La negrada (2014)
Por Alfredo Hernández
La negrada/ sust.,f.,Costa Chica, Mex./ Término que los negros se aplican a sí mismos, surgió del disgusto que les produjo y produce el descalificativo racial. Mientras miraba el filme La negrada (2018) de Jorge Pérez Solano reflexioné sobre mis prejuicios peyorativos hacia las personas de piel negra. Pese a que soy de Veracruz donde muchos esclavos descendieron de barcos, donde gran parte de la población tiene ascendencia negra, y donde aconteció la primera rebelión de esclavos que creó la primera comunidad negra libre en las Américas, lo negro era visto como otredad. Las aprensiones que había tenido desde niño se habían impregnado en mí implícitamente mediante canciones, comentarios de amigos, vecinos o familiares y representaciones negativas de la negritud en la televisión. Cuando era niño viví con mis abuelos un par de años en un pueblo a las afueras de Veracruz. En este pueblo todas las personas desde pequeños eran bautizadas con un apodo. El apodo se basaba en características físicas o acciones que uno había hecho. Por ejemplo, había un joven que tenía el pelo largo y recibió el apodo de Caprice como la marca del champú, a otro le decían el armadillo porque tenía los ojos rasgados como el animal. En mi caso, me apodaron El negro macizo, el nombre no me asentó muy bien y me hizo llorar. Enojado le conté a mi abuela sobre el disgusto de ese apodo. Mi abuela me miró y me dijo “no seas tonto mijo, macizo es una persona fuerte, deberías de estar orgulloso de ese apodo”, siendo un niño la descripción de fuerte era un halago, sin embargo, el disgusto del nombre no era el adjetivo descriptivo macizo, sino la incorporación de la palabra negro. Yo me miraba al espejo y sabía que no era negro. Yo era moreno, pero el nombre que había recibido quizá fue porque a mi madre la bautizaron con el apodo de La negrona. De nueve hijos que tuvieron mis abuelos, mi madre fue quien nació con la piel más oscura. Aunque mi abuela me dijo que estuviera orgulloso de mi apodo por ser macizo, nunca mencionó la parte de lo negro dentro del apodo. No podía estar orgulloso de ese apodo cuando todo lo que se relacionaba a lo negro era un insulto o burla. Recuerdo que cuando los niños del pueblo se burlaban de mí cantaban el coro de la canción “Negrito sandía” por Cri-Cri. En la televisión aparecía Johny Laboriel siendo la burla de todos, exageraba sus labios y todos corrían cuando iba a dar un beso. En los puestos de revistas veía las portadas de la revista de Memín Pinguín, un personaje negro con características físicas exageradas. Recuerdo comentarios de miembros de mi familia o de la comunidad como; “cásate con una güerita para mejorar la raza”, regaños despectivos como “pinche negro o pinche indio”. Si todo lo que vemos o escuchamos nos forja como personas, nuestra realidad se construye mediante estereotipos y prejuicios peyorativos hacia ciertas personas, por lo tanto, como persona, uno no quiere ser relacionado con ese específico grupo de gente. Mi enojo hacia el apodo no surgía por un odio a lo negro, sino que todo lo que había aprendido sobre lo negro era negativo, por eso no quería ser relacionado a ello. La única referencia fílmica sobre la negritud en México que tenía antes de ver La negrada era la película Angelitos negros por Joselito Rodríguez, protagonizada por Pedro Infante. Aunque el filme es de 1948 aborda el tema racial. La aproximación del filme desde una perspectiva superficial es buena. La narrativa ayuda a la humanización de los personajes negros, el melodrama facilita que el espectador se sienta relacionado con los personajes que son discriminados, pero esta relación solo es posible por el amor entre padres e hijos. Sin embargo, lo negro se presenta como otredad. Los personajes negros tienen trabajo de niñeras o sirvientes, son bailarines exóticos, hablan “diferente” (un acento muy marcado de las zonas costeras o acento cubano) y están dispuestos a sacrificar su felicidad para que otras personas puedan ser felices (el amor de madre). Además, la humanización de los personajes negros se da a través del personaje de Pedro Infante. Las acciones y comentarios de su personaje facilitan a que haya una conexión entre el espectador y los personajes. La representación de la negritud desde la postura del espectador se acepta mediante la representación de binarios, es decir, existe lo bueno, el sacrificio de la nana al ocultar la verdad a su hija y lo malo, el desprecio de Ana Luisa hacia su hija por ser negra. Es el valor melodramático que crea empatía entre el espectador y los personajes. Si el filme Angelitos Negros tiene el propósito de empezar una discusión sobre la negritud en México esa conversación es fallida ya que se mantienen vivos los estereotipos sobre la negritud. Se resalta que están presentes dentro de la sociedad mexicana, pero su presencia no es normalizada ya que son puestos en segundo plano. Diferente a Angelitos Negros, La negrada es el primer filme mexicano con narrativa ficticia donde todos los personajes son negros. El filme no solo visibiliza la negritud en México, sino que halaga y normaliza el color de piel negra. El filme fue realizado en la Costa Chica de Oaxaca donde gran parte de la población se compone de Afro Mexicanos. El filme aborda el tema del queridato; el cuál es la normalización cultural de tener dos parejas, la esposa y la querida. Aunque este tema puede ser interpretado como un estereotipo de la cultura afromexicana, es importante tomar en cuenta que dentro de la cultura mexicana (y otras culturas) el queridato es algo común. Por consiguiente, al abordar este tema, es una representación de la cultura mexicana (o diferentes culturas) en general, y no algo específico hacia una cultura racial como es presentado en un artículo publicado en la página Afrodecendencias. El filme se desenvuelve en la presentación del triángulo amoroso entre Neri (Felipe Neri Acevedo Corcuera), Juana (Juana Mariche Domínguez) y Magdalena (Magdalena Soriano). La narrativa se desprende de los últimos días de vida de Juana quien tiene problemas de riñón y se niega a aceptar el riñón de Magdalena por cuestiones de orgullo. A partir de este evento el espectador tiene la función de relacionar los diferentes personajes haciendo las preguntas; ¿quiénes son? y ¿cómo se relacionan el uno con el otro? Aunque el filme aborda el tema del queridato a través de la narrativa, esta pasa a segundo plano en mi opinión. Para entender la función y relación entre los personajes es necesario poner atención a los diálogos, sin embargo, el diálogo en el filme es forzado. Los actores son primerizos y el seguimiento a un guion lleva a que se pierda la naturaleza interactiva entre los personajes. Los diálogos se vuelven mecánicos ya que parecen ser leídos, así presentando las interacciones entre personajes como algo forzado. Pese a esto, el filme se compensa con la estética cinematográfica. El filme adentra al espectador a la cotidianidad de los personajes dividiéndolo en diferentes episodios; cada episodio pertenece a un día de la semana. De esta manera trazan la vida de los personajes desde que amanece hasta que oscurece. Mediante la presentación cotidiana, el espectador se emerge a las interacciones de los personajes; sus frustraciones, sus pesares, sus sueños, su labor, su ocio, sus tradiciones religiosas y vivencias discriminatorias. Al usar esta herramienta Solano crea una conexión entre espectador y personaje rompiendo con la barrera de otredad que se ha presentado a través de la historia sobre negritud. El filme se compone de un mosaico fotográfico el cual ayuda al espectador no solo a visibilizar la negritud en México sino apreciarla como elemento cultural. Las diferentes tomas parecen fotografías las cuales acentúan las características físicas de los personajes y estas se asemejan con la naturaleza de la región. Cada toma es de primer plano y plasma a los personajes como centros de atención. Se incorporan cuerpos de piel blanca como no pertenecientes al espacio de los personajes. Los cuerpos blancos son turistas o policías que discriminan. La variación lingüística no se exagera, así, creando una naturalidad en ella. El filme contiene transiciones culturales basadas en dichos, cánticos y poemas que exaltan la belleza y cultura negra de la región. El filme puede ser visto como un principio de palimpsesto histórico del ser mexicano. Al presentar a personajes de piel negra se deconstruye el imaginario mexicano de la raza cósmica de José Vasconcelos. El filme le da vida y presencia a un grupo marginado el cual ha sido no solamente olvidado del discurso nacionalista, sino que se ha presentado como otredad dentro de la sociedad mexicana. Aunque el filme en su totalidad no es una obra maestra que va marcar la historia representativa de la negritud en la sociedad mexicana, es importante resaltar que este largometraje tiene la función de generar una conversación sobre el tema. La representación racial, étnica o de clase social es muy importante. Si como personas nos vemos representados de manera positiva en la pantalla, hay una gran probabilidad de que nos aceptemos como personas y aceptemos nuestros orígenes. Estas representaciones son de suma importancia para visibilizar aquellos individuos olvidados por la historia. Si todo lo que me rodeaba y ayudaba a construir mi percepción de la realidad hubiera tenido una imagen positiva de la negritud, quizá hubiera portado con orgullo aquel apodo con el que fui bautizado. Las siguientes imágenes son capturas de pantallas al azar del filme, cada una es un ejemplo del mosaico fotográfico que conforma este filme.
1 Comment
Luciano Prado da Silva
8/14/2020 11:05:16
Me encantó la reseña, Alfredo Hernández! Soy profesor de Didáctica de Español en Brasil, y la película sobre la que hablaste será excelente material para que yo pueda trabajar en clase los imaginarios (cargados también de estereotipos) que tenemos acá sobre México. Muchas gracias!
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March 2023
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