Sonia Silva-Rosas
Semiótica de la Tortura y el Terror en México Hay que meterles miedo: Danton La maldad reúne a los hombres: Aristóteles La violencia cambió de piel en México: ahora es más cruel, ha fortalecido sus medios y sus formas para ser más eficaz; aseguró los medios para que ésos a quienes va dirigido su mensaje no tengan duda de que ella es poderosa, que puede causar mucho dolor. La violencia se hizo valer de los medios de comunicación para que, de esta manera, su mensaje fuera masificado y a todos llegaran sus imágenes: logró hacer de la Semiótica Visual la forma en la que sintetiza todos sus mensajes a partir de una sola imagen… La imagen: todo el color, toda la forma, el resultado y la ejecución de una intención en una fotografía que lleva, a quien la ve, a imaginar todo el dolor, toda la angustia, todo el sufrimiento de ese ser que, grabado para la posteridad en una imagen, se observa en periódicos y demás medios de comunicación. En México, mostrar la muerte se convirtió en elemento indispensable para lograr objetivos. Las fotografías de cadáveres debían contener sangre y muestras de tortura y de terror, sólo de esa manera el mensaje sería más claro, concreto; pues como afirma Seaussure, “lo que un signo une no es una cosa y un hombre, sino un concepto y una imagen” y si a la definición de Seassure le agregamos la definición que Malinovsky daba para el contexto: “En una lengua primitiva, el significado de cada palabra en particular depende de un máximo grado del contexto”, se puede deducir que cada uno de los mensajes depende, de igual manera, del contexto en el que se emiten: todos van encausados a un objetivo en específico. Esta entrega parte, precisamente, de una imagen: la imagen del rostro desollado de Julio César Mondragón, uno de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa que fue torturado y asesinado durante los acontecimientos en Guerrero, en septiembre del 2016. Antecedentes En 1998 el maestro Adolfo Sánchez Vázquez avisaba que la violencia aumentaría y que sería más intensa en nuestro país. Sánchez Vázquez afirmaba que la violencia es tan vieja como la humanidad misma. Según la opinión del maestro Sánchez Vázquez, la violencia ha cambiado de piel y, como si fuera una especie de pleonasmo, posee en sí un tipo de violencia que es, incluso, más extrema y que podemos hallar en los medios a los que recurre para cumplir sus fines. Maquiavelo, el Marqués de Sade, Hobbes y Sorel describieron al hombre como un ser violento. Comencemos por dar una definición a la palabra Violencia. Adolfo Sánchez Vázquez nos la define como ese doblegar o desarticular la voluntad del otro “y, por tanto, sujetarle o arrancarle de su legalidad propia”, es decir, alterar o destruir su autonomía. Por su naturaleza, la violencia excluye valores como la igualdad, la libertad, la tolerancia, el respeto a la dignidad y a la autonomía del otro. Dentro de los medios violentos que se presentan (muy a menudo) en México, se encuentran la tortura y las desapariciones forzadas y, cada una de ellas –al fin medio para alcanzar un fin-, acuñó ya una semiótica que trasmite sin restricciones ni tapujos la tortura y el terror, y que cumple muy bien su objetivo: provocar miedo en la población. Rafael Segovia, en su texto “Democracia y Violencia” incluido también en El mundo de la violencia, afirma que el terror es una forma extrema pero no irracional de la violencia, nace precisamente en los momentos de construcción democrática no aceptados por una parte de la sociedad que se siente agredida por una forma de organización considerada ilegítima, y sentencia: “la tortura, suprimida durante los últimos años del siglo XIX en los países democráticos, regresará en el XX, donde será vista como un mal necesario. En este sentido, Marcos Kaplan (investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM) comenta que a través de la historia, poder y violencia exhiben una gran variedad de causas, objetivos, fines y medios, formas, intensidades y alcances, resultados, controles. Como bien afirma Rafael Segovia: una preocupación permanente tanto del pensador político como del político propiamente dicho, ha sido maximizar la utilidad de la violencia; es decir, conseguir la máxima efectividad con una utilización mínima de procedimientos coercitivos. “Transformar la violencia directa sobre el individuo en autoridad, en respeto y obediencia de la norma convertida en Ley, es una imagen ideal perseguida en todo momento por el político”, puntualiza Rafael Segovia. El recurso a la violencia será permanente hasta la aceptación de una nueva sede del monopolio de la violencia legítima; es decir, de una nueva naturaleza y forma del Estado; Estado futuro del que desconocemos todo excepto que seguirá siendo Estado, agrega el investigador Segovia. La violencia, añade el maestro Sánchez Vázquez, se limita o se excluye pero nunca se elimina por completo porque se encuentra en la naturaleza del ser y se encuentra en todos lados, incluso en los medios de comunicación que la difunden. Nos leemos la próxima semana © Sonia Silva-Rosas [email protected] En Facebook: Sonia Silva-Rosas (Escritora)
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