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El sismo

9/13/2023

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Por Héctor Vargas

Para aquellas personas que no han sufrido la aterradora experiencia de un sismo, me permito relatar en qué consiste este fenómeno.

En el universo, los mundos se formaron por núcleos de gases que sometidos a presión, se incendiaron, como aún en la actualidad podemos observar la luz emanando de esos cuerpos celestes, como el sol en nuestro sistema y las estrellas en otras galaxias más lejanas, ya sean nuevos o que por estar situados a distancias inconmensurables de nosotros, apenas estemos percibiendo sus destellos después de una larga travesía. 

El enfriamiento de esos cuerpos empieza en su superficie, quedando materia ígnea en su interior, como lo prueba la existencia de los volcanes en nuestro planeta.

Así se fue formando la corteza terrestre,  poco a poco después de miles de años, con variantes en su superficie, por choques o desplazamientos de placas en una parte más densa que en otras, conformando lo que hoy conocemos como montañas y valles.
 
Al seguir ese enfriamiento, se fueron formando capas sólidas tanto de tierra o arena, así como de rocas de distintas composiciones minerales. Un poco más abajo, están situadas las placas tectónicas, compuestas por porciones de litósfera de un material rígido, incrustadas una contra otra, sin ningún otro sostén. Debido a ello, su movimiento es constante en algunos regiones del planeta. 

En algunos casos, ese desplazamiento de dichas placas es muy pequeño, milimétrico, por lo que no se sienten en la vida cotidiana. Cuando ese movimiento es mayor, lo resentimos como sismo, terremoto, tsunami, etc. En ocasiones, tal movimiento puede activar la erupción en los volcanes.

En nuestro planeta, hay dos tipos de placas tectónicas, las oceánicas y las mixtas, debido a la inmensa cantidad de agua que existe en la superficie de nuestro mundo. Estas últimas son las
más numerosas, aunque también las más pequeñas. Pero por la suma de su extensión, las primeras ocupan la mayor parte territorial.

Como ejemplo, podemos citar que en la extensión de la región en la costa del Océano Pacífico de México cuenta con más de trescientos volcanes, la mayoría ya apagados.

Las tribus indígenas que se asentaron desde un principio, celebraban anhelantes ofrendas a sus dioses ante las angustiosas furias desatadas por fuertes sismos y erupción de volcanes.

En 1910, como parte de las fiestas del centenario de la independencia, se inauguró el primer observatorio sismológico, el cual tenía como sede la estación central en Tacubaya, D. F. luego se instalaron varias en otras ciudades del país. 

En tiempos modernos, México ha sufrido por lo menos ocho sismos catastróficos que han castigado severamente la vida de sus habitantes. Desde luego, han ocurrido infinidad de temblores, pero su intensidad no ha causado los daños a los que se mencionan enseguida: 

El más fuerte, ocurrió el 28 de marzo de 1787, de magnitud 8.6, a las 11 de la mañana en las costas del estado de Oaxaca. 

En Acambay, Estado de México, a las 7.12 hs. del día 19 de noviembre de 1912, con magnitud 7.

En Xalapa, Veracruz, el 3 de enero de 1920, a las 5.46 hs. Con una magnitud de 6.4.

Al sureste de Acapulco, Guerrero, el 27 de julio de 1957 a las 2.44 hs. Con magnitud de 7.8.

En este temblor, en la ciudad de México, una gran cantidad de edificios se derrumbaron, entre ellos varios del centro médico del Seguro Social y del conjunto habitacional de Tlatelolco, recién construídos. También se cayó la estatua del ángel en el monumento a la Independencia. Hubo muchos muertos y heridos.  Como dato curioso, en los escombros del Hospital del Niño, después de varios días, rescataron asombrosamente con vida a un bebé recién nacido. 

En las costas del Estado de Michoacán, el 19 de septiembre de 1985, a las 7.17 hs. Con una magnitud de 8.1. Este sismo se recuerda como uno de los más cruentos por los daños sufridos en la ciudad de México, Aún al presente, existen vestigios que demuestran la hecatombe causada por este sismo. La pérdida de vidas fue muy alta. 

En el Estado de Oaxaca con magnitud de 7.5 a las 11.31 hs. y en el estado de Puebla con 7. a las 15.42 hs. el dia 15 de junio y 30 de septiembre,  respectivamente, en 1999.

En Mexicali, Baja California, el 4 de abril de 2010, a las 15.40 hs. con una magnitud de 7.

Después de que sucede un temblor, las capas tectónicas se siguen acomodando buscando un mejor asiento, por lo que sigue temblando en la superficie terrestre, aunque en menor intensidad. A estos movimientos de acomodo, se le llama réplicas. 

La secuela de los destrozos causados en las zonas del epicentro y sus adyacentes, son desgarradores, pues aparte del número de víctimas fatales, se añade el de desaparecidos y heridos, así como los daños materiales ocasionados en edificios de escuelas, hospitales, centros multifamiliares, monumentos arqueológicos, puentes, carreteras, casas de adobe en las zonas rurales, etc. etc

Lo más doloroso en un sismo es la impotencia que se siente al no poder, en ese momento, encontrar lugar seguro a sus acciones. En cualquier otro fenómeno, es posible el guarecerse a tiempo,  pero en un temblor intenso, ni para dónde correr. Ya que el elemento sorpresa lo tiene a uno en desventaja.

Desde luego existen recomendaciones que pueden ser útiles, si el temblor no es tan severo, como el colocarse al primer síntoma bajo el marco de  una puerta, no usar las escaleras ni el elevador si vive en un piso superior, etc. pero como quedó asentado, si no es muy potente.

Actualmente, en la arquitectura se ha avanzado en muchas formas debido a la superación tecnológica, tanto en diseño como en los materiales componentes. Así vemos cimientos de altos edificios sostenidos por gatos hidráulicos que se ajustan por sensores regulados por computadora, o estructurados en forma de quilla de barco que controlan el vaivén telúrico y los cristales de las ventanas equipados con vidrios elásticos que no se rompen al esfuerzo de un temblor. 

Imagínese el trauma que pueda experimentar una madre o un padre en una situación, donde todo parece normal, sale un momento a comprar algo a la tienda cercana, mientras los hijos se quedan desayunando o comiendo y al volver, ya no encuentra nada. El edificio se derrumbó y todos murieron. Una tragedia que sin duda ha ocurrido varias veces.

En la ciudad de México se han formado varios grupos de “topos”, voluntarios que se han especializado en la búsqueda de personas atrapadas en los escombros, ayudados con perros entrenados para tal fin. Prestan ayuda no nada más en su país, sino también en el extranjero donde se requiera esa clase de ayuda. 

En la ciudad de México, con una población desmesurada, donde muchas veces casi no se conoce al vecino de su departamento, se han visto casos que difieren ante esa indiferencia, al ocurrir una tragedia por un temblor, sobran voluntarios que tratan de ayudar en lo que pueden a las víctimas. Ya sea escarbando en los escombros buscando sobrevivientes u ofreciéndoles a los desamparados abrigo o comida, celulares inclusive.

En México, donde por la idiosincrasia de sus gentes, recurren a burlarse de la muerte, según se observa en diversas manifestaciones populares de tradición, como la representación de las calaveras, las catrinas, el despecho expresado en sus dichos y canciones, etc. etc. Con esa ironía característica en su picardía, se dice “que los temblores han hecho un gran avance en las relaciones sociales de sus gentes, pues el colapso de un edificio, ha servido para que se aúnen los que viven en el penthouse con los que habitan en el sótano.”

En otros lugares del planeta, con alta incidencia en este fenómeno, han sucedido estragos muy fuertes en Centro y Sudamérica, en Asia, principalmente en Indonesia y Japón.  
 
Demos gracias a que aquí tenemos los estratos del subsuelo bien asentados.

                                                                                                                Héctor Vargas.
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    He aprendido a valorar en forma contundente lo que significa la Vida para mi. Los riesgos a perderla, me hacen meditar lo mucho que debo esforzarme para dar una mejor calidad a mi forma de vivir, de apreciar en toda su valía lo que se me regala, cuando puedo contar con un día más en mi existencia. A no desperdiciar el tiempo que me resta y dejar una huella a mi paso por el mundo.
     
    Cuando amanezco cada mañana, agradezco de todo corazon la gran dádiva de poder tener un día más para hacer lo que me falta por hacer. Todo aquello que he querido y no he hecho por decidia, o por no saber cómo hacerlo; por haberlo pospuesto para mejor ocasión y aún sigue pendiente o por variar en algo diferente a mi propósito inicial.  
     
    Apreciar mejor a las personas que me rodean al interesarme por sus actos, por los méritos que todos hayamos ganado y que poco se aprecian. A entender mejor su forma de ser y si fuese posible, llegar hasta perdonar sus errores. Asi podría tener un mejor conocimiento de cada una de ellas.  Dice el dicho que el perdonar se puede lograr.  Olvidar es más difícil.

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