Por Candelaria Cuevas
“¿Recuerdas aquella tarde que le robamos a un día? Cuánta pasión en silencio me tuve que beber…” Santiago Vallejo me escuchó cuando tenía dieciséis años, esa tarde llegó a mi casa ensopado de agua y con las botas llenas de lodo, quería conocer a la muchacha que escuchó leer versos en el canal de encuentro de un radio de bandas altas, recuerdo que era un modelo Cobra 158 con chancla potente y con una antena hecha de un pino muy alto que mi padre había traído de la sierra. De Arteaga, Michoacán venía a ver a la Rancherita número dos —Nombre de la estación—que transmitía desde un cerro, con un equipo raquítico conectado a una batería de carro y que tenía un alcance de varios países; Colombia, Venezuela, Estados Unidos y la frontera norte de México. Santiago decía que él era poeta, me dictó diez poemas que escribí con exactitud, pues quería plasmar cada palabra de su boca en mi vieja libreta de poesía. Sus ojos de medio siglo se humedecieron mientras se despedía de mí, bajo una torrencial tormenta. “Si esta noche me esperas yo vendré con las sombras, como gota de lluvia o como temblor de aurora. Si esta noche me esperas quiero encontrarte sola, solita en el regazo del azul de tu alcoba, para besar tus labios, para morderte toda, y la cruz de tu boca con la cruz de la mía…” El pelo me llegaba abajo de la cintura, tenía llagas en las pantorrillas y un hueco endemoniado en el estómago que llenaba de versos. La que caminaba descalza en los caminos de tierra colorada, no sabía que a lo lejos había un mundo donde las historias se escribían por montones. En el rancho donde crecí, no llegaban los maestros, pues se decía que en esos parajes, las mujeres volteaban las tortillas a balazos. El miedo les impedía llegar, aún así, le susurré a la corteza de cada árbol palabras vivas, palabras con aliento de yerbabuena, palabras que brotaban desde mi corazón de arcilla, la poesía de mis ancestros. El verso perfecto está en los labios que besan, en los surcos de girasoles, en las llagas. Hace falta soplar al viento las miles de mariposas que se forman en el interior, para que les broten alas y se conviertan en puentes. No hay armas en las manos campesinas, sólo puños de maíz para sembrar cada temporal de lluvias. Soy María Candelaria, me da mucho orgullo ser colaboradora de la revista Peregrinos y sus letras. Cuando mi madre enterró mi ombligo en las raíces de un tepehuaje junto a los de mis catorce hermanos, nunca se imaginó que tan largo era ese cordón umbilical, ella no pensó que a miles de kilómetros estaría para siempre unida a mis raíces y les contaría de mis costumbres. Soy una mujer rebelde, de corazón indómito, he cruzado tierras purépechas, guiada por la dulce melodía de una pirekua y cobijada de un gran sueño con el que me cubrí los hombros como un hermoso rebozo azul. En Phoenix, Arizona, encontré un desierto con un oasis multicultural tan hermoso, que opaca el racismo que algunos se empeñan en mantener vivo. Cerca de la víbora de acero que nos divide, puse mi cántaro lleno de agua para que beba un poco del dolor que causa dejar todo atrás, para que pruebe del sudor del inmigrante y tenga piedad, para que conozca lo qué hay dentro del corazón. Aquí encontré mi hogar, aunque en algunas noches de añoranza me sueño hilvanando alas para regresar. En este caminar, Peregrina con mis letras bajo el brazo, me encuentran sembrando en las grietas de la urbanidad en esta gran ciudad, donde deseo poder aportar a la comunidad con mi sección en PYSL como coordinadora comunitaria, a quienes agradezco de corazón el darme la oportunidad de ser parte del comité organizador. El fundador de Peregrinos y sus letras, David Muñoz, nos dijo que ¡A escribir se ha dicho! Escribamos pues.
3 Comments
Alfonso genel cuevas
1/27/2022 09:46:29
María Candelaria es un placer poder leer todo lo que escribes te deseo mucha suerte en todos tus proyectos espero qué en un día no lejano pueda conocer bonito día
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Karina Godinez Navarro
1/27/2022 17:41:41
Leer a María Candelaria es un viaje directo y sin escalas a la esencia más elemental del ser; ya que sus escritos (cada uno de sus poemas) logran tocar las fibras más sensibles de quien los lee, dándole significado artístico a lo que quisiéramos transmitir y que muchas veces no sabemos cómo expresarlo en palabras. Siempre ha sido un placer leerla.
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1/29/2022 18:39:29
Un gran honor conocer a Doña María Candelaria, una mujer de invaluables costumbres, de palabra franca. Grato leer la libertad de su verso, porque nos entrega un lenguaje único, hace gritar los silencios de la historia en una total naturalidad de llagas y huecos de susurrantes palabras vivas.
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March 2024
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