Por Manuel Murrieta Saldívar
Con permiso del autor: http://www.manuelmurrietasaldivar.com/poecronicas/mi-muro-de-berlin.html A Daniel Ceceña I El desconocido gravita en su cerveza… con leves titubeos proyecta su mirada entre las mesas callejeras de un pub desolado. El ruido de TV no logra distraernos, los espacios vacíos permiten nuestro encuentro y, alarmado, me pregunto la razón de su vista sobre mí. ¿Verá los arduos siglos que nos han separado, los mares imposibles, lenguajes sin sentido y hecatombes sobre mi piel morena? ¿Mirará en mí a un migrante turco, al Otro que lo invade entre camisas de futbol, puestos de «kebabs», puentes cansados y trenes que escucho espantado en esta lejanía? II Sus ojos delinean esa pequeña rasgadura que filtra un dejo de tristeza y felicidad remota, un brillo que resalta entre el fondo oscuro, largo, penetrante, de la esquina donde vine a caer. Pero ahora es mi turno: la mesera me arropa con su menú ambarino, prepara los cubiertos mientras el berlinés no deja de clavarme el rostro ahora satisfecho al levantar su tarro… ¿Ha descubierto que estoy aquí sin compañía? ¿Qué pretende rodeado yo por su comunidad valiente, adolorida, de ideologías distantes y añejas para mí? III Ahora sonríe con una fraternidad que atraviesa las sillas, cae en mi humanidad con algo de sospecha mientras pruebo el piernil de puerco con «sauerkraut». ¿Cuántas guerras mundiales recorrieron su cuerpo? ¿El sinfín de cicatrices llegará hasta sus pies, hasta esta banqueta marcada por varios genocidios? ¿Qué página de su libro de vida habrá quedado trunca y qué fue de su futuro, el ideal del pasado? El tipo no se irrita —está feliz— cuando descubre mi ignorancia absoluta del hablar alemán y me escucha preguntar al amparo del inglés las instrucciones precisas para transbordar al centro de Berlín —puerta de Brandeburgo, museo de holocausto, laberintos del metro… Se levanta, desaparece, me ignora con la espalda y surge el relax cuando supero el shock de la primera vez… es evidente, ya va a su destino dejando la sensación de dudas que es esta ciudad… IV ¡Pero no!…regresa de pagar la cuenta y con sonrisa de niño incandescente, de un arrepentido que sabe lo que hizo pero no lo confiesa, me rastrea profundo mientras alguien explica cómo he de llegar al centro del turismo… ¿Pensará hacer conmigo su mejor obra del día? ¿Va a cometer el crimen largamente planeado? —precisamente a mí, el más necesitado, solitario y olvidado de los hombres que llegó en la mañana a esta urbe violada varias veces nunca antes recorrida en mi eternidad tan breve… Entonces, pasmado, el germano se aproxima: (detrás la historia tiembla, se levantan y caen paredes de terror, se escuchan las matanzas de un campo judío la Gestapo interroga en ese calabozo y el ejército rojo ha tomado su hogar) ojo sobre el mío, me extiende al fin la mano y el muro se derrumba al escuchar su voz: «Welcome to Berlin, enjoy your beer…!» ----- (*) Del poemario Poecrónicas en las urbes. Colección Sur Editores. La Habana, Cuba. 2019. Colección Sur # 339. 106 páginas. Más información en: http://manuelmurrietasaldivar.com/libros/poecronicas_en_las_urbes.html
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Por Manuel Murrieta Saldívar
Con permiso del autor: http://www.manuelmurrietasaldivar.com/poecronicas/siempre-que-llego.html I Siempre que llego aquí reinicio el desgaste acelerado de mis pies debido a las largas caminatas que me esperan por rutas vírgenes o resucitadas que no me dan descanso… A veces es la seducción de un museo nuevo o repetible, en otras es el descubrimiento de un hogar amistoso o familiar y mercados públicos plagados de colores y mundos de artesanos. II Siempre que estoy aquí mis ojos se renuevan, saltan curiosos debido a la inundación de novedades o porque alguna tragedia humana o natural los provocó de súbito. Ayer mismo fui testigo de los milagros insistentes de la fe pero a la vez, ahí enfrente, pude ser embaucado por tres ladrones escapándome a tiempo debido a la intuición que ahora desarrollo. III Siempre que permanezco aquí por días enteros, largos o cortos, sucede lo inconcebible como, supongo, escribir al menos un poema o este mismo texto que me atraviesa emocionado, escapa de mi cabeza, mueve mis dedos para sacar siquiera la punta de legiones de vivencias acumuladas en 24 horas o en algunos centenarios. IV Siempre que regreso desde aquí percibo unas partículas de mi cuerpo, de mis otros yos, separándose de mí queriendo permanecer aquí, me atan me jalan deciden quedarse aunque sea en fragmentos mientras otros seres abstractos, o lo que queda de mí y mi conciencia, parte de nuevo hacia otras latitudes que aún me acechan y piden que las visite sin dudas y sin pausas… Ciudad de México, julio de 2023 |
Manuel Murrieta Saldivar
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