Por Saúl Cuevas Holguín
Saúl Holguín Cuevas recuerda a su inolvidable amigo. EN la Castalia universitaria todos hablan, leen y escriben, unos chismean, otros plagian complicadas adivinanzas que hacen pasar por propias y que solo tres llegan a medio entender, fanfarrones que arrinconados tras los muros de la institución chupan la jugosa teta burocrática. No son solidarios con los fregados ni cronistas de su tiempo. Hay otros, eran poquitos, ahora son menos: vitan, bailan, escriben, convidan, organizan, guitarrean, cantan, disfrutan los tres días que los dioses del maíz nos han asignado y, en las sendas humildes por donde se atreven, aun en el mismo submundo, nunca le hacen gestos a un mezcalito, entre estos espíritus vitales: David Muñoz. Gracias a David compartimos en encuentros comunales con nuestros iluminados: Sandra Cisneros, Luis Valdez, Jimmy Santiago Baca y otros creadores. También en pachangotas septembrinas nos remojamos el buche y le cantamos a la noche suburbana. Entre los logros de Muñoz el más sobresaliente fue un perfomance. Con mínimo de nostalgia me permito recordar y volver a vivirlo. ASU, ese desplumadero que ahora se pavonea de universidad world class, invitó a la performera de fama internacional Astrid Hadad, para que diera una charlita. Habló ante algunos 20 estudiantes. Los futuros iniciados cantinflamos algunas preguntas posmo–sofistas. Así, por menos de tres cuartos de hora su espíritu sobrevoló el campus, lejos, muy lejos del barrio. Pronto todo se esfumó. Astrid no cantó, ni albureó, ni bailó, ni performeó. ¡Qué mala onda! Ahí conoció David Muñoz a la diva, ahí se atrevió a invitarla. A pesar de no tener lana, ni influencias, ni siquiera un localito, David se aventó. Escarbando a puro pico y pala, picando mucha piedra, con tesón e insistencia, implorando aquí, convenciendo allá, taloneando para reunir peso tras peso, se dio el lujo de importar, desde la Capirucha Chilanga a Astrid con todo y banda, con sus cachiruleados trapos, con su voz de cenzontle y sus ocurrencias pícaras; la performera amortiguó nuestras desdichas por un rato: noche sublime. Recuerdo: fue en el elegantón Chandler Center for the Arts, arca con cupo para 1500 personas. Cómo se las arregló David para que le prestaran tan encopetado escenario, nunca le pregunté. Sin duda movió cielo y tierra, ese recinto no se lo sueltan a cualquiera. Ailesvá lo güeno: entrada GRATIS, sí, gratis para toda la comunidad. El chiste es que el show por poquito le cuesta el puesto a Muñoz. A la performera se le fue la lengua y muchas braguetas persignadas se quejaron. Ante experiencia tan desagradable, otro de menos tanates se calla la boca, se concentra a reciclar sus clasecitas, a cobrar la quincena y que ruede el mundo. ¿Qué va? David no cedió, se tendió a organizar doce encuentros de escritores. Hablamos del décimo tercero, no le alcanzó el tiempo. Ahora encuerao navego por estos páramos desnudos de cultura. (Foto: el autor con David; temprana versión de este homenaje apareció en Peregrinos III 09.VI.2020).
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August 2024
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