Por María Candelaria Cuevas
Lázaro Fierro Es muy difícil en tan poco tiempo, extraer gota a gota la historia del Maestro Lázaro Fierro, les comenzaré contando que él nació en La caña de agua, municipio de Atoyac de Álvarez, Gro. Méx. Es maestro normalista, maestro catedrático, pasante de Derecho, y posee una maestría en educación bilingüe que cursó en la Universidad Estatal de Arizona. Ha sido docente durante casi cuarenta años, ha impartido clases en todos los niveles educativos, exceptuando el kínder. Hasta hace unos días, todavía daba clases de inglés como segunda lengua en una escuela preparatoria y en la Academia de inglés para adultos ESL de donde se jubiló hace unas horas. El Maestro Lázaro Fierro, es un apasionado de la docencia, de la historia y de las letras. Ha creado talleres de literatura de los cuales han surgido exitosos escritores. Como amante de las letras, ha escrito varios libros de diferentes géneros: historia, educación, memorias, narrativa y poesía. Su última obra De tinta y sangre, un poemario que abarca diversos temas, poemario donde nos invita a leer su nueva propuesta de estrofa llamada tetrástrofo birrimo. El maestro Lázaro, en su caminar por la docencia, ha ido sembrando una semilla en cada persona que se ha cruzado en su camino y ha sido reconocido por su labor altruista en varios lugares de este país. Cuando él llega a Phoenix, crea un taller con un pequeño grupo dando clases gratuitas de escritura creativa, gramática y poesía, durante varios años cada domingo, ahí comenzaron a surgir nuevos escritores hispanos y nuevos libros que dejan una historia en este desierto. Su obra desde El México real, Letras de arena y de tinta y Sangre se Han ido formando poco a poco, meticulosamente perfectas y dejándonos un valioso regalo que nació de uno de los nuestros, de esta ciudad y de estos tiempos como lo es la nueva estrofa: tetrástrofo birrimo. Creador de talleres de calaveritas literarias y contador incansable de chistes, nos muestra su lado pícaro y divertido que contrastan con los temas serios de política y los controversiales sobre religión. En su más reciente libro publicado hace unos días; Memorias de un maestro migrante nos presenta su caminar migrando desde muy corta edad. En su nutrida charla podemos ver la mirada de un niño que ha perdido su estabilidad, pero nunca esa fuerza que lo impulsa desde muy adentro, un niño que enfrenta todas las adversidades y aún así, decide caminar hacía un futuro sin quedarse estancado en el pasado doloroso y un presente que se veía desolador. Yo, María Candelaria, agradezco al maestro Lázaro Fierro, por crear un ambiente de confianza y respeto en cada alumno, siempre enseñando con mucha dedicación. Nos llevó por el camino del “sí se puede” aún cuando nos hicieron creer que no se podía, nos enseñó que por más difícil que sea nuestra situación, se puede salir adelante en lo académico y en la vida. Gracias por enseñarme que lo aprendido debe de compartirse, aunque no tengamos títulos o formación académica. Gracias por la abundancia de ese frondoso árbol de la sabiduría que nos sigue cobijando bajo su ramas. Gracias por el mensaje de unión en un mundo elitista. Me quedo con la enseñanza de hacer las cosas mejor, de ser exigente con lo que publicamos; que la cebolla esté finamente picada y los puntos bien puestos sobre las íes. Gracias por no rendirse, los sueños de usted y de muchos de sus alumnos comenzaron a crearse cuando una señora encendió el fogón, puso un mantel de plástico floreado en una mesa afuera de su casa, y comenzó a vender enchiladas. Ahí es donde la historia cambia, da un giro y causa un efecto favorable en muchas vidas. Gracias Doña Josefina por hacer hasta lo imposible, posible. Gracias a ustedes dos, pude yo también cumplir un sueño que tuve de niña; poder escribir y publicar un libro. Muchas gracias. El poeta La totalidad del ser es la conexión de la tierra y el infinito, es un viaje astral sin tiempo ni espacio, donde se sumerge en una profundidad interna y se expande alcanzando el puro y frágil éxtasis que nos permite darle un punto final a un poema o en otros casos, puntos suspensivos… Escribir un poema es la entrega del ser superior verdadero, en esas letras no hay caretas que escondan un rostro falso. En la poesía, se revelan amores clandestinos, asesinatos idílicos, rezos, se viaja a la galaxia en un día y puedes sostener en tus manos el polvo de las estrellas para luego plasmarlos y que exploten en la mente del oyente. Escribir poesía no es para los débiles y escuchar poesía es solo para los que su mente se ha expandido como el propio universo. Son pocos los poetas que son escuchados, no es culpa de ellos, ellos ya han estado en el cielo y en el infierno, ya han sobrevivido a amores que les han atravesado el corazón, es muy difícil entenderlos porque ni ellos mismos se entienden. Los poetas crean sus propios mundos y llegan a palpar con la totalidad de su ser el infinito, no hay límites para el creador que escribe de su entorno, así sean exóticos paisajes, apestosas alcantarillas, o cuerpos de agua, todo tiene su belleza y todo tiene su toque de realidad. Para el poeta no se mete el sol, el sol se está suicidando en la lejanía dejando una oscuridad y un silencio, sabe el poeta que la noche es para sacarle provecho y la adornará con aves que graznan en las sombras. A veces se escribe para no morir, pero cada vez que se escribe es una muerte segura… porque en cada letra, se dejan los minutos que ya no nunca van a regresar. El poeta sabe que las líneas de su tiempo se están acabando en este plano terrenal, aún así decide a conciencia gastarlas sumergiéndose en las horas que ya no tiene, sabe que será eterno, inmortal y sobrevivirá a través de sus letras aunque no le importa, está enfermo de escritura y a morir no le teme, aunque agonize. Escribir no es fácil, es de valientes, es un salto a una conciencia superior sin psilocibina, un salto a otros mundos donde decide hospedarse con todos sus miedos, vencerlos para después tomarse una cerveza junto a ellos, es un clavado a un mar lleno de sirenas menstruando, es el preámbulo al chasquido de un beso húmedo. El poeta se convierte en mártir, lo disfruta hasta saciarse de su propia miseria. No le importa si un poema anida en el corazón de alguien porque ya anidó en el de él y le han crecido ramas, flores y ha dado frutos. El árbol de su poema o su historia se enraíza en todo su ser elevándose hasta ser inalcanzable, pero llega la muerte blanca… La percibe deslizándose por todos los rincones, se estremece y deja de escribir, ahí comienza su agónica espera, es la batalla con el guerrero invisible, el poeta sabe que debe esperar días con la garganta cercenada, con lagunas mentales, inmóvil, en coma, sintiendo su pesado cuerpo, en espera de ese viaje sin mezcalina que lo impulse como un cohete al infinito y volver a plasmar aunque sea una frase, una línea, algo que le diga que no está muerto aún, pero nadie entiende este sufrimiento, nadie ve las llagas invisibles que causa la inmovilidad de la pluma en la mano. Dolor ajeno, dolor de escritor que ha pasado cuándo llega una de las nueve musas y todo comienza de nuevo; llega la primavera/invierno y los volcanes escupen los rojo/azulados vientos que calcinan las naguas de las señoras con sus botes llenos de nixtamal. Es tiempo de celebración, la tormenta ha pasado y todo vuelve a ser normal. Las heridas se comienzan a abrir y el poeta se moja los labios antes de saborearlas, recuerda en cada lamida quién se las hizo y con la mano temblorosa y los labios agrietados, las saborea, aún le saben a ella o a él, la musa le guiña un ojo, entonces el poeta se arrastra en su propio lodazal para tomar papel y un lápiz, es ahora o nunca y comienza a escribir, a vivir y a morir de nuevo. María Candelaria
1 Comment
Magali Aguilar Solorza
7/5/2023 17:49:07
Cuando el trato del maestro es humanitario, da como resultado el afecto mutuo. Tus palabras son un desbordante sentimiento que se nos queda clavado en el alma. La amabilidad y la enseñanza de profesor deja semilla que germinarán por mucho tiempo en la educación, verbal y escrita. Es muy difícil olvidar al profesor, al editor, al escritor, al poeta, al catedrático, aunque corto el tiempo de tratarlo, fue maravillo el tiempo de escuchar su palabra firme y franca. Gracias Candy, por mostrarnos la genrocidad de su hitoria.
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March 2024
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