Por Héctor Vargas
La humanidad ha venido utilizando la mentira como subterfugio para la obtención de un fin, ya sea para ocultar una verdad incómoda, alcanzar un logro anhelado, paliar la crudeza de una tragedia, trastocar u ocultar una realidad, imputar una falsedad como venganza, incurrir en un agravio, armonizar la relación social, implantar una falsa personalidad, etc. Nuestra existencia se desarrolla en una dicotomía en la que deseamos tener no solo una forma de vida, sino vivir mil. Por ello, es que el mentir es un hábito impuesto en mayor o menor escala, para sobrellevar en armonía nuestro comportamiento social ya que desde pequeños nos han educado sobre la necesidad de mentir para no herir susceptibilidades. Pongamos un ejemplo: La madre, platicando con su pequeña hija, le aconseja: “Tu abuelita te trajo este regalo, que aunque no fue de tu agrado, dále las gracias y por favor, dile que te gustó mucho para que no la desilusiones, pues te lo dá con mucho cariño”. La niña aprende que mentir no es una falta grave, aunque aún no alcanza a medir sus consecuencias. El desarrollo de su aplicación puede ser muy elaborado, después de considerar pros y contras, o su práctica puede ser simultánea y adictiva, convirtiéndose en una mitomanía compulsiva, ya sea oral o presentada en forma visual, como en el caso de una pintura o escultura apócrifa. En estas facetas, la historia registra casos muy interesantes por los efectos ocasionados en la psiquis de todo un pueblo por la conmoción que pudiese provocar y los resultados obtenidos en sus diferentes niveles de alcance y penetración. Recuerdo a Orson Welles, difundiendo su mentira radial sobre una supuesta invasión de marcianos. O la nefasta y devastadora técnica de Joseph Goebbels, ministro de propaganda del nazismo, quien ejercía la máxima de repetir mil veces una mentira y el pueblo la aceptaba como verdad. No olvido a los populistas como Mao, Amín, Castro, Chávez, Maduro, Ortega, etc. quienes con depurada técnica han influenciado y sojuzgado la mente de toda una nación. La Historia está plagada de casos en que la verdad ha sido substituida por la mentira. La mixtificación de hechos atribuidos a un personaje, lo puede transformar en héroe o villano. Al descubrirse la verdad, hemos presenciado el derrumbe de estatuas erigidas en honor a quien no la merecía. Lo mismo ocurre en las crónicas de los conquistadores. La narración de los acontecimientos está descrita unilateralmente. Se dice que la historia la escriben los vencedores. Los vencidos la expresan de manera muy diferente. . El desarrollo cultural obtenido por el constante avance extraordinario de la tecnología en todos sus campos, ha echado abajo infinidad de creencias admitidas como ciertas desde tiempos inmemoriales. Ahora se cuenta con tecnología de punta, como el detector de mentiras y el polígrafo digital. El primero, para detectar la tensión tónica de la voz, donde se registran las alteraciones musculares emitidas por los humanos. El segundo, para analizar las reacciones fisiológicas de una persona, ante las preguntas específicas que se le hagan. No debemos confundir la mentira con lo transmitido por tradición, como leyendas y mitos aceptados como verdades durante generaciones. La mentira, es un hecho consciente en quien la emite, según sea su propósito. Las leyendas y mitos recibidos y aceptados, por difundirse tradicionalmente por los ancianos de las tribus, chamanes, maestros, eclesiásticos, políticos, etc. gente con influencia sobre el ignorante, son la repetición de un hecho que se acepta como verdadero aunque no sea veraz. Tengo un ejemplo muy personal: Mi padre, acérrimo costumbrista, murió debiéndome cien pesos que perdí en una apuesta. Solía repetirnos, cada vez que se presentaba la ocasión, que el pescado blanco era originario exclusivamente del lago de Pátzcuaro Michoacán. Yo, pequeño ignorante, le creía a pié juntillas. Un día, charlando entre un grupo de amigos, solté aquella conseja y me la refutaron, ilustrándome de que había muchos lugares donde se podía encontrar dicha clase de pescado. Yo, terco, aposté esa cantidad basado en lo dicho tan enfáticamente por mi padre. Pedimos asesoría para dilucidar el fallo a la Secretaría de Pesca y nos enviaron una extensa lista de lugares donde se criaba dicha clase de pez. Me causó mayor dolor el descubrir aquella falsedad, que el pago de los cien pesos. Existe también otra forma de mentir, cuando se origina en forma unipersonal, donde la mente del individuo se contagia de un propósito creado por él mismo y desarrolla una creencia muy firme. Tal es el caso de la hipocondría. La persona adquiere los síntomas de la enfermedad elegida en su imaginación y los padece. En esta etapa encontramos casos ocasionados por complejos, sobre todo, creados por falta de atención personal, baja autoestima o soledad. Gente que se entera sobre la enfermedad de algún personaje famoso y de inmediato se adjudica el mismo padecimiento, tanto para pretender igualarse al aludido, como para llamar la atención de la cual carece. El mismo complejo afecta a otro tipo de persona, quien enfatiza la gravedad de su enfermedad, sobre el sufrimiento de los demás. Recurro nuevamente a otro ejemplo familiar. Mi madre sufrió, en efecto, de varios padecimientos durante su existencia. Pero consideraba que ningún otro había sido de consecuencias tan cruentas como las por ella padecidas. Cuando alguien le confesaba que le afectaba alguna enfermedad, la que fuese, ella invariablemente contestaba: “Qué diré yo: Yo estuve más grave que usted”. No se dejaba ganar. En una ocasión, murió una vecina y mi madre acudió a los rosarios que se efectuaban en el velorio. A una persona hincada junto a ella, le preguntó en un susurro: ¿”De qué murió fulanita”?,” De una peritonitis aguda”. Mi madre, con su consabida respuesta, le contestó: “Pues ahí donde vé, yo estuve más grave que ella”. No se medía. Bueno, dejemos en paz a la familia y sigamos hablando del tema que nos ocupa. Esta forma de mentira es la autosugestión, la cual puede dar resultados negativos o positivos, inclusive, ya que el poder de la mente puede obrar con mucha energía. Tal es lo referente a personas que encomiendan el alivio de sus males al poder divino, donde se registran casos de petición de salud a la virgen o santo de su devoción. Si no la obtienen, ello causa una seria decepción por la desatención a su ferviente ruego. Aunque se han constatado, según testimonios, de que se ha evidenciado clínicamente una recuperación en algunos casos esto constituye una excepción. Hay ejemplos en que la autosugestión es tan severa, que la mente queda invadida con las fantasías creadas por el individuo, transformándose en lo que se denomina “iluminación”, donde la obnubilación se impone al razonamiento. La persona se torna psicópata. Se ha visto que la mentira es más recurrente en personas dedicadas a determinadas actividades, tales como los políticos, los novelistas al recurrir a la ficción, donde destaca Jules Verne, quien en sus crónicas de viaje a la luna se apoya en cálculos similares a los de la NASA, al indicar atinadamente la potencia requerida para eliminar la fuerza de gravedad y designar el lugar ideal para el lanzamiento de su nave, desde Cabo Cañaveral en la Florida. Todo ello sin el apoyo de la computadora y laboratorios con técnicos especializados, creando un misterio aún sin aclarar. En la literatura tenemos una gran variedad de ejemplos, sobre todo con el uso de la metáfora, que han subsistido durante siglos, como la leyenda de Santa Claus, Caperucita Roja, Los Tres Cochinitos, Pinocho, Hadas y Ogros, entre tantos otros. En el cine, Walt Disney pródigamente ha difundido infinidad de personajes ficticios. Ahí también les acompañan ídolos como Tarzan, Superman, El Hombre Araña, Peter Pan, etc. O malvados, como Drácula, Frankenstein, incluyendo a Oscar Wilde, con su Retrato de Dorian Gray sobre el comportamiento humano. En el ámbito familiar, una de las mentiras más frecuentes, es la ocasionada por el tabú sobre el sexo, la cual afortunadamente está desapareciendo en tiempos actuales. Antes, era muy difícil el poder explicarle a los niños el tema, debido, tanto a la falta de preparación de los padres, como a las restricciones morales establecidas por las religiones. He aquí un ejemplo muy significativo de lo sucedido en un caso real: En una familia de clase media alta, en Reynosa, Tamaulipas, la esposa regresa a casa después de dar a luz a un niño en la vecina McAllen, Texas, según costumbre muy arraigada en la zona fronteriza. La primogénita, una niña muy vivaracha, pregunta sobre el bebé recién llegado. La madre le inventa esta historia: “Tu papá, a quien le gustan las cosas bonitas, me llevó a McAllen y en el hospital escogió al niño más bonito que ahí había nacido y me lo regaló”. “Y yo mamá, ¿cómo nací?” La madre, queriendo enfatizar su belleza y lo dichosos que estaban con ella, le cuenta esta otra historia: “Bueno, ya sabes como es tu papá, siempre quiere lo mejor. Contigo fue un caso muy especial. Supo que la reina de Inglaterra había tenido una niña y se fue a Londres, se metió como pudo al Palacio de Buckingham y se la robó. Rápido se vino en un avión y te trajo hasta acá. La niña reaccionó ante aquello: “¿Quieres decir que mi papá me quitó la oportunidad de ser princesa?”. ¡Qué malo! Aquella niña mantuvo un recóndito rencor hacia sus padres por el resto de su vida En la ejecución de otras actividades, la vox populi adjudica una serie de anécdotas, mofándose por supuestos alardes de los ejecutantes en sus acciones y habilidades. He aquí algunas muestras jocosas: Aquel cazador, quien presumía de haber atrapado una víbora de 60 metros. Uno de los oyentes, asombrado, quiere cerciorarse de tal proeza y le pregunta: “¿De largo?”. El cazador, dándose cuenta de que había exagerado demasiado y viéndose en un aprieto, para darle veracidad a su hazaña, contesta: “Er… No, de ancho”. Al querer componer su dicho, lo echó por la borda. Otro cazador, neófito, relataba que había perdido su reloj de cuerda, un viejo regalo de su padre, cuando fue invitado por unos amigos a participar a la caza del venado. Contaba que una vez llegados al paraje adecuado, se le asignó un lugar tras unas rocas y le instruyeron esperar a que los venados, asustados por los caporales del rancho, pasaran cercanos en corrida y entonces podía escoger su presa. Pasó mucho tiempo y no aparecieron. Regresó sin haber disparado su rifle. Al llegar a casa, se dió cuenta de que su reloj se le había extraviado en aquella fallida aventura. Al año siguiente, le reiteraron la invitación al mismo lugar. Se dedicó a buscar su reloj y con mucha suerte lo encontró junto a un agujero cercano. Con enorme sorpresa, notó que el reloj marcaba la hora exacta en que lo encontró, al comparar la hora con el nuevo de repuesto. Los oyentes le refutaron su dicho, ya que siendo el reloj de cuerda, como era posible que hubiese seguido funcionando durante un año. Aquí viene lo fabuloso del relato, explicó: Aquel agujero era el nido de una serpiente, y ésta, al salir a buscar comida, reptaba sobre el reloj, dándole cuerda a diario. Hemos visto cómo la humanidad utiliza la mentira en distintas maneras y propósitos diferentes. El hecho es que la aplicamos con frecuencia y eso hace, sobre todo, cuando sabemos que no hay consecuencia, más fácil su uso para establecer armonía en nuestras relaciones familiares y sociales. Es por ello que nuestra vida se rige por leyes que imponen la necesidad del establecimiento de un juicio para poder determinar si el acusado miente o dice la verdad. En la relación familiar o social, si una persona dijese siempre la absoluta verdad, se vería en aprietos al expresar sus opiniones estrictamente personales sobre cualquier tema. Por ejemplo, a una pregunta si le invitaron a cenar: “Mi esposa se esmeró en la cena, ¿Le gustó?. O la esposa, al regresar del salón de belleza: “¿Te gusta como me arreglaron el peinado?” Sigamos mintiendo para vivir en paz, esperando que no nos descubran, porque entonces, de seguro habrá guerra. Héctor Vargas
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AuthorHe aprendido a valorar en forma contundente lo que significa la Vida para mi. Los riesgos a perderla, me hacen meditar lo mucho que debo esforzarme para dar una mejor calidad a mi forma de vivir, de apreciar en toda su valía lo que se me regala, cuando puedo contar con un día más en mi existencia. A no desperdiciar el tiempo que me resta y dejar una huella a mi paso por el mundo. Archives
May 2024
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