Por Sonia Silva-Rivas
Un gran trozo de carne, miradas infinitas y rostros distantes, diversos aromas y terribles humores, todos los ruidos y todos los silencios en medio del Periférico; lágrimas entre vagones y esperas interminables; una pareja que discute sobre Avenida Universidad, un hombre que deambula por Insurgentes arrojando su hedor y enrareciendo el aire light de la zona. La ciudad es una mujer de largos cabellos motorizados, una puta que paciente espera a que alguno se despida de ella entre los vagones de un metro que vomita carne todos los días; y en cada vagón se marcha algo de quienes desesperados le esperan, seres malditos por el tiempo que escurren por las manecillas de un reloj que nunca se detiene. Decapitados, suicidas, locos e indigentes, mujeres en busca de una migaja de amor, secuestradores que planean el siguiente golpe, políticos y su eterno bla bla bla; el narcotráfico que crece y el pan en la mesa de los pobres que escasea. Las telenovelas y su eterno cuento de la sirvienta que se casa con el dueño rico de la mansión y las chachas del Pedregal soñando que algún día, algún día, algún día, algún día (sopas) que algún día se verán como Bárbara Mori o como Thalía y el resto tan solo, tan solo, tan solo que busca a alguien en la Internet para matar el rato, para cibersexo, para mostrarse desnudo, para sentirse cerca aun estando lejos. La gente sueña pensando que el sueño algún día dejará de ser sueño, para transformarse en una realidad que ya no es realidad en estos días, más bien es una especie de burla, una especie de farsa que obliga a todo mundo a representarla, una realidad que tal vez es un mal sueño y de ese mal sueño nadie, absolutamente nadie, por más gallos que canten, más despertadores que griten y marchas que realicen, despertará, porque este mal sueño es toda una realidad y esta realidad es un mal sueño, aunque alguien diga por ahí que la vida es sueño ¿será acaso que esto es un sueño y pensamos que es la realidad y vivimos esta realidad buscando alcanzar algún sueño? Alguien me dijo hace poco que esta vida ya la había yo vivido antes y que estaba de vuelta porque tenía que evitar los errores que había cometido en mi otra vida, o sea que esta vida y mis vidas anteriores han sido todo un pinche fiasco y me niego rotundamente a pensar, aceptar, considerar siquiera que no he dejado de ser una pendeja y que en todas mis vidas he sido la misma idiota que comete los mismos pinches errores y entonces me pregunto ¿cuántas vidas me faltan para dejar de ser una imbécil? Entonces René me comentó que cuando me percate de ello, en una de mis siguientes vidas, descansaré en santa paz, pero ¿cómo lograré darme cuenta en mis otras vidas que ya la he cagado en estas otras vidas si no llego a estas vidas con un manual que me indique en qué la cagué para no volverlo a hacer? Pero ésta es mi realidad, una realidad en la que de nuevo busco el sueño porque el insomnio de nuevo es el pan nuestro de cada día, una vida que transcurre en una ciudad como tantas en el mundo, llena de gente pobre que cada día aumenta en número y que los políticos buscan la manera de exterminar. Esta vida ya no es una vida normal, es una vida light, una vida para uno cuantos, para esos que pueden pagar, pagar, pagar, pagar, pagar, pagar y el resto, así de jodidos que estamos, pues no encajamos en la forma light que tiene esta vida hecha para niños light, esos que se pueden tomar la vida más a la ligera, que viajan en camionetas chingonas y no les falta el pan, esos que escuchan reggaetón y ven a las relaciones en pareja como la oportunidad de coger, coger, coger, coger hasta el cansancio y utilizan todo tipo de pomaditas y pastillas para durar y durar y durar más, porque para ellos esta vida light que se les regala es eso, sólo una cogida más que se debe disfrutar, para eso están los condones ¿qué no? para eso está el aborto legalizado, para eso está la libertad que ya no es libertad, sino un libertinaje light que se debe aprovechar al máximo. Libertad, coger, aborto, narcotráfico, decapitados, muertos por aquí, muertos por allá, secuestros, personas que de pronto desaparecen del mapa, frialdad, frialdad, frialdad, frialdad, insensibilidad, frialdad, insensibilidad, frialdad, insensibilidad, pobres, más pobres, un chingo de pobres, la gasolina que sube, sube, sube, sube, sube, el huevo hasta los huevos, la tortilla, el pan… el PAN… Santa Madre de Dios… ¿Dios? ¿Quién es ese Señor? Dios, Dios, Dios, Dios… si vieras cuánta gente muere de hambre, cuánta miseria hay en el mundo, cuántos niños sufren ¿seguirías siendo Dios? Mientras los pobres buscan resignación y fortaleza en las misas no sólo de los domingos a las doce, los santos sólo los observan silentes desde los nichos llenos de veladoras y de incienso porque ojos tienen, pero no ven; oídos tienen, pero no oyen; boca tienen. pero no hablan… y si hablaran, ¿qué sería lo primero que dirían? Esta es la ciudad en donde vivo, con su tráfico sobre Avenida San Antonio que mienta madres porque no se avanza, con el metrobús hasta la madre con toda esa gente que regresa del trabajo con las ganas quebradas y con la soledad a cuestas, con el metro lleno de personas que se arriman los sexos buscando sentir, sentir, porque eso, señores, hace mucho, mucho tiempo, que dejamos de hacerlo.
0 Comments
Leave a Reply. |
Sonia Silva-Rosas
Archives
May 2021
|