Por Violant Muñoz i Genovés
"...Egilona quiso que Abd al-Aziz se pusiera la corona, algo prohibido en el islam, pero ella entendía que la corona hace al rey..." Egilona (¿Bética?, finales del siglo VII-Damasco, ¿718?), reina de Hispania e, igualmente, de al-Ándalus; mujer de Rodrigo y, no mucho después, esposa del valí Abd al-Aziz ibn Musa. Un personaje del que cristianos y árabes escribieron como si se tratase de «un ser semilegendario», apunta José Soto Chica, el historiador que, ante la ausencia de información de su protagonista, decidió emprender una investigación que ha terminado plasmada en una novela,Egilona, reina de Hispania (Espasa). Denuncia que «...lo poquito que hay en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de Historia no tiene sentido: le atribuyen un nacimiento y estirpe que no se corresponden. Es un parrafito disparatado...». Dado que como historiador, puede hablar muy poco, ha recurrido a la novela para rescatar a una reina olvidada. No es un libro de buenos y malos, sino de personas. Refleja cómo son los años en los que un mundo se derrumbaba y surgía otro. Egilona fue una mujer muy realista, capaz de darse cuenta de que no había marcha atrás sino que llegaba un nuevo mundo, y procuró que los vencidos tuvieran la mejor vida posible en ese nuevo mundo; hizo con soltura aquel tránsito difícil y renunció a muchas cosas pero no a sí misma, al ser esposa del último rey godo, Rodrigo, y de Abd al-Aziz, valí de Al-Andalus, un rey de hecho, que acabó con la vida de su primer esposo. “...Egilona, la reina goda, actuó políticamente y según los historiadores intentó que su segundo esposo se alzara contra el Califa de Damasco; fue una mujer que hizo de bisagra, de puente, entre una cultura y otra en un momento en que llegaba una nueva cultura y una nueva religión; además en la guerra no hay buenos y malos, todo es mucho más complejo”. A pesar del desconocimiento parcial –«apenas unos apuntes»–,en lo que coinciden las crónicas de uno y otro lado es en mostrar a Egilona como una «traidora». En Asturias queda señalada como chivo expiatorio, como una desleal por casarse con el enemigo de su esposo, uno de los que lo mató en la batalla del río Almodóvar o la batalla de los Montes Transductinos; y enfrente, las fuentes árabes no la ponen mucho mejor: «Incitó a su nuevo esposo a rebelarse contra el califato omeya de Damasco para conseguir que Hispania fuera independiente. Para ellos es una mala mujer que engatusa a su marido y lo lleva por la senda de la perdición», sostiene el propio autor. La pista inicial de Egilona la encontró Soto Chica en la Crónica mozárabe (754) «...mientras me documentaba para un ensayo,Los visigodos. Hijos de un dios furioso [Desperta Ferro, 2020]…» Quedó «fascinado», asegura, con que, cinco años después de la muerte de Rodrigo, todavía apareciera recogida como «reina de Hispania» en una cita de 716. ¿Por qué la llaman así si tanto el rey como el reino habían desaparecido? Fue la pregunta que se vio obligado a responder:«No dejó de ser reina, siguió ejerciendo en al-Ándalus. Fue un actor político activo, como se ve en esa conjura para desligar Hispania del califato». Las pinceladas que aparecen en la Crónica de 754 es «...la única obra contemporánea de los hechos que se centra en ellos...» y por ello el historiador se sorprende que haya sido «desatendida, cuando no ignorada», por sus colegas de profesión y compatriotas. Por el contrario, «siempre dejó perplejos a británicos, franceses y alemanes». Durante dos siglos la historiografía española se empeñó en reconstruir lo que pasó a partir de las fuentes árabes que, en el mejor de los casos, fueron escritas 150, 300 y hasta 900 años después de que acontecieran los hechos que narran. Además, las fuentes árabes suelen ofrecer dos, tres y hasta más versiones de un mismo acontecimiento y, a menudo, esas distintas versiones son contradictorias entre sí. Con esto claro, Soto Chica advierte de que «...en esta novela, todos los grandes hechos que se narran son ciertos...» y que lo que él denomina «arquitectura histórica» se ciñe «con rigor a lo que realmente sabemos conforme al único método que se somete a los parámetros usuales de la ciencia historiográfica: el que da prioridad a los datos que nos aporta el testimonio superviviente contemporáneo de los hechos y desecha todos aquellos que, aportados por las tardías fuentes árabes, los contradigan». En esa frontera entre dos mundos y dos religiones, dice. «...Nos imaginamos la conquista como una sustitución sin más, pero los conquistadores eran muy pocos y necesitaron de los conquistados [15.000 frente a cinco millones]...». Pelayo –por cierto, sobrino de Egilona– fue la excepción, remarca de «la otra cara de la moneda de la conquista». La norma fueron Egilona o Teodomiro, quien pactó con el nuevo marido de ésta. Después de la conquista fue el turno del mestizaje y la integración. Últimamente hay una tendencia a que las cosas deben ser blancas o negras, y no. La conquista fue violenta, claro, la árabe y la española, pero luego hubo que cogobernar, llegar a compromisos, pactar con las élites locales… Otro caso diferente es el de Pelayo, que es de esas personas que tienen la rebeldía por encima de todo. Lo suyo hubiera sido integrarse y mantener privilegios con el nuevo régimen, pero lo dejó todo, se fue a la montaña y se pasó la vida luchando en una situación muy difícil. Es otra figura que me interesa porque renuncia a todo por defender su mundo». Sobre la rápida disolución del reino godo ante el empuje del invasor, Soto Chica ha asegurado que Hispania acababa de sufrir un largo periodo de sequía y de frío, lo que en un reino agrario supuso hambrunas y la llegaba de la peste bubónica, todo lo cual se suma al acceso ilegítimo al poder de Rodrigo, con la consiguiente crisis dinástica, y a que el ejército invasor era muy poderoso. (c) Violant Muñoz (c) Mediâtica, agencia cultural
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Por Violant Muñoz i Genovés
Pablo Rivero se consolida como autor del nuevo thriller con su sexta novela. Un misterio que juega con el lector y profundiza en temas como la vejez, la soledad y la exclusión social en una sociedad «canibalizada». A una madre no se le puede ocultar nada. Ni el secreto más oscuro queda a salvo de su mirada. Una mujer mayor cae desde el décimo piso de un bloque de viviendas. Y aunque podría tratarse de unsuicidio, la teniente de la Guardia Civil Candela Rodríguez sospecha que fue un asesinato. La mujer en cuestión se llamaba María Fernández, de ochenta y cinco años. Cerca de ese bloque, otra mujer de ochenta y tres años, Mari Ángeles Castro, ha sido víctima de un atraco con agresión mortal en el portal de su vivienda. A sus casi ochenta años, Felicidad es una mujer independiente y resolutiva que gestiona los alquileres del bloque de pisos de la primera fallecida, una muy querida y cercana amiga suya. A pesar de seguir siendo la fuerte matriarca de una familia, últimamente le fallan las fuerzas y tiene miedo: el barrio se está poniendo imposible. Y así se lo ha hecho saber a sus hijos. Lo malo es que ellos la tratan con una condescendencia infantil que la incómoda la humilla. Las investigaciones de la teniente Rodríguez y su subordinada Sandra Martínez en torno a estas muertes se complican cuando aparece una truculenta grabación que muestra el cuerpo de una mujer muy mayor sobre un gran charco de sangre con planos detalle que se recrean en algunas de las terribles heridas. Un vídeo que pone en el foco en el entorno familiar de Felicidad y en el de una comunidad de vecinos donde muchos entran, pero no todos salen. Sin perder de vista aquello que le caracteriza y le hace único, Pablo Rivero regresa con una novela inquietante que juega con el lector. En la novela habla y trata temas del día a día, que a todos nos pasan y con los que nos sentimos identificados; problemas con nuestra familia, nuestra comunidad de vecinos, situaciones cotidianas que son las que derivan muchas veces en los mayores problemas que nos podamos imaginar. Fiel a su estilo, el autor en su sexta novela sigue poniendo el foco en algunos temas de necesaria reflexión y urgente solución, envueltos en una asfixiante atmósfera y manejando a la perfección el suspense psicológico y una ambientación real de creciente tensión y crudeza. Uno de los temas sociales tratados en la novela es la vulnerabilidad de la Tercera Edad. Desvalorización, infantilización, olvido, maltrato... Son solo algunas de las flaquezas de una sociedad que aparta y margina a sus mayores. El cambio generacional tiende a reemplazar al que en otras épocas se veneró por su sabiduría. Quienes fueron espejo han sido sustituidos por otras formas de conocimiento «exprés». La tecnología hace que en muchos casos parezca que todo lo aprendido a lo largo de una vida ya no vale y el anciano se siente incapaz de incorporarse al progreso. Él se aparta y a la vez es apartado. La pérdida de ciertas capacidades valoradas en la sociedad, como la velocidad o la agilidad mental, hacen que en ocasiones se infantilice a los mayores, uno de los peores tipos de maltrato psicológico, que repercute seriamente en su autoestima y su concepto de sí mismo. La ridiculización de algunos de sus comportamientos y la exposición de estos en redes sociales es otra variante de esta forma de maltrato. También trata la soledad. La exclusión del anciano lleva a la soledad. La pérdida paulatina de refuerzos culturales y sociales (la jubilación y la caída de poder adquisitivo son parte desencadenante de esa pérdida) aísla al anciano, quien en parte se siente culpable por creerse una carga y sentirse inútil. Esta falta de contacto con otras personas puede ser la causa de otras afecciones como la depresión, el deterioro cognitivo o la aparición de otras patologías. La exclusión social es retratada y criticada en esta historia. Pensiones o sueldos bajos; imposibilidad de acceso al mercado laboral, a la legalidad, a la educación, a las tecnologías de la información; desprotección social; fallidas políticas de inmigración... Son algunos de los factores que llevan a una parte de la población a quedar relegada a los márgenes, que imposibilitan una participación social plena y las hacen vulnerables. Es en esos 'caladeros’ donde echan sus redes los especuladores, las mafias, los timadores, los 'buitres' que intentan sacar rédito de la desgracia, la marginación y la pobreza. La desigualdad en el acceso a Internet y a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) es otro de los factores de exclusión social a todos los niveles. La falta de acceso por cuestiones económicas, el déficit de competencias digitales y/o un escaso nivel de conocimientos para sacar el mayor provecho a las redes son tres tipos de brechas a los que se enfrentan gran parte de los colectivos marginados. Las madres educan a sus hijos. Las mujeres son las principales cuidadoras de la familia. Ellas deben de ser fuertes, capaces, no desfallecer, llegar a todo… El complejo de superwoman que tanta depresión y ansiedad acabó por generar, fruto de una educación machista. Calladas, sumisas, discretas... Las perfectas esposas que perdían su valor al volar sus hijos del nido, las que escuchaban a los hombres decir que su belleza se marchitaba, las que enviudaban y tomaban las riendas convirtiéndose en matriarcas que siguen velando por sus familias por una autoexigencia aprendida. Las incomprendidas. Ellas, a las que hay que dejar que lo hagan todo porque si no se sienten inútiles —eso es lo que dice la educación patriarcal—. Ellas, a las que todos deberíamos hacer un homenaje que reconozca su sufrimiento y su valía. Cuando la mujer se incorporó al ámbito laboral, las cosas no cambiaron tanto. El patriarcado seguía siendo el modelo educativo, ellos tenían el poder. Ellas eran las invasoras de un mundo que hasta ahora había sido solo suyo. La matriarca es un thriller inquietante y descarnado que pone de manifiesto la vulnerabilidad de la tercera edad y que invita al debate sobre temas como la exclusión social, la brecha digital o la exposición de nuestros mayores en las redes sociales. La obra es también un homenaje a todas esas mujeres que son el pilar fundamental de sus familias. (c) Violant Muñoz (c) Mediâtica: agencia cultural Por Violant Muñoz y Genovés Un thriller inmersivo, con giros inesperados y una atmósfera claustrofóbica que estremecerán al lector y que confirma la tendencia del éxito del género gótico. Una casa vieja en la sierra., un joven matrimonio en crisis tras la muerte de su hija y el asesinato de un hombre conforman una trama que mezcla extraños sucesos en la trepidante investigación policial. La novela es el fantástico debut literario de Toni García Bernal, una nueva voz que hará las delicias de los amantes del suspense y del misterio.
Alba y Miguel son un matrimonio destrozado tras la pérdida de su hija. El dolor y la culpa han conseguido que ya no mantengan ninguna relación, ni física ni emocional; de hecho, apenas se dirigen la palabra. Son dos extraños que comparten lo único que les une a día de hoy, la casa en la que viven y donde se dan sucesos cuya única explicación se acerca a lo paranormal. El recuerdo de Lucía sigue muy presente, y no solo en su imaginación. La convivencia entre Alba y Miguel, tan fría como el espacio que comparten la pareja, es soportable. Hasta que deja de serlo. Tres años después de la muerte de Lucía, sus vidas dan un vuelco inesperado. El hombre con el que Blanca ha tenido un affaire ha sido asesinado. Los dos se convierten en sospechosos y es que todo apunta a la pareja. Pero la investigación liderada por la Inspectora de Homicidios Miranda Delgado es cada vez más compleja. ¿Cómo explicarle a la policía encargada del caso que la asesina lleva años muerta? ¿Cómo convencerla de que cese en la búsqueda de un culpable cuando la víctima podría haberla puesto tras la pista para encontrar a su propio hijo desaparecido y dado por muerto? Miguel, Alba y Miranda se verán inmersos en una espiral de misterio y violencia que pondrá a prueba la capacidad de cada uno de ellos por creer en algo que va más allá de la razón: la verdad. Toni Sánchez Bernal debuta con un sorprendente thriller psicológico en el que no faltan detalles paranormales e ingredientes propios de la mejor novela policiaca. En la trama de “Ofensa al frío” nada es gratuito y todo tiene una explicación, por dura que sea. El autor no solo no deja cabos sueltos alrededor de una historia sino que enriquece la narración con giros brillantes. La Sierra de Madrid y el Pirineo de Lleida son los escenarios principales de una novela en la que nada sucede tal y como esperamos. Pero si algo caracteriza el sorprendente debut de este autor, que ha desarrollado gran parte de su carrera profesional como guionista y realizador, es la creación de un atmósfera inquietante que nos atrapa desde el principio. El lector sentirá el mismo ambiente asfixiante en el que vive la pareja protagonista desde hace años gracias al estilo narrativo, que lo envuelve en el drama y el suspense hasta desembocar en el clímax final. Y es que el autor recrea con maestría la atmósfera interna de personajes como Miguel, Alba y Miranda, ya que la historia se narra desde diferentes puntos de vista ofreciendo una visión del presente y del pasado con infinidad de matices. Mientras el lector se instala de forma privilegiada en los pensamientos del personaje, conociendo sus miedos y motivaciones, experimentará una tensión creciente por todos los sucesos extraños y los avances de la investigación criminal. “Ofensa al frío” alberga realidad y misterio a partes iguales, además de explorar dualidades como el sentido de la vida y la muerte, o el bien y el mal. El lector podría ser como Miguel o Alba, reaccionar de la misma forma ante situaciones límite y verse afectado por los temas universales que sustentan la novela como la pérdida de un ser querido, el doloroso duelo por un hijo, la crisis de pareja, el desamor y la reconciliación, la venganza y la búsqueda de la verdad, junto con la necesidad de mantener vivos los recuerdos para sentirnos unidos a quienes más queremos, aunque, físicamente ya no puedan estar a nuestro lado. La casa y el frío son dos protagonistas extraordinarios. ¿Cómo lograr que algo inanimado tenga tanto peso en la narración? El autor se aprovecha del valor simbólico de la casa y del frío para darles un protagonismo a la altura de la pareja protagonista o de la inspectora de Homicidios. La casa es el lugar del que la pareja no puede escapar ni física ni sentimentalmente tras la muerte de su hija., un espacio que simboliza la condena de ambos por su conexión con el más allá. Irse de aquella vieja casa es como si abandonasen a Lucía para siempre. Otro elemento es el frío, un recurso que hemos visto en películas como El sexto sentido o El exorcista y que responde de nuevo a la riqueza de referentes culturales con los que juega hábilmente el autor. El bosque, la nocturnidad, niños fallecidos y una médium anciana son otros recursos propios del género de terror y suspense que ensalzan la trepidante trama. Un debut extraordinario en el que el autor rinde homenaje a todos esos investigadores del misterio que ven desprestigiado su trabajo al tratarlo de forma frívola, Aquí los elementos paranormales están tan bien perfilados en la historia que no chirrían en ningún momento. Personajes de bulto redondo perfilados hasta en el más mínimo detalle, y en mi humilde opinión un personaje de serie: la inspectora de Homicidios Miranda Delgado. (c) Violant Muñoz (c) Mediâtica, agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
Una emocionante historia real de intriga, pasión y crimen protagonizada por la condesa Maria Tarnowska, la mujer que conmocionó al mundo en la Venecia de la belle époque. Después de éxitos como Un burka por amor, Postales del este o La violinista roja, Reyes Monforte nos descubre en su nueva novela a uno de los personajes más desconocidos y fascinantes de la historia criminal de todos los tiempos. Sinopsis: Septiembre, 1907. Movido por los celos, el joven traductor ruso Nikolái Naumov dispara contra el conde Kamarowski en su palacio de Venecia al saber que contraerá matrimonio con la mujer que ama en secreto. Cuando el conde muere, la investigación policial apunta a su prometida, la condesa Tarnowska, como instigadora del crimen pasional junto con otro de sus amantes, el abogado Donato Prilukov. Tres años después comienza el juicio más escandaloso de la época, un proceso que sacudió los cimientos de la sociedad, revolucionó la prensa y cambió el sistema legal judicial admitiendo el psicoanálisis freudiano. Señalada como la primera femme fatale del siglo XX surgen dudas: ¿es la condesa culpable o inocente? ¿Víctima o verdugo? No hay crimen sin historia. La condesa maldita narra los días de una mujer arrolladora que coleccionó amantes, desafió los tabúes más férreos del momento y nunca renunció a su libertad. El asesinato: en la mañana del 4 de septiembre de 1907, el joven Nikolái Naumov salió del hotel Danieli para dirigirse al Palazzo Maurogonato , residencia del conde Pavel Kamarowski en Venecia. Su intención era matar a su gran amigo para evitar que se casara con su prometida, la bella y seductora condesa Tarnowska, la mujer que Naumov amaba y que había convertido en su amante. Subió a una góndola para recorrer parte del Gran Canal y apearse en el embarcadero situado a unos metros del palacio, sin percatarse de que alguien le vigilaba: era el otro amante de la condesa, el abogado Donato Prilukov, que seguía sus pasos para asegurarse de que cumplía con lo acordado. Poco antes de las 8 de la mañana, Naumov llamó a la puerta del palacio, identificándose ante el servicio como un amigo del conde. Cuando accedió a la residencia, se dirigió directamente al dormitorio de su amigo, quien le recibió con una sonrisa y con los brazos abiertos ya que siempre le había considerado como un hijo. Para su sorpresa, Naumov sacó un arma y disparó cuatro veces contra él, hiriéndole de muerte. Al darse cuenta de lo que había hecho, intentó suicidarse con el mismo revólver, pero la bala se encasquilló. Tras un intercambio de palabras, el conde le concedió el perdón, urgiéndole a huir por la ventana antes de que llegara la policía. Pero la huida duró poco: Naumov fue apresado horas después en la estación de tren de Verona, donde confesó la trama ideada por la condesa y sus dos amantes. A los dos días, fue arrestado en Viena el otro cómplice y amante de la condesa, el abogado Prilukov, y unas horas más tarde, en la estación de Viena, la condesa Tarnowska era detenida, junto a su doncella, Elisa Perrier. El conde Kamarowski fallecía a los pocos días en el hospital donde fue intervenido de sus heridas. El caso se había convertido en un asesinato. Los escenarios: Palazzo Maurogonato, residencia del conde Kamarowski en Venecia y escenario del crimen. Era una edificación de tres plantas en la plaza de Santa Maria del Giglio que se erigía como un testimonio de elegancia y refinamiento. Su interior, meticulosamente decorado, combinaba la sofisticación de la nobleza con un toque contemporáneo. La estancia principal del palacio, presidida por una elegante chimenea de mármol blanco, revelaba un ambiente cálido y acogedor. Muebles de diseño, lámparas venecianas, cortinas de terciopelo con ribetes de oro, tapices elaborados en talleres locales y alfombras persas contribuían a la riqueza visual del espacio. En la nutrida biblioteca del Palazzo Maurogonato, un paraíso para los amantes de las letras, se encontraban tesoros literarios. Entre las joyas de la colección, destacaba un ejemplar de los Quadragesimale, escrito por el franciscano Johannes Gritsch en 1440. Este antiguo libro se exhibía en una vitrina de cristal, al ser considerado uno de los objetos más valiosos de la casa. Por eso el conde Kamarowski advirtió a la condesa sobre su fragilidad, subrayando la importancia histórica y cultural que encierra el Palazzo Maurogonato. En la actualidad, el palacio se ha convertido en un hotel, el hotel Ala Venezica, cuyo bar lleva el nombre de Tarnowska en homenaje a la condesa, donde su imagen se ha convertido en un icono. Hotel Danieli lugar en el que se aloja Nikolài Naumov la noche antes de cometer el crimen. Una joya histórica en el corazón de Venecia que se erige como un testamento de opulencia y elegancia. Ubicado en el antiguo palacio Dandolo, el hotel fusionaba la majestuosidad de la arquitectura gótica bizantina con el esplendor de la historia veneciana. El palacio, una vez propiedad del dux Enrico Dandolo, conquistador de Constantinopla en 1204, albergaba siglos de legado artístico y cultural. Su interior exhibía mármol, oro, madera, terciopelo rojo, lámparas de Murano y porcelana de Limoges. Cada rincón evocaba la magnificencia de una época pasada. Durante siete siglos, el hotel ha acogido a los más ilustres personajes de la historia: Charles Dickens, Rainer María Rilke, Marcel Proust, Honoré de Balzac, Richard Wagner, Percy Shelley… En una de sus habitaciones, la escritora francesa George Sand y el poeta Alfred de Musset consumaron su amor epistolar antes de que ella se enamorara del médico que acudió al hotel para atender a Musset de unas fiebres. Sand era amiga íntima de Paulina Viardot, amante del bisabuelo de Naumov, en la que se inspiró para el personaje de su novela Consuelo, ambientada en Venecia. El hotel Danieli es un crisol de arte, literatura y música que transporta a sus huéspedes a través de los siglos de esplendor veneciano. El Caffè Florian, que abrió sus puertas en 1720 como Alla Venezia Trionfante, ha sido testigo de la rica historia de Venecia. Vio mudar su nombre a Caffè Florian por imposición popular, ya que los venecianos se referían a él aludiendo al nombre de su propietario, Floriano Francescoi. Situado en uno de los soportales de la Plaza de San Marcos, este icónico café ha sido más que un lugar de encuentro; ha sido un observador privilegiado de eventos trascendentales en la historia de Venecia. El Café dispone de diferentes salas en las que los investigadores del caso pasarán horas destramando los misterios del asesinato del conde. Algunas de estas salas son la legendaria Sala de los Hombres Ilustres, la Sala del Senado, frecuentada por intelectuales, escritores y artistas, o la Sala de las Estaciones. La leyenda inscrita en las columnas de la entrada proclama “Viva San Marco. Viva la Repubblica”. El establecimiento ha mantenido su esencia y orgullo a lo largo de los años, convirtiéndose en un lugar vivo que ha resistido el paso del tiempo y sigue siendo un símbolo arraigado en la identidad veneciana. Corte de los Assizes, Tribunal de justicia donde se desarrolló el esperado y mediático “juicio de los rusos”. En la emblemática corte se desplegó un escenario meticulosamente preparado, generando gran expectación y emoción entre el público. La sala reflejaba un nuevo aspecto que incluía paredes pintadas de blanco intenso, techos decorados al estilo rafaelesco, suelos pulidos, puertas barnizadas y vidrieras relucientes. Para acoger al juicio más escandaloso de la época, el lugar vivió una modernización, reemplazando los antiguos bancos del público por asientos más elegantes y adaptando áreas específicas para las partes involucradas, los acusados, el jurado y la presidencia del tribunal. Se habilitaron salas especialmente acondicionadas para los acusados y sus equipos de abogados que utilizarían durante los recesos, así como un lugar reservado para la numerosa prensa que cubriría el evento. La estudiada renovación buscaba ofrecer un entorno más adecuado para el esperado juicio. La cuidadosa escenificación reflejaba la magnitud y complejidad del juicio, marcando un hito en la Corte de los Assizes. El Prater de Viena es el lugar elegido por la condesa y el abogado Donato Prilukov para orquestar el crimen. El Prater presumía de ser uno de los parajes más abiertos de Viena porque, en sus más de seis kilómetros cuadrados de superficie se congregaban personas de muy diferentes clases sociales, profesión, edad y condición que paseaban por sus jardines y observaban admirados la gran noria instalada en 1897 para conmemorar los cincuenta años del reinado del emperador Francisco José. Todos tenían las mismas posibilidades de escuchar la música que tocaban las orquestas en directo, disfrutar con los espectáculos de títeres, de las atracciones de ferias que nunca faltaban en aquel gran parque de atracciones o tomarse un café, un helado o una manzana caramelizada. Era un lugar de encuentro común que lo mismo servía para reunirse con amigos, pasar el día en familia o dar largos paseos de la mano de la persona amada. Desde que el Prater acogiera la Exposición Universal en 1897, en su gran explanada se habían mantenido el centenar de puestos, pabellones y recintos feriales que hacían las delicias de los visitantes, que habían convertido la noria y el pabellón de los viajes en las atracciones más buscadas. “Panorama” era una atracción visual que permitía viajar por las principales ciudades de Europa como París, Londres o Berlín sin moverse del lugar, tan solo apagando la luz y dejándose llevar por las proyecciones de imágenes. El denominado “juicio de los rusos” fue el primer gran juicio mediático de la historia, el primero en aceptar los principios del psicoanálisis freudiano, el eximente de la salud mental, y el consumo de alcohol y drogas como atenuantes. Fueron 72 días de juicio por el que pasaron más de 250 testigos. “El gran acontecimiento judicial será el epílogo de la oscura tragedia rusa que tuvo por escenario Venecia. Nunca ha habido un juicio más emocionante”, decía la prensa. Dos años y medio después de cometerse el crimen, el 4 de marzo de 1910 a las diez y media de la mañana dio comienzo el juicio, con un jurado compuesto por doce hombres de variados perfiles, ocupaciones y edades. Entre ellos se encontraban un boticario, un camarero, un profesor universitario, un gondolero, un médico, un empleado de casino, un arquitecto, un tendero, un estudiante de literatura, un enterrador de San Michele, un ingeniero y un peluquero, con varios suplentes disponibles. Desde el principio, los acusados admitieron su participación en el crimen. Naumov había confesado el crimen, y tanto la condesa Tarnowska como Prilukov reconocieron su implicación en la trama, pero insistiendo cada uno en haber sido influenciado por el otro, debido a su debilidad mental y a la capacidad de seducción del contrario; el jurado debía dirimir la responsabilidad de cada uno y su grado de implicación El caso atrajo la atención constante de la prensa de todo el mundo, convirtiéndolo en el primer caso mediático de la historia. Periodistas de Europa y Estados Unidos, evidenciando un interés global, se congregaron para cubrir el proceso judicial. Los diarios italianos aumentaron sus páginas y tiradas para proporcionar una cobertura más extensa, compitiendo por asegurarse la participación de destacados reporteros y de escritores locales y nacionales. La competencia entre periódicos incluyó aspectos visuales, donde algunos, como Gazzettino, emplearon dibujantes debido a limitaciones tecnológicas para reproducir fotografías, mientras que otros, como Gazzetta di Venezia, optaron por fotógrafos para ilustrar sus páginas. Esta intensa cobertura mediática subrayó la repercusión social del caso. El New York Times calificó a la condesa Tarnowska como “la Circe moderna”, comparándola con la hechicera que transformaba en cerdos a los hombres que la amaban. La prensa la denominaba mujer exótica con rasgos vampíricos, diabla seductora, sirena malvada, bruja hechicera, femme fatale, serpiente peligrosa por cuyas venas corría la sangre de Lucrecia Borgia, la nueva Medea, Salomé, Fedra o Mesalina… Las crónicas de los periódicos revelaban la influencia y el aura misteriosa que rodeaba a la condesa, añadiendo un elemento de drama y mitología al ya complejo juicio. La reventa de entradas alcanzó cifras cuantiosas, los famosos de la época pedían poder asistir al juicio, las fotografías de la condesa que se vendían a la entrada de la corte se agotaban en segundos… Pero eso no fue todo. Era tal la influencia de la condesa que las mujeres que asistían como público a la sala empezaron a imitar su indumentaria, sus vestidos, sombreros, guantes, estolas de pieles, la característica blusa de encaje blanca y su inseparable collar lavallière. Este estilo se volvió la moda más popular entre las damas de Venecia. La psicología freudiana desempeñó un papel crucial en el “juicio de los rusos”, especialmente en la defensa de la condesa Tarnowska. Influenciado por las teorías de Sigmund Freud y partidario de su aplicación en los tribunales, su abogado principal, Arturo Vecchini, diseñó una estrategia legal que exploró la mente de la condesa para explicar sus acciones y su vida. El enfoque psicológico del caso se centró en la enfermedad mental presente en el árbol genealógico de la familia materna de la condesa, sugiriendo razones genéticas detrás de los trastornos psicológicos y desequilibrios químicos en el cerebro. Para agravar más las cosas, la condesa, lidiando con su infortunio, se volvió además adicta a la morfina, la cocaína y la heroína, influenciada por relaciones conflictivas. Varios ginecólogos justificaron su comportamiento por “un lento proceso de envenenamiento de la sangre de origen ginecológico, en concreto uterino, sucedido al dar a luz a su primer hijo que pudo afectar su actividad mental”. Más de veinticinco especialistas, en su mayoría psiquiatras y ginecólogos, examinaron a la condesa. Las declaraciones de estos expertos sobre la enfermedad mental y el abuso de sustancias se convirtieron en un punto de inflexión del juicio. Los equipos legales, conscientes de la importancia de los atenuantes psiquiátricos, contrataron peritos para evaluar el estado mental de los acusados. Si la ley lo hubiera permitido, los abogados habrían buscado declarar a sus clientes como mentalmente enfermos. El juicio se convirtió en un tratado de psicología, explorando temas universales como la maldad, el deseo, el amor, el odio, los celos, el sentimiento de posesión, la muerte, la soledad, el sexo y la incertidumbre. La narrativa legal se entrelazó con la comprensión psicológica, haciendo del proceso no sólo un examen de culpabilidad, sino también un estudio profundo de la complejidad de la condición humana. La condesa maldita narra los días de una mujer arrolladora que coleccionó amantes, desafió los tabúes más férreos del momento y nunca renunció a su libertad; se adentra en todos los entresijos de la investigación criminal y judicial del caso; recorre las principales ciudades de Europa y es testigo de los hitos históricos más importantes de principios del siglo XX. Y nadie mejor que Reyes Monforte para transmitir esa pasión y relatar su historia. (c) Violant Muñoz (c) Mediâtica: agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
No solo Hemingway y Orwell lucharon contra el fascismo en España: una genealogía de las mujeres artistas y activistas que participaron con valor y convicción en nuestra Guerra Civil. En la década de 1930, mujeres y hombres de toda Gran Bretaña, Europa y América se dirigieron a España para participar en lo que consideraban una lucha histórica por la libertad frente al fascismo: la Guerra Civil española, un conflicto que galvanizó a decenas de miles de voluntarios de todo el mundo para unirse a la lucha. Para ellos, la elección parecía clara: o se estaba a favor del fascismo o se estaba en contra. Mañana tal vez el futuro sigue las andanzas de un puñado de extraordinarias figuras extranjeras, esencialmente mujeres, decididas a vivir con valor y convicción. Para entender cómo supieron que había llegado el momento de actuar, Watling bucea en los archivos, diarios, cartas y manifiestos perdidos, y descubre un tesoro de obras de escritoras y otras extranjeras que a menudo habían quedado relegadas a la sombra de hombres famosos como Ernest Hemingway y George Orwell. Da con la periodista novel Martha Gellhorn, que se inicia en España, y con la escritora radical Josephine Herbst, que cuestiona sus lealtades políticas. Descubre a la novelista Sylvia Townsend Warner abrazando una libertad en Barcelona que era imposible para las mujeres homosexuales en Inglaterra y, por el contrario, a Virginia Woolf luchando por mantener la guerra fuera de su vida, perfeccionando al tiempo su posición intelectual. Sigue la pista de las historias de Gerda Taro, una fotógrafa judía cuyo trabajo había sido mal atribuido durante mucho tiempo, y Salaria Kea, una enfermera de Harlem que vio en la guerra una oportunidad para combatir los prejuicios que sufría como mujer de color. Todas estas personas aprovecharon la oportunidad para oponerse a las fuerzas que les atemorizaban. Un año después del inicio de la Guerra Civil, Nancy Cunard realizó una encuesta urgente entre escritores contemporáneos en la que planteaba sin rodeos la siguiente pregunta: ¿de qué lado está usted? Mañana tal vez el futuro explora el modo en que respondemos a ese tipo de dilemas, y cómo sabemos cuándo ha llegado ese momento, el momento de dar un paso al frente. De orígenes y creencias muy diversos, estas mujeres vieron venir la historia y salieron a su encuentro. Sin embargo, la realidad distaba mucho de ser sencilla. ¿En qué momento la tolerancia se convierte en apatía? ¿Dónde está la línea que separa la solidaridad de la apropiación? ¿Es lo mismo escribir sobre la revolución que participar activamente en ella? Con una visión profunda y personal, Watling revela que sus respuestas son tan pertinentes hoy como lo fueron entonces. Sarah Watling es autora de Noble Savages, por el que recibió el Premio Tony Lothian. Es licenciada por las Universidades de Cambridge y Londres, y en 2020 recibió una beca Silvers. (c) Violant Muñoz (c) Mediâtica, agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
Un debut literario agridulce, porque si bien el relato del autor promete grandes historias cuando su yo creativo tome el poder, debo decir que ni tan sólo el título es original, ya que en el 2021 el escritor Jesús Valero firma una novela histórica de idéntico título. La narrativa es ligera y muy visual, con capítulos cortos, un estilo directo y sencillo que evidencia su trayectoria como guionista. Recrea atmósferas que consiguen transportarnos a una Jaca envuelta en borrascas y teñida de una niebla plomiza que todo desdibuja. Y ésta es, sin lugar a dudas, su mejor aportación: descripciones muy detalladas y realistas que logran colocar al lector dentro de la historia pasando frío, miedo y desconfianza provocados por la dualidad de la belleza del paisaje que choca frontalmente con la hostilidad y el peligro del entorno. Mención aparte merece la construcción de los personajes, de bulto redondo, dotados de personalidad y psicología propia, a pesar de ser un gran número. Personajes solitarios que esconden incontables secretos que nos provoca una desconfianza generalizada hacia todos ellos. Incluida la propia víctima…. El narrador omnisciente en ocasiones nos desubica un poco sobre quién o de qué nos habla, pero es debido a la gran cantidad de personajes que se entrelazan en la trama. Me ha gustado, y mucho, que nos muestre los vínculos afectivos entre el personaje principal, Simón y su mascota, Avellana. Se trata sin duda de la nota amorosa por excelencia de esta narrativa. En mi opinión, el final es precipitado, le falta un poco más de desarrollo, ya que quedan algunos cabos sueltos que generan dudas al lector. Tal vez la intención del autor sea continuar la historia en una próxima entrega. Empecé la reseña señalando la no originalidad del título y acabó remarcando las similitudes con la Trilogía del Baztán de Dolores Redondo, o la de “El silencio de la ciudad blanca” de Eva García Sáenz de Urturi. Quiero creer que se deberá a la admiración que Txemi Parra profesa a ambas escritoras. Me quedo con ganas de leer su próxima novela, para ver cómo evoluciona su pluma creativa. (c) Violant Muñoz (c) Mediâtica: agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
Marina Greco, de testigo discreta de cientos de historias de amor a promesa de la literatura romántica. Tras diez años al frente de Lagrimones, escuchando historias de amor para ponerles palabras y voz, Marina Greco presenta su primera novela. El horizonte que nos prometimos no es la historia de un amor épico. Cuenta un amor de verdad, tejido con los sentimientos más puros y auténticos de los que su autora ha sido testigo de excepción. Con 11 años, Marina Greco empezó, sin saberlo, a escribir las primeras líneas de su proyecto Lagrimones, desde donde redacta textos personalizados para momentos especiales. Hoy, aquellos discursos para la jubilación de una profesora de matemáticas o las notas de amor de su primo para su primera novia… han dado paso a un auténtico taller artesanal en el que Marina da vida y voz a unas emociones que han sido también el motor de su primera novela, El horizonte que nos prometimos. Gracias a Lagrimones, una idea que nació en 2014 y que «ha ido creciendo poco a poco, como un hobby que se me fue de las manos»– explica la autora–,«he tenido la ocasión de colarme en más de 250 historias de amor: de conocerlas, vivirlas y contarlas». Votos matrimoniales, discursos de boda, regalos de cumpleaños, o cartas para un ahijado o unos abuelos que «me han conmovido y que me han mostrado cientos de formas reales de sentir, de amar, de soñar”. Esta novela no narra un amor épico; cuenta la historia de un amor de verdad. El que empieza cuando en la pantalla sale The End y la vida se entromete para complicar las cosas. En el que hay que luchar por el otro. El que da más miedo, porque es auténtico y puede convertirse en eterno. Cuando Elena y Jero se conocen en la otra punta del mundo, ambos buscan curar sus heridas en solitario. Sin embargo, entre las playas. Poner palabras e incluso voz a todas estas historias, ha dado forma a un auténtico museo de emociones. Pasiones, anhelos, decepciones, abrazos y miradas que son irrepetibles pero también inspiradoras. El horizonte que nos prometimos es una ficción tremendamente real. Una novela construida con los sentimientos más puros y auténticos que Marina Greco ha conocido en los diez años de vida de Lagrimones. Islas paradisíacas y los amaneceres inolvidables de Sri Lanka, se sorprenden coleccionando momentos que creían que jamás vivirían. El amor les atraviesa y desordena todos sus planes, pero el viaje termina y deben regresar. Ella a Madrid y él a Barcelona. ¿Serán capaces de vencer sus miedos y luchar contra un destino que se empeña en alejarlos? © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
El Maestro está de vuelta. Andreu Martín regresa con una novela de grandes dosis de humor negro, en la que realiza una radiografía a la justicia (o injusticia) a la propia policia y a esta red de mafias que domina cada día más la ciudad de Barcelona. Muestra la Barcelona más oscura, aquella que se intenta mantener oculta, la que no debe mostrarse al público. Marc Olván es un abogado de oficio en horas bajas, enamoradizo y alcohólico, que no pasa precisamente por un gran momento. Lidia Pedralba es una madre desesperada porque su hijo está en prisión preventiva, a la espera de juicio, acusado de violar a un niño de cuatro años. Pedralba necesita un abogado para actuar contra Daniel Trujillo, el juez que ha enviado a la cárcel a su hijo sin ni siquiera escucharlo, a la vez que ha dejado en libertad al jefe del peligroso clan de los Klimovski, que ya hace unas décadas que controla el tráfico de drogas y armas en Barcelona. Olván será el escogido para llevar a cabo la investigación. No lo tendrá fácil: en una ciudad que es escenario de la escisión de los partidos independentistas, el tal Trujillo se cree el amo del mundo. Él y sus amigos, como el inspector Regueira, dictan sentencias y órdenes expeditivas y se lo pasan en grande en la discoteca Racket, un local de moda nocturno de Barcelona donde se encuentran encantadoras mujeres y extravagantes personajes. Olván se implicará a fondo en el caso y será testigo de las idas y venidas de Trujillo con los Klimovski, y de las luchas internas del clan. Andreu Martín, es un escritor especializado en novela negra y policíaca desde 1979, y comparte sus conocimientos como profesor en el Ateneu de Barcelona. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
La poeta Júlia Peró debuta en la novela con una obra incómoda, tierna y estremecedora a partes iguales, que pone sobre la mesa la vejez y una soledad y un deseo de los que apenas se habla. A Olvido ya nada le parece más evidente que la vejez. Y su soledad. Hace tiempo, demasiado, que su cuerpo se ha llenado de colgajos, ha empezado a deformarse lentamente como el recibidor de su piso, cada vez más frío, húmedo, amenazante. Tanto que Olvido ya no sale de casa ni quiere atender el telefonillo o mirarse en el espejo de la entrada para no tener que atravesar esa estancia de olor acre y paredes de gotelé que se le echan encima. A resguardo en su saloncito, se limita a esperar que el tiempo pase mientras toma café, pinta en su libro para colorear, recita haikus o discute con el gato. Y a la par que espera, intenta hacer memoria. Recuerda, entonces, que un día sonó el timbre y ella temió que fuera un ladrón pero en la puerta había una chica que venía a cuidar de la casa y de ella. La chica tenía la voz suave y una juventud que parecía ser la cura para su soledad. Y una melena negra, espesa, la piel canela, los ojos, los labios: tan bella, pensó Olvido, que la vejez no sabría por dónde empezar a roer. El ritual se fue repitiendo: sonaba el timbre, la chica entraba, traía comida, ventilaba la casa y cuidaba con ternura a Olvido, que de pronto creía ver a su acompañante por primera vez y después recordaba, o fingía recordar, con algo de dificultad y el deseo abriéndose paso en ella, creciendo en cada roce con ese cuerpo lozano. Y trayendo consigo celos, fantasías, vergüenza y frustración ante tanto apetito no saciado. Olvido recuerda también una discusión, un forcejeo en el recibidor. Ahora la chica ya no viene. La nevera está vacía, el libro para colorear, completo y la memoria carcomida de Olvido, mezclándolo todo: la chica, una discusión, las manos cubiertas de grasa de su padre, sus muslos de niña también cubiertos de grasa, ella y su madre marchándose lejos de casa, la madre muriendo vieja y senil en una residencia. Sentada a pocos metros de ese recibidor que tanto miedo le da y hace que su soledad sea aún más absoluta, no sabe bien por qué, Olvido espera que las horas pasen o la muerte venga mientras un ejército de hormigas se prepara para escarbar otro hormiguero. Escritora y artista multidisciplinar, Júlia Peró debutó en 2020 con un celebrado poemario, Anatomía de una bañera, al que le siguió la publicación de Este mensaje fue eliminado, un proyecto a caballo entre la poesía, la narrativa y la experimentación conceptual que se gestó en Instagram y se convirtió en libro en 2021. Explorar formatos de escritura y registros es, sin duda, uno de los motores creativos de una autora joven y polifacética que da el salto a la novela con “Olor a hormiga”, una obra cruda, tierna y perturbadora a partes iguales, que orbita en torno a la vejez. La acción irreversible del tiempo, un hilo que recorre sutilmente toda la producción literaria de Peró a través de motivos como la muerte, el duelo o los mensajes que borramos de nuestras conversaciones cotidianas, cristaliza ahora en las arrugas, la espalda encorvada, los olvidos y la confusión de una anciana que, aislada, lidia con la senectud y su compañera más temida, la soledad. Con apenas dos personajes femeninos y un gato entre cuatro paredes, Júlia Peró compone una historia que cuenta con los ingredientes más característicos de la novela de horror gótico: una mujer encerrada, una casa que se describe como un personaje más y no es refugio sino prisión, y una voz narrativa muy poco fiable que se trama entre lagunas de memoria, recuerdos distorsionados, fantasías, trampas mentales y contados destellos de lucidez. En este género narrativo, que tradicionalmente ha sido expresión de tabús, pulsiones reprimidas y miedos colectivos, la autora encuentra una batería de recursos para hacer frente a los fantasmas y narrar la vejez entendida como una decadencia física y mental que no se elige, simplemente sucede; pero también, como una realidad incómoda que se suele invisibilizar o, en el mejor de los casos, reducir a un puñado de inofensivos lugares comunes. Entre aquello que Olvido nos cuenta y la forma que adquiere un relato salpicado de bucles, desdoblamientos y ambigüedades existe una correspondencia que es la manifestación misma de una conciencia carcomida por la edad, el aislamiento y el miedo latente, y al mismo tiempo, de todo aquello que se le niega a la representación de la vejez: el deseo, el sexo, la vergüenza, la rabia y la frustración. Al ritmo de una narración que mezcla y yuxtapone presente, pasado e imaginación, Olor a hormiga se revela como una novela que combina terror y gestos del thriller, y a su vez, como una inesperada historia de amor no correspondido, un relato de violencias domésticas que, como los traumas de infancia de la protagonista, discurre bajo la superficie, y una obra atravesada de metáforas donde entre zánganos, una casa tomada por las hormigas y el contacto de un cuerpo viejo con otro que irradia juventud, se halla un modo de insinuar lo que la memoria borra, los silencios esconden y la lengua no puede expresar de forma directa. A través de la delicada sencillez de un haiku o del horror y lo siniestro que se materializa en un recibidor sombrío, los estremecedores retazos de memoria de una anciana y aquello que la mujer calla, Júlia Peró hurga, con atrevimiento y una singular sensibilidad, en la intimidad. Brutalidad y belleza, tanta violencia y carencias como ternura, se conjugan en las páginas de una primera novela que, anclando allí donde soledad, deseo y dolor se entrelazan y alimentan mutuamente, da voz y restituye el cuerpo a una vejez femenina que, nos recuerda Olvido, es vista apenas como pura obsolescencia, un resto de existencia en el que la posibilidad de amor parece no tener cabida. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural Por Violant Muñoz y Genovés
El escritor Ulises Bértolo nos presenta en La Dama del norte, un infierno dominado por hombres. donde ELLA fue la reina indiscutible. Recrea de forma extraordinaria y realista la vida de Ana Garrido, la mujer que lideró el narcotráfico en España. Esta adictiva novela mezcla el ritmo trepidante de los mejores thrillers de acción con la mirada íntima de una vida fuera de lo común. Ana Garrido quiere volar, aunque no lo tendrá fácil. Nacida en la localidad asturiana de Degaña, es la pequeña de cinco hermanos, ve cómo su padre, minero, casi se deja la vida en el trabajo y su madre es un ama de casa sacrificada. Pero ella quiere dejar de ser una niña pobre de las minas asturianas. Siendo una adolescente, irá a casa de su madrina en Lérida para trabajar en Sederías Catalanas, la tienda más importante de la ciudad. La idea es que se labre un porvenir, acorde con lo que esperaría su familia, pero en aquel lugar conocerá a la reveladora Camile. La esposa del dueño del establecimiento es una francesa cuya visión de la vida influirá fuertemente en Ana, que ya empieza a replantearse el mundo regido por los hombres y a mostrar su ingenio. Sin embargo, la muerte de su hermano Ino a manos de un Guardia Civil será difícil de asimilar para ella. Perderá la fe en Dios. Comienza a salir con Silverio, con quien se casará pero también la decepcionará hasta extremos inimaginables, llegando al mal trato. Ana logra salir de todo ello, y ahora sí, iniciar un nuevo camino. De la mano de su cuñado y el hachís se introducirá en el narcotráfico. El éxito de sus primeros pasos con el hachís y la ambición por querer escapar de un pasado ligado a la pobreza, hará que la protagonista busque crecer en el negocio. La Fuente, una discoteca manejada por los Colombianos en Madrid será la puerta que le de entrada a demostrar sus dotes en el narcotráfico a gran escala. Ana, que se ganará la confianza de sujetos despiadados, será conocida como la Rubia. Y la Rubia quiere poder. Mucho más poder. Siendo la gran excepción, como mujer y madre de un niño, logrará controlar en España una industria criminal dominada por los hombres. En el mundo al que ahora pertenece, las traiciones se pagan con la propia vida y con la de los seres queridos. Aunque para los narcos no hay segundas oportunidades, para Ana sí hay posibilidades de resurgir. Eso logrará tras ser traicionada por uno de sus colaboradores. La protagonista se verá obligada a huir hasta Colombia. A su vuelta, y a pesar de empezar de cero para poder ascender a la cumbre criminal, Ana terminará entre rejas, condenada a más de treinta años de prisión por dirigir el mayor alijo de cocaína jamás decomisado en Europa, en la llamada Operación Temple. Aún así, no se arrepiente. Ella es la Dama del norte. Esta extraordinaria novela nace del testimonio real de su protagonista, que lideraba un alijo de 14.000 kilos de cocaína incautados en el barco Tammsaare y en una vivienda de A Pobra do Caramiñal en julio de 1999. Pero la historia de La Dama del Norte, narrada en una cautivadora e íntima primera persona, no se centra únicamente en el caso de la captura de la protagonista, sino en la profundidad de una vida llena de dobleces, fatalidades y decisiones que la encumbraron en un mundo peligroso en el que las mujeres parece que tiene poco que decidir. Ulises Bértolo, recrea la voz de Ana con una cercanía abrumadora. Así, narra toda su vida incluso desde antes de entrar en la industria del crimen, como su infancia en Asturias y sus vivencias en Lérida. Aunque será a partir de sus primeras experiencias con el tráfico de hachís, de la mano de su cuñado, cuando la trama avanzará con el ritmo de un thriller vertiginoso hasta su detención, condena y permiso para salir de prisión. El misterio y la crueldad de un universo tan oscuro no darán tregua a los lectores, que se sorprenderán con todo lo que hay detrás de esta mujer, sus cómplices y sus enemigos. En La Dama del Norte hay escondites, lujos y excesos, operaciones criminales millonarias, cambios de identidad, persecuciones, torturas y arrestos. Todo ello con una base real. Porque Ana Garrido existe y sigue viva. Y el mundo al que ella perteneció también perdura con otros rostros y grandes golpes policiales. El autor logra equilibrar de forma brillante la trama criminal con las motivaciones personales de la protagonista. Así describe la atmósfera interior de Ana, sus temores por cómo puede afectar la vida que ha escogido voluntariamente a su familia, sus desengaños amorosos y su enorme ambición, junto a sus impactantes vivencias llevadas al límite. La protagonista es un sujeto fuera de lo común que genera empatía y atracción, pero su retrato, aunque novelado, no busca su redención. Sí, nos atrapa, pero también puede provocarnos rechazo por sus anhelos. Los lectores serán testigos de cómo se mueven los hilos en las altas esferas de los narcotraficantes, cuáles son sus códigos internos, los enfrentamientos entre las distintas facciones de delincuentes, los retratos de sus integrantes desde los narcos colombianos a los capos gallegos y sus respectivos secuaces y de qué manera se llevaban a cabo las investigaciones policiales, con las escuchas como la principal vía para lograr el botín. Y es que el autor logra construir cada una de las escenas elegidas con grandes dosis de realismo y de acción. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural |
Violant Muñoz i Genovés
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