Por Héctor Vargas
De acuerdo con la edad y la experiencia adquirida durante el trayecto por la vida, la manera de reaccionar ante circunstancias y ambientes no experimentados anteriormente, adquiere un cambio notorio en su nivel de apreciación, ya sea por la forma de medir la cuantía de las consecuencias inherentes al compararlo con casos similares en el pasado, o bien, por la madurez de criterio adquirida por la edad. Ese cambio se modifica en las diferentes etapas de nuestra existencia, imponiendo mayor o menor intensidad en su juicio. En algunas personas, hasta puede provocar una opción alternativa de positiva a negativa o viceversa. Situaciones experimentadas en nuestra temprana juventud, ocasionan un impacto en nuestra mente, que las atesora indeleblemente en la memoria. Acciones, frases, sonidos, olores, sabores, visiones, sensaciones, etc., quedan grabadas como prototipos para ejercer comparaciones posteriores. Desde luego, el carácter de cada persona influye en la valoración de cada sucedido, así como el entorno en que se desarrolle el hecho. (Véanse los agravantes influyentes y modificantes, tales como la alevosía, ventaja o nocturnidad). Además, la magnitud de la información que actualmente recibimos y la tendencia sensacionalista en que los medios nos la proporciona, ha mermado nuestra capacidad de asombro al grado de considerar hechos trascendentes como sucesos cotidianos. Repito el “diagnóstico” que me atribuyeron hace tiempo de padecer indignación crónica, al afectarme el ver una injusticia, pero resiento en mayor grado la indiferencia de la gente ante el mismo caso. En el propósito de efectuar cualquier actividad, debemos considerar varios factores para su realización. Fundamentalmente, el más valioso es la decisión de pretenderlo. Tantos proyectos se han visto frustrados ante la incuria por no intentarlos siquiera. Sea que se logre o no lo cometido, lo importante es tratar de hacerlo. Secundariamente, intervienen otros factores que evalúan el desarrollo del proyecto. Como ejemplo. tenemos el caso de las guerras pírricas, en donde el triunfo causó mayores daños que la derrota. En México, esto se resume con un contundente dicho: “Salió más caro el caldo que las albóndigas”. Ante lo expuesto anteriormente, deberíamos considerar con mayor atención a lo que ocurra a nuestro alrededor. Ello nos proporcionará una mejor comprensión para aplicar una acertada evaluación del impacto en todo lo que nos suceda. Héctor Vargas
0 Comments
Leave a Reply. |
AuthorHe aprendido a valorar en forma contundente lo que significa la Vida para mi. Los riesgos a perderla, me hacen meditar lo mucho que debo esforzarme para dar una mejor calidad a mi forma de vivir, de apreciar en toda su valía lo que se me regala, cuando puedo contar con un día más en mi existencia. A no desperdiciar el tiempo que me resta y dejar una huella a mi paso por el mundo. Archives
May 2024
Categories |