parecer, no tiene intención de parar. El mal seguirá extendiéndose mientras nadie sea capaz de frenarlo. Vuelve Nico Ros con un oscuro caso de secretos del pasado. El carismático detective barcelonés (Marismas) acude de nuevo a la costa Brava a investigar la desaparición de un inspector destinado a dar con el culpable de un macabro crimen. Una granja lúgubre, una ermita escondida, mensajes esotéricos y un sádico modus operandi convergen en un impactante thriller escrito a cuatro manos, entre madre e hijo. Como ya consiguieron en su prometedor debut, Beatriz Roger y Luiso Soldevila vuelven a sumergir a los lectores en una historia estremecedora que difícilmente podrán olvidar. Nadie podía imaginar un final así para un granjero del Empordà. Ni siquiera el comisario Narváez y los suyos, acostumbrados a tratar con lo peor de la condición humana. Pero el macabro crimen que descubren en un granero es solo el comienzo de un caso que los llevará al límite de sus fuerzas. Deberán hacer todo lo posible por evitar que el mal triunfe, a la vez que la amenaza también se cernirá sobre ellos. «...Recuerda ahora su primer pensamiento de entonces: todo se paga. Siempre se paga...» El inspector Pàmies, a cargo de la investigación del macabro crimen, desaparece sin dejar rastro, y es entonces cuando el detective Nico Ros, todavía convaleciente de las heridas causadas por el desenlace de Marismas, se suma a una búsqueda sin tregua para dar con ese difícil pero muy querido miembro del equipo. ¿Estaba Pàmies preparado para investigar un caso de ese calibre? ¿Se habrá dejado llevar por su tendencia autodestructiva? Mientras tratan de dar con él, no pueden olvidar que hay otra caza en marcha: la del asesino que está dispuesto a todo para cumplir con su venganza. «...El normalmente osado inspector siente un miedo cerval que recorre su cuerpo. ¿Qué tipo de mal ha urdido esta dantesca puesta en escena?...» Una granja lúgubre, una ermita recóndita, silencios sospechosos, alianzas desconocidas, un circo que esconde más de lo que enseña, mensajes esotéricos, secretos enterrados... A esto y más se enfrentarán Nico y sus compañeros, mientras el veterano agente sigue en paradero desconocido y el miedo se cierne sobre los habitantes de Llafranc y otros pueblos de la comarca ampurdanesa, inundándolos de oscuridad. «...Sabe que es un desastre. Un suicida. Pero la muerte no lo asusta. Es una vieja amiga, con la que camina de la mano desde hace mucho tiempo...» Padrenuestro conquistará a los lectores aficionados a los thrillers de alto voltaje, las novelas policiacas y de detectives, y también a todos los que esperan que una ficción criminal les aporte mucho más que la resolución de un caso. La tensión narrativa crece a medida que la investigación de Nico Ros se complica, y es que infinidad de elementos convierten la historia en un apasionante rompecabezas lleno de suspense: crímenes macabros con una sádica puesta en escena, pistas relacionadas con el mundo esotérico y las creencias religiosas, además de una subtrama que nos traslada hábilmente al pasado de las víctimas y los posibles implicados. La narración de Beatriz Roger y Luiso Soldevila llama la atención desde el primer instante, sin dejar que decaiga el interés y, aunque parezca que poco a poco se revelan las claves para la resolución de la trama principal, diversos giros irrumpirán de forma inesperada. Es ese factor sorpresa el que dejará al público con la sensación de haberse dejado atrapar por un thriller magnético. «...Un pensamiento, una sensación incómoda, tratan de abrirse paso en su mente y advertirle. Su pistola. Maldita sea. La pistola...» En su primera novela, dieron a conocer al carismático Nico Ros, sus conflictos internos, la tragedia que le afectó y cada uno de los personajes que forman parte de su universo. En Padrenuestro, las relaciones de Nico con los demás agentes consiguen afianzarse. No son, en ningún caso, personajes estereotipados, sino más bien policías que han sufrido y que siguen sufriendo por las tragedias ligadas a su vida personal o por las dificultades de su labor como investigadores. Tampoco aquellos sobre los que debe caer todo el peso de la ley encarnan la maldad sin más. Hay, sobre todos ellos, un sólido trabajo destinado a plasmar sus emociones y motivaciones, incluso, las menos loables. Asuntos como la venganza, los celos, la ambición, la lealtad, los desengaños amorosos, el maltrato y los secretos familiares tienen cabida en Padrenuestro. De nuevo, Beatriz Roger y Luiso Soldevila han ideado una magnífica historia en la que la naturaleza y el paisaje tienen mucho que decir. Esa atmósfera de misterio contrasta con la imagen idílica y vacacional que muchos lectores tendrán de poblaciones como Llafranc, Palafrugell, Esclayà y Begur o de enclaves tan singulares e inhóspitos como la iglesia de Santa Coloma de Fitor. Los lugares elegidos tienen significado por sí mismos. Además, si en Marismas el mar era cómplice de intrigas, en Padrenuestro estas se acrecientan cuando hay tormenta, niebla o sopla la tramontana. «...Él también lo huele. Como todos los lugareños. El viento se está levantando despacio. Con disimulo. Va a tomarse su tiempo, pero se hará con todo cuando desate su furia. El frío húmedo que reina en la noche no es más que un anticipo del temporal que se avecina. Igual que el crimen del granero...» Beatriz Roger y Luiso Soldevila son madre e hijo. Su pasión compartida por la ficción en cualquiera de sus manifestaciones, literatura, series, películas, etc., los llevó un día a plantearse escribir una novela a cuatro manos de la que Marismas (2022) y Padrenuestro han sido los resultados. ¡De momento!
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