This summer, Jaime Herrera was one of eight finalists for the 2018 Paz Prize. To celebrate this accomplishment, here are three of his prose poems from his series Cruzando la frontera.
Cruzando la frontera #30 Mi papá me consigue un carro en el deshuesadero de mi tío y me lo da para ir a la escuela y para llevar a mi hermana a la escuela y para moverme en esta ciudad ajena de El Paso. Donde vivimos en El Paso no es como mi barrio viejo con su actividad a todas horas del día; no hay el jugar con mis amigos en la tarde en la calle; no hay las noches en las cuáles las comadres salen de casa, se sientan en sus banquitos en la banqueta, y se ponen a platicar mientras yo y mis amigos y primos jugamos en la calle hasta ya entrada la noche. En mi vecindad nueva nadie nunca juega en la calle y niños no aparecen como por magia cuando boto la pelota afuera en la banqueta. Boto la pelota afuera muchas veces y intermitentemente a través de muchos días y nadie sale y estoy triste. Observo como las casas parecen vacías ya que la gente sale temprano y llega tarde y ya al entrar a sus casas la gente nunca vuelve a salir sino hasta el día siguiente a repetir el mismo patrón. Las casas como que están habitadas por fantasmas y veo a través de algunas ventanas las sombras de las personas que se mueven dentro de sus casas, pero fuera de eso no aparecen. Son casas de fantasmas. Y no conozco a nadie y no aguanto estar en El Paso y la esterilidad de donde nos mudamos. Todos los días cruzo el puente a Juárez, y regreso a mi barrio viejo a recuperar algo de mi vida vieja. Y a veces cruzo la frontera varias veces en el transcurso de un día y en la noche. Ese es mi patrón. Los fines de semana me voy al igual a Juárez y yo y mis amigos compramos caguamas Carta Blanca o litros de Brandy San Marcos y Pepsis y lo mezclamos en vasitos claros de plástico y tomamos y vagamos toda la noche, por la calle dieciséis, al centro, de un lado de la ciudad al otro. A veces ya después de medianoche paramos a comprar burritos en el Bar Tin Tan, cerca del centro. Los burritos son de tortillas de harina recién hechas por Manolo, el cocinero del bar. Manolo nos conoce y no nos deja entrar al bar ya que somos menores de edad pero nos vende burritos a través de la ventana del bar que da hacia la calle. Le da gusto vernos y nos dice que tengamos cuidado. Yo siempre manejo ya que tengo carro, pero además mis amigos dicen que ya sea esté pedo o no pedo, soy el mejor para manejar, que tengo instintos de corredor de carros. Al fin de la noche, dejo a todos en sus casas y regreso por el puente a mi casa nueva. En la mañana cuando despierto, en mi cama y en mi casa, tengo el claro sentido de haber cruzado de un mundo a otro, pero me digo que solo es el efecto del alcohol, y el efecto de la frontera. Cruzando la frontera #33 La primera vez que la hice de pollero estaba mi primo de visita de Durango con la rondalla de su prepa y me dice que él y sus amigos quieren conocer El Paso y que si los paso pero que no tienen pasaporte. Yo de mocoso de quince años les digo que sí y vamos en mi carro y en la línea les hago practicar decir “American” hasta que llegamos a la garita y el oficial nos pregunta a todos y yo y mi primo y El Chupón y La Perica y El Mariachi contestamos American pero cuando le toca a El Rino dice Amerrrican pero como con siete erres y le vuelve a preguntar el oficial y lo mismo y entonces el oficial le pregunta en ingles que qué va hacer a El Paso y Rino le contesta Amerrrican. Es cuando el oficial me dice que tenga cuidado que es un delito federal y le digo que sí señor y nos regresa por la línea opuesta y de regreso a Juárez todos nos reímos y Rino dice que se siente mal que por su culpa no pasamos y le decimos que no hay bronca. Muchos años después estoy en Durango en el mercado y se me acerca un cuate y los dos nos vemos como que nos conocemos y le digo ¿Rino? y me dice ¿Cuervo? y nos reconocemos y nos damos un abrazo y me pregunta que si me acuerdo de esa vez y dice Amerrrrican y nos echamos a reír. Cruzando la frontera #35 Un viernes por la noche me pongo una tremenda peda y al final de la noche me vomito en la banqueta enfrente de la casa de mi primo y él se baja a su casa y yo agarro camino a El Paso. Aun a las dos de la mañana hay línea en el puente y la espera me ayuda a bajarme las cervezas, pero varias veces me quedo dormido en la línea hasta que el carro detrás de mí me pita y me despierto. Estoy a medio puente y veo en la oscuridad las figuras o sombras de personas y tal vez hasta familias enteras dormidas en la banqueta justo a la mitad del puente en cajas de cartón y con cobijas y puedo divisar a niños y adultos dormidos ahí en la banqueta fría. Veo todo eso mientras se mueve la línea y es como cámara lenta y en todo ese tiempo parece que ninguno de los bultos de gente se mueve. Al llegar a la garita el de la aduana me pide mi ciudadanía y le digo American y me pregunta si traigo algo y le digo que no y pretendo que no estoy pedo y parece que se la cree ya que me dice que pase y llego a casa y entro al cuarto de mis papas y les aviso que ya llegué y me tumbo en mi cama con toda mi ropa, nomás me quito las botas. Estoy tan pedo que no recuerdo como manejé de Juárez a mi casa y cómo crucé el puente. Todo está en blanco menos una memoria vaga de una muchacha gritando a su novio déjame ya hijo de puta ya no te quiero y él la persigue por entre los carros y ella me toca en el vidrio y me dice que es un hijo de puta y le digo que todos lo son y él la alcanza, pero llegan unos policías y se los llevan a los dos. Y recuerdo además unas figuras muertas en la oscuridad. Me duermo. Y no es la única ni la última vez que vuelvo a hacer lo mismo. Cuando despierto en la mañana lo primero que hago es ver si está mi carro afuera y sí está, aunque no sé cómo llegué y de pronto no sé dónde estoy. Pero está mi carro y estoy yo y me vuelvo a dormir. Y no es la única ni la última vez que vuelvo a hacer lo mismo. Le cuento a Gabriel y me dice que soy un borracho y nos reimos. Muchos años después me dice un psicólogo: no es que eras un borracho, aunque tal vez lo eras. Más bien es el efecto de estar desplazado, de un sentido profundo de pérdida. Y cuando me dice eso, me pongo a llorar. © Jaime Herrera
0 Comments
|
Kimberly WilliamsKimberly has been fortunate to travel to half the Spanish-speaking countries in the world by the time she was forty. As a traveler into different cultures, she has learned to listen ask questions, and seek points of connections. This page is meant to offer different points of connections between writers, words, ideas, languages, and imaginations. Thank you for visiting. Archives
October 2020
|