Por Violant Muñoz i Genovés
Un brillante debut con una espléndida voz narrativa. Una novela que irradia esperanza y nos sumerge en un universo familiar de mujeres fuertes y personajes fascinantes en un país, España, devastado por la guerra. «Todas las batallas que se libran en el corazón son siempre imprevisibles» En este prometedor debut literario, Claudia Catalán nos cuenta la historia de Sacra, una niña con una sensibilidad especial, casi sobrenatural, y una profunda conexión con la naturaleza. Sacra emprenderá un camino de aprendizaje, no exento de magia, que le permitirá afrontar las consecuencias de una guerra que ha teñido de sangre el pueblo desde el que aguarda el regreso de su padre, llamado a combatir. Una novela que irradia esperanza y nos sumerge en un universo familiar de mujeres fuertes y personajes fascinantes de esa España que permaneció en pie mientras el resto del país se derrumbaba. Una voz literaria que se vale de la mirada infantil para recrear imágenes tan hermosas como, por momentos, devastadoras. Una autora que consigue transmitirnos las emociones más intensas gracias a un lenguaje cuidado, único y notables pinceladas de realismo mágico. “La Puerta Roja” nos reconcilia con el mundo y se perfila como una interesante apuesta para la narrativa contemporánea en español. El padre de Sacra es llamado al frente y el mundo no vuelve a ser más el mismo. Sacra y el resto de su familia se mudan a un pueblecito de Castilla a intentar llevar la ausencia del padre al lado de su abuela Candelaria, sus tías Isidora y Juliana y otros personajes que conformarán el nuevo mundo de Sacra, uno marcado no solo por la guerra, también por la magia y la esperanza por sobre todas las cosas. La pequeña Sacra crece en un universo esencialmente femenino y entre adultos muy comprometidos con el cuidado y el respeto a la naturaleza. Así, se hace muy amiga del pastor Pedro a quien admira incondicionalmente y con quien comparte este profundo vínculo con el campo y la tierra que les da de comer. Sin embargo, el vínculo de Sacra con su entorno es superior y en ocasiones, parece sobrenatural. La tranquilidad del pueblo se ve alterada con la presencia de un forastero, Alain, que llega al pueblo como comerciante de gafas y acaba como herrero. Esto le permitirá integrarse rápidamente y convertirse en un habitante más, aunque esconde también cierto misterio que no tardará en desvelarse. Mientras tanto, la tía Isidora repara en el don especial de Sacra, en esa comunicación especial que logra establecer con la naturaleza, esa gran sensibilidad que experimenta hacia aquello que le rodea. Pero sabe que este hallazgo también acarrea responsabilidades y peligros para su sobrina. La guerra, allá lejos —o tan lejos como a Sacra le parece—, avanza. Y lo cambia todo... La familia de Sacra es acusada de fascista y aunque la pequeña aún no entiende de bandos, se imagina la guerra casi como un enfrentamiento entre colores. No obstante, la realidad no da tregua y la casa familiar, ese refugio resguardado tras la puerta Roja, es registrada por los militares que no encuentran nada de valor porque la abuela Candelaria puso lo poco que tenían a buen recaudo. Pero este sería solo uno de tantos ramalazos de realidad que estaban por llegar al mágico universo de Sacra...Al poco tiempo, las detenciones en el pueblo se hacen recurrentes y dan paso a los fusilamientos, convirtiendo la Plaza Mayor en un escenario de horror, como tantos otros que hubo en esos años. Entre los fusilados está José María, pretendiente de la tía Juliana, y Sacra experimenta por primera vez el dolor de la pérdida. El hambre y la escasez también acechan a sus habitantes, pero un grupo de vecinos (entre los que están el recién llegado Alain, y los primos de Sacra: Genaro y su esposa Carmen se han organizado y se dedican al estraperlo. La guerra continúa su ruta del horror y los militares esta vez regresan para llevarse a la madre de Sacra, a la tía Juliana y a Candelaria. Todo lo que ocurre esa noche para liberarlas de la cárcel acaba por enfrentar a Candelaria y a Isidora. En esa discusión remueven demasiado el pasado y aflora el trauma de Isidora, ese instante que lo cambió todo, ese incendio —que se culpa de haberlo iniciado— que se llevó a su hija pequeña y que dejó marcado de por vida a su marido, que va con la mano vendada como doloroso vestigio de ese momento. Sacra es cada vez más consciente de esa cualidad que tiene para «ver» más allá de la realidad. Tiene sueños simbólicos, pero llenos de significado, como el del río contaminado que se transforma en un caudal transparente. Don, un sabio y enigmático habitante del pueblo, la tranquiliza y le explica en qué consiste su capacidad de «ver» Sacra siente que algo grande está por llegar. Y no se equivoca... No tardarán en atacarlos. Es entonces cuando la fuerza, la magia y también un poco la esperanza de que la vida se imponga, se manifiestan. Una cúpula invisible protege de pronto su hogar. La lluvia de fuego cesa. La puerta Roja se abre hacia la calle mostrándoles la salida. Pero aún no están a salvo. El pueblo es un caos y se suceden imágenes terroríficas que Sacra intenta entender. En medio del bombardeo la Tierra también entra en erupción y todo parece formar parte del mismo caos. Sacra descubre en ese instante, en medio de la destrucción y el dolor de su pueblo, que está destinada a salvarlo. Que lleva toda la vida preparándose para ello. Y entonces canta, y vuelve la calma. La guerra acaba. Los soldados inician el doloroso regreso a casa. Las semanas pasan y no hay noticias del padre de Sacra. Sin embargo, y gracias a las enseñanzas de Pedro, Sacra entiende que aunque le toquen momentos difíciles, que aunque extrañe a su padre, nunca estará sola. Que el amor de los suyos siempre estará presente y la naturaleza es su eterna compañera. Y solo cuando llega a esta revelación y entiende su lugar en el mundo lo ve llegar. A papá. Y ríe entre lágrimas. «…Siempre podría estar sola sin temor, porque realmente jamás estaría sola. Solo tendría que cerrar los ojos y sentir el mundo y la vida vibrando a mi alrededor, los cinco elementos rodeándome y haciendo sonar la música del corazón, de la que todos formamos parte y que a todos nos acerca…» La Puerta Roja no solo relata un momento fundamental en la historia española, es también una novela homenaje: a la infancia y su poder de transformarlo todo con una mirada única; a la fuerza de la vida y el amor sobre el miedo y el dolor; al universo doméstico en el que se crean los recuerdos; y también, por supuesto, al realismo mágico. Hay en sus páginas una sólida reivindicación de la narración desde la mirada infantil. Un poco en la línea de novelas como Celia y la revolución de Elena Fortún, Luciérnagas de Ana María Matute, el dietario Con ojos de niña de Encarnació Martorell i Gil, o de películas como El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006) o más recientemente Jojo Rabbit (Taika Waitti, 2019). Narraciones de niñas y niños que son capaces de ver un mundo distinto más allá del mundo de horror que se despliega frente a sus ojos. Y aunque hablamos de tiempos históricos distintos, el dolor, el desasosiego y la incertidumbre que traen las guerras es exactamente el mismo. Así, no resulta descabellado que Sacra —nuestra protagonista—, Ofelia —la niña de El laberinto del fauno— y Jojo —el pequeño que se inventa un peculiar compañero imaginario durante la Segunda Guerra Mundial en Jojo Rabbit— se hicieran mejores amigos en una realidad paralela. El universo femenino es también reconocido en esta novela. Claudia Catalán retrata con precisión y realismo las vicisitudes de todas aquellas mujeres que permanecieron en sus pueblos mientras sus hermanos, maridos y padres luchaban en el frente. La autora nos regala personajes memorables como la abuela Candelaria, ejemplo de matriarca que no se doblega ante la tragedia. O las tías Isidora y Juliana, tan distintas entre sí, pero igual de fascinantes. O Carmen y su profundo vínculo con la naturaleza que tanto marcará a Sacra. Es precisamente la naturaleza, uno de los pilares de esta novela y un personaje omnipresente en la historia. Es su presencia y sus elementos (el río, los campos de cultivo, el volcán) los que impactan profundamente en la vida de Sacra y su familia. Hay valiosas lecciones sobre la atención que debemos prestarle y cómo aprender a oír y ver lo que nos comunica con su fuerza y belleza. Y la autora dota a esta narración de un aire de realismo mágico que consigue potenciar sensaciones e imágenes que se quedan grabadas en la memoria de quien la lea. La Puerta Roja bebe de esa tradición literaria que hallamos en La casa de los espíritus de Isabel Allende, La casa de los amores imposibles de Cristina López Barrio y El bosque sabe tu nombre de Alaitz Leceaga. Historias todas en donde la magia es parte de lo cotidiano, sin por ello, dejar de fascinarnos. Claudia Catalán (Barcelona, 1991) se crió en una casa de campo y creció rodeada de naturaleza y animales. Este entorno marcó su visión del mundo y está presente en cada una de sus creaciones. Graduada en Estudios Literarios, trabajó en el sector de la edición y publicidad. Luego estudió Interiorismo y Decoración y actualmente divide su tiempo entre la dirección creativa y la escritura. Es una apasionada del arte y de carácter curioso. Esta es su primera y prometedora novela y se inspira en las historias que de niña escuchaba a su abuela. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural
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Por Violant Muñoz i Genovés
Nos encontramos ante una recreación libre de la legendaria vida de una juglaresa gallega en la Corte de Alfonso X el Sabio. La Juglaresa se acerca a la vida de las artistas ambulantes, danzaderas, soldaderas y cantaderas, jornaleras de la difícil vida del Medievo, en la búsqueda de aventura y sustento vital. Es el retrato de todas esas mujeres que se echaban a los caminos para bailar y cantar, perder inevitablemente su reputación y ganarse el día a día por las plazas de los pueblos o en los salones de palacios, lejos del mandato moral de su tiempo. López Villarquide sigue la infancia, juventud y madurez de María Pérez, «la Balteira», una mujer independiente del siglo XIII que consiguió afilar sus estrategias para sobrevivir en un mundo de reyes, reinas, cortesanos, pícaros, frailes borrachos, juglares protectores y pendencieros. La juglaresa recrea libremente la vida de María Pérez, «la Balteira», una mujer apasionada del baile y de la música, que pronto abandonó su Galicia natal para llevar una vida aventurera y atípica para los cánones de su tiempo. Al preguntarle a la autora cómo nació esta historia nos dijo que “…nace de un recuerdo de mi adolescencia, cuando en el instituto descubrí las cántigas de amor, amigo y de escarnio en la literatura gallega, y recordé la figura de una mujer de la que se reían mucho en el s. XIII. Tras la experiencia de mi primer libro empecé a escarbar…” le preguntamos si fue fácil documentarse y respondió “…sencillo no lo es nunca. El género de la novela histórica más allá de libros de consulta de guerras y batallas hay poco más. Sí que encontré trabajos recientes pero sobre ella muy poca documentación…” Con el ritmo chispeante de las novelas picarescas, conoceremos a personajes de todo pelaje y condición: amables alcahuetas, frailes borrachos, juglares pendencieros, reinas vengativas y lujuriosos monarcas. Entre ellos, María irá ganando una fama insólita que ha sobrevivido en las cantigas medievales. Además de inspirarse en las huellas que dejó «la Balteira», la historia de López Villarquide describe la vida de juglaresas, danzaderas y soldaderas, aquellas mujeres que, en las brumas de la Edad Media, se echaban a los caminos para bailar y cantar, perder su reputación y encontrar un sustento por las plazas de los pueblos o en los fastuosos salones de palacio, siempre ajenas a los mandatos morales de su tiempo. “…me interesaba utilizar la figura de la mujer en distintos estadios de la clase social, reflejar sus amistades, rivalidades, sonoridades,…” La juglaresa se estructura en cinco partes, cada una de ellas dedicada a una etapa en la vida de María Pérez, «la Balteira». 1244 DE CUANDO FUI NIÑA La historia de La juglaresa comienza en Betanzos, un pueblo de A Coruña bajo la influencia de la Orden Cisterciense, monjes que cada año ampliaban sus bienes gracias al acercamiento a Dios que necesitaban sus feligreses. La familia Pérez creció en Betanzos gracias a su fábrica de telas. Tras la muerte de los padres, Martín, el hermano mayor, fue el encargado de gestionar todo su patrimonio y a sus trabajadores. María, que apenas rozaba los nueve años, se vio abocada a una vida solitaria con el baile como único divertimento. “…la música y los espectáculos eran la única diversión que tenían en aquella época, que tampoco era tan oscura como quieren hacernos creer…” Aquel pasatiempo, prohibido ante los ojos del Divino, y las visitas cada vez más frecuentes del padre Payo, fueron finalmente los responsables de que María tuviese que abandonar su hogar. 1248–1246 DE CUANDO FUI BAILARINA María Pérez se había quedado sin familia, pero esa misma separación le otorgaba la libertad para dedicarse a aquello que la colmaba de alegría: la danza. Durante estos años de su vida tuvo suerte de encontrarse con Alegre, Pedro y otros personajes, de poder encontrar su propio estilo y de hacerlo bajo la protección de la poderosa corte de Alfonso X. Sin embargo, la bienaventuranza y el reconocimiento estaban irremediablemente unidos a las habladurías. No faltaron comentarios despectivos sobre lo que hacía la joven en la intimidad con aquellos que le ofrecían dinero e incluso con el mismo monarca. No era ella quien entraba en alcobas extrañas, sino uno de sus compañeros, Pedro d’Ambroa, cómo descubrió la soldadera. Una información que la obligará de nuevo a huir para salvar su vida. 1257–1264 DE CUANDO FUI FUGITIVA Poca importancia daba «la Balteira» a las rimas que hacían sobre ella, pero estas la persiguieron e impidieron que pasara desapercibida cuando dejó la corte. Sus pasos de baile la delataban y por ello tuvo que abandonar su pasión durante unos años. Junto al juglar, que juró protegerla de la reina a pesar de no recibir de María el amor que él le profesaba, creó una nueva vida en el reino de Aragón, donde poco a poco comenzaría una nueva etapa y descubriría el verdadero amor. Pedro d’Ambroa y María Pérez, deciden unirse a las expediciones del rey Jaime de Aragón hacia Ultramar y convertirse en cruzados. Un viaje que, por desgracia, nunca llegarían a hacer juntos. 1264–1268 DE CUANDO FUI PUTA La reina Violante de Castilla, años después de perder a Pedro d’Ambroa, el objeto de sus afectos, sigue obsesionada con hacer pagar a los juglares el dolor que le han causado. Encontrarlos en Aragón, reino bajo el mandato de su padre, fue un auténtico regalo para ella. Una tarde, cuando casi tenían los salvoconductos para enfrentarse a la aventura marítima del rey, son llamados a palacio y una vez allí, forzados a separarse para siempre. María Pérez se convirtió en ofrenda «de paz» para apaciguar las revueltas al sur de la península y detener el avance de los moros. Su cuerpo dejó de pertenecerle para convertirse en una moneda de cambio, un juguete del que se encaprichó el hijo de aquel que tanta devastación estaba dejando en Al-Andalus. 1269 DE CUANDO FUI CRUZADA «La Balteira» consiguió finalmente la libertad y con ella mantuvo dos objetivos: encontrar a Pedro y viajar con él hasta San Juan de Acre para redimirse de sus pecados. En aquello que creía una aventura solo encontró decepción y soledad. Las noticias del destino que había sufrido d’Ambroa la destrozaron, pero sabía que tenía que continuar. El cuerpo de María había sufrido los estragos de la edad y el dolor de los últimos años, pero la fortuna volvió a sonreírle esos días al cruzarse con un religioso en su camino. Una alianza que, finalmente, la pondría en el camino adecuado para convertirse en cruzada. La historia de María Pérez, «la Balteira», nos ha llegado principalmente por las cantigas de escarnio que transmitían los juglares y trovadores del siglo XIII, incluidas aquellas que confeccionaron Alfonso X y Pedro García d’Ambroa. Como su propio nombre indica, estos cantares buscaban el escándalo sin preocuparse por la veracidad de sus historias. Es por ello que no sabemos si, al igual que defiende la autora en La juglaresa, María Pérez tuvo una vida independiente pero recatada, o si siguió los pasos que se relataban sobre ella. De la artista se dijo que era virtuosa con varios instrumentos, que adornaba sus melodías con su propia voz y que poseía una belleza excepcional. No todo era favorable y es que, además de alabar sus destrezas y aspecto, se decía que era proclive al juego, que siempre se acompañaba de alguna bebida y que en su lecho dormía todo aquel a quien ella invitaba. Poco nos ha llegado de su biografía. Se sabe que María nació una comarca de A Coruña, que inició su carrera en la corte de Fernando III y también, que, gracias a un documento firmado en el monasterio de Sobrado y su mención en diversas cantigas, se propuso peregrinar hasta Tierra Santa en Jerusalén. Un viaje que, con el estilo de vida de la juglaresa, provocó la sátira y la ironía de los trovadores. Independientemente de la realidad que relataban las cantigas, lo cierto es que «la Balteira» fue la soldadera más famosa de la España medieval, una mujer que dejó atrás su vida acomodada para poder disfrutar de un ápice de libertad. María López Villarquide (A Coruña, 1982) es doctora en Documentación y Análisis Cinematográfico y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Tras la publicación de su primera novela, La catedrática (Espasa, 2018 / Booket, 2019), ha participado en la documentación de la exposición Intangibles (Fundación Telefónica, 2019) y en el libro del programa de RTVE Prodigios (Espasa, 2020). Escucha la entrevista que nos concedió en este link: https://www.ivoox.com/culturalia-23-03-21-audios-mp3_rf_67321044_1.html © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural Por Violant Muñoz i Genovés
Poderes en la sombra conspiran para arrojar al mundo a la anarquía. ¿Conseguirá Lyra surcar las alturas del Mar de Nubes para evitar la catástrofe? Lyra se sentía orgullosa de Mercuria, su ciudad natal, la flor del desierto. Patrullaba sus calles con aplomo como parte del gremio de mercenarios, responsables de preservar la paz. Una noche recibe la orden de investigar el asesinato de un afamado criminal en los bajos fondos. Todo indica que un piromante de gran poder anda suelto y busca sembrar el caos. ¿Cómo iba a imaginar Lyra que las pesquisas la iban a poner sobre la pista de un complot en las altas esferas del continente para hundir a Mercuria en la anarquía? Dispuesta a todo para proteger su hogar, se embarcará en el Cormorán, un aerobarco de leyenda, y viajará a las alturas del Mar de Nubes. Junto a ella, una tripulación internacional de agentes especiales resueltos a desenmascarar la conspiración. La clave pasa por desentrañar los secretos del Kohr Nai, un volcán en el cielo capaz de generar furiosas tormentas, antes de que las tensiones entre las diferentes ciudades-estado provoquen un cataclismo a escala continental. Thelema, una organización secreta que manipula los acontecimientos políticos y conspira para sembrar el caos con el fin de preparar la invasión del imperio de Polaris, tiene en realidad como objetivo supremo descifrar los secretos de Akamenia, una civilización olvidada que consideran que alcanzó el estado divino y fue capaz de crear otro universo, hecho a su imagen y semejanza y por el que abandonaron el continente. Quieren hacerse con su poder para reordenar el cosmos según sus designios, ante lo que consideran que cualquiera de sus acciones está justificada sin importar los daños. Llevan unos meses detrás de la pista de Niall, a quien consideran el recipiente de una antigua profecía akamenia y pieza clave en sus planes, pero diferencias en el seno de la organización, la investigación de Lyra y los propios planes del emperador complicarán sus objetivos. Borja Vaz ha aunado la imaginería de la fantasía japonesa y las clásicas novelas de aventuras para elaborar una acerada crítica a los desequilibrios que amenazan nuestro mundo. Misterio, amor y viajes a lugares maravillosos en un relato con un ritmo vertiginoso y unos personajes en el precipicio de la historia. El autor es periodista especializado en videojuegos y, efectivamente, nos ofrece una novela que es todo un videojuego. Sin lugar a dudas, tiene mucho oficio y sabe recrear ambientes, tensión psicológica y personajes. Estamos ante una novela cruce entre Juego de tronos y Final fantasy con toques de la serie de espías e inteligencia Homeland. Es una narrativa de juegos de rol de estética japonesa y steam punk. Una novela para disfrutar de una aventura épica que desafía los límites de la imaginación y culmina con una batalla en la que está en juego el destino de la humanidad con una pareja de protagonistas muy potentes. Su escritura está sin duda a la altura de Sanderson o Bacigalupi o de Rothfuss, con la crítica socioeconómica y ecológica de los dos primeros, y la intención narrativa del tercero. El resultado es una magnífica novela de género fantástico para todos los públicos. «La flor del desierto» era el término con el que sus habitantes se referían orgullosos a Mercuria. La ciudad se describe como una urbe magnífica que se extendía por la falda de una montaña solitaria en medio del paraje semiárido de Kharad, con una fastuosa muralla de alabastro en un contorno que había quedado superado hacía décadas por la irrefrenable llegada de inmigrantes de toda la región, atraídos por la riqueza que parecía manar incesante de sus palacios y mercados. La gran diócesis de los príncipes mercader, las fortunas más acaudaladas del mundo conocido, se daban cita allí. Las minas de oro, a sesenta kilómetros al sur de la ciudad, llevaban décadas insuflando vida al imperio comercial de la metrópolis. En el Gran Bazar se reunían mercaderes de todo el mundo para ofrecer mercancías de todo tipo. Una de las costumbres más arraigadas entre los mercurienses era la visita al zoco al término de la jornada para participar de alguna manera en la vibrante actividad del que era el corazón palpitante de la urbe. El gran río Sarasvati, navegable la mayor parte del año, bañaba la ciudad y en lo más alto de la montaña se encontraba el gran Palacio del Alcalde, símbolo del poderío de Mercuria, una gran estructura de mármol blanco y arenisca roja, un bosque de cúpulas y minaretes que se elevaba con pretensiones hacia el firmamento. El mar de nubes es un conjunto de montañas flotantes a miles de metros sobre el suelo de la Devastación. Las corrientes de aire que se crean entre esas formaciones rocosas son tan complicadas de prever y de navegar que solo los autóctonos las dominan. En el corazón de este espacio se encuentra el Kohr Nai, un gran volcán sobre el que se concentra una gran polarización elemental y que, sin previo aviso, ha empezado a generar unas tormentas muy poderosas que vuelven toda su zona de influencia intransitable, amenazando con cambiar para siempre el rumbo de los acontecimientos. Florestia es la hermosa ciudad natal de Niall, cuna de taumaturgos (aunque no todos los florestianos lo son). En ella, los habitantes viven en completa armonía con la naturaleza, construyendo sus casas en las copas de los árboles, a orillas del río, y haciendo todo lo posible para que el gran bosque no note su presencia. Borja Vaz (Pamplona, 1988) es crítico de videojuegos de El Cultural. Además, es autor del blog Homo Ludens en la web de la citada revista. Ha escrito anteriormente en ABC Cultural, Diario de Navarra y otros medios. Es profesor de Diseño de Videojuegos en diferentes universidades. Fue director del I Congreso Madrid Games Week celebrado en Fundación Telefónica y asesor experto de la exposición Game On de Fundación Canal. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural |
Violant Muñoz i Genovés
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