Félix Gutiérrez Zistécali
FOBIA Temo a la locura mía, más que a la del prójimo, también al mareo y a la náusea matutinos, al vértigo y a la sensación de caer siempre al vacío. Temo a la decadencia de la mía memoria, a salir a la calle y ya no saber cómo regresar, a olvidar el rostro amado, la voz que me arrulla, el nombre de mi cuerpo. Temo a la impiedad mía, más que a la del sujeto mariquita cliente de la heroína, que lo mismo secuestra que descuartiza. Temo a la fascinación por la figura de un cuchillo, a la seducción por la eficacia del martillo, temo a la frialdad creciente de mi corazón y a la manía por la autodestrucción. Temo a la mía insania, mucho más que a la de al lado, temo a mi propia infamia, al horror de mi autoconocimiento. Temo por la vida del vecino, muchísimo más que a la mía vida, por su fugacidad y por la facilidad con que la quitaría. BALADA DE LA CIUDAD Alguien ha remendado avenidas y debajo de las costuras se han avecindado borrachos y ratas El cuadrante de la ciudad se ha descuartizado en retazos parece hecha de pellejos de película de terror El zócalo semeja un culo de princesa: terso pulcro atractivo seductor Alguien ha dejado misterio y ADN europeo en su trazo hacia los cuatro puntos cardinales (dicen que fueron ángeles) Media vida he dejado aquí y un gato pardo también cuatro amores como hilo corrido de media Aunque me jode venir a dejar flores Solo siento esta tristeza cuando contemplo las calles a través de la ventanilla y suena esa canción del Iván García: Equipaje TANGO LIDIA Ya suena lejano el último tango que mi abuela bailó con la muerte, la máquina del tiempo dejó impresas sus ventanas al pasado. Álbum familiar y un árbol genealógico que ha talado la inercia del mundo. Una mano ciega graba en la pared de un baño público su rústica cápsula del tiempo. Hay labios rotos que dejan en el cuerpo sus improntas impresiones temporales. Han habido dedos atómicos, que grafitean las huellas digitales de una época de generación perdida y literatura basura. Ya suena lejano el último tango que mi abuela bailó con la muerte, grabado quedó en las paredes de mis arterias - pentagrama, hojas amarillas imaginarias del desierto del tiempo. Canción anónima tres minutos de duración. Fueron manos de papel, las que bordaron los manteles largos de la muerte en la noche más lluviosa de la primavera, y flores rojas, que se marchitaron en las cabezas otoñales de nuestros amores sangrados a distancia. Ya suena lejano el último tango que mi abuela bailó con la muerte, y aún tengo atorado en la garganta su nombre que me impide cantarlo. Félix Gutiérrez Zistécatl, nació en el municipio de Tzompantepec, estado de Tlaxcala, un quince de abril de mil novecientos setenta y seis. Estudió la educación primaria. Es un mal hijo, mal esposo, mal padre y mal ciudadano; en ese orden. Se considera a sí mismo poeta, aunque no cuenta con estudios que lo avalen. Para ejercer su oficio, se ha desempeñado en diferentes actividades que considera pasatiempos, entre otros: Mesero, bartender, afanador, costurero, auxiliar de mantenimiento, latin lover, cajero, obrero, cantante callejero, repartidor, comprador, almacenista, vendedor, rufero, masajista, niñero, amo de casa, y actualmente, cocinero.
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June 2023
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