Por Violant Muñoz i Genovés
Marina Greco, de testigo discreta de cientos de historias de amor a promesa de la literatura romántica. Tras diez años al frente de Lagrimones, escuchando historias de amor para ponerles palabras y voz, Marina Greco presenta su primera novela. El horizonte que nos prometimos no es la historia de un amor épico. Cuenta un amor de verdad, tejido con los sentimientos más puros y auténticos de los que su autora ha sido testigo de excepción. Con 11 años, Marina Greco empezó, sin saberlo, a escribir las primeras líneas de su proyecto Lagrimones, desde donde redacta textos personalizados para momentos especiales. Hoy, aquellos discursos para la jubilación de una profesora de matemáticas o las notas de amor de su primo para su primera novia… han dado paso a un auténtico taller artesanal en el que Marina da vida y voz a unas emociones que han sido también el motor de su primera novela, El horizonte que nos prometimos. Gracias a Lagrimones, una idea que nació en 2014 y que «ha ido creciendo poco a poco, como un hobby que se me fue de las manos»– explica la autora–,«he tenido la ocasión de colarme en más de 250 historias de amor: de conocerlas, vivirlas y contarlas». Votos matrimoniales, discursos de boda, regalos de cumpleaños, o cartas para un ahijado o unos abuelos que «me han conmovido y que me han mostrado cientos de formas reales de sentir, de amar, de soñar”. Esta novela no narra un amor épico; cuenta la historia de un amor de verdad. El que empieza cuando en la pantalla sale The End y la vida se entromete para complicar las cosas. En el que hay que luchar por el otro. El que da más miedo, porque es auténtico y puede convertirse en eterno. Cuando Elena y Jero se conocen en la otra punta del mundo, ambos buscan curar sus heridas en solitario. Sin embargo, entre las playas. Poner palabras e incluso voz a todas estas historias, ha dado forma a un auténtico museo de emociones. Pasiones, anhelos, decepciones, abrazos y miradas que son irrepetibles pero también inspiradoras. El horizonte que nos prometimos es una ficción tremendamente real. Una novela construida con los sentimientos más puros y auténticos que Marina Greco ha conocido en los diez años de vida de Lagrimones. Islas paradisíacas y los amaneceres inolvidables de Sri Lanka, se sorprenden coleccionando momentos que creían que jamás vivirían. El amor les atraviesa y desordena todos sus planes, pero el viaje termina y deben regresar. Ella a Madrid y él a Barcelona. ¿Serán capaces de vencer sus miedos y luchar contra un destino que se empeña en alejarlos? © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural
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Por Violant Muñoz i Genovés
El Maestro está de vuelta. Andreu Martín regresa con una novela de grandes dosis de humor negro, en la que realiza una radiografía a la justicia (o injusticia) a la propia policia y a esta red de mafias que domina cada día más la ciudad de Barcelona. Muestra la Barcelona más oscura, aquella que se intenta mantener oculta, la que no debe mostrarse al público. Marc Olván es un abogado de oficio en horas bajas, enamoradizo y alcohólico, que no pasa precisamente por un gran momento. Lidia Pedralba es una madre desesperada porque su hijo está en prisión preventiva, a la espera de juicio, acusado de violar a un niño de cuatro años. Pedralba necesita un abogado para actuar contra Daniel Trujillo, el juez que ha enviado a la cárcel a su hijo sin ni siquiera escucharlo, a la vez que ha dejado en libertad al jefe del peligroso clan de los Klimovski, que ya hace unas décadas que controla el tráfico de drogas y armas en Barcelona. Olván será el escogido para llevar a cabo la investigación. No lo tendrá fácil: en una ciudad que es escenario de la escisión de los partidos independentistas, el tal Trujillo se cree el amo del mundo. Él y sus amigos, como el inspector Regueira, dictan sentencias y órdenes expeditivas y se lo pasan en grande en la discoteca Racket, un local de moda nocturno de Barcelona donde se encuentran encantadoras mujeres y extravagantes personajes. Olván se implicará a fondo en el caso y será testigo de las idas y venidas de Trujillo con los Klimovski, y de las luchas internas del clan. Andreu Martín, es un escritor especializado en novela negra y policíaca desde 1979, y comparte sus conocimientos como profesor en el Ateneu de Barcelona. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
La poeta Júlia Peró debuta en la novela con una obra incómoda, tierna y estremecedora a partes iguales, que pone sobre la mesa la vejez y una soledad y un deseo de los que apenas se habla. A Olvido ya nada le parece más evidente que la vejez. Y su soledad. Hace tiempo, demasiado, que su cuerpo se ha llenado de colgajos, ha empezado a deformarse lentamente como el recibidor de su piso, cada vez más frío, húmedo, amenazante. Tanto que Olvido ya no sale de casa ni quiere atender el telefonillo o mirarse en el espejo de la entrada para no tener que atravesar esa estancia de olor acre y paredes de gotelé que se le echan encima. A resguardo en su saloncito, se limita a esperar que el tiempo pase mientras toma café, pinta en su libro para colorear, recita haikus o discute con el gato. Y a la par que espera, intenta hacer memoria. Recuerda, entonces, que un día sonó el timbre y ella temió que fuera un ladrón pero en la puerta había una chica que venía a cuidar de la casa y de ella. La chica tenía la voz suave y una juventud que parecía ser la cura para su soledad. Y una melena negra, espesa, la piel canela, los ojos, los labios: tan bella, pensó Olvido, que la vejez no sabría por dónde empezar a roer. El ritual se fue repitiendo: sonaba el timbre, la chica entraba, traía comida, ventilaba la casa y cuidaba con ternura a Olvido, que de pronto creía ver a su acompañante por primera vez y después recordaba, o fingía recordar, con algo de dificultad y el deseo abriéndose paso en ella, creciendo en cada roce con ese cuerpo lozano. Y trayendo consigo celos, fantasías, vergüenza y frustración ante tanto apetito no saciado. Olvido recuerda también una discusión, un forcejeo en el recibidor. Ahora la chica ya no viene. La nevera está vacía, el libro para colorear, completo y la memoria carcomida de Olvido, mezclándolo todo: la chica, una discusión, las manos cubiertas de grasa de su padre, sus muslos de niña también cubiertos de grasa, ella y su madre marchándose lejos de casa, la madre muriendo vieja y senil en una residencia. Sentada a pocos metros de ese recibidor que tanto miedo le da y hace que su soledad sea aún más absoluta, no sabe bien por qué, Olvido espera que las horas pasen o la muerte venga mientras un ejército de hormigas se prepara para escarbar otro hormiguero. Escritora y artista multidisciplinar, Júlia Peró debutó en 2020 con un celebrado poemario, Anatomía de una bañera, al que le siguió la publicación de Este mensaje fue eliminado, un proyecto a caballo entre la poesía, la narrativa y la experimentación conceptual que se gestó en Instagram y se convirtió en libro en 2021. Explorar formatos de escritura y registros es, sin duda, uno de los motores creativos de una autora joven y polifacética que da el salto a la novela con “Olor a hormiga”, una obra cruda, tierna y perturbadora a partes iguales, que orbita en torno a la vejez. La acción irreversible del tiempo, un hilo que recorre sutilmente toda la producción literaria de Peró a través de motivos como la muerte, el duelo o los mensajes que borramos de nuestras conversaciones cotidianas, cristaliza ahora en las arrugas, la espalda encorvada, los olvidos y la confusión de una anciana que, aislada, lidia con la senectud y su compañera más temida, la soledad. Con apenas dos personajes femeninos y un gato entre cuatro paredes, Júlia Peró compone una historia que cuenta con los ingredientes más característicos de la novela de horror gótico: una mujer encerrada, una casa que se describe como un personaje más y no es refugio sino prisión, y una voz narrativa muy poco fiable que se trama entre lagunas de memoria, recuerdos distorsionados, fantasías, trampas mentales y contados destellos de lucidez. En este género narrativo, que tradicionalmente ha sido expresión de tabús, pulsiones reprimidas y miedos colectivos, la autora encuentra una batería de recursos para hacer frente a los fantasmas y narrar la vejez entendida como una decadencia física y mental que no se elige, simplemente sucede; pero también, como una realidad incómoda que se suele invisibilizar o, en el mejor de los casos, reducir a un puñado de inofensivos lugares comunes. Entre aquello que Olvido nos cuenta y la forma que adquiere un relato salpicado de bucles, desdoblamientos y ambigüedades existe una correspondencia que es la manifestación misma de una conciencia carcomida por la edad, el aislamiento y el miedo latente, y al mismo tiempo, de todo aquello que se le niega a la representación de la vejez: el deseo, el sexo, la vergüenza, la rabia y la frustración. Al ritmo de una narración que mezcla y yuxtapone presente, pasado e imaginación, Olor a hormiga se revela como una novela que combina terror y gestos del thriller, y a su vez, como una inesperada historia de amor no correspondido, un relato de violencias domésticas que, como los traumas de infancia de la protagonista, discurre bajo la superficie, y una obra atravesada de metáforas donde entre zánganos, una casa tomada por las hormigas y el contacto de un cuerpo viejo con otro que irradia juventud, se halla un modo de insinuar lo que la memoria borra, los silencios esconden y la lengua no puede expresar de forma directa. A través de la delicada sencillez de un haiku o del horror y lo siniestro que se materializa en un recibidor sombrío, los estremecedores retazos de memoria de una anciana y aquello que la mujer calla, Júlia Peró hurga, con atrevimiento y una singular sensibilidad, en la intimidad. Brutalidad y belleza, tanta violencia y carencias como ternura, se conjugan en las páginas de una primera novela que, anclando allí donde soledad, deseo y dolor se entrelazan y alimentan mutuamente, da voz y restituye el cuerpo a una vejez femenina que, nos recuerda Olvido, es vista apenas como pura obsolescencia, un resto de existencia en el que la posibilidad de amor parece no tener cabida. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural |
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July 2024
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