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​Reseñas desde España

Las cenizas del mito y la ambición histórica

10/14/2025

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Por Violant Muñoz i Genovés

En cierto sentido, Pero el fénix vuela (2025) se erige como un libro de tensiones: tensiones entre historia y ficción, entre exotismo y cercanía, entre el poder y la supervivencia. Con él, Fabián Plaza Miranda —abogado, escritor y estudioso de Asia Oriental— se lanza a un territorio que, para muchos lectores hispanohablantes, resulta lejano: China en el siglo III a. C., en plena era de los Reinos Combatientes. Pero esa lejanía es también una oportunidad, porque el novelista encuentra allí los materiales para explorar temas universales: la identidad, la traición, el destino, el deseo de trascender.

Trama y personajes
La novela se sitúa en el año 263 a. C., cuando los reinos de Zhao y Qin figuran entre los actores centrales de la convulsa etapa conocida como los Reinos Combatientes. Bajo esa atmósfera de guerra crónica y delicados equilibrios de poder, se cruzan las vidas de tres figuras esenciales:
  • Yiren, príncipe de Zhao tomado como rehén en el territorio enemigo. Relegado, humillado, convertido en adicto al alcohol para anestesiar el dolor físico y existencial, Yiren representa la caída, pero también la posibilidad de redención.
  • Fengying, hija de humildes alfareros de Zhao, que termina vendida como concubina al mercader Lü Buwei. Fengying es una pieza inesperada en el gran tablero político: desde su condición aparentemente subalterna, va ganando protagonismo y complejidad.
  • Lü Buwei, astuto comerciante con ambiciones mayores, que mirando hacia el joven príncipe ve una oportunidad: controlar destinos, construir alianzas. En esa relación matriz entre Yiren y Lü late el pulso del poder, la seducción del riesgo y el choque inevitable entre intereses personales y grandes compañías políticas.

El autor construye un triángulo dramático que camina entre el destino histórico y la tensión íntima. Fengying no es un mero objeto de disputa: su mirada, sus decisiones y su resistencia (cuando aparece) aportan al conjunto narrativo una voz menos acostumbrada en la novela histórica: la voz de lo que no debía figurar —el margen femenino— pero que termina gravitante.

Según la sinopsis que ofrece Casa del Libro, en el entorno de intrigas palaciegas, Lü “no dudará en unirse a ese joven caído en desgracia al que todos odian en Zhao”, aun sabiendo que ese compromiso puede erosionar su propio poder; Yiren, en tanto, se convierte en muro entre Fengying y Lü, aunque esa función no esté exenta de ambigüedades. 

La novela no se propone solo como recreación política o bélica, sino como un relato de supervivencia moral: ¿qué queda del hombre cuando todo se ha vuelto adverso? ¿Cómo reconstruirse dentro del fango de la traición? La figura del fénix, evocada en el título, simboliza ese anhelo de resurgir más allá del dolor y el olvido.

Estilo, tono y ambiente
Plaza se mueve con ambición literaria: su prosa aspira –y en muchas ocasiones logra– ser lírica sin caer en lo excesivo, atmosférica sin perder claridad. Las descripciones del paisaje, del clima, del bullicio de palacios o mercados aportan al lector una espacialidad creíble. Que una novela sobre la China antigua conquiste atmósferas sin volverse exótica artificiosa es mérito de oficio.

Ese “oficio narrativo” fue precisamente uno de los elogios del jurado que le otorgó a esta obra el XIV Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda (valorado en 20.000 €). En la resolución del jurado se subraya: “el rescate literario de un personaje histórico femenino poco conocido… y la cercanía con la que el autor ha recreado hechos históricos que cabalgan entre la realidad y la leyenda”.

Es inevitable advertir también algunas sombras en el tono: la tensión política pesada, el vocabulario cortesano, los giros de poder, pueden en momentos acercarse al pastiche histórico si no se dominasen con rigor. Pero en líneas generales, Plaza evita esos escollos con un pulso narrativo que equilibra las escenas íntimas y los pasajes más amplios.

Otro acierto: la alternancia entre lo íntimo y lo grandioso. El relato no se abandona a las largas batallas (no es su intención describir escenas bélicas con detalle exhaustivo), sino que recurre a momentos señalados, pero siempre anclados en el conflicto personal: una conversación, una decisión, una traición supuesta. Esa medida da ritmo, evita la fatiga del lector y permite que el peso histórico no opaque al personaje.

Temas centrales
El poder y su fragilidad. En Pero el fénix vuela, el poder no es presentado como algo absoluto e inmutable, sino como algo frágil, sujeto a la traición, al azar, a las alianzas más endebles. Yiren, como príncipe prófugo en su propia corte, es prueba viviente de que solo el poder que se funda en alianzas auténticas –o en carismas personales– puede resistir. Lü Buwei ejemplifica la astucia y la ambición, pero también recuerda que incluso el más audaz de los hombres puede convertirse en peón.

La identidad despojada. Yiren, desplazado, arrinconado, condenado socialmente, debe reconstruirse (o destrozarse) interiormente. Esa pérdida de identidad no es solo política, sino espiritual y moral. La novela explora cómo uno puede redefinirse cuando su pasado y su futuro parecen derrumbarse.

El papel de lo femenino. Fengying aparece al principio relegada por su origen humilde y su condición de concubina. Pero su figura evoluciona hacia un símbolo de resistencia: la que sobrevive, la que observa, la que, aunque no detente abiertamente el poder, lo cuestiona y lo mide. Ese rescate de una mujer que se mueve en las sombras políticas y sociales es uno de los atractivos más contemporáneos de la novela.

Historia vs. leyenda. La novela juega en el terreno intermedio: no pretende hacer una reconstrucción académica rigurosa (no es un ensayo), pero tampoco se rinde al escapismo total. Plaza utiliza nombres y eventos reales (o aludidos) como armazón para su ficción, permitiéndose licencias donde la historia documental no alcanza. Esa tensión aporta al lector la sensación de estar comprando un fragmento de pasado imbricado en ficción, no una fantasía historicista sin anclaje.

La supervivencia como acto heroico. El fénix es, en muchas tradiciones, símbolo de renacimiento tras la destrucción. Aquí, lo heroico no es necesariamente vencer por la espada, sino persistir en medio del desastre, reconstruirse en medio de las ruinas interiores, mantener la esperanza cuando todo conspira contra ti.

Debilidades y desafíosUna novela de estas ambiciones no está exenta de aristas discutibles:
  • En ciertos pasajes, los diálogos políticos resultan algo expositivos: más que conversar, los personajes explican sus estrategias, como si al lector le faltase contexto. Eso puede afectar el ritmo para el lector menos familiarizado con el tejido geopolítico del mundo chino antiguo.
  • En momentos la voz narrativa se siente distante, como si el filtro histórico impusiera una barrera frente a la emoción directa. En esas ocasiones, la tensión emocional queda amortiguada.
  • Algunos personajes secundarios — cortesanos, generales, espías — no logran desarrollar una tridimensionalidad plena: cumplen roles funcionales más que vivir en su propia libertad. En novelas históricas amplias es un riesgo habitual, y Plaza lo esquiva en buena medida, pero no siempre lo elude del todo.
  • Puede haber, para ciertos lectores, una sensación de que el exotismo —la China antigua— funciona como fondo romántico más que como territorio problemático completo. El reto para el lector occidental es que el mundo social, los rituales, las creencias profundas, no siempre quedan del todo esclarecidos. Plaza hace el esfuerzo, pero hay momentos en que ese trasfondo se siente “turístico”.

No obstante, muchas de esas debilidades son comunes al género y no eclipsan los aciertos. Es más: ayudan a calibrar expectativas y a entender que la novela es ambiciosa, no monumental.

Comparaciones y filiaciones literariasPodríamos vincular Pero el fénix vuela con una tradición moderna de novela histórica que mira hacia oriente: paralelismos (más en espíritu que en estilo) puede hallarse con autores como Guy Gavriel Kay o Lian Hearn, en cuanto al uso de una ambientación oriental para explorar conflictos humanos universales. Pero Plaza pertenece también al espacio de literatura histórica española reciente, con un interés creciente en lo exótico (y no europeo) como escenario para tramas de lucha y poder.

Dentro del catálogo de Plaza, esta novela representa un paso más hacia la consolidación de un autor que no teme asumir retos geográficos, culturales y temáticos alejados de la España tradicional. Leerla nos invita a pensar que hay (y habrá) más lectores dispuestos a internarse en mundos lejanos si el pulso narrativo lo recompensa.

Recepción y expectativas
La adjudicación del XIV Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda coloca a Pero el fénix vuela en un escaparate ventajoso para 2025. Que el jurado lo premiara por “oficio narrativo”, por “rescate de personaje femenino poco conocido” y por la “cercanía” con que se recrean hechos legendarios, revela que la obra ha sido valorada tanto por su ambición como por su ejecución literaria. 

En los catálogos de librerías ya figura como novedad destacada en la sección de novela histórica. Queda por verse cómo responderá el público general: habrá lectores fascinados por la ambientación, otros que critiquen las licencias, algunos que reconozcan en él un buen puente para adentrarse al universo histórico oriental dentro de la narrativa hispana.

Significado cultural
Más allá del placer de la lectura, Pero el fénix vuela ofrece un pequeño pero significativo gesto cultural: la reivindicación de un pasado lejano que puede resonar en nuestra contemporaneidad. Nos recuerda que el mundo no empieza ni termina en los confines europeos. Nos ayuda a imaginar que los dramas del poder, la identidad, la caída y el ascenso no son exclusivos de Occidente.

Además, rescatar una figura femenina como Fengying —aunque novelada— abre un camino para pensar cómo las voces marginadas de la historia pueden ser narradas hoy con dignidad. En ese sentido, Plaza no propone solo un viaje cultural, sino una reflexión ética: ¿qué significa honrar el pasado? ¿Qué responsabilidades conlleva narrarlo?

Conclusión
Pero el fénix vuela es, en mi opinión, una de las apuestas más estimulantes del panorama de la novela histórica española reciente. No solo por su ambición de ambientación y su voluntad de geografía exótica, sino por su apuesta por el personaje humano en medio de la marcha inexorable de los reinados, las traiciones y las alianzas. Que un príncipe caído, una mujer aparentemente insignificante y un mercader audaz confluyan en una trama de poder y destino nos recuerda que la historia —como la literatura— está hecha de encuentros inesperados.

Quizás no todos los momentos funcionen con igual vigor, quizás algunos pasajes requieran paciencia, pero el impulso general de la novela es el de quien toma riesgos: arriesgarse a construir un pasado en palabras, a introducir una mitología reinventada en la trama de lo humano, a invitar al lector a volar junto al fénix.
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