Por EnriKetta Luissi
Esta noche, repiten “huele a muerto, huele a muerto”. Bombean el flit contra los moyotes. Sacan a la calle sudores, radio, mecedoras, nieve de garrafa, Coca-colas, el “quihúbole” y las “buenas noches”. Torreón es un crisol de hojas de parra, tortillas de harina, chamoys y joquéis. Torreón es vacas, algodón, simetría, abanicos de papel con la foto de Pedro Infante y banquetas amplias. Los niños juegan al trompo, a los encantados, a las canicas, a brincar la cuerda, y yo, de cinco años con corcholatas platico y con ellas construyo puentes, fantasmas, unicornios. Soy un ángel en busca del número Pi. Soy una luz ante las sombras. Una vez más, en el balcón de la única casa de dos pisos no figuran, los seis Orange Crush, ni la peluca estilo tolvanera en Semana Santa, ni el antifaz con plumas de chanate, ni los guantes anaranjados, ni la capa con alas de murciélago, ni los doscientos kilos de Don Rufino. Ni su voz de tenor entre las palmeras. Del camión de redilas se ve bajar el anchísimo, enclenque y pálido ataúd, tan pálido como las voces: “le tronó el corazón”, “no había funeraria con caja de muerto donde cupiera”, “por días, hasta de los ojos, le salían gusanos”, “ni locas las hijas iban a comprar dos cajas y repartir las mitades”, “¿ya se fijó en el montón de asqueles y mariposas negras?”. Bajo un contundente olor a muerto y un misterioso serruchar, nadie da un paso hasta no ver al tambaleante ataúd, con Don Rufino en su interior, cruzar el portón. Ante los titubeos de quienes, sobre la cabeza, lo suben al de redilas, los que han viajado a la velocidad de la luz relampaguean y gritan “los va a aplastar a todos”. Pero no. Como se calla en la quinta dimensión, hablan: “les falló lo largo de la caja por eso le serrucharon la cabeza”, “no fue la cabeza, sino los pies, por eso tardaron tanto”, “las hijas están esperando el formol para meter la cabeza, (o los pies) por eso no salen”. Despiden a Don Rufino con Coca-cola (la chispa de la vida) y nosotros los niños con Orange Crush. Nadie se persigna. Nadie llora. Nadie dice descanse en paz. Mi tía aparece con densidad infinita y dice “se acabó el canto” y mi abuela “es la ley de Dios, a todos se nos acaba”.
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enriKetta luissi Ha escrito una novela El Peso de los Ovarios y ocho libros de poesía Ostrich Sky Disclosed. In Vitro Poetica Mathematica. Binaria ÍÍÉ Re-Versed y Dark Matter. Editora. Traductora. Publicada en antologías y revistas internacionales Archives
August 2020
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