Por Daniel Minerbi Vargas La utopía se vuelve realidad. En estos tiempos de pandemia la cultura nos rescata y nos regresa a la naturaleza. Lo mismo que le sucedió a Ernesto Cardenal en tiempos de su lucha contra la dictadura nicaragüense de Anastasio Somoza. Surgió el Frente de Liberación Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en la década de 1960 y Cardenal se unió a la lucha. Como lo refleja en sus... FRAGMENTOS DE LOS SALMO 7 Y 19 Líbrame Señor de la S.S. de la N.K.V.D. de la F.B.I. de la G.N. Líbrame de sus Consejos de Guerra de la rabia de sus jueces y sus guardias. El poeta nicaragüense se acercó a la religión y se hizo sacerdote y fundó este mítico refugio al cual durante doce años llegaron muchas personas de todas partes del mundo a buscar lo que Cardenal deseaba encontrar, encontrarse a sí mismos. Cardenal fundó esa utopía alejada de la pandemia política en un lugar remoto del Gran Lago de Nicaragua. Solentiname fue el sitio en el cual el escritor nicaragüense encontró el alivio y descubrió la pintura primitivista de la isla alejada de la “civilización”. Ese aislamiento, a veces necesario, demuestra ser algo esencial en tiempos de crisis, ya sea política, social o pandémica. Nos señala que al desconectarnos del mundo “real” plagado de desequilibrios, podemos encontrar en la utopía, un espacio que se vuelve nuestra propia “realidad” y nos reconecta, nos da un respiro, cuando nuestra cotidianidad se vuelve algo imposible de llevar. Cardenal también descubrió que al compartir su tiempo con la comunidad de pescadores que luego se convirtieron en pintores primitivistas encabezados por Rodolfo Arellano y Elba Jiménez, pudieron dejar la pesca como sustento y dedicarse de lleno a la pintura. Eso atrajo a otros artistas como Róger Pérez de la Rocha desde Managua. Todos juntos pudieron transformar ese paraíso en una comunidad vibrante a través de actividades colectivas como talleres de pintura y poesía, la alfabetización de los nativos y darle motivación a los campesinos para que pintaran y escribieran. Cuando Cardenal pudo regresar a Managua como Ministro de Cultura a finales de la década de 1970, siguió apoyando a la comunidad y la convirtió en un patrimonio mundial artístico desde Nicaragua. Estos hechos nos dan como prueba fehaciente que cuando uno trata de cambiar su ambiente, no solo puede lograrlo en forma individual, sino también en forma colectiva, obteniendo un beneficio para muchos. Aquí les dejo algunas lecturas interesantes para alentarnos a transformar nuestra situación actual de encierro y poder descubrir lo que está a nuestro alrededor esperando a que actuemos. Quizá no tengamos que ir muy lejos. Obras consultadas en torno Solentiname y Ernesto Cardenal
Anónimo. “Ernesto Cardenal sobre la pintura en Solentiname”. Utopicx. Web. 23 de marzo, 2021. https://utopix.cc/bitacora/ernesto-cardenal-sobre-la-pintura-en-solentiname/ Anónimo. “Los artistas de Solentiname: un viaje a la utopía del poeta Ernesto Cardenal”, Confidencial. 16 de octubre, 2020. YouTube. 23 de marzo, 2021. https://youtu.be/WYiT88Rpb_M Anónimo. “Solentiname: Pintura primitivista”. Nicaragua toda dulce. Web. 23 de marzo, 2021. https://www.riosanjuan.com.ni/rio-san-juan-2/cultura/pintura-primitivista-de-solentiname/ Cardenal, Ernesto. El evangelio de Solentiname. Managua, Nicaragua: Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1975. PDF. 23 de marzo, 2021. https://libroschorcha.files.wordpress.com/2018/01/elevangelio-en-solentiname-ernesto-cardenal.pdf Lacayo, Noelia. “The island utopia that became a social experiment”. BBC Reel. 20 de marzo, 2021. Web. 23 de marzo, 2021. https://www.bbc.com/reel/video/p09bh2bz/the-island-utopia-that-became-a-social-experiment Montelongo, José. Interview.“Ernesto Cardenal, Entrevista - 2016”. Benson Latin America Collection, Managua, Nicaragua, marzo-abril, 2016. YouTube. 23 de marzo, 2021. https://youtu.be/Q47TWxNoC68 Salinas, Carlos. “El paraíso de los pintores primitivistas de Solentiname”. El País. 27 de marzo, 2017. Web, 23 de marzo, 2021. https://elpais.com/cultura/2017/03/28/actualidad/1490664074_392036.html Villafranca, Sonia. “Tres poemas de Ernesto Cardenal y su visión sobre Solentiname, el mítico lugar que fundó”. Revista Vagabunda MX. 2 de marzo, 2020. Web. 23 de marzo, 2021. https://www.vagabunda.mx/tres-poemas-de-ernesto-cardenal-y-su-vision-sobre-solentiname-el-mitico-lugar-que-fundo-1/
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Por Daniel Minerbi Vargas Rudolfo Anaya se coloca el disfraz de Bruno Traven en este cuento, para poder descifrar la búsqueda con su conexión como escritor chicano con su herencia y costumbres del pasado en México. Todo el misticismo y alegoría de esta segunda patria está representada el personaje mágico de Justino, jardinero que cuida la casa de descanso en Cuernavaca, Morelos de un extranjero con acento alemán, lo cual es el punto de partida y enlace con una aventura que el narrador busca en su jornada por encontrar parte de su identidad. De acuerdo con Cordelia Candelaria, Anaya recurre a la relación entre el escritor y el lector, en la cual aparece una historia que enciende la vida de Bruno Traven a su paso por México, a través de la ficción se narra la realidad biográfica y nebulosa de un escritor que se mantuvo muy privado” (Candelaria 82). Al exponer en el cuento que el nombre de Traven y su obra inspirada en su visión sobre México circula en la boca de cantineros y taxistas, quienes son los portadores para transmitir oralmente la cultura, le da una legitimidad popular a la imagen del misterioso escritor alemán. Las imágenes que un escritor chicano narra a través de un ambiente novelesco y selvático, el cual evoca el texto de Traven Tesoro de la Sierra Madre (1927), trasladada hasta la idiosincrasia de Justino, jardinero de profesión, descrito como un ser que deambula con un espíritu libre, aventurero, hasta que se casa y empieza a tener hijos, el cual después no tiene más remedio que convertirse en un arduo trabajador para poder mantener a su numerosa familia, posee la personalidad de un gallo, mientras más hijos más contento (Anaya 82). Este arquetipo fascinante y misterioso del personaje es el que utiliza este narrador chicano, esperando que le ilumine y se convierta en su fuente para escribir (Anaya 98). Mediante Justino se va descubriendo poco a poco el recóndito velo que dejó Traven a su paso por su ruta entre los pueblos más escondidos de México y sus leyendas. El sitio de Cuernavaca se presenta como un lugar fuera del espacio y del tiempo, desde el cual se puede observar el Popocatépetl y el Iztaccihuatl, ambos gigantes testigos de la historia trasladándose hasta la época cuando Hernán Cortés pasó entre ellos para marchar hacia Tenochtitlán (88). El narrador utiliza el desplazamiento geográfico (espacio) e histórico (tiempo) para desplazarse en su viaje, que va desde el punto fronterizo en la estación del tren de Ciudad Juárez, hasta su pasado mexicano en Cuernavaca, un sitio por donde no pasa el tren (80), entrando a una dimensión en donde el espacio y el tiempo, forman uno solo, en la cual el pasado de Traven es la pulpa del presente de Carlos Fuentes (81), como señala Candelaria donde la realidad se confunde con los mitos (82). Es este tiempo el que utiliza Anaya para señalar una diferencia cultural entre los mexicanos y los estadounidenses, describiendo al tiempo mexicano como algo erótico, sensible, cruel y punitivo, que lo permea todo y que puede transformar la realidad. A diferencia, el tiempo estadounidense es algo bien marcado y empaquetado, como algo limitante y clasificado. El narrador de Anaya ha perdido la noción del tiempo mientras se toma una cerveza al tiempo en la estación del tren de Ciudad Juárez (81). Su mente comienza a transportarse al recuerdo que él tiene sobre México. Anaya utiliza imágenes icónicas como La Llorona, cuyos relatos ha escuchado desde niño y ahora se vuelven reales en su relato, a través del personaje de Don Francisco, “el mero chingón”, que se ha aprovechado y robado a todos, y que ahora llora porque no puede tocar el tesoro ajeno de cadenas, collares y coronas de oro y plata escondiéndolos en el Pozo de Mendoza (Anaya 90). Este tesoro elaborado por la mente del narrador de Anaya, sustituye al de la novela Tesoro de la Sierra Madre de Bruno Traven. Este narrador de Anaya también señala a Aztlán como un sitio en el presente, describiéndolo como un lugar rico en minerales como carbón, petróleo y uranio que buscan extraer las “máquinas gigantes de las corporaciones” (94-95), contrastando con el México de Traven, como en la novela La rosa blanca (1951), la cual cuenta la explotación extranjera del petróleo en México y un viaje a Los Ángeles, California, que hace un mexicano despojado de sus tierras mediante engaños de unos extranjeros. El narrador de Anaya nos indica el interés de un caballero de pelo blanco, que hablaba el inglés con un acento alemán y que está interesado en describir el cambio que se manifiesta en México, utilizando el nuevo petróleo como medio convertidor, así como la mano de obra de los mexicanos y los chicanos de Aztlán, esperando que sea la única manera en que surja un cambio a través de los trabajadores (96) . Anaya mantiene viva la imagen de Bruno Traven, como un fantasma que vagabundea por el Zócalo de la Ciudad de México, en el territorio lacandón maya o en Cuernavaca (95). A través de la visión de un extranjero en México, Traven le sirve de inspiración a Anaya para escribir, pero al ir a ese país, Anaya se inspira para escribir, tomando ideas populares como la de conversar con los taxistas y cantineros de la Ciudad de México sobre el folclor y la cultura mexicana, paseando por las calles de México, buscando una cantina para encontrar sus historias (81). Al final, este cuento nos relata el proceso de escribir, cuando el narrador se da cuenta del valor del relato que le ha contado Justino, quien se marcha perdiéndose en el laberinto del pueblo, dirigiéndose hacia el Popocatépetl (96). Parece que este cuento encierra toda la evocación que el chicano siente por México, cuyo bagaje cultural ha cargado desde pequeño y le ha ayudado a crear una imagen nebulosa y atractiva de su pasado y poco a poco al transcurrir de su viaje, se van aclarando las imágenes que se habían creado en su mente a través de cuentos orales que algún familiar como la abuela o la madre le contaban en su infancia. Ahora se desdobla ante sus ojos del presente que revive esa tradición oral y escrita aquellos cuentos, los cuales han evolucionado mezclándose, confundiendo el tiempo y el espacio para crear un solo mundo chicano, complejo y abarcador de muchas tradiciones que ahora servirá como un instrumento para que el autor pueda escribir. Este proceso de buscar una fuente para escribir, nos hace recordar también a Days of Obligation: An Argument with My Mexican Father (1992), donde Richard Rodriguez realiza un viaje a México en búsqueda de su identidad, el autor nos ofrece una visión más globalizada y fronteriza entre Tijuana y San Diego, en contraste con este relato de Anaya, donde se nos ofrece un espacio evocador y mágico que comprende Aztlán, Ciudad Juárez, Cuernavaca, todo rodeado por el Popocatépetl y el Iztaccihuatl. Obras citadas
Anaya, Rudolfo. "B. Traven está sano y salvo en Cuernavaca". Voces sin fronteras, antología Vintage Español de literatura mexicana y chicana contemporánea. Cristina García, Ed. Liliana Valenzuela, Trad. Nueva York: Vintage, 2007. Impreso. 79-100 Candelaria, Cordelia. “The Silence of the Llano by Rudolfo A. Anaya”. MELUS 10, 2, Expressions of Ethnic Identity, Summer 1983. 79-82 Rodriguez, Richard. Days of Obligation: An Argument with My Mexican Father. Nueva York: Penguin Books, 1992. Impreso. Traven, Bruno. La rosa blanca. México. Compañía General de Ediciones, 1959. Impreso. |
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April 2024
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