Esteban Domínguez (1963). Licenciado en Letras Hispánicas (UNISON). -Coautor del poemario Gestos del silencio, publicado por la Unison en 1997. Autor de Soy tu confidente, soy tu secundaria, libro de cuentos, coeditado por el SNTE, sección 28 y la Universidad de Sonora, en 1999. Ganador del concurso del libro sonorense en el género de novela en el 2002. Su libro de cuentos Detrás de la barda fue seleccionado para las bibliotecas de aula de la SEP en el 2005. Actualmente Dirige La Editorial Mini Libros De Sonora.
TETRAFOBIAS 1 Mientras su madre vivió, estuvo protegido de sus miedos irracionales. Nada le molestó y así hubiera seguido si no fuera que un día su madre no estuvo más. Unos señores de blanco penetraron en la casa y se la llevaron para no volver más. Él se quedó completamente solo. Tuvo que asomarse a la calle, salir al mundo. El sol lo recibió y le molestó sobre manera. Pero tenía que llegarse hasta la tienda porque se le habían agotado los víveres. El trayecto se le hizo eterno porque a cada paso se topaba con la gente, le molestaba tan solo mirarlas, eran realmente feas. Sus caras deformadas, desdentadas la mayoría, calvos, arrugados por todos lados, temblorosos de manos, lentos al caminar, miradas apagadas, turbias. Feos de verdad. Así que fue todo un suplicio llegar a la tienda donde, afortunadamente, se topó con una bella señorita que lo atendió muy amable. Eso le salvó la vida y, a partir de entonces, acudió todos los días a esa tienda cercana al asilo de ancianos. 2 Cuando era niño le decían “ahí viene el viejo del costal y te va a llevar”. Juan se metía debajo de la cama y pasaba mucho tiempo antes de que se asomara por la cocina o saliera al patio a jugar. Siempre pensaba que el viejo del costal acabaría por llevárselo algún día. Por eso, cuando fue grande, y para vencer sus miedos a ese ser que su imaginación agrandó hasta lo indecible, tomó un costal con sus pertenencias y se fue por la ciudad a espantar a los chamacos que se portan mal. 3 Al principio no le dio importancia. Era tan sólo un murmullo de su pensamiento. Una alerta no escuchada, ignorada. Por eso, cuando se le declaró ese miedo incontrolable, tuvo la suficiente fuerza interior para enfrentarla, cerró los ojos y se aventó al vacío antes de que las llamas le quemaran las ropas, lo cual le causaba verdadero pánico. 4 …Y si este miedo me controla de tal modo que me incapacite para siempre, les pido no lo mencionen por nada del mundo en mi epitafio. Pongan mejor que nunca tuve miedo a morir. © Esteban Domínguez
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AuthorEsta sección de Peregrinos y sus letras, será dirigida por Esteban Domínguez (1963). Licenciado en Letras Hispánicas (UNISON). Ganador del concurso del libro sonorense en el género de novela en el 2002. Su libro de cuentos Detrás de la barda fue seleccionado para las bibliotecas de aula de la SEP en el 2005. Ganador del Concurso del Libro sonorense, 2010 en el género cuento para niños, con el libro El viejo del costal. Fue presidente de Escritores de Sonora, A.C. y actualmente dirige la Editorial Mini libros de Sonora. Archives
April 2020
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