Por Violant Muñoz i Genovés
“Gladiadoras” Es una novela de superación, “... la vida es la arena de un anfiteatro...” afirma el propio autor. Esta magnífica novela histórica, repleta de intriga, acción y amor, aborda por primera vez el tema de las mujeres gladiadoras, apenas tratado en la literatura. Excelentemente documentada y con una extraordinaria ambientación, su autor, Juan Tranche nos regala la emocionante historia de las inolvidables Helena, Valeria y Domicia, cuya particular lucha por decidir por ellas mismas conquistará a todos los públicos. Año 124 dC Helena las hermanas Valeria y Domicia son tres jóvenes romanas procedentes de mundos muy distintos: una esclava y las otras nobles. Sin embargo, las tres deben tomar decisiones que ponen a prueba su valentía. Cuando el Emperador Adriano se enamora del esclavo Antinoo, el gran amor de Helena, la joven se ve obligada a convertirse en la mejor gladiadora de todos los tiempos, algo nunca visto para los romanos, y así tratar de acercarse a su amado. Antes de ponerse sobre la arena sufre continuas vejaciones debido a su condición social, tratando de sobrevivir y sino capaz de encontrar en la lucha una salida inesperada a su propia vida. Por su parte, Valeria, hija de un abogado de renombre, sueña con vencer al destino que le espera como esposa y madre en una época gobernada por la voluntad de los hombres. Tanto ella como su hermana, apoyadas siempre por su padre, retarán a quien se interponga en su camino, mientras sienten con inquietud la ola de asesinatos de prostitutas que suceden en Roma. Años después de que las vidas de todas estas mujeres den un giro inesperado, en el año 131 dC, Roma celebra el combate de gladiadoras más increíble que jamás se haya visto. Movidas por el anhelo de libertad y la venganza, dos mujeres se enfrentan en un duelo definitivo. El duelo de la eternidad. “...En la arena luchaban por su vida. En Roma luchaban por aquello en lo que creían. Juntas demostraron que todo es posible...” Juan Tranche, ha culminado una narración para todos los públicos, tanto para los lectores apasionados por esta época como para los que se acerquen a ella por primera vez. Todos se verán conquistados por una historia original y fascinante que une el destino de mujeres dispuestas a todo para lograr sus deseos de venganza y libertad. Con una historia a la altura de las grandes ficciones, el autor dota a los personajes y a las escenas de un gran realismo, sin olvidar una trama propia de mejor suspense, ya que página a página crece el misterio alrededor de los asesinatos de prostitutas de quiénes son los verdaderos criminales. Cuestión que al principio parece secundaria para gran parte de los romanos y que termina por cobrar mayor importancia cuando los ataques se extienden a las clases más altas de la sociedad. El resultado es una novela histórica repleta de intriga, lucha, acción y amor, que va más allá abordando temas universales y que siguen estando de actualidad: la lucha de las mujeres por decidir sobre ellas mismas, la igualdad en el acceso a la educación y el miedo de caminar solas por las calles de una gran ciudad. Y es que, a través de los personajes femeninos de esta novela, el autor pone en evidencia las injusticias sociales que sufrían las mujeres, el Imperio Romano y los deseos de libertad de muchas féminas. Feminae y mulieres, damas y mujeres las clases sociales más bajas, tienen su reflejo en esta reveladora y trepidante ficción histórica. Ya fueran patricias o plebeyas, las mujeres deben seguir las expectativas tradicionales y de comportamiento, dejando de lado sus verdaderas inquietudes y deseos. La obligación de las romanas era la de traer hijos al imperio, aceptar un matrimonio impuesto siendo adolescentes, acatar las decisiones de sus padres o esposos, dedicarse a la crianza de sus hijos y esperar qué el hombre que estuviese a su lado las respetase, siempre y cuando ellas se ciñesen al orden social. Así era el mejor de los casos. Porque en el peor de los casos, se encontraban las infames, entre las que destacaban las prostitutas, las gladiadoras y las esclavas. Repudiadas socialmente a las prostitutas se las trataba como escoria, siendo vistas como ciudadanas de segunda sin apenas voz. Las gladiadoras eran consideradas un divertimento sexual para el público, luchaban con el pecho descubierto y tenían un papel secundario a diferencia de sus homólogos masculinos. Sin embargo, la historia de “Gladiadoras” hace justicia con estas mujeres valerosas que también probaron la gloria y buscaban la ansiada libertad. Con un estilo sobresaliente, el autor equilibra una trama adictiva con la recreación histórica y la riqueza de los personajes. Así, las escenas sobre los combates que se celebraban en el anfiteatro de los Césares, tienen infinidad de matices: desde el ambiente que se respiraba entre el público, pasando por las emociones de quienes entraban en la arena, cómo se luchaba y qué futuro les aguardaba tras poner su vida en riesgo. Juan Tranche recrea la sociedad romana mostrando también las enormes injusticias y la doble moral imperante tanto en el trato con las mujeres como en los gladiadores. Estos luchadores eran ídolos de masas, representaban los valores de la masculinidad, cosa que entraba en contradicción con una existencia dominada por otros. El autor mezcla con gran maestría personajes ficticios con personajes reales, dando voz a éstos últimos consiguiendo que sus acciones no chirríen con la ficción ni con la historia que ha llegado hasta nosotros de cada uno de ellos. “Gladiadoras” es un homenaje a aquellas mujeres pioneras decididas a luchar por sus ideales aunque lo tuviesen casi todo en contra. “...No hay piedad para aquel que no lucha con valor. No hay recompensa para quien clava la rodilla en la arena solicitando clemencia...” ¡Resulta imposible no emocionarse con el desarrollo de la trama y su épico final! © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural
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Por Violant Muñoz i Genovés
Tras “La última sultana”, la historiadora Andrea D. Morales se ha convertido en una de las voces más prometedoras de la Novela histórica en España. Esta novela nos cuenta la leyenda más famosa e intrigante de Sevilla: la de la bella Susona. Un amor imposible y una traición imperdonable. Una época de misterios y conspiraciones. Una novela con alma de clásico. Desde finales del siglo XV, una leyenda impregna las calles de Sevilla. Cada noche, la bella Susona, hija de un famoso converso de la judería del barrio de Santa Cruz, acude al encuentro de un caballero cristiano de noble linaje llamado Nuño de Guzmán. Él no debe enamorarse, pues su cometido es descubrir si los rumores son ciertos: se dice que Susona y su familia judaízan en secreto. Sin embargo, bajo el rocío de las flores azahar, se convierten en amantes furtivos. Cuando Susona descubre que una conspiración que se fragua entre las paredes de su hogar podría dañar a su amado, se verá obligada a escoger: la fidelidad a su pueblo, a su padre y a su familia, o el amor que le profesa a Nuño de Guzmán. Para salvar a unos deberá condenar a nosotros. La historia de Susona llena de amor, traición y muerte, acabará tornándose en leyenda. Sin desvelar la historia ni hacer spoilers diremos que las versiones históricas que conducen a Susona a su trágico final varían, pues como toda buena leyenda se ha ido modelando a través de la tradición oral, pero su padecimiento es idéntico en todas ellas. La joven pidió su lecho de muerte que separasen la cabeza de su cuerpo y que esta la colocasen encima de la puerta de su vivienda. Un castigo para toda la eternidad. Un aviso para los jóvenes amantes. Y así puede leerse el azulejo que narra la leyenda en la calle sevillana llamada Susona: “...Y para que sirva de ejemplo a los jóvenes en testimonio de mi desdicha, mando que haya muerto separen cabeza de mi cuerpo y la pongan sujete un clavo sobre la puerta de mi casa, y que de allí o siempre jamás...” Tras la publicación de “La última sultana” Andrea D. Morales se proclama como una de las voces más prometedoras del panorama nacional y nos traslada A una época de odio, miedo y conspiraciones entre judíos y cristianos y nos demuestra que, hasta en los momentos más oscuros de la humanidad puede florecer la pasión. Con una maestra combinación entre el rigor histórico y el pulso narrativo esta autora revoluciona el género en la novela histórica con ánimos renovados. Es una autoridad en la historia de las mujeres en el periodo de dominación musulmana en el sur de la Península. Andrea D. Morales nació en Sevilla. Estudió historia en la Universidad de Sevilla, donde se especializó en la Edad Media, y en concreto en historia de género en al-Andalus. En la actualidad es profesora de documentación histórica en la Academia de Literatura Juvenil para Escritores. La última sultana fue su primera novela histórica ahora vuelve con “La dama de la judería” © Mediâtica: agencia cultural https://agmediatica.wixsite.com/violantpiulant Por Violant Muñoz i Genovés
Una primera novela, vibrante y atmosférica, con Segovia como telón de fondo. Tras casi dos décadas de ejercicio en el ámbito del periodismo cultural, con especial énfasis en la cobertura de las novedades relacionadas con el género negro, Juan Carlos Galindo (Segovia, 1979) da el salto a la narrativa y entra en el catálogo de Salamandra de la mano de "Hontoria", una primera novela vibrante y atmosférica que sorprende y cautiva tanto por su originalidad, la solidez de sus planteamientos, la madurez de la escritura y, sobre todo, por el pulso firme para mantenernos atentos, expectantes y en vilo desde el principio hasta el final. A partir del salvaje asesinato de tres miembros de una familia en el pueblecito de Hontoria, Galindo ha sabido construir una magnífica novela negra que es también una estupenda recreación de las miserias sociales y políticas de las pequeñas sociedades de provincias, en este caso las de la ciudad de Segovia. Narrada en primera persona por Jean Ezequiel, un joven periodista de sucesos que busca hacerse un nombre en la profesión, Hontoria es una obra coral con un amplio elenco de variopintos personajes. Mitómano, soñador, algo iluso, y sobre todo muy humano, Ezequiel sabrá ganarse la confianza y la complicidad de familiares, amigos, policías, periodistas, políticos, sacerdotes o delincuentes de poca o mucha monta para acabar descubriendo no sólo al autor del terrible crimen, sino una verdad mucho más incómoda que pondrá en peligro su vida y la de sus allegados. Abnegado, dotado de una curiosidad infinita y unos extraordinarios conocimientos del crimen, tanto de casos reales como literarios, la ingenuidad vital e insobornable de Jean Ezequiel nos seduce hasta el punto de que, cuando acabamos la novela, nos quedamos con las ganas de saber qué seguirá pasando con él. Como buen periodista, Jean Ezequiel sabe hablar y hacer hablar. Será por las muchas entrevistas que ha realizado a lo largo de su carrera profesional o quizá, simplemente, por una capacidad para captar el pulso del lenguaje oral, el caso es que Juan Carlos Galindo brilla a la hora de construir las muchas conversaciones que Ezequiel mantiene en el ámbito personal y profesional. Sobre la base de esos diálogos, "Hontoria" juega a difuminar las fronteras entre la realidad y la ficción, y dar apariencia de verdad a la historia de la novela. Un objetivo que Galindo consigue con una estructura original, que mezcla peripecia narrativa con piezas de un pódcast de Jean Ezequiel, donde éste da rienda suelta a sus amplios conocimientos del true crime, y cortes de un programa de radio, donde los oyentes opinan de lo que sea. Cartas, mensajes en las redes sociales o fragmentos de periódicos completan la variedad de registros narrativos de "Hontoria" y ayudan a trazar un mapa de las grandezas y miserias de la sociedad segoviana, así como del mundo del periodismo, sometido a infinitos vaivenes y en constante mutación. Agosto de 2016: tres miembros de una familia mueren brutalmente apuñalados en su casa de Hontoria, un pequeño pueblo absorbido hace tiempo por Segovia. No hay testigos, ni sospechosos ni arma del asesinato de Joaquín Vila, su esposa Consuelo Martín y su hijo Sergio. Jaime, el primogénito, ausente aquella noche, se convierte en la primera opción de un equipo investigador desorientado ante la falta de indicios. Once meses después del triple crimen, una llamada telefónica lleva el caso a la vida del obsesivo y apasionado Jean Ezequiel, un periodista segoviano que viaja a diario a Madrid para hacerse un hueco entre los cronistas de sucesos. A base de horas de trabajo, alguna fuente anónima y la ayuda de su círculo íntimo, Ezequiel irá acercándose a la resolución del triple crimen y desenredando una tupida maraña de silencios e intereses creados entre las altas esferas de la sociedad segoviana. .- Tras una prolongada experiencia como periodista cultural especializado en novela negra, ¿qué le movió finalmente a adentrarse en el terreno de la ficción? Por un lado, estaba la curiosidad de saber si sería capaz de hacer lo que otros ya habían hecho y que había absorbido durante tanto tiempo. En mis ya 16 años en EL PAÍS he entrevistado a la plana mayor del género negro en todo el mundo, he compartido cenas, conversaciones y paseos con ellos, les he presentado en librerías, festivales y teatros en España y otros lugares de Europa y les he leído hasta la saciedad. Ahí había un influjo, una fuerza irracional en la literatura que iba ganando terreno a lo largo de los años y tiraba de mí más allá de la crítica literaria o la labor prescriptora. Por otro lado, todo eso se amplió luego con mi labor para la sección de Pantallas y la explosión del mundo de las series, en las que lo policíaco y el true crime tienen tanta importancia. La explosión del audiovisual aportaba una nueva perspectiva y ampliaba el mundo de quienes ya estábamos enganchados a todo eso. Sin olvidar la eclosión del audio y del mundo pódcast, que tiene un punto de inflexión inicial muy claro precisamente en Serial, que no deja de ser un gran true crime. Y a pesar de esa producción masiva que alimenta hasta al lector y espectador más voraz, me faltaba algo y tardé en darme cuenta de que lo que necesitaba era volcarme en la parte creativa. Un día, durante el festival BCNegra, el año antes de la pandemia creo que fue, un gran amigo y mejor escritor me dijo con una pinta en la mano: “Te necesitamos.” Y ése fue el punto de no retorno. Cuando lo admití y me atreví, empezó una carrera de larga distancia que me ha llevado hasta aquí. .- Hablemos del protagonista. ¿De dónde sale ese Jean Ezequiel? ¿Y por qué un relato en primera persona? ¿Es un trasunto del autor? Muchos autores de género a los que admiro utilizan la primera persona para escribir series protagonizadas por un personaje central fuerte. Ahí está, por ejemplo, el Charlie Parker de John Connolly. Otros, le dan otra utilidad, como ocurre con el Cuarteto de Yorkshire de David Peace, que tanto me ha influido. Incluso tenemos parejas protagonistas como Kenzie y Gennaro, de Dennis Lehane, donde se narra con la voz en primera de Kenzie. Pero no es algo necesario y hay muchos otros, el gran Michael Connelly sin ir más lejos, que narran en tercera. Lo que me permitía esta voz era centrar la vista, pisar un terreno más seguro con Jean Ezequiel. Por otro lado, es el vehículo perfecto para investigar la muerte a puñaladas de una familia en un pueblo al lado de Segovia. Él busca la verdad con desesperación, pero también se aprovecha del caso, y ahí necesitaba su mirada directa, sin narrador de por medio. ¿Es un trasunto? No, no realmente, pero bebe de las mismas pasiones que yo. Es un tipo que no es brillante pero sí entregado; podríamos decir que compartimos código ético, visión periodística, aunque espero estar un poco menos marcado por la ambición que él. Y en el aspecto más anecdótico, tiene algo de mí, sobre todo en la vestimenta, pero adora el dulce y no sabe cocinar, por ejemplo, totalmente al contrario que yo. Y sí, vivan Mogwai y Alain Delon. .- No es una novela de periodistas, pero el periodismo, en efecto, es una parte central. ¿Cuál era la idea? Hay una parte práctica en todo esto. Jean Ezequiel tenía que ser periodista, eso sí lo vi claro desde el principio, porque mi visión del mundo está muy condicionada por mi profesión y, además, es el universo que conozco, el que de verdad puedo narrar con solvencia. Me gusta que trabaje para un periódico de Madrid en el que intenta progresar, pero a la vez reflejar ese periodismo de provincias que puede ser magnífico o mediocre y que tan bien representa en su faceta más positiva Rodolfa Vals, la primera jefa y maestra que tuvo nuestro querido Jean en su juventud en Segovia y que todavía se bate el cobre. Luego, hay un aspecto generacional claro en la disputa del protagonista con su compañero Julio Palacios. Esto pasa siempre, entre todas las generaciones, pero en mi caso lo viví además a través de la ruptura que supuso el periodismo digital. E imaginar a un hombre que se tiene que abrir camino a través de todos esos prejuicios y privilegios establecidos, en lo periodístico y en lo material, me parecía muy interesante. .- Podemos decir que se trata de una novela coral con Segovia como telón de fondo... En efecto. Jean Ezequiel es el protagonista, pero no sería nadie en su vida sin cierta gente que le rodea: su jefe Juan Gómez, su maestra Rodolfa, sus amigos Jon y Simón, su hija Gabriela y, sobre todos ellos, su mujer Eulalia. De alguna manera, todos le ayudan en su investigación, porque Jean no es muy intuitivo ni excesivamente brillante, y es a través de las conversaciones con ellos cómo va sacando todo adelante. Cada uno tiene su perspectiva y entre todos moldean al personaje. Por otro lado, tenemos a sus némesis, personajes fuertes que se le oponen con vehemencia y sin los que no habría ni trama ni conflicto ni novela; pero es mejor que ésos los descubran ya los lectores. Lo de Segovia tiene que ver también con hablar de lo que uno conoce. No entiendo esas novelas de ambientación exótica, escritas desde Albacete, pero situadas en Irlanda con personajes que se llaman Thomas y Joe, pero tampoco quería hacer exotismo de lo cotidiano. Yo viví en Segovia hasta los 20 años, y he mantenido con la ciudad una relación continua y compleja. Es un sitio fascinante, muy poderoso desde el punto de vista narrativo. Sin necesidad de marear al personal con párrafos llenos de historia wikipédica, podía dar una atmósfera muy apropiada a la novela. Los amaneceres que disfruta Jean desde su despacho, la luz del sol reflejada en las piedras color crema pálido de la catedral son un espectáculo real. Sin olvidar que es una ciudad llena de rincones históricos, lugares emblemáticos, escenarios perfectos. Y luego, es un sitio donde se come y se bebe muy bien, por eso hay una presencia de la comida en la novela y de restaurantes que me gustan mucho y donde he pasado grandes momentos. Sobre todo en La Concepción, parte fundamental de mi memoria sentimental y familiar. Ahora, como cualquier lugar, y puede que todavía peor los pequeños, tiene todo lo malo de las relaciones humanas y su buena carga de corrupción, disfunciones, privilegios ancestrales y otros problemas. En algún punto de la novela cuento que la población de Segovia cabe en un barrio pequeño de Madrid, pero las relaciones sociales que se establecen son radicalmente distintas y el juego de poderes, también. Eso también me interesaba que se viera en "Hontoria". .- Y, sin embargo, el crimen no ocurre en Segovia sino en Hontoria, la localidad que da nombre a la novela. Sí, esto es algo interesante. Me parecía que ese tipo de crimen se ambientaba mejor en una comunidad todavía más pequeña. No me interesa la expresión directa de la violencia, que no está presente en la novela nada más que en unas cuantas descripciones sobre el crimen al principio, sino los efectos sociales y familiares de la violencia. Y eso se intensifica en un lugar con unos cientos de habitantes y su propia idiosincrasia, pero completamente conectado con el mundo y a cinco minutos de Segovia. De hecho, es un pueblo convertido en barrio de la ciudad. Como Jean, yo también fui mucho allí de pequeño, y tengo allí algo de familia por parte de mi padre, y de ahí que me pareciera el escenario perfecto para desatar esas tensiones, rumores y odios. .- Es una novela negra, además, en la que tienen una fuerte presencia distintos casos reales. ¿Por qué tanto interés por el true crime? Me gusta mucho la protohistoria del género, Rodolfo Walsh o Truman Capote o Norman Mailer y a lo que se atreven, cómo rompen con lo establecido hasta entonces, pero me fascina el mundo del crimen en Francia, donde hay muchos más casos míticos de lo que la gente puede pensar y grandes periodistas para contarlo. Pero sobre todo hay una forma de relato, que es el que sigo y el que influye tanto en "Hontoria", basado en la gran investigación periodística, en trabajos realizados a lo largo de muchos años, como los de David Grann con el caso de los osage en Oklahoma o Laurence Lacour y su relato brutal del caso del pequeño Gregory, uno de los misterios sin resolver más complejos de la historia criminal. Pero, además, los crímenes reales me daban un material que amalgamar con la pura ficción para crear un híbrido en el que estos casos alimentan y nutren la visión del protagonista sobre su propia investigación. La trama central de la novela, pura ficción, bebe de varios de ellos, algunos más conocidos que otros, todos fascinantes. El resultado, espero, es algo no muy habitual en el género en español. .- La estructura tiene, aparte de la narración central, otros elementos como un pódcast, un programa de radio o fragmentos de periódico. ¿Por qué? La idea del pódcast y también de los pequeños fragmentos de radio que hay en la novela vienen de mi pasión absoluta por lo sonoro desde muy joven. La radio transmite la oralidad de mi barrio, de los pueblos, el habla específica de Segovia. Es algo que también trato de transmitir a través de los diálogos, pero es el juego con lo sonoro el que lo expresa de manera directa. Los programas abiertos a la participación del público fueron el Twitter de mi infancia. Y luego ahí también estaba el rezo del rosario y otras cosas. Un universo fascinante. El pódcast actualizó esa pasión y la llevó mucho más lejos. Como siempre que se vive una época de superproducción, hay aproximaciones lamentables, frívolas, con un tono terrible y que triunfan, como es el caso de Morbid. Pero también hay productos como los de AMC Reportso el mismo Serialo David Ridgeon en la radio pública canadiense que han llevado el true crime a una narrativa en audio inimaginable hace no tanto. Y todo eso tenía que estar en la novela. Y sirve, además, para alimentar una doble vertiente: por un lado, hay partes esenciales del caso que se resuelven ahí; por otro, es la mejor manera de incluir referencias a esos crímenes reales de los que hablábamos antes. Para eso creé el pódcast Píldoras criminales, que dirige y presenta Jean Ezequiel y que le sirve, para prosperar en el mundo periodístico. Por último, los fragmentos de prensa eran esenciales como herramienta para contar avances de la historia. Quería escribirlos como si fuera un periódico, no EL PAÍS sino ese para el que trabaja Jean, y reflejar otras cosas: el protagonista escribe de manera muy diferente a Julio Palacios, por ejemplo. Y también está ahí el lenguaje de agencias, tan útil, directo, desprovisto de los adornos de otros. Creo que es un mundo narrativo muy rico y que, al añadirse a una ficción más canónica, producen un híbrido que trata de estirar un poco, al menos en la estructura, los márgenes del género. .- "Hontoria" es una novela llena de casos reales, ¿cómo es la relación de este relato con la verdad? Compleja. Es una novela de principio a fin, pero tiene muchos casos reales que recorren la narración y la vertebran, incluso algunos que investiga o cubre el propio Jean como el atraco a la sucursal, o el de Pioz y, por supuesto, todos aquellos de los que habla en el pódcast Píldoras criminales. Y también se alimenta la narración de todo lo que he leído y absorbido estos años, de grandes crímenes sin resolver como el de la familia Miyazawa en Japón, que tanto obsesiona a Jean, al de la familia de Burgos apuñalada en su casa o el del jefe policial de Chambourcy, apuñalado en domicilio 15 veces por alguien a quien abrió la puerta y cuya muerte nunca se ha dilucidado. Y siempre presentes los grandes casos sin resolver, el del Asesino del Zodiaco, con el que juego en la trama, o el del pequeño Gregory. Juan Carlos Galindo (Segovia, 1979) es redactor de El País, donde combina la dirección de la sección de Pantallas con entrevistas y críticas en el suplemento Babelia y la cobertura del mundo literario para Cultura. Desde 2010 escribe y coordina «Elemental», un blog de novela negra. En septiembre de 2022 empezó su andadura en la tertulia cultural de La Brújula, en Onda Cero. Colaborador habitual de BCNegra, Hay Festival o Quais du Polar de Lyon, su vida profesional gira en torno a la literatura, mientras que la personal está consagrada a su mujer y a sus dos hijas. "Hontoria" es su primera novela, pero tiene pensadas al menos dos más. |
Violant Muñoz i Genovés
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July 2024
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