Peregrinos y sus letras
  • Mission
  • Visión
  • Literatura
    • Saúl Holguín Cuevas
    • Armando Alanís
    • Josué Alfonso
    • María Dolores Bolívar
    • Oscar Cordero
    • Esteban Domínguez
    • Juan Felipe Herrera >
      • Juan Felipe Herrera
    • Miguel Ángel Avilés
    • Escritor/a Invitado/a
    • María Candelaria Cuevas
    • Magali A. Solorza
    • Héctor Vargas
    • Miguel Ángel Godínez Gutiérrez
    • Entrevistas
    • Diversidades infinites
    • Lengua liquida
    • Eloy Villar Argaiz
  • Literatura 2
    • enriKetta luissi (Olga Gutiérrez Galindo)
    • Mujeres
    • Violant Muñoz i Genovés
    • Teresa Jose Creus
    • David Alberto Muñoz
    • Manuel Murrieta Saldívar
    • Sonia Silva-Rosas
    • Víctor Manuel Pazarín
    • Kepa Uriberri
    • Kimberly Williams
    • Reseñas
    • Ensayos
    • Teatro
    • Mexicalipsis
    • Poesía
    • Crónica
    • Microcuento
    • En tiempos del coronavirus
  • ARTE
    • Artistas invitados >
      • Xico
      • Fexam Media - Arte
      • Miscelánea artística
      • Fotografía: José Reyes García Esquivel
      • El arte del café y las empanadas
      • Jose Manuel Argueta Chavarria
  • MÚSICA
    • Fexam Media
    • Perfiles
    • Músicos invitados
  • Cine
    • Taller de cinefilos
    • Reseñas: Juan Villa
    • Cine en FEXAM, PySL y Huellas
  • Galería de fotos
  • Enlaces / Links

¿Quién soy cuando escribo?

El Duelo

5/31/2017

0 Comments

 
Picture
El Duelo
Por Kepa Uriberri

Con su guitarra, junto al fuego, Markos punteaba. Punteaba suavecito su guitarra. La cantina apenas estaba iluminada. Algún candil y el fuego, mostraban el perfil del payador, que con voz espesa cantaba:

De pueblo en pueblo
de riel en riel
sobre un verso voy pasando
cada verso es una historia
y desafío para el canto

El cantinero, Juan, cada tanto, levantaba el vaso, y lo cambiaba por otro lleno de tinto vino, tibio y con naranjas. Markos, ni lo miraba. Sólo seguía, versar y versar cantando. Los otros parroquianos, de vez en cuando, levantaban un vaso y decían: "Por el que versa y canta, porque versando da salud: ¡Salud por el que está cantando!".

Así pasaron las horas, hasta el anochecer, cuando por la puerta, embozado hasta los ojos, y con un sombrero calado, entró otro que no medía más que una mujer. Se sentó al otro lado de la mesa, junto al fuego, y de bajo el poncho largo, también sacó su herramienta. Entre nota y nota de Markos, le dio vuelta a las clavijas afinando. Tintineando, tintineando, su guitarra terminó sonando como la del otro; entonces rasgueó dos veces y luego dijo:

¡Vino tino cantinero!
sin naranjas, sin aperos
que esta noche
monto en pelos.

Rasgueó uno más y se quedó mirando con una mano blanca y delicada sobre las cuerdas. Juan se acercó, con un cavernet sauvignon, de buena cata, y un vaso limpio. Sirvió sólo un poco, y con un gesto, invitó al parroquiano nuevo. Con voz oscura éste dijo "llénalo; y también el suyo". Al frente, Markos, sin mirar al desafiante, que con un tinto la cruza le hacía, rasgueó su guitarra cantando:

Una vez tuve guitarra,
dos manos pa tocarla
tres duros para un vino,
y cuatro versos pa engalanarla.
Y siguió después, punteando, punteando, despacito. Sin mirar. Tomo un trago el otro, y subiendo la voz, y apartando el poncho, ahora que el desafío había comenzado, le vimos el pelo rubio y largo, y le oímos la risa cantarina de mujer:
Sin comer bebo mi trago,
Se hizo deste modo la paya
si he tenido el honor
o chocamos con la daga.

El hombre al oírla mujer, se enervó por dentro, mas no dijo nada. La miro reojando, y pulsando la guitarra. La pulsaba, la pulsaba, sin iniciar el canto, como si pensara con el alma si conquistarla o destrozarla. Después de un ratito de pulsar, dio dos rasgueos comenzando:

Nu he venido a matar,
di esto a todo el mundo:
once fueron los apóstoles
de doce que empezaron.

Todos los parroquianos nos habíamos arremolinado a oír los payadores, y el que menos había tomado partido. Los más cruzábamos apuestas. Cuando lanzó esta Markos muchos se pararon, chocando copas y aplaudiendo, pensando ya en la derrota. Ella se rio pa lo bajo, tomo su vaso y lo vació de un trago. Se sirvió de nuevo, y le rellenó al del duelo. Dio a su guitarra dos tremendos trallazos, con sus dedos delicados, y en seguida siguió a puntazos como si repartiera con el látigo, pero no decía nada. Nada. De atrasito, no faltó quien murmurara: "Ya está vencida la Diabla". Y cuando nadie ya le creía, con desprecio en la boca y la mirada, viene y le lanza:

Trece a esa mesa se sentaron,
después de catorce días caminando.
Quince milagros había hecho el Señor
y si usté hace diez y seis seguimos empeñando.

Las apuestas se doblaron. El júbilo los tenía a todos tomando. Llegó la hora del cierre, y nadie estaba cansado. Los contendores seguían payar y payar, payando; y así los sorprendió la madrugada y el cuento iba en doscientos y tanto. Uno cargaba con granaderos, y el otro con los caballos, contestaba con las almas de los cielos, y lo atajaban los malditos del infierno. Usté patrón no me va a creer: Quince días estuvieron. Había gente que fue y volvió, arriando el ganado, o regando la siembra. Pero seguía la competencia. ¿Yo?. Yo fui el único que no me iba. Ahí estaba siempre para atestiguar lo que cuento; sin dormir, y apenas comiendo. A veces nos quería ganar el sueño, pero una risotada del público, avivaba el interés. Varios duelos se libraron por afuera de la cantina, de los que querían retirar su apuesta porque ya no podían respaldar lo que doblaron, mientras que los payadores seguían, tranquilitos, por mil y tantos. Cuando llegaron al día diez y siete, y tocaba el mil seiscientos treinta y seis, si mal no recuerdo, el payador demoraba, y demoraba, yo no se por que cuento. Pero lo cierto es que arrullaba y arrullaba la guitarra, como contando a los santos inocentes; que seguro que son tantos. Y tanto rascar la guitarra, como si me llevara a la misma cuna, que me pego el pestañazo. Y entre sueños oigo y oigo el canto, oigo los gritos y los aplausos. Oigo los taconazos fuertes del que se retira acongojado, oigo chocar de dagas de los que no querían pagar, y el de copas de los que estaban festejando. Y era tal la alegría y la tibieza que me embargaba que no supe ni cuando, de un repente todo estaba callado, excepto por un run run de guitarra. Ahí mismo me di cuenta que había estado soñando, y al despertar pregunto al que estaba de espaldas, junto al fuego, tocando: "¿Y quién ganó?, ¿y cuándo?". Una voz oscura me respondió, detrás del fuego, oculta bajo un sombrero, apenas murmurando: "¡Gané yo!, ¡ya hace más de un año!"; y siguió punteando.

​© Kepa Uriberri

​
0 Comments



Leave a Reply.

    Kepa Uriberri

    A mediados del siglo pasado, justo al centro de algún año, más frío que de costumbre, en medio de una nevazón inmisericorde, se dice que nació con un nombre cualquiera. Nunca fue nadie, ni ganó nada. Quizás sólo fue un soñador hasta comienzos de este siglo. Fue entonces cuando decidió llamarse Kepa Uriberri y escribir, también, para los demás. Hoy en día, sigue siendo un soñador y aún no ganó nada. Sólo siembra letras en el aire.

    Archives

    May 2025
    April 2025
    August 2021
    June 2021
    August 2020
    July 2020
    March 2020
    February 2020
    December 2019
    November 2019
    October 2019
    September 2019
    August 2019
    July 2019
    June 2019
    May 2019
    April 2019
    March 2019
    February 2019
    January 2019
    December 2018
    November 2018
    October 2018
    September 2018
    August 2018
    July 2018
    June 2018
    May 2018
    April 2018
    March 2018
    February 2018
    January 2018
    November 2017
    October 2017
    September 2017
    August 2017
    July 2017
    June 2017
    May 2017
    April 2017
    March 2017
    February 2017
    January 2017
    December 2016
    November 2016
    October 2016
    September 2016
    August 2016
    July 2016
    June 2016
    May 2016

    RSS Feed

Peregrinos y sus letras

Founder/ Fundador: David Muñoz
General Editors / Editores Generales: Graciela Silva Rodríguez y Daniel Vargas Minerbi
 

© COPYRIGHT 2015. ALL RIGHTS RESERVED.
  • Mission
  • Visión
  • Literatura
    • Saúl Holguín Cuevas
    • Armando Alanís
    • Josué Alfonso
    • María Dolores Bolívar
    • Oscar Cordero
    • Esteban Domínguez
    • Juan Felipe Herrera >
      • Juan Felipe Herrera
    • Miguel Ángel Avilés
    • Escritor/a Invitado/a
    • María Candelaria Cuevas
    • Magali A. Solorza
    • Héctor Vargas
    • Miguel Ángel Godínez Gutiérrez
    • Entrevistas
    • Diversidades infinites
    • Lengua liquida
    • Eloy Villar Argaiz
  • Literatura 2
    • enriKetta luissi (Olga Gutiérrez Galindo)
    • Mujeres
    • Violant Muñoz i Genovés
    • Teresa Jose Creus
    • David Alberto Muñoz
    • Manuel Murrieta Saldívar
    • Sonia Silva-Rosas
    • Víctor Manuel Pazarín
    • Kepa Uriberri
    • Kimberly Williams
    • Reseñas
    • Ensayos
    • Teatro
    • Mexicalipsis
    • Poesía
    • Crónica
    • Microcuento
    • En tiempos del coronavirus
  • ARTE
    • Artistas invitados >
      • Xico
      • Fexam Media - Arte
      • Miscelánea artística
      • Fotografía: José Reyes García Esquivel
      • El arte del café y las empanadas
      • Jose Manuel Argueta Chavarria
  • MÚSICA
    • Fexam Media
    • Perfiles
    • Músicos invitados
  • Cine
    • Taller de cinefilos
    • Reseñas: Juan Villa
    • Cine en FEXAM, PySL y Huellas
  • Galería de fotos
  • Enlaces / Links