Tierra hidrocálida
A mi amigo de siempre: Hugo Arnulfo. El varias veces reciclado autobús se arrastra, una vez más, rumbo al centro. El minusválido, minado por la polio, predica que prefiere suplicar que robar; agradece profusamente una moneda menor. Las hondas campanas de la Catedral declaran el mediodía. Tiempo de reflexión con una tacita de ristretto y una de lungo. Tras el reposo asalto un par de calles en busca del mercado. Doy a la derecha donde birrierías abundan. El hambre arrecia. Me olvido de los condoches que buscaba y me fortalezco con una magnifica birria, consomé, tortillas tostadas y una salsa regañona. Lento camino por la calle de los hilados (Nieto). Detengo a refrescarme con un helado de garrafa, sabor guanabana. Mi andar y el calorcito me llevan a una chela en don Chendo, acompañada de su respectivas botanas. (Foto). Me atiende un chico, luce camisa que advierte: Una cosa, nos lleva a la otra. Cuarenta y pico años después, por fin, se me permitió vivir intensas horas en Aguascalientes. © Saúl Cuevas
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Cosas de la patada
Por Saúl Cuevas NOTA: A propósito del mundial. Allá en el lejano oriente, en el 2002, en una película que se repite, los ratoncitos Verdes, eso es la selección mexicana de fútbol, inició bien el torneo, el cuarto partido contra ee.uu. se anticipaba pan comido. Comparto una notita que entonces escribí, nunca publiqué. *** Alentados por tres jornadas memorables, entre ellas un agarre con el propio vaticano, la temible forza azurri (italia) y, con veladora encendida al santonene[1], nos congregamos de madrugada en el hábitat del amigo Julián, en la prospera y alba, scottsdale, a gritar, corona en mano, el inevitable triunfo de los Verdes nuestros sobre la aguerrida oncena del odiado capitalismo samuelero. Nos estrellamos una vez más, cruel decepción treta anual (casi escribo, ano-al), al enfrentar la realidad que en cuestiones futboleras no le llegamos a nuestros hermanos, brasil, argentina y uruguay, es más ya hasta los gringos nos dan de nalgadas. Feliz estará la compañera, se acabaron las desveladas, al menos que brasil, el equipo que terminamos adoptando como casi nuestro, siga su marcha. No hay duda, después de la primera ronda estamos condenados a ser parte de la torcida (porra). Pero ya casi conforme, dejad que las garotas vengan a mí, aquí hay pinga (no seáis mal pensados, me refiero a la caçhaca o ron) a moverlo todos al ritmo de samba y narcocorridera, bossa nova y bolerito, sabrosuras todas… Así fue. La canarinha (brasil) se llevó los laureles y las millonadas en el 2002, Llovieron coronas y tecates. Al día siguiente me encaminé a mis labores a esperar el 2006 para volver a soñar. El 2006 la Forza se llevó el torneo y nos quedamos con la misma desilusión. Prontito me vi en el 2010 sudafricano, triunfó la Roja. Olvidé, por un rato, el 27[2] y la conquista y los encomenderos y los nagualones chocolateros y, celebré. Ignoro la razón, los Verdes se quedaron en el camino, el mismo cuento. A esperar el 2014 en brasil. Llegó el 14 con otra decepción. Aún ilusionado ansioso esperé el 2018, estos días jugándose en tierra de Tolstoi. Los ratoncillos Verdes corrieron, pero no anotaron, casi en lágrimas, juré no volver a ver fut. Tiene razón, mi amigo argentino: “sos un boludo Cuevas, a quien se le ocurre usar un pibe panzón y languciento como mascota deportiva nacional”. Tiempo de terminar, para siempre, esta atracción fatal. © Saúl Cuevas [1] El Santo Niño de Plateros, Zacatecas. [2] Leyes mexicanas de 1827 destinadas a expulsar a los españoles de México y embargar sus bienes. |
Saúl Holguín CuevasBrevis kurrikulum vitæ Archives
February 2023
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