Un Humboldt del riego ancestral
Saúl Holguín Cuevas derrama una lágrima por KASHYAPA YAPA. “Saúl teach me Spanish”. Me pidió Yapa algunos 30 años atrás. Entonces no mascaba el preciso y descriptivo español que con el tiempo aprendió. Cuando se graduó, yo deambulaba por la Finiquera, me foneó y se dejó caer. Le recomendé fuera al ranchito donde nací, el merito Álvaro Obregón, Durango. Ahí nadie habla inglés; el mejor sitio para aprender nuestra lengua. Un BURRÓCRATA del consulado mexicano en Phoenix, al verlo con unos guarachillos prietos llamamos patas de gallo (ilustración) valorados en un par de dólares; seguro que se burló para sí y le negó la visa a pesar de portar un doctorado en ingeniería civil de la muy copetona UC Berkeley, aparte de una maestría de Texas Tech. Por intervención de Tony Cárdenas, a regañadientes le tiraron una visa de tránsito, apenas buena para míseros 30 días. En un precario auto de aquellos tiempos de vacas flacas, Manolo Murrieta nos acercó, agasajó y albergó en su hogar materno, en la recordada Hermosillo City. Ese fue el arranque del dilatado peregrinar de Yapa por nuestra América al sur del Río Bravo del Norte: Navegó al lado de los proles en autobuses de tercera, a pie, en lancha, en burro, descansó breve en hotelitos de tercera, en jacales o bajo los astros. Con insaciable sed bebió del pasado indígena de México, del Caribe, Centro y Sudamérica, hasta que en un pueblito del altiplano ecuatoriano, a pesar de sus trapos, por fin se le apreció. Un futuro diputado le ofreció cama y comida y lo invitó a asesorar a los pueblerinos que se proponían construir una carretera comunitaria. Pasó el tiempo. Ecuador también le dio una compañera, aunque medio se asilenció, incansable continuó por África y tantas otras sendas, aprendiendo técnicas milenarias de la conservación y el uso apropiado del agua. Me quedan dudas. ¿Y qué si el BURRÓCRATA le hubiese extendido una oportunidad para trabajar en cualquiera de las miles de comunidades abandonadas, empobrecidas, ignoradas, muertas de hambre y sed, tan abundantes en nuestro país, México? ¿Y qué pasó con la hospitalidad? ¿Acaso la reservamos con exclusividad a los del Norte? ¡Nos apendejamos! Hoy, aún entre los charcos de sangre tan comunes en el milenio, hay, queda esperanza. Invito a las nuevas generaciones a beber de su ejemplo y sus escritos y continuar, sin importar la garritas que porten, con la quijotesca lucha de cuidar el sagrado y escaso líquido que nos sustenta. MÁS: “Yo no he inventado nada, solo devuelvo lo que me enseñaron.” Los consejos de Yapa, aquí una entrevista en El País. © Saúl Holguín Cuevas
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Saúl Holguín CuevasBrevis kurrikulum vitæ Archives
February 2023
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