Por Violant Muñoz i Genovés
Poderes en la sombra conspiran para arrojar al mundo a la anarquía. ¿Conseguirá Lyra surcar las alturas del Mar de Nubes para evitar la catástrofe? Lyra se sentía orgullosa de Mercuria, su ciudad natal, la flor del desierto. Patrullaba sus calles con aplomo como parte del gremio de mercenarios, responsables de preservar la paz. Una noche recibe la orden de investigar el asesinato de un afamado criminal en los bajos fondos. Todo indica que un piromante de gran poder anda suelto y busca sembrar el caos. ¿Cómo iba a imaginar Lyra que las pesquisas la iban a poner sobre la pista de un complot en las altas esferas del continente para hundir a Mercuria en la anarquía? Dispuesta a todo para proteger su hogar, se embarcará en el Cormorán, un aerobarco de leyenda, y viajará a las alturas del Mar de Nubes. Junto a ella, una tripulación internacional de agentes especiales resueltos a desenmascarar la conspiración. La clave pasa por desentrañar los secretos del Kohr Nai, un volcán en el cielo capaz de generar furiosas tormentas, antes de que las tensiones entre las diferentes ciudades-estado provoquen un cataclismo a escala continental. Thelema, una organización secreta que manipula los acontecimientos políticos y conspira para sembrar el caos con el fin de preparar la invasión del imperio de Polaris, tiene en realidad como objetivo supremo descifrar los secretos de Akamenia, una civilización olvidada que consideran que alcanzó el estado divino y fue capaz de crear otro universo, hecho a su imagen y semejanza y por el que abandonaron el continente. Quieren hacerse con su poder para reordenar el cosmos según sus designios, ante lo que consideran que cualquiera de sus acciones está justificada sin importar los daños. Llevan unos meses detrás de la pista de Niall, a quien consideran el recipiente de una antigua profecía akamenia y pieza clave en sus planes, pero diferencias en el seno de la organización, la investigación de Lyra y los propios planes del emperador complicarán sus objetivos. Borja Vaz ha aunado la imaginería de la fantasía japonesa y las clásicas novelas de aventuras para elaborar una acerada crítica a los desequilibrios que amenazan nuestro mundo. Misterio, amor y viajes a lugares maravillosos en un relato con un ritmo vertiginoso y unos personajes en el precipicio de la historia. El autor es periodista especializado en videojuegos y, efectivamente, nos ofrece una novela que es todo un videojuego. Sin lugar a dudas, tiene mucho oficio y sabe recrear ambientes, tensión psicológica y personajes. Estamos ante una novela cruce entre Juego de tronos y Final fantasy con toques de la serie de espías e inteligencia Homeland. Es una narrativa de juegos de rol de estética japonesa y steam punk. Una novela para disfrutar de una aventura épica que desafía los límites de la imaginación y culmina con una batalla en la que está en juego el destino de la humanidad con una pareja de protagonistas muy potentes. Su escritura está sin duda a la altura de Sanderson o Bacigalupi o de Rothfuss, con la crítica socioeconómica y ecológica de los dos primeros, y la intención narrativa del tercero. El resultado es una magnífica novela de género fantástico para todos los públicos. «La flor del desierto» era el término con el que sus habitantes se referían orgullosos a Mercuria. La ciudad se describe como una urbe magnífica que se extendía por la falda de una montaña solitaria en medio del paraje semiárido de Kharad, con una fastuosa muralla de alabastro en un contorno que había quedado superado hacía décadas por la irrefrenable llegada de inmigrantes de toda la región, atraídos por la riqueza que parecía manar incesante de sus palacios y mercados. La gran diócesis de los príncipes mercader, las fortunas más acaudaladas del mundo conocido, se daban cita allí. Las minas de oro, a sesenta kilómetros al sur de la ciudad, llevaban décadas insuflando vida al imperio comercial de la metrópolis. En el Gran Bazar se reunían mercaderes de todo el mundo para ofrecer mercancías de todo tipo. Una de las costumbres más arraigadas entre los mercurienses era la visita al zoco al término de la jornada para participar de alguna manera en la vibrante actividad del que era el corazón palpitante de la urbe. El gran río Sarasvati, navegable la mayor parte del año, bañaba la ciudad y en lo más alto de la montaña se encontraba el gran Palacio del Alcalde, símbolo del poderío de Mercuria, una gran estructura de mármol blanco y arenisca roja, un bosque de cúpulas y minaretes que se elevaba con pretensiones hacia el firmamento. El mar de nubes es un conjunto de montañas flotantes a miles de metros sobre el suelo de la Devastación. Las corrientes de aire que se crean entre esas formaciones rocosas son tan complicadas de prever y de navegar que solo los autóctonos las dominan. En el corazón de este espacio se encuentra el Kohr Nai, un gran volcán sobre el que se concentra una gran polarización elemental y que, sin previo aviso, ha empezado a generar unas tormentas muy poderosas que vuelven toda su zona de influencia intransitable, amenazando con cambiar para siempre el rumbo de los acontecimientos. Florestia es la hermosa ciudad natal de Niall, cuna de taumaturgos (aunque no todos los florestianos lo son). En ella, los habitantes viven en completa armonía con la naturaleza, construyendo sus casas en las copas de los árboles, a orillas del río, y haciendo todo lo posible para que el gran bosque no note su presencia. Borja Vaz (Pamplona, 1988) es crítico de videojuegos de El Cultural. Además, es autor del blog Homo Ludens en la web de la citada revista. Ha escrito anteriormente en ABC Cultural, Diario de Navarra y otros medios. Es profesor de Diseño de Videojuegos en diferentes universidades. Fue director del I Congreso Madrid Games Week celebrado en Fundación Telefónica y asesor experto de la exposición Game On de Fundación Canal. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural
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