Fastidio
Kepa Uriberri ¡Ya me cansé! No escribo sobre las cuestiones contingentes, pero ya es demasiado. Los hechos fueron así, y ocurrieron en el año dos mil quince: La menor Daniela Vargas no fue incluida en la lista de espera de trasplantes cardíacos, por la Red de Salud Christus de la Universidad Católica, debido a la precariedad de su familia, que no daba garantías de realizar los cuidados postoperatorios requeridos. Una persona trasplantada requiere, no sólo cuidados inmediatos, sino durante el resto de su vida. Debido a la escasez de donantes se consideró no recomendable, en su caso, un trasplante cuyo fin sería inútil, dadas sus condiciones. Hace unos pocos días un canal de televisión privado transmitió un reportaje que enjuicia la actuación de la red de salud de la Universidad Católica, y la condena a través de sus pantallas. El eco de este reportaje resultó en una noticia que, posiblemente por su potencial de provisión de aumento en sintonía de los distintos medios, se extendió con velocidad y fuerza. Cada emisión de cada versión de esta noticia, de hace más de dos años, agregó nuevos conceptos al juicio en pantalla que se llevó a cabo contra la Red de Salud UC Christus. Tanto es así, que trascendiendo medios, ha llegado a diarios de papel, de internet, y a redes sociales. El rector, Carlos Peña, de la Universidad Diego Portales aprovecho (¡cómo no!) de condenar a la Red UC Christus, haciendo un torpe contrapunto con la parábola del buen samaritano, en el diario El Mercurio (el de mayor circulación en el país). Las acusaciones se han extendido a cargos de la alta esfera de gobierno en salud, en cuidado de la infancia y más. Se ha emitido condenas por discriminación a la pobreza, por negligencia y descuido o por utilitarismo. Quizás alguna o todas las acusaciones sean reales y ameriten, jurídicamente, juicio y condena. Pero no es mi tema ni tampoco mi reclamo, ni lo que me mueve a escribir esta opinión cansada, ahora. En la culminación del tratamiento público y mediático de este caso, extraído de dos años de silencio, vista su posible espectacularidad, el canal nacional y público, que espera un jugoso aporte del gobierno, salido del bolsillo de todos (y todas), para salvar una quiebra inminente, montó un programa de entrevistas sobre trasplantes. Se incluyó el incentivo al televidente de emitir un juicio sobre la discriminación ejercida sobre la niña por su condición de pobreza, con lo que alcanza la cúspide del juicio mediático y del linchamiento público, a través de una encuesta estadísticamente inaceptable y de ética condenable. Esta sólo es la gota que rebalsa un vaso mucho más que medio lleno de hastío con la inmoralidad del ámbito periodístico que empuja a la gente con semiargumentos, epítetos injustificados, conceptos manipulados y más a formarse opiniones que dividen a la sociedad, que enervan los ánimos y polarizan impropiamente las opiniones. Ya hace demasiado tiempo que no veo, jamás, una noticia que sólo informe un hecho; o una entrevista en la que la opinión de un entrevistado sea respetada, en vez de interrumpida y confrontada con violencia verbal en beneficio del lucimiento personal del entrevistador que parece transformarse en inquisidor intolerante. Por todo esto, escribo ahora sobre esta contingencia, cansado de los linchamientos mediáticos y en especial si se acercan al ámbito político y emocional, o, a lo mal llamado, liberal y progresista que tanto incide en la autoapreciación de superioridad moral de algunos pocos en esta sociedad de pobre cultura, donde sólo parece importar la espectacularidad. © Kepa Uriberri Post Scriptum: Si bien he reclamado de un suceso demasiado local, creo que el fondo de la cuestión es bastante universal y cada día más global. Eso me ha motivado a publicarlo en este espacio.
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Kepa UriberriA mediados del siglo pasado, justo al centro de algún año, más frío que de costumbre, en medio de una nevazón inmisericorde, se dice que nació con un nombre cualquiera. Nunca fue nadie, ni ganó nada. Quizás sólo fue un soñador hasta comienzos de este siglo. Fue entonces cuando decidió llamarse Kepa Uriberri y escribir, también, para los demás. Hoy en día, sigue siendo un soñador y aún no ganó nada. Sólo siembra letras en el aire. Archives
August 2021
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