Sin miedo al pensamiento: la vuelta a la esencia del Ser
Sonia Silva-Rosas Todo creemos durante la niñez: todo nos entusiasma, todo es posible, todo es magia. Cuando somos niños, la magia es uno de los ingredientes principales en nuestra vida, y el miedo apenas asoma entre los pliegues de las vivencias cotidianas. ¿En qué momento nace el miedo? ¿Qué motiva su aparición en nuestra vida? ¿En qué momento dejamos de creer no sólo en la magia, sino también en nosotros mismos? ¿Estamos conscientes de que somos lo que pensamos? Dicen por ahí que se debe tener cuidado en lo que se piensa o en lo que se desea, porque se puede cumplir. Al respecto, el escritor, y también abogado, Arturo Garduño Acevedo nos presenta su libro de cuentos Sin miedo al pensamiento, publicado por Noctis Ediciones. Sin miedo al pensamiento es un libro en el que la magia, el misticismo; seres fantásticos y seres que hablan desde esa otra dimensión a la que se van quienes mueren, nos hacen reparar en que el miedo ya es común en nuestros días. Tenemos miedo a pensar, a sentir, a indagar… A transformar nuestro universo en un lugar mejor y en el que todo, absolutamente todo, sea posible. Y es que pensar, y esperar a que las cosas que pensamos sucedan, nos parece tan lejano, tan ajeno y tan imposible: ¿Cómo va uno a creer que es posible cerrar los ojos, pensar y, al abrirlos, descubrir que lo pensado tomó forma hasta convertirse en materia? Sencillo: como es arriba es abajo, uno de los siete principios del Kybalión, un documento del siglo XIX que resume las enseñanzas del Hermetismo. Arturo Garduño Acevedo busca consumar el milagro de la Unidad en cada uno de sus cuentos. Los personajes de Sin miedo al pensamiento indagan, descubren, plantean y se percatan de que el miedo es el freno principal que no permite avance alguno en este plano; se dan cuenta de que han dejado de creer. En este sentido, el primer cuento que abre los universos que Garduño Acevedo nos comparte, nos ubica –de pronto- ante el universo mágico del que, nos afirman, todos los seres humanos venimos: la Magia. Los personajes de esta historia, jóvenes que en su afán por hallar algo nuevo se encuentran con un duende, se enteran de que la magia realmente existe, y que somos nosotros, simples mortales, quienes poseídos por la incredulidad nos alejamos de ella. Alejandro Martínez Gallardo nos comenta en su texto “Como es arriba es abajo. (Reflexiones sobre la analogía entre el cuerpo y el universo)” que “aunque alejado de esta visión mística de las cosas, el hombre moderno siente una nostalgia de habitar en una naturaleza encantada, donde todo habla y todo es el reflejo de otra cosa. Así, la poesía moderna se vio fascinada por la magia y el chamanismo, recogiendo ideas como que la palabra es una fuente creadora que puede modificar la realidad, que la naturaleza es un ecosistema de almas –y un bosque de correspondencias- y que existe una delicada interdependencia entre todas las cosas: mis actos y mis palabras aquí resuenan y se repiten y modifican lo que te ocurre a ti allá”. Es, precisamente, ese bosque en el que Arturo Garduño Acevedo ubica la historia de uno de sus personajes y es, también, el lugar en donde la nostalgia por ese lugar místico del cual todo proviene, todo nace, invade al lector y le orilla a plantearse la pregunta: ¿En qué momento se dejó de creer? ¿En qué momento nació el miedo? Celebro el lanzamiento editorial de Sin miedo al pensamiento, un libro de cuentos que, en definitiva, obligará al lector a replantear la posibilidad de la existencia de la magia en este universo de cosas. © Sonia Silva-Rosas
0 Comments
La poesía: sus batallas ante el ojo humano
Sonia Silva-Rosas La poesía. Sí, Poesía. Dentro de los géneros literarios, la poesía es la más desairada, la más relegada… es prima hermana de la cultura y ambas son vistas como algo no fundamental ni necesario en el hombre contemporáneo. ¿Quién lee poesía? Los niños que cursan la primaria ven los versos con espanto: poesía, ¡ay, no!, como si se tratara de brócoli o de sopa de fideos que a la gran mayoría no gustan y, lo peor, los editores ya no publican poesía “porque no vende”, porque los poetas no generan grandes ganancias a sus negocios, porque las novelas son las que tienen mayores posibilidades de vender, vender, vender; además, el trabajo de un poeta no es importante –piensan- qué de bueno se puede obtener si se publica poesía; además la gente a penas duras lee una novela. Hablar de sensibilización también es un tema que no interesa ya a muchas personas, incluso se ha llegado a confundir los significados de sensibilización y debilidad: en la actualidad el hombre considera que ser sensible significa ser débil y, en este sentido, promover y escribir poesía difunde como meta principal el logro de la sensibilización, objetivo ya no tan primordial en el hacer cotidiano de una sociedad en la que los valores cada vez se ven más escasos. El término o concepto de sensibilización ha pasado a ser mera palabrería en los discursos de funcionarios que simulan interés por lograr una sociedad sensible ante las diversas problemáticas a las que se enfrentan. Pero no le demos más vueltas al asunto ni le busquemos más ruido al chicharrón. Se estará usted preguntando, señor lector, para qué sirve la poesía; qué beneficios trae leer versos y versos y completará inquiriendo: ¿Tiene alguna función la poesía? ¿Cuál es el fin o propósito de la poesía? Afirma Eduardo Nicol que la poesía es libertad sin responsabilidad, es la única forma del verbo –añade- que goza de este privilegio. “Por ser gratuita, es decir, superiormente libre, la poesía es innecesaria: nada externo determina su aparición y su continuidad… El hombre vivió y puede vivir sin poesía”, explica el maestro Nicol. Y es que el hombre está acostumbrado a cuestionar el origen de todo y, no conforme con cuestionar, para él es necesario palpar, sentir, ver; especialmente todo aquello que no posee apariencia física. En este sentido, Renato Prada Oropeza (para hablar de esto aplicado a la literatura y la sociedad) toma como referencia los Manuscritos de 1844, de Marx, en donde el filósofo afirma que el ojo se ha convertido en ojo humano cuando su objeto se ha convertido en objeto social, humano, creado por el hombre y destinado al hombre. “Es evidente que el ojo humano aprecia las cosas de una manera diferente que el ojo vulgar, no humano… Como hemos visto, es sólo cuando el objeto se convierte en objeto humano o humanidad objetiva, cuando el hombre no se pierde en él. Esto es sólo posible cuando el objeto se convierte en objeto social y cuando él mismo se convierte en ser social y la sociedad se convierte en ser, para él en este objeto”. Y es que a partir de la afirmación de Marx podemos pensar que la poesía (como objeto social), encaminada hacia la sensibilidad humana y el carácter humano de los sentidos, puede existir a través de la naturaleza humanizada pero, ¿puede ese ser humano sensibilizarse? ¿Puede su naturaleza abandonar el avanzado grado de crueldad en el que se ha visto involucrado en los últimos tiempos? ¿Es la poesía necesaria para esta tarea? En la vida humana –afirma Eduardo Nicol- lo que no tiene un para qué no tiene sentido. Nos negamos a admitir que la poesía carezca de una razón de ser: que sea literalmente injustificable. Alcanzamos la poesía cuando la gozamos, afirma el maestro Nicol; es entonces cuando la luz del entendimiento nos atrapa y nos conduce al goce estético, a la perplejidad. La fuente primordial de la poesía es el amor: “lo que tiene gracia es lo que se da por amor”. La suficiencia de la poesía consiste en que el acto de dar constituye su propio fin, añade Nicol. El amor es la razón suficiente del ser de la poesía. “Necesitamos la verdad de la poesía. Necesitamos la verdad de toda cosa. Así como el poeta descubre, o mejor dicho inventa, la palabra bella, el filósofo inventa la palabra verdadera... El poder de la poesía se halla en su historia, la poesía no se repite nunca”. Si tomamos en cuenta que el amor alimenta a la poesía y que ella además necesita de la verdad y de la palabra para vivir, podremos concluir que la poesía es educar. El poeta no imita la realidad, la transforma; y a ese afán por transformar acudimos para que la sensibilización no corra riesgo de desaparecer en este mundo cada vez más cruel y apático. Significa la poesía el poder de la palabra, el poder de la transformación, el poder del amor para sensibilizar… para salvar… los versos salvan del caos, y todavía algunos editores afirman que no publican poesía porque no se lee. Considero que más bien es urgente preparar y crear lectores de poesía; no cuestionar, no obstaculizar el nacimiento de nuevos poemarios o la llegada de nuevos poetas; más bien crear programas que fomenten el gusto por el verso. (Continuará) A estas alturas del partido considero que ya tenemos la respuesta para aquellas dos preguntas que nos hicimos al inicio de este texto: ¿Tiene alguna función la poesía? ¿Cuál es el fin o propósito de la poesía? Usted tiene la respuesta. © Sonia Silva-Rosas |
Sonia Silva-Rosas
Archives
May 2021
|