Timbres
Timbres hay hasta de países ignotos, que producen su propia edición con fines distintos a los de sólo portear una carta o tarjeta postal: “Mujer: No pude ver en el aeropuerto cómo se llama la ciudad. Estoy bien. Nadie habla español. Llego el mes próximo. No aguanto los mosquitos. Papá”. Y ahí te van mensaje, timbre y postal, con un poco de suerte, a su destino correcto; muchas veces países tan ignotos como desde el que se han enviado. La buena mujer recibe el mensaje, exhibe la tarjeta como quien no quiere la cosa por algún tiempo, y luego la pone por ahí, fuera del alcance de los niños que, algunos años después, separarán con cuidado el timbre de la postal para pegarlo en una hoja cuadriculada tamaño carta, donde se leerá “Tanzania”, y aparecerá solitario y envidioso de las hojas de timbres correspondientes a los países a los que más hayan viajado los padres de los ahora jovencitos. Puede ser que alguna novia de ellos se quede con la postal para su propia colección, hasta que un día se case con otro y se deshaga de ella; qué diría su marido. © Miguel Ángel Godínez Gutiérrez
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Miguel Ángel Godínez GutiérrezPatafísico. Nació de madrugada en el barrio de Tacuba de la Ciudad de México. Es profesor en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ha sido contador, subdirector, encargado, mesero, cleaner, jardinero, agricultor, secretario, presidente, vendedor de puerta en puerta, saltimbanqui y otras actividades lícitas y edificantes. Archives
September 2017
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