La Diva de Zapotlán
Víctor Manuel Pazarín No había caído en cuenta, hasta que me lo dijo el maestro Ramón Villalobos “Tijelino”, quien realizó el busto de Consuelito Velázquez que se instaló el miércoles pasado en el jardín principal de Zapotlán el Grande: que la compositora de la célebre canción “Bésame mucho” (que dio la vuelta al mundo y se canta en todas partes), se parece a María Félix. El escultor, quien fue maestro de la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, dice: “A Consuelito Velázquez la escuché desde niño, pues mis padres eran adoradores de sus canciones, pero yo a ella la conocí hasta en los años ochenta, cuando el presidente municipal Carlos Páez Stille la invitó a Zapotlán”. De ese encuentro, guarda una serie de fotografías que rememoran la ocasión. En ese momento Consuelito era una mujer madura “de una belleza regular, sin embargo ella siempre quiso imitar a la actriz del cine mexicano María Félix: se peinaba como ella, se pintaba el lunar y trataba de semejarse en casi todo a la Félix”. Las fotos que el escultor (quien es personaje de un cuento de Arreola) se tomó con Consuelito, en los años ochenta, de algún modo le sirvieron para lograr que fuera más sencillo hacer el retrato escultórico que en el centenario del nacimiento de la pianista y compositora el pueblo de Zapotlán coloca entre las esfinges de sus personajes ilustres. Sin embargo, reconoce que “en ese tiempo que la conocí, ella ya estaba en una edad que necesitaba siempre el arreglo. Cuando nos tomaron las fotos siempre pidió que las tomaran desde su mejor ángulo, así que en todas las imágenes aparecemos casi igual. Entonces solicité que me dieran más. Y a partir de las nuevas imágenes de Consuelito hice su figura, que realicé en pocas semanas”. Consuelito Velázquez nació el 21 de agosto de 1916; a los cuatro años sus padres la trajeron a Guadalajara, donde vivió su infancia. Fue en esta ciudad donde se formó. De su padre, que fue soldado, han dicho que tenía “alma de poeta”, y esa sensibilidad, la de bardo, fue la que hizo que la niña de cuatro años se hiciera de un pequeño piano donde logró tocar algunas melodías. Fue de ahí, de acuerdo a la leyenda, que pasó a formar parte de la escuela de música Serratos, donde ofreció su primer concierto a la edad de seis años. Ya a finales de los años treinta, a la muerte de sus padres, fue ella quien decidió seguir al maestro Ramón Serratos, quien se fue a la Ciudad de México a trabajar. En la capital Consuelito terminó su carrera de pianista y se dio a conocer. En la Ciudad de México, la pianista se relacionó con el mundo de la música y se acercó, además, a las estaciones de radio. Fue así que llegó a la XEQ en mil novecientos treinta y ocho, cuando tenía apenas diecinueve años y había estado ya con el maestro pianista Claudio Arrau, con quien realizó estudios rigurosos para perfeccionar su trabajo con el piano. Ella, la Diva de Zapotlán, estaba interesada en volverse concertista, sin embargo también su sensibilidad le otorgaba otros dones: el de ser una soñadora y pasar al papel sus sueños. Fue en ese tiempo que compuso su célebre canción “Bésame mucho”, que se estrenó en la casi recién inaugurada estación de radio XEQ. Volviendo a la historia romántica de su trayectoria, se sabe que Consuelito trabajaba tocando obras del orden de la música clásica, no obstante fue allí donde uno de sus primeros enamorados, quien era el programador de la emisora, durante la media hora del programa —y al conocer sus composiciones personales— le permitió que llevara hasta los oídos de la audiencia capitalina su obra maestra, el bolero “Bésame mucho”. La última entrevista que Consuelito Velázquez ofreció fue para Arturo Cruz Bárcenas de La Jornada y habló sobre un disco-homenaje con cantantes jóvenes, en el cual interpretaban sus creaciones. En esa conversación recordó su no-encuentro con los integrantes del grupo inglés The Beatles: “Un día me quisieron conocer pero estaba yo muy chamaca, estaba jovencita. Los Beatles siempre estaban cantando ‘Bésame mucho’ y se los agradezco, pero yo jamás he sabido molestar a alguien para que cante mi canción, para que la grabe, porque no he sabido ni me gusta hacerlo, siempre he tenido la suerte de que por algún motivo se empiecen a conocer, me las graban, me las interpretan y hasta me buscan, me hablan por teléfono para que les dé las letras. Así que yo agradezco mucho a todos los intérpretes”. La niña quiere que la besen “Las canciones de Consuelito Velázquez fueron muy populares”, afirma el maestro Ramón Villalobos “Tijelino”, cuyo nombre lleva la Casa de Arte de la Universidad en Zapotlán. Muy pronto el bolero se convirtió en un éxito mundial, que lanzó a la niña que deseaba ser besada a un panorama casi insospechado. La canción, en Estados Unidos, cuando la grabó en mil novecientos cuarenta y uno —en plena Segunda Guerra mundial— Emilio Tuero, permaneció durante tres meses en el Hit Parade, y logró durante más de sesenta años ser una de las canciones más interpretadas y traducidas. La canción la había escrito una muchacha de diecinueve años quien alguna vez afirmó que fue en un tiempo en el cual “ni siquiera había besado a nadie, ni sabía lo que era un beso”. No obstante, “Bésame mucho” es considerada como la canción del siglo XX, que fue traducida a veinte idiomas y que, de acuerdo a su historia, se grabó en dos mil versiones y cantada (e interpretada musicalmente) por una casi infinita lista de cantantes: Frank Sinatra, Ray Conniff, Nat King Cole, Diana Ross, Sara Montiel, Omara Portuondo, João Gilberto; Plácido Domingo, Armando Manzanero, Elvis Presley, Frank Sinatra, José Carreras, Luis Miguel, Nat King Cole, Plácido Domingo, The Beatles y hasta Zoé. Ese bolero puso a Consuelito Velázquez en la mirada de todos y eso incluye a la Meca del cine. Desde entonces fue solicitada para escribir la música de una infinidad de películas mexicanas y de otras partes del mundo: A toda máquina, Moon over Parador, El sueño de Arizona, Great Expectations, Un taxi para Vera, La boda y Moscú no cree en lágrimas. En mil novecientos noventa y dos se realizó el documental Consuelo Velázquez. Entre otras de sus canciones destacan: “Amar y vivir”, “Enamorada”, “Verdad amarga”, “Que seas feliz”, “Franqueza”, “Yo no fui”, “Orgullosa y bonita”, “Corazón”, “¡Qué divino!”, “Amor sobre ruedas”, “Chiqui-Chiqui”, “Cachito”, esta última “fue dedicada a su hijo y de la que se hicieron muchas bromas de tipo sexual”, recuerda el maestro “Tijelino”. ¿Se imaginó que estas canciones fueran tan importantes tantos años después? — le preguntó Arturo Cruz Bárcenas, reportero de La jornada. Ella respondió: “No. Nunca. Las hacía yo porque me inspiraba todo lo del ser humano, entonces hacía canciones porque estaba en la música, tengo oído musical y todo lo que escucho se me queda en la memoria, y de repente lo toco. Yo me asombro porque tengo oído musical”. La muerte de Consuelito Velázquez ocurrió el veintidós de enero de dos mil cinco, a causa de las complicaciones de una caída en las escaleras de su casa. En el transcurso de este año de su centenario la reconocerán como Benemérita. © Víctor Manuel Pazarín
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