Sediento
Y el agua me sabía a sangre (como cuando te dan un trancazo en la boca) Y el aire ardía a desierto y gritos Y el sol hablaba como un dios muerto Y mis piernas Y mis brazos Y mis manos y pies se escaparon de mi mente Y al instante la vida --en una carcajada-- me recordó que todavía estaba vivo. © Josué Alfonso
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