Neoplasia.
Miguel Ángel Godínez Gutiérrez. El cirujano se toca los guantes de látex y reconoce sus manos: verticales, esterilizadas. Mira fijamente al médico Residente y ordena a la enfermera: — Bisturí. Ella se lo da, golpeando suavemente la palma de su mano. El ambiente frío, inmaculado; los mosaicos blancos en las paredes, el piso de hule negro limpísimo. El cirujano emplea el instrumento e incide suavemente pero con firmeza en el vientre del paciente. —Pinzas. Colocadas éstas, se descubre ante ellos un cuerpo abierto: plumas y alas se posan en mi mano con sus patas se aferran a mis dedos oigo un batir de alas silencio desiertos inmensos montañas gigantes de arena bosques cerrados musgo y hongos el mar gaviotas oleaje silencioso me veo correr por la playa los pies me arden nado boca arriba el agua juega con mi pelo las nubes flotan descubro mi vientre abierto el agua me golpea suavemente el estómago me duermo en mi cama los brazos cruzados sobre el pecho estoy vestido con un traje negro alguien solloza la luz es pálida me pongo melancólico y un gran peso de tierra me inmoviliza alguien sigue llorando allá afuera una lágrima resbala por mi sien me duermo El hábil movimiento de sus manos escarba entre intestinos viscosos hasta encontrar algo duro entre ellos, extirparlo y colocarlo sobre una charola de peltre. © Miguel Ángel Godínez Gutiérrez
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Madrugada londinense
Miguel Ángel Godínez Gutiérrez Abrió los ojos y recordó que era día de Reyes, así que saltó de la cama y se dirigió al nacimiento. Ahí había dejado su zapato, pero ni se veía bien entre tantas cajas envueltas para regalo y se arrojó sobre ellas al tiempo que revisaba la limpia vacuidad del plato de queso que les había dejado la noche anterior. El meccano apareció al desgarrar una envoltura: “Es del número ocho” —exclamó (¡Había también una pijama de franela y un suéter y una caja de pañuelos, un carrito y algunos calcetines; pero el meccano, el Meccano!), levantó con cuidado la tapa para descubrir un mundo de tornillitos y desarmadores, laminillas metálicas y de mica, y un instructivo —en inglés— que despedía el aroma que luego reconocería en Londres, quince años después, donde por cierto trabaja como mecánico. © Miguel Ángel Godínez Gutiérrez |
Miguel Ángel Godínez GutiérrezPatafísico. Nació de madrugada en el barrio de Tacuba de la Ciudad de México. Es profesor en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ha sido contador, subdirector, encargado, mesero, cleaner, jardinero, agricultor, secretario, presidente, vendedor de puerta en puerta, saltimbanqui y otras actividades lícitas y edificantes. Archives
September 2017
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