Por Saúl Holguín Cuevas
Quizá mi escepticismo desbordó cuando leí, en inglés, Norwegian Wood del renombrado escritor japonés, Murakami. Sin duda es un escritor muy capaz, pero deprimente. Casi todos los personajes terminan suicidándose; ningún incentivo para leer tales miserias, en particular en estos días difíciles que ansiamos cualquier distracción que nos haga olvidar, aunque sea por instantes, la miseria cotidiana. Ya a la obra Bergman, unos de los grandes maestros, quizá el mayor, aunque soy parcial a Kurosawa, se le había acusado de deprimente. Cambié de la palabra a la imagen. Vi tres películas chinas de la llamada Generación Digital. me pregunto, ¿Hacia dónde nos lleva el cine? Imaginen una culebra de casi cuatro horas de tomas larguiluchas, días grises, lluviosos donde nada sucede. Allá de vez en cuando importunan incómodos silencios entrecortados por breves diálogos agresivos e hirientes. Los personajes, auténticos autómatas, divagan en círculos, nada tienen de atractivo. Tal miseria nos depara ELEPHANT SITTING STILL (2018) del suicida Hu Bo, que se voló la tapa de los sesos a los tiernos 29. Me disculpo, quizá ya perdí la perspectiva, pues el film desbocó el entusiasmo de la crítica hasta ensalzarla de clásica, triunfó en los festivales de moda. Pudiese ser, pero al concluir no dejó aliciente de volver a verla, pero si de escapar por la puerta falsa. Ya lo dijo el NY Times, en ese ambiente sórdido rige la envidia, la desconfianza, la manipulación y la agresión. ASH IS THE PUREST WHITE (2018) del renombrado Jia Zhangke, aunque vestida de gánster es en realidad una meditación sobre el dislocamiento de la sociedad china que pasó de comunista a un capitalismo carroñero. La mujer enfrenta miseria, mafia, opulencia y prisión en un mundo irracional y resbaloso. LONG DAY’S JOURNEY INTO NIGHT (Bi Gan, 2018; China). No se trata de la desintegración familiar de la tragedia del dramaturgo estadounidense de descendencia irlandesa, Eugene O’Neill, pues en la China de un hijo por pareja no hay familias, hay tríos, hay soledad y una desesperada búsqueda dentro de la guarida del conejo al estilo Alice in Wonderland, en pos de un sueño o de un esquivo sentimiento ya lejano. Se multiplican los interiores iluminados con luces de colores, húmedos, oscuros, edificios viejos, hierro oxidado. [*] Mudarse del rancho medieval a la megalópolis caníbal pasa en todas partes. Lo difícil es adaptarse, pocos lo logran. La mayoría naufraga sonámbula en búsqueda de un pasado menos confuso. Agradezco a estos auteurs (autores) por convidarme a atestiguar la decepción del milagro económico chino. El cine italiano ya capturó un milagro económico después de la guerra. Quizá todos los países ya padecieron esa quimera. El futuro, no solo de la China, del cine mismo, se antojan problemático, ojalá me equivoque. Sostengo y recalco, como dijo Borges, el arte, el hablaba de la literatura, precisa cierto encanto. Y no me refiero a un final rosa donde se superan todos los obstáculos y se resuelvan todos los problemas, donde cae derrotado el antagonista, el protagonista se saca la lotería y se queda con la muchacha. Salí cabizbajo. *Me dice mi hijo Luis que cuando visitó Beijing, cuestión de un par de años, muchos adultos le hacían cariños a su hija, entonces de año y cacho, inclusive unos hasta le pedían permiso para tomarse una foto con ella, en los restaurantes atienden a los niños como si fueran los dueños de la cartera. Impresionado se vino de la atención que se le dedica a la niñez.
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Por Saúl Holguín Cuevas
Cine italiano 4 Saúl Holguín Cuevas ve la cinta de Paolo Sorrentino del 2013, galardonada con la Palma de Oro en Cannes, escribe sobre ella, pierde el ensayito, ve la cinta otras dos veces, aquí su opinión. --En qué trabajas, pregunta el sarcástico periodista, escritor frustrado. —Soy rica, contesta Ella. —Buen trabajo. En el vórtice de pulsantes nocturnas en fulgurantes discotecas, templos de desahogo y excesos, al ritmo del vulgar traqueteo al son de Mueve la colita, un sarcástico periodista de aceitada lengua, enjuicia arte contemporáneo truculento, entrevista y se harta de presenciar y burlarse de charlatanes e impostores que se embolsan millonadas haciendo banalidades en el teatro, el arte y la medicina milagrosa. Su refugio es visitar fabulosas mansiones antiguas, repletas de invalorables esculturas y pinturas, jardines encantados, fuentes. Es autor de una novela por todos alabada, escrita allá en una lejana juventud napolitana, trabajo que ya no se puede repetir en el vaivén de la noche romana, laberinto del desengaño. El reportero tiene todo y más, lana, una criada querendona, un soberbio departamento con vistas a las ruinas del Circo Romano, es vecino de un narco enigmático. Duerme hasta pasado el día medio, rebota de fiesta en fiesta, conoce, usa y desecha mujeres. Harto de este estilo de vida se entera que su primer amor ha muerto, pero que nunca lo dejó de amar, a pesar de vivir toda la vida con otro. Se topa con una pareja que se pasa las noches en casita, viendo la tele, los envidia. Entonces razona que la felicidad, la poca dosis que a veces la vida asigna, se quedó en una lejana playa napolitana, en un postrer beso, le hiere el recuerdo del primer amor que lo abandonó, al parecer sin razón. La cinta inicia con una cita, Viajar es útil, favorece la imaginación, todo el resto es desilusión y fatiga. Mi viaje es imaginario, ahí su fuerza. Va de la vida a la muerte, gente, animales, ciudades, cosas, todo imaginado. Es un romance, una historia ficticia. Así lo dice Littré y él nunca se equivoca. Cualquiera puede hacer lo mismo, basta cerrar los ojos. Está al otro lado de la vida: Céline en Viaje al fin de la noche. [*] Me dicen que el día tiene 24 horas, no me parece en este despeñadero que es la vejez, entre mimar a los nietos, escriturar unas cuantas pavadas y breves reposos, concluyo agotado. Tras la siesta y la dormidera apenas me restan unos latidos para disfrutar la panzona oferta de cine mundial que está a mi alcance gracias al Éter. Propongo La gran belleza, uno de los mejores films disfrutado en estos tiempos azarosos. Seguro que les raspará al recordar que tan breve y dulce fue el primer amor y que tan lejano quedó. Recomendada hasta los tuétanos. * Émile Littré es el autor del famoso Diccionario de la lengua francesa. Su filosofía, El principal deber de un hombre hacia sí mismo es el de instruirse; el principal deber de un hombre hacia los demás es el de instruirlos. Céline fue un escritor francés, un rabioso antisemita. |
Saúl Holguín CuevasBrevis kurrikulum vitæ Archives
February 2023
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