Cruzando la frontera #3
Por Jaime Herrera El día en que nací, crucé otra vez sin papeles la frontera en ruta al hospital. Mamá y papá me llevan, más bien mamá me lleva (dentro de ella) y papá maneja. Papá según entiendo maneja rápido (no manejes tan rápido, estoy bien, le decía mamá, olvidándose que papá, en su día, había sido corredor de carros y aún le gustaba correr). A mí me divierte la velocidad y sonrío y doy pequeñas patadas y mamá se frota el estómago. Pienso que mis papas son coyotes cruzándome ilegalmente al norte y me da risa tal idea y trago líquido y toso y mamá le dice a papá que su hijo esta un poco inquieto. Siento el carro disminuir velocidad al llegar al puente, buena cosa ya que tenía la cabeza hacia abajo y junto con la carrera de papá me estoy mareando. Pero no vomito. En la línea, me chupo el dedo y me duermo en mi espacio, que ya está muy reducido, pero no del todo incómodo. Tengo todo lo que quiero todo el tiempo y eso me hace sentir rico, feliz, acobijado y querido en mi acuoso hogar. Y así duermo por buen rato, feliz de la vida. Pero como todo, las cosas suelen cambiar. Despierto al sentir parar el carro y oigo algo como lo que pensé serían puertas y más puertas y voces en esa lengua ajena. Siento movimiento rápido y luego nada de movimiento y mamá parada y luego sentada y parada otra vez y al fin acostada. Oigo por dentro el fluir de líquido hacia no sé dónde y afuera voces apresuradas. Discierno por primera vez un poco de luz natural y entonces me muevo hacia la luz - aun sin querer - y veo una abertura de luz. La luz se abre más y más en un tiempo que parece a la misma vez lento y precipitado y con ritmo de respiración, pero agitado. De repente veo tanta luz que me ciego momentáneamente. Al mismo tiempo oigo y siento agua tibia que sale en un whoosh tremendo alternando con el entrar de un aire frio. Tengo frio por primera vez en mi vida, en parte porque no visto ropa (aunque antes no importaba: vivía como en un Jardín de Edén). Se me va el aliento y me duelen los pulmones y no puedo respirar y me muevo como en lo que descubrí después era un resbaladero. No quiero salir, pero alguien me jala del cuerpo de mamá y el cuerpo de mamá lo siento empujar en conjunto y esto me confunde. Hago una gran toma de aire y mis pulmones se expanden hasta casi explotar y siento el gran forzar de aire hacia adentro y se termina de correr mi líquido y salgo hacia no sé dónde. Siento al salir el cortar de la cuerda que me conectaba a mamá. Es mi última conexión no solo a mi espacio, pero a mi mamá (al menos eso pensé dentro de mi trauma). Y entro a un mundo nuevo - raro y extraño - y alguien dice “niño” y luego la palabra “boy”. En mi confusión y mi dolor lloro y abro los ojos desesperadamente. Logro identificar a mamá y papá y al que llaman doctor. Dicen mis papas: mira la cantidad de pelo, que mechón tan bello y negro y aceitoso - como de cuervo - lo cual parece que confunde un poco al doctor – a juzgar por su cara - él acostumbrado tal vez a bebes güeritos sin pelo, pero lo oigo decir Yes. Crow. Yes. Frente a tantas cosas nuevas, chillo como nunca antes había chillado, en parte por la sensación del aire que quema mis pulmones y porque no hay ya mi liquido amortiguador y también porque me han sacado de mamá y porque veo por primera vez seres extraños y porque mis papas lloran (aunque después me dijeron que lloraban de felicidad). Pero más que nada sollozo porque siento por primera vez el mundo frío y sé en ese nasciente momento de luz y de sufrir que eventualmente la muerte sería mi destino y tendría que enfrentarla. Y entonces mamá y papá me toman en sus brazos y me dicen no llore y ya ya ya. Y me sosiego. © Jaime Herrera ***Jaime H. Herrera is currently a Professor of English at Mesa Community College. Jaime is a product of the Juárez/El Paso border, a place he holds dear and which embodies who he is, as much Mexican as American, as much Mexicano (and mexinaco) as he is estadounidense (and gringo). He is bicultural and bilingual (and speaks a good Spanglish too). He knows that the border is a space that cannot be fenced. La frontera es un espacio que no se puede cercar. He loves translation, the back and forth between the two languages. Also. he writes his own poetry in both English and Spanish and has written a novel (as of yet unpublished), tentatively titled This is not Juárez. When he dies, he wants his ashes spread right in the middle of the bridge that connects Juárez and El Paso, his ashes blowing in both directions.
0 Comments
Leave a Reply. |
Kimberly WilliamsKimberly has been fortunate to travel to half the Spanish-speaking countries in the world by the time she was forty. As a traveler into different cultures, she has learned to listen ask questions, and seek points of connections. This page is meant to offer different points of connections between writers, words, ideas, languages, and imaginations. Thank you for visiting. Archives
October 2020
|