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Por Violant Muñoz i Genovés
1. Arquitectura del desconcierto En los pliegues de la narrativa de terror contemporánea hay autores que, sin necesidad de nombre propio ni rostro visible, consiguen alterar la manera en la que leemos, habitamos e imaginamos. Uketsu —seudónimo enigmático, casi críptico, como corresponde al género que cultiva— es uno de ellos. Su libro Strange Houses, publicado por Reservoir Books, no es simplemente una colección de misterios o relatos de casas encantadas. Es una experiencia literaria en la que la arquitectura, el folclore y la lógica del espacio se convierten en herramientas para desestabilizar al lector. Lo que comenzó como un fenómeno digital en Japón, donde Uketsu publicaba historias de casas malditas en redes sociales y foros, ha derivado en un libro que ya es objeto de culto. Ilustrado con planos —algunos absurdos, otros aterradoramente plausibles—, cada capítulo de Strange Houses describe una construcción con un diseño inexplicable y una historia siniestra. No hay personajes fijos, ni una voz narrativa reconocible, ni una trama secuencial. Lo que une los textos es la idea de que lo que habitas puede convertirse, de forma súbita, en una amenaza. 2. De lo cotidiano a lo imposible A diferencia de las convenciones occidentales del género de casas encantadas, Uketsu no necesita fantasmas clásicos ni manifestaciones espectrales para generar inquietud. Su aproximación es más conceptual: es la lógica interna del espacio, su deformación o su indiferencia al sentido humano, lo que provoca el miedo. Así, un baño sin puerta que solo se puede usar cuando el otro inquilino está inconsciente, una habitación que devora lentamente a sus ocupantes o una escalera que no conduce a ningún sitio, son suficientes para activar una sensación de amenaza. Cada plano incluido en el libro —dibujado con precisión técnica, pero impregnado de un aura pesadillesca— funciona como detonante. El lector se enfrenta primero al dibujo, que ya de por sí resulta desconcertante, y después a la narración, que explica cómo esa anomalía espacial incide en la vida de los habitantes. Es un recurso brillante que Uketsu explota con inteligencia, obligando al lector a reconfigurar su manera de entender el relato de terror. 3. Influencias: de Junji Ito a Mark Z. Danielewski Si hay un referente inevitable cuando se habla de terror gráfico japonés, es Junji Ito, y aunque Uketsu evita el trazo grotesco o explícito, sí comparte con él la capacidad para insertar lo terrorífico en lo doméstico. Pero a diferencia de Ito, cuya fuerza está en la imagen, Uketsu apuesta por la sugestión, por lo implícito y por el pensamiento lateral. Fuera del canon japonés, Strange Houses dialoga con obras como La casa de hojas de Mark Z. Danielewski, donde también se cuestiona el espacio como elemento narrativo y psicológico. El libro de Uketsu, sin embargo, es más breve, más directo y —en cierto sentido— más perturbador por su propia economía narrativa. Cada historia dura pocas páginas, pero deja una huella duradera. No necesita desarrollar personajes ni conflictos complejos. Le basta con una premisa absurda que, lentamente, se vuelve verosímil. 4. Horror digital, lenguaje analógico Resulta llamativo que una obra surgida de foros online y plataformas digitales adopte un formato tan clásico como el libro ilustrado. Esta tensión entre origen y forma es uno de los grandes aciertos del proyecto. La edición de Reservoir Books acentúa el efecto con una traducción sobria, un diseño limpio y una cuidada presentación que contrasta con el contenido: un desfile de pesadillas espaciales. En Japón, Uketsu es parte de una nueva ola de creadores que usan las redes para distribuir literatura breve, imágenes perturbadoras y formatos híbridos. Su paso al libro no diluye esa esencia, sino que la concentra. Strange Houses puede leerse en cualquier orden, detenerse en un plano y luego volver atrás. Es una lectura no lineal, casi modular, que el lector completa en su cabeza, proyectando sus propios miedos en esos espacios vacíos. 5. Filosofía de la perturbación Más allá de su dimensión estética o narrativa, Strange Houses encierra una reflexión más profunda: ¿qué sucede cuando el entorno que debía protegernos se vuelve incomprensible? ¿Qué ocurre cuando la casa —símbolo ancestral de refugio y pertenencia— se convierte en laberinto, en trampa, en amenaza? Uketsu no ofrece respuestas. Tampoco moraliza ni interpreta. Se limita a exponer. Sus casas no castigan ni premian, simplemente existen, como si obedecieran a una lógica paralela. En este sentido, la obra se aproxima al horror existencial de autores como Kafka o Ligotti, donde el problema no es la muerte, sino el sinsentido. El lector, enfrentado a estos espacios deformes, se ve obligado a reexaminar su relación con la seguridad, con lo cotidiano, incluso con la memoria. Algunas casas parecen metáforas del trauma, otras del aislamiento, otras de la locura. Pero ninguna permite una lectura simple. 6. El valor de lo incompleto Una de las decisiones más acertadas de Strange Houses es su renuncia a la explicación total. El lector nunca sabe por qué ocurre lo que ocurre. Tampoco qué pasa después. Las historias terminan en el momento justo para que la inquietud permanezca, para que la imaginación complete el horror. Este minimalismo narrativo —que en otros contextos podría parecer pereza o artificio— aquí se convierte en virtud. Uketsu confía en la inteligencia y sensibilidad del lector. No necesita cerrar sus relatos. Solo abrirlos. Solo encender la chispa. Conclusión Strange Houses no es una novela, ni una antología convencional, ni un libro de diseño. Es una obra difícil de clasificar, y quizás por eso resulta tan poderosa. Es literatura del disloque, arquitectura del miedo, relato esquemático que funciona como espejo negro del lugar que llamamos hogar. En una época donde el terror parece necesitar de multiversos, gore o monstruos digitales, Uketsu demuestra que basta una puerta mal situada, una habitación con proporciones erróneas, una escalera sin sentido, para devolvernos al desconcierto esencial. Ese que, sin necesidad de sangre, nos recuerda que no entendemos el mundo. Ni nuestra casa. Ni a nosotros mismos.
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November 2025
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